Por. Xabier Arzalluz
Entraron en su Congreso deshojando, airados, la margarita de “Guerra sí, Guerra no”. Y salieron con el bombazo de “Felipe tampoco”. Borrell pronunció aquel desafortunado “Papá nos ha dejado”. Nadie había llamado “Papá” a González. Le llamaron Rey, cuando desde el bando de Guerra se decía que el PSOE era una monarquía. Le llamaron también “Dios”. El especular ahora por qué se ha ido no es un tema importante.
Era ciertamente un dios cansado o, en todo caso, un dios que aparecía con cierta frecuencia harto de muchas cosas. Y se ha ido llevándose por delante a Guerra. Y no es exagerado decir que, hecho esto, y al igual que Yahvé el séptimo día, descansó. Nunca González se hubiera ido dejando un atisbo de posibilidad de que Guerra se hiciera con el PSOE.