Mikel Alberdi era ya cadáver la última vez que le vi en el Santuario de Loyola, convertido por trágicas circunstancias en cuartel de los gudaris de la Patria vasca. La bala que cortó la vida de un amigo entrañable cortó también la trayectoria de toda una generación de patriotas que de pronto se quedó en la mayor soledad.
Mikel Alberdi fue en Gipuzkoa antes de la dramática guerra el amigo de toda una generación de patriotas. Para muchos fue más que un amigo. Fue al mismo tiempo el guía que inspira fe y confianza. Para mí fue un gran amigo.
¡Mikel Alberdi!
¡Cuántos ecos ha de despertar hoy este nombre!
Mikel nació para ser guía de hombres, para marcar a las gentes. Y marcó a muchos. Eran legión en Gipuzkoa los que le seguían. Mikel era de aquellos que atraen con su fe y con su ejemplo.
El caminar de Mikel por los caminos de la Patria comenzó en un cuartel de artillería al hacer el llamado servicio militar. Luego se centró en el viejo Batzoki de Tolosa y desde allí primero y después de Aberri Etxea su voz llegó a todos los pueblos de Gipuzkoa. No hay un sólo pueblo gipuzkoano donde Mikel Alberdi no dejara raíces...
Vida corta la suya. Parece como que preveía el fin y que tenía prisa por hacer una fructífera siembra patriótica.
Recuerdo con emoción aquella fe de catecúmeno de Mikel Alberdi en el credo de la Patria vasca, aquel afán suyo por recuperar el terreno que creía perdido, aquel entusiasmo sin límites que puso en el estudio del euskera; tanto es así que al año de aprendizaje siempre se expresaba en euskera.
Mikel no era de los que se conformaban fácilmente. Su ideal era, Arana-Goiri y desconocía ciertas adaptaciones del ideal patriótico a la realidad política.
Es el caso que un día, dejándose llevar por su fe de iluminado rompió amarras se lanzó por otra derrota. No hubo manera de convencerte de que si nuestro Partido tenía necesidad de una revolución interna había que hacerla desde dentro, sin salir de la familia. Mikel no lo entendía así y se fue con su "Jagi Jagi" en un verdadero afán de predicación patriótica.
La guerra volvió a unir a Mikel a sus viejos amigos que tanto le querían. Y es que en aquellos días terribles Mikel vio la cosa clara. E, hizo que así la vieran en los pueblos de Gipuzkoa sus amigos en la intransigencia patriótica. De un sitio que sabía Mikel salieron seguramente las primeras armas de que dispusimos los nacionalistas vascos...
Hasta que llegó su cuerpo inerte al Santuario de Loyola. Una bala que acaso fuera tirada por otro vasco cortó aquella vida prometedora. El drama se produjo en las faldas del Ernio, en el paisaje de Urkizu que cantara Lizardi en su "Urte giroak", en el "auzo" tolosano donde tantas veces compartimos nuestras inquietudes con Telesforo Monzón que hacía el aprendizaje del euskera.
La falda del Ernio, un caserío, una emboscada, un tiro a bocajarro, el cráneo destrozado... y Mikel ya no vino: nos lo trajeron.
Siempre he tenido un poco la impresión de que a partir de aquel día fatídico los amigos gipuzkoanos del "Jagi Jagi" se quedaron huérfanos.
Uzturre
Era mi bisabuelo.
Aurora Alberdi
Publicado por: Aurora Alberdi | 12/31/2014 en 10:30 a.m.