Escribir un comentario sobre la actividad política en Euzkadi es como entrar en un bosque lleno de variados sonidos y un sinfín de juegos de luces y colores que te obligan a la matización permanente de tus apreciaciones, sensaciones y opiniones. Es como girar un caleidoscopio en el que no se encuentran
imágenes fijas y repetidas. Cada día surgen nuevas noticias procedentes de movimientos de las fuerzas políticas que modifican, cuando no anulan actuaciones precedentes que parecían firmes.
Esta mudanza no permite un análisis lineal de la política vasca en el que se describan las líneas de fuerza ideológicas que la mueven sino más bien lleva a prestar atención al oportunismo, las argucias para el continuismo en el poder, el comprobable aislamiento y desconexión entre los partidos políticos y el perpetuo debate sobre la normalización utilizado como instrumento de influencia y presión política por todos los partidos , con amplia expresión mediática, pero desconectado de la crítica realidad económica y cada vez más social, que afecta a los ciudadanos vascos.
Hace apenas unos pocos meses, cuando desde FUNCIVA recibí el encargo de escribir un artículo descriptivo de la situación política en Euzkadi tras el ascenso al gobierno de Instituciones políticas por parte de BILDU, todavía SORTU, la marca política de izquierda radical, no estaba legalizada, había dudas sobre la continuidad de la marca BILDU en las autonómicas, estaba reciente la rotura del acuerdo político de gobierno PP/PSE, aunque en solitario se apostaba porque el PSE agotaría la legislatura y se intuían pero no se explicitaban los candidatos de los distintos partidos.
Hoy todo es distinto. Los candidatos se adelantaron a la convocatoria de elecciones. SORTU fue legalizada por el Tribunal Constitucional pero no será la marca electoral de la izquierda radical por estrategia, también electoral, de presentarse como acumulación de fuerzas se dicentes nacionalistas. Para ser alternativa al PNV, BILDU es más útil por su apariencia de concentración de diferentes sensibilidades y agrupación de partidos militantes en el nacionalismo radical. SORTU tiene mucho tufo a la antigua HerriBatasuna y a cercanía a ETA aunque en definitiva mande y organice la coalición EuskalHerria-Bildu. Finalmente, López, impotente ante el bloqueo del PP que rompió la coalición por el interés electoral de marcar perfil propio acompañando al Gobierno español y rotas además todas las conexiones con el PNV, en la más evidente e inoperante soledad, convocó elecciones.
Inmediatamente ha comenzado una campaña electoral de cuarenta y cinco días. Circula un aura de consenso en una victoria electoral del PNV, el mantenimiento de los buenos resultados de BILDU y una mayor incertidumbre por lo acaecible al PSE y PP. Tal aura encuentra confirmación en las encuestas conocidas. Pero es también la expresión del cansancio social por un experimento fracasado como es el acuerdo “anti” sellado por los partidos autodenominados constitucionalistas para una nueva y ejemplar forma de gobernar a los vascos. Acuerdo sin embargo, continuista en los programas económicos, educativos, y sociales de los gobiernos nacionalistas precedentes, sectario en los asuntos identitarios, inquisitorial en mirar bajo las alfombras, bronco en las relaciones entre los socios pactantes, pleno de desencuentros con las administraciones forales, superado por las actuaciones parlamentarias del PNV en las Cortes y en sus relaciones con el Gobierno de turno. Acuerdo que se atribuye el final de ETA como trofeo destacado aunque en la memoria colectiva queda como recuerdo que al Lehendakari la noticia le sorprendió en un tren camino de Nueva York, Basagoiti lo conoció como todos nosotros por la prensa y el Ministro del Interior se lo agradeció a la colaboración francesa y a la acción de la Policía Nacional y la Guardia Civil.
Acuerdo que como todo lo que nace “contra” carece de proyecto, programa y plan y sin otro objetivo que borrar la huella de treinta años de gobiernos nacionalistas, termina en fracaso haciendo fracasar en la política vasca, para muchos años, cualquier intento similar.
La polarización que introdujo este acuerdo ha tenido sin embargo como consecuencia una saludable clarificación, realizada por el propio electorado, del mapa político vasco a cuatro referentes. Se ha superado el modelo a 6 ó 7 opciones electorales, con la desaparición de todos los partidos pequeños o partidos-réplica provenientes de una escisión.
La convocatoria de elecciones no ha despertado entusiasmo entre la ciudadanía. Estaba descontada. Los prolegómenos y la misma campaña se confían a los medios de comunicación. Mítines selectivos y exclusivos para una poca militancia fiel. Presencias oportunistas de los candidatos y acompañantes de ocasión en ferias y festejos públicos. Mínimo contacto directo con el ciudadano. Pero pese al reducido entusiasmo los ciudadanos, entre sí debaten sobre las consecuencias de las elecciones. En esos debates la preocupación es el día después. ¿Con quién pactará el ganador de forma que no se vea truncada la intención de mi voto? De todas las combinaciones posibles un acuerdo PNV-BILDU no es precisamente el más favorecido. La confianza puesta en el PNV para un gobierno confiable y por representar la centralidad política se ve debilitada en cualquier amago de acercamiento a la coalición radical. No es que no se aspire a la suma de fuerzas nacionalistas sino que prima la incertidumbre y desconfianza que provoca el conglomerado nacionalista radical cuyo proyecto político y capacidad para gobernar instituciones democráticas es todavía desconocido o no existe.
Los otros posibles pactos, con PSE y PP, están muy condicionados por el pasado reciente. Con el PSE influyen la incomunicación entre líderes y aparatos durante el gobierno de López, la confrontación con la Diputación de Bizkaia y la sombra de unas no suficientemente declaradas conversaciones con la izquierda abertzale radical, en el ámbito de la normalización política, pero extensible aparentemente a acuerdos postelectorales incluso de gobierno. Con el PP el acuerdo sólo es posible y explicable en el ámbito de un acuerdo parlamentario de Estado que ampliara la capacidad de autogobierno de Euskadi y el desarrollo completo del Estatuto de Gernika aún incumplido.
En este contexto BILDU opta por la moderación. Se presenta con candidatos neutros, cuidadosamente buscados en el ámbito universitario con un pasado desconocido e ignorada relevancia social. Su papel no es liderar ni generar liderazgo. Su reconocimiento público ante la militancia cuenta de forma estudiada, con la presencia de miembros de la antigua Mesa Nacional. Su función es la de garantizar la imagen normalizada y representar con mensajes ideologizados que reiteran en términos académicos las reivindicaciones de la antigua Herri Batasuna sobre el conflicto con España, la situación de los presos, las políticas desarrollistas del PNV y la independencia. Como novedad apelan al modelo de gestión pública de la Diputación Foral de Gipuzkoainstitución que gobiernan. Modelo, denunciado como inexistente por los partidos de la oposición e inoperante para los ciudadanos y reconocido sibilinamente como limitado por la coalición debido a “la ausencia de soberanía, sin poder decisión plena que condiciona sus resultados”. El programa incluye también como hitos la “transparencia y la participación ciudadana”, valores ambos ajenos en sus decisiones de gobierno municipal o foral como es el caso del modelo de recogida de residuos urbanos “puerta a puerta”.
La estrategia de BILDU es confirmar una sólida representación parlamentaria, en votos y escaños, que la haga necesaria e influyente en la política vasca y fortalezca su posición ante el Gobierno del Estado para controlar y culminar el proceso de pacificación y normalización con el menor desgaste posible para su pasado y su militancia. Para ello la imagen de moderación y abandono de las formas impositivas y violentas es socialmente rentable. Los contenidos de un Programa de Gobierno son anecdóticos ante un objetivo de minimizar la derrota, del que depende además una salida digna para los presos y exiliados e incluso la forma y maneras del mismo final definitivo de ETA.
En las últimas horas dos hechos avalan este análisis. El anuncio de ETA de desmantelar el aparato militar y abandonar objetivos y las declaraciones de Otegui. En el primer caso sea cual sea el resultado electoral pero más si gobierna el PNV y con BILDU en el Parlamento Vasco, la política vasca abordará necesariamente la gestión del final de ETA mediante un acuerdo promovido por PNV,PP y PSE al que se sumará la izquierda radical. El Gobierno de Rajoy lo conoce. ETA y BILDU también y para ese momento se están preparando ante su militancia y la sociedad.
En el segundo caso, la petición de disculpas de Otegui a las víctimas del terrorismo, la estrategia continua de forma explícitamente calculada y diseñada para rentabilizar con la mayor eficacia posible en las urnas los “nuevos tiempos”. Otegui utilizando las fórmulas empleadas por la izquierda radical reconoce el dolor causado. Nada más. Ni una palabra relacionada con la revisión de las acciones de ETA ni del apoyo de la izquierda radical al sostenimiento de la violencia. Pero observemos. Valorando en positivo la declaración pública que no tiene marcha atrás, en la práctica con sus declaraciones, Otegui aparece en la campaña recordando quien es el candidato real de Euskal Herria BILDU, con el derecho a marcar el cuándo y el modo de pedir “mis más sinceras disculpas” y decir “un lo siento de corazón” a una demanda social y política reiteradamente reclamada. Cumplido este requisito con su propio estilo, Otegui deja también otro mensaje; quien manda en EH-BILDU es la antigua Mesa Nacional de Herri Batasuna y él lo asevera como “portavoz de portavoces”.
La moderación del mensaje de campaña de BILDU tiene también como objetivo arrancar el voto de los militantes más pro-independentismo del PNV. Las ya conocidas posiciones oportunistas de la izquierda radical, aprovechando cualquier acontecimiento interno o externo en esta materia le sirven para instrumentalizar la campaña electoral. La independencia no es en este momento su objetivo prioritario, sino un eslogan para tener activada a la militancia. Es más está subordinado al objetivo del “cierre digno” del pasado, pero le sirve junto a su imagen de moderación, para introducir una cuña de crisis en el PNV.
Entre las tácticas utilizadas para poner en práctica esta estrategia de moderación se debe destacar, utilizando términos del deporte del remo, la impresionante ciaboga que ha realizado este verano BILDU, entrando de lleno en la calle o carril del PNV, en busca de nuevos caladeros electorales, a fin de coger la ola en la txanpa del 21 de octubre. La candidata a Lehendakari de la izquierda abertzale radical, acompañada de su hipotético equipo de gobierno, reivindicaba en el balcón del Hotel Carlton de Bilbao, en un remedo de una foto histórica del primer Gobierno Vasco en la Republica, la política del lehendakari Agirre. Reconocimiento honroso a quien es un referente internacional del nacionalismo vasco comprometido, humanista y posibilista pero desafortunadamente 70 años después. Todo ello sin mención alguna a su tutor Telesforo Monzón, separado por decisión propia del PNV y en ausencia del lehendakari Garaikoetxea, líder coaligado a BILDU. La izquierda radical propone en la actualidad con décadas de retraso las ideas de compromiso democrático y expresión por medios estrictamente políticos de sus objetivos nacionales, que el nacionalismo vasco moderado ha planteado en 110 años de historia.
Pero el PNV se va a cuidar de entrar en esta dinámica de confusión. El Pacto de Lizarra, las Conversaciones de Loyola y el Plan Ibarretxe han dejado suficientes marcas como para repetir acuerdos con la izquierda radical o hacer oídos a sus proclamas oportunistas. Ha escogido de nuevo el camino que le dio buenos resultados electorales y reconocimiento social en el pasado: la gestión pública con rigor y orden, más en tiempos de crisis e incertidumbre por el crecimiento. Para ello ha presentado un candidato que transmite seriedad, ponderación, elegancia, seguridad y convencimiento en sus afirmaciones y propuestas. Pero quedan incógnitas a despejar. El candidato puede tener una destacada acogida en Araba y Bizkaia y encontrar un plante en Gipuzkoa lo que le supondría no obtener la mayoría amplia suficiente como para formar gobierno con sólo alianzas parlamentarias. La ambivalencia en este territorio por parte de una mayoría minoritaria de la militancia y de su ejecutiva regional, respecto a las relaciones de proximidad y colaboración con la izquierda radical, mantiene elección tras elección a su electorado y a gran parte de la militancia desconcertada y desmotivada, teniendo como consecuencia la victoria electoral de BILDU.
La posición del PSE se orienta hacia la recuperación del proyecto perdido en un pacto y un gobierno vendido mediáticamente como excelente pero no percibido así ni por su militancia ni por la sociedad vasca. Apartando preocupaciones identitarias, repitiendo candidato sin debate interno ni primarias, se esfuerza en subrayar un guion propio centrado en “la economía en general por ser la auténtica preocupación social”. Con un discurso de expresión socialdemócrata y centrado en la reforma fiscal al impuesto de sociedades y a las rentas elevadas plantea objetivos que precisan previamente una reforma de la estructura institucional y competencial de Euskadi, precisamente causa de su permanente litigio con las Diputaciones Forales, el PP y el PNV. El objetivo del PSE, fiado en la figura de López, es tratar de mantener la capacidad de influencia en la formación de futuras alianzas convirtiéndose en pieza necesaria. Por lo tanto se trata de minimizar el impacto de la pérdida de votos. Se juega además una de las dos referencias de gobierno y poder que le restan la PSOE en el Estado.
El PP no puede abandonar su papel de provocador en la política vasca. Aferrado a un nacionalismo español con guiños foralistas mantiene un permanente pulso con el nacionalismo vasco del que sociológicamente es ribereño y una confrontación con la izquierda radical que tensiona la vida pública vasca. Mantiene un electorado representativo de la identificada derecha española tradicional con nuevas incorporaciones fieles u ocasionales pero que no le permiten superar un discreto techo electoral desde hace dos décadas. Una política con afirmaciones de trazo grueso sobre los presos de ETA o la españolidad del País Vasco confirman electores pero no los generan. Ha conseguido controlar los extremismos pero los integra en sus listas. Curiosamente, aunque desde motivaciones distintas, las estrategias del PP y de la izquierda radical tienen semejanzas. El resultado electoral será un test para el gobierno de Rajoy no sólo por las medidas económicas tomadas durante la crisis sino también por su disposición a resolver uno de los problemas más ineludibles para la sociedad vasca, el definitivo final de la violencia y sus causas.
La campaña no nos va a descubrir los secretos que se guarda la ciudadanía vasca. Aunque aquí domina el desencanto por los políticos y sus actuaciones en mi opinión el convencimiento de que la política es un mal necesario lleva a un vivo debate dentro de la sociedad y a la participación, pero también a la abstención activa y silenciosa nunca interpretada por los políticos como signo de disconformidad y al voto útil, votar a A para que no gane B, hecho ambos que puede trastocar los pronósticos de las encuestas, las estrategias de los partidos y el atractivo de los candidatos.
El 21 de Octubre se expresará la sociedad que seguirá construyendo su futuro si es posible de paz y bienestar. Si me lo permiten lo comentaremos.
Urkullu quiere adelantar dinero para el ramal del TAV radial madrileño Valladolid-Vascongadas.
El que vote al PNV ya sabe a dónde va a ir el dinero.
Publicado por: Donatien Martinez-Labegerie | 10/03/2012 en 08:33 a.m.
El que vote EH-BILDU no tiene ni puta idea de a donde va ir el dinero.
Publicado por: Donatien más pesado que matar un cerdo a besos | 10/03/2012 en 02:05 p.m.
El que vote al PNV lo sabe
Un voto a EH-Bildu es un voto a la basura. Y ya sabemos lo que dicen: Zero Zabor
Publicado por: ipbster | 10/03/2012 en 04:48 p.m.
El que vote a Bildu sabe que su dinero se va ir a la mier...a, o sea, al PaP atez ate...
Publicado por: ocasional | 10/03/2012 en 09:27 p.m.