Por: Iñaki URDANIBIA
Una inmensa exposición en la Biblioteca Nacional de Francia, del 21 de marzo al 23 de junio del 2002, además de numerosos actos e iniciativas, recordó el tricentenario del nacimiento de Víctor Hugo, "El hombre océano" como reza el título de la exposición.
El título no cabe duda de que está bien escogido, y ello por múltiples motivos. Por una parte, igual que al mar van a desembocar todos los ríos que en el mundo hay, este hombre llamado Víctor Hugo, además de visionario, vidente cósmico, místico, teísta y elaborador de mundos míticos debidos a su imaginación sometida a continuos oleajes, recoge con exuberancia y ampulosidad -como si de un enorme imán se tratase- todas las ramas de la literatura (novela, drama, poesía, libros de viajes, ensayo, panfletos..,) y todos los roles habidos y por haber en el campo de lo público (político, académico, senador, exiliado, viajero impenitente, conservador, liberal, socialista, republicano) y de lo privado (padre, marido, amante, abuelo).
Por otra parte, está la simbiosis que el escritor estableció con el enorme e inmenso mar -especialmente desde las rocas de Guernesey- y que luego reflejaría en "Les Travailleurs de la mer": “(...) habito en este inmenso sueño del océano, poco a poco me convierto en un sonámbulo del mar... acabo por no ser más que una especie de testigo de dios”. En otro lugar afirmará también que su pintura está hecha con “saliva del mar”. En fin, el océano como metáfora de la infinitud, de la potencia creadora y destructora recorre el quehacer huguiano.
La imposibilidad de acotar los campos y tratar de abarcarlos todos para apretarlos mucho parece que fue la manera de pensar, y de ser, de este ser de quien el también gran escritor André Gide dijese: “Todo está en todo y el resto está en Víctor Hugo”; afirmación que, además de retratar a las mil maravillas la hábil desmesura del escritor, coincide con su propio pensamiento: “No tengo nada que decir, pero lo digo todo, tal como se me ocurre, y nunca tengo suficiente: debo repetirlo, como si al cabo de diez, veinte, cien veces, las cosas fuesen más claras, más frescas, más convincentes. Soy el quitanieves del discurso, hablo a golpes de martillo…”, tarea permanentemente repetida, abierta e inconclusa que convierten a nuestro hombre –según propia conciencia- en una especie de Prometeo o enviado de Dios con el encargo de aclarar el camino en el logro de una humanidad más feliz. Grandiosidad que trató de llevar a la práctica en una especie de gran poema de la humanidad -en el que se explicaría todo- "Légende des siécles", en sus explícitas palabras: “Expresar la humanidad en una especie de obra cíclica; pintarla sucesiva y simultáneamente bajo todos sus aspectos, historia, fábula, filosofía, religión, ciencia, que se resumen en un solo e inmenso movimiento de ascensión hacia la luz (...) el drama de la creación iluminado por el rostro del creador, he ahí lo que será, terminado, ese poema en su conjunto” (Ça suffit).
De lo dicho puede deducirse que, contra lo que algunos piensan de una obra construida en torno a un plan general -exceptuando el que acabo de transcribir referido a un libro de poemas concreto-, más parece que el plan le va surgiendo sobre la propia marcha, unas oscuridades le llevan a otras, y éstas a otras, inevitablemente. Así, gracias a los sucesivos tanteos por ir aclarando las zonas sombrías, irán saliendo a la luz sus principales obras -y me refiero aquí fundamentalmente a las novelísticas- que, indudablemente, marcaron la práctica totalidad del siglo que vivió.
Con una inevitable pasión por describirlo todo, e igualmente detenerse en todo, la prosa de Hugo avanza como una apisonadora. Cada frase dice algo importante, algo que la siguiente anulará al hacer variar el centro de gravedad y así sucesivamente. Lo dicho exige atención por parte del lector que se aproxime a sus libros. A esto ha de añadirse las plurívoca significaciones, y las interrelaciones que entre ellas se dan, que para el autor guardan los fenómenos humanos, asunto que no es mero capricho, sino que, según su modo de enjuiciar el mundo, responde a lo más hondo del corazón de los humanos (nido de lo más sublime y de lo más despreciable; de lo más alegre y de lo más lúgubre, de lo más claro y de lo más oscuro). La tensión maniquea omnipresente entre el bien y el mal recorre sus obras en las que nos movemos en zonas oscuras: ya sea siguiendo al narrador por las naves de Notre Dame, viendo los tejemanejes en medio de la plebe o padeciendo las fuerzas indomables de la naturaleza por parte de los trabajadores del mar, que bien podría tratarse de cualquier otro tipo de trabajadores.
Novelas que tienen el mérito de recoger, en caliente, hechos y situaciones esenciales del siglo del que el escritor se erige en notorio: ya sea el combate de las ideas ilustradas contra la fuerza de las instituciones que establecen en eje de su existencia el engaño y la superstición, reforzados por el dogma; o la vida de los menos pudientes en las callejuelas parisinas; o, en fin, la penosa situación de los trabajadores.
La mirada huguiana -no olvido que se trata de un novelista y no de un sociólogo- se mueve por los pagos de cierta candidez y unas enormes dosis de buena voluntad a la hora de lanzar proclamas (el célebre “Destruir la pobreza!” proferido en 1849 ante la estupefacta Asamblea Nacional francesa), y lo digo ya que las intenciones no van siempre acompañadas de una directa correspondencia con la coherencia a la hora de retratar la realidad. Así, a Hugo le repugna la pobreza, la miseria de los niños le da pena... y hasta lo denuncia, mas no se alza contra los responsables de tales desatinos. Con las mujeres, tres cuartos de lo mismo: clama contra las condiciones en que viven, sin embargo las retrata como pelín tontitas... y qué decir de los obreros, los pobres que cuando no son algo chorizos, son medio delincuentes... nada parecido a gente como Babeuf, Proudon, a quienes, por cierto, Hugo vilipendiaba con frenesí.
Sea como sea, Hugo escribió mucho y su escritura sacudió su siglo. El éxito grande de sus libros entre las masas no tendría por qué ser tomado de ninguno de los modos como criterio de verdad/validez de su obra, pues no hace falta ser muy astuto para ver que al personal le gusta cada cosa… Decía Hugo que “los privilegios no tienen oídos del lado de los desheredados”; sin lugar a dudas, él era una excepción y desde este punto de vista se le puede considerar un verdadero islote dentro del océano burgués.
Yo también soy bastante hugólatra.
A los de derechas siempre les ha caído gordo, así que deben. estar mordiéndose los hígados con la propaganda que el filme musical de Hollywood le está haciendo...
Residió en Passages (Bildu), no solo en Gernesey.
"Un Basque n'est ni Français, ni Espagnol ; il est Basque et c'est tout."
Publicado por: Donatien Martinez~Labegerie | 01/26/2013 en 09:32 a.m.
Acabo de leer uno de los estúpidos comentarios escritos por TAKOLO 3. Esos comentarios dirigidos a estropear cualquier blog. Siempre queda en evidencia su supina estulticia. Siempre nos demuestra que con su nacionalismo y su fanatismo: lo bajo que puede caer una persona cuando antepone su pertenencia tribal a su pertenencia al conjunto de seres racionales. Siempre hace el más completo ridículo el anteponer sus ideas a las personas. Lo único bueno que hace al rebuznar en Blogs ajenos, es poner en evidencia lo estúpido de él mismo como persona y la ridiculez extrema del nacionalismo que ha vampirizado y destruido su pobre cerebro. Una mente destruida e irrecuperable que sólo destilará odio por sus semejantes. Pobres de los que se crucen en su camino…
Publicado por: El conde de Montecristo. | 01/26/2013 en 10:16 a.m.
Conde de Torrelodones,
Tú eres nacionalista madrileño y rebuznador en un blog ajeno y dejas en evidencia tu estulticia supina y nadie se mete contigo por ello.
Por qué no dejas vivir como te dejamos a ti? Escribe tus estupideces pero no impidas a los demás que pretendan escribir la suyas, en su caso.
Publicado por: Donatien Martinez~Labegerie | 01/26/2013 en 10:52 a.m.
El PP no defiende la propiedad privada del pequeño, sino la del grande (el partido de los ricos), no nos engañemos, el PSOE parecido.
Publicado por: Hernesto | 01/26/2013 en 02:59 p.m.
Ya somos tercermundistas. Apadrinan niños españoles.
http://blogs.periodistadigital.com/dialogosinfronteras.php/2012/08/06/p319700
Publicado por: Hernesto | 01/26/2013 en 03:44 p.m.
El patrimonio oculto de la familia real española.
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=wsutgXoqlkI
Publicado por: Hernesto | 01/26/2013 en 04:31 p.m.
España dejó de ser 8ª potencia mundial y se calcula que en unas décadas o antes, estará en el puesto 15º o mas abajo, según como va la crísis.
Nos han engañado bien estos años, un coloso de pies de barro.
Publicado por: Hernesto | 01/27/2013 en 02:45 a.m.
Hernesto,
Con Franco, en los '70, era cuando España era "octava potencia", no después.
Si algunos os habéis dejado engañar con el cuento propagandístico de la Reforma de su régimen, necesario de implementar las ingenuas mentes para poder justificarse y decir que son mejores que Franco también en términos económicos - a psear de que con Franco al menos una familia obrera con 3 niñor se mantenía con los ingresos del padre con casa o piso propio, coche y vacaciones-, es vuestro problema.
Ltros nos dimos cuenta hace tiempo y cada vez que lo decíamos nos decían que no somos demócratas.
Publicado por: Donatien Martinez~Labegerie | 01/27/2013 en 02:32 p.m.
Cae la clase media española, impactando en el consumo.
http://www.hosteltur.com/127160_clase-media-espanola-pierde-masa-critica-impactos-turismo.html
Publicado por: Hernesto | 01/27/2013 en 03:30 p.m.