TENGO UN SUEÑO
Martin Luther King (1929-1968)
El 28 de agosto de 1963, hace 50 años, un domingo soleado, se reunió una inmensa multitud al pie del Lincoln Memorial. Que el lugar de reunión fuera precisamente el monumento a ese presidente era algo muy adecuado al propósito de aquel día. No en vano, cien años antes Abraham Lincoln había liberado a millones de personas de la esclavitud con la Proclamación de Emancipación de 1862 y la victoria de las tropas de la Unión en la guerra civil americana (1861-1865). Ahora los descendientes de esos antiguos esclavos venían a reclamar lo que Lincoln había declarado en su célebre discurso del 19 de noviembre de 1863 en el campo de batalla de Gettysburg; esto es, que la nación norteamericana se había fundado sobre la idea de la igualdad de todos los seres humanos. En 1963, esta igualdad todavía quedaba muy lejos para la gran mayoría de los afroamericanos. La mayoría de ellos vivían en la pobreza y en el sur del país sufrían una rigurosa segregación racial. El que en las escuelas, las estaciones de tren, los teatros y cines se colgara el excluyente cartel de "For whites only" ("Sólo para blancos") sólo era una parte del problema. Era impensable la posibilidad de desempeñar cargos públicos.
Cien años después de las palabras de Lincoln, entre los 250.000 congregados ante su monumento no sólo había personas de piel negra; más de 60.000 blancos se habían adherido a la marcha a Washington. (...) Después de numerosos discursos, comunicados y cantos a la libertad y la igualdad de todas las personas, apareció ante la multitud, justo después de que la cantante de blues Mahalia Jackson interpretase un espiritual negro, un hombre de color: Martin Luther King Jr., ministro de la Iglesia bautista nacido en Georgia y jefe del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos. Ese instante se convirtió en uno de los momentos estelares de su vida.
(...) Al comienzo de su discurso, Luther King invocó a Lincoln: "Hace cien años, un gran americano, bajo cuya simbólica sombra nos encontramos hoy, firmó la Proclamación de Emancipación". Sin embargo, hoy -continuó- todavía no existe esta igualdad. (...). Su discurso fue una obra maestra en la elección de las palabras y el ritmo, y no sólo iba a ser inolvidable para las personas que lo oyeron ese día de verano en la capital estadounidense, sino que, incluso como texto leído, las palabras de Luther King no han perdido su capacidad de emocionar. (...). Terminó con una serie de frases, pronunciadas con un tono de voz variable y que comenzaron todas ellas con las palabras "I have a dream" ("Tengo un sueño"): "Tengo un sueño, el sueño de que un día mis cuatro hijos pequeños vivan en una nación que no los juzgue por el color de su piel, sino por su carácter... ¡Hoy tengo un sueño!".
Luther King concluyó su discurso exhortando a todos los presentes a hacer "que repicase la libertad" por todo el país. "Cuando repique la libertad y la hagamos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada Estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día en que todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: ¡Libres al fin! ¡Libres al fin!. Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!". (...)
La marcha no sólo provocó rechazo entre los blancos conservadores. Los dirigentes radicales del movimiento negro reprocharon a Luther King que hubiera suavizado el conflicto racial y que hubiese representado una "versión de clase media" del verdadero Black Movement. Haciendo un juego de palabras, Malcolm X llamó a la manifestación “Farce on Washington” (Farsa de Washington). Con todo, aquella manifestación tuvo mayor influencia en la política y la opinión pública que cualquier otro acto anterior del Movimiento por los Derechos Civiles, y la marcha se convirtió en un modelo para los activistas de todos los demás movimientos de emancipación y liberación. En la década de 1960, estos movimientos, no sólo en Occidente, tuvieron una influencia cada vez mayor en el progreso de las sociedades.
(“La vuelta a la historia en 50 frases”, de Helge Hesse, Ediciones Destino)
Muchos también tenemos otro sueño, soñamos que vascos y españoles, además de poder manifestar libremente nuestras ideas, podamos llevar adelante nuestros proyectos políticos de forma natural, como ocurre en tantas otras zonas del planeta, Canadá-Quebec, Gran Bretaña-Escocia, para cerrar los problemas políticos desde hace generaciones y así todos como hermanos reconociéndonos los unos a los otros, podamos seguir adelante.
Publicado por: Hernesto | 02/04/2013 en 10:52 a.m.