Por: Jesús Insausti Urkirizar (*)
Muy equivocado está quien piense que, tras muchos años de peinar canas, llega una edad en la que no quedan ya anhelos y objetivos por los que luchar. Algo de esto tuve que explicar cuando hace unas semanas me acercaba hasta estas páginas de opinión de DEIA con un artículo titulado «Esperanzas de futuro». Debo reconocer que no faltó quien cariñosamente me abordó para felicitarme ante tamaña «desfachatez» para un «viejo» a punto de convertirse en octogenario.
Pero en cualquier caso no se asuste, amigo lector, pues en estas líneas no pretendo lanzar un panegírico sobre las aportaciones que la llamada «tercera edad» puede realizar, desde su fecunda experiencia, a la sociedad en la que vive. Simplemente quisiera que me permitieran, sólo por un momento, tomar el papel de un “joven” que, apenas a sus 78 años, pretende rendir homenaje a los veteranos de una generación anterior, a dos vascos que a sus 93 años tienen también sus esperanzas y preocupaciones de futuro.
Estos últimos días, en mi condición de presidente de la Fundación Sabino Arana, he tenido la fortuna de poder visitarles en sus casas de Hondarribia y Tolosa. Juntos rememoramos tantos recuerdos del pasado, pero también charlamos, cuando no discutimos, sobre el presente y sobre los retos que se le presentarán a nuestro país en los próximos años.
Ambos coinciden en haber sido auténticos adelantados para su época al haber sabido utilizar todos los medios a su alcance, uno el teatro y otro un todavía incipiente cinematográfico, en la labor de propagación del nacionalismo vasco.
Amante del bertsolarismo y de la cultura popular vasca, no por eso «Godo» tuvo una visión estrecha del nacionalismo. Cuando tantas veces repetimos ese magnífico lema del «Euzkadi-Europa», debemos saber que, en buena medida, la idea y el peso organizativo de aquel Aberri Eguna de 1933 que consagró esa frase le corresponden. Y es que además, tomando como base aquel multitudinario Día de la Patria, se lanzó a la producción y dirección del que, sin duda, es el primer largometraje documental de la historia del cine vasco: la película «Euzkadi», fiel reflejo de las costumbres, tradiciones, paisajes y anhelos de autogobierno de los vascos de la década de los años treinta.
Desgraciadamente, aquella «ópera prima» de quien fuera presidente de Juventud Vasca de Donostia y del Gipuzko Buru Batzar fue destruida, por subversiva y separatista, por los «nacionales» al entrar en San Sebastián. Aunque probablemente de poco sirva el reivindicarlo, semejante atropello cultural bien merecería algún tipo de resarcimiento.
Nuestro otro personaje, para nosotros entonces jóvenes alocados «Antoñito» y después don Antonio María, ha sido, sin duda, pilar fundamental de las letras vascas. Como muy pocos supo dignificar el teatro en euskera y convertirlo en eficaz arma de difusión del nacionalismo. Confieso que el entonces alcalde de Tolosa fue mi «maestro» en el periodismo y que hoy es, todavía, un increíble ejemplo por su incansable capacidad de trabajo. Desde su lúcida mente y frente a la máquina de escribir, don Antonio María sigue aferrándose a nuevos estudios.
Muy pronto verá la luz, editado por la Fundación Sabino Arana, su recién concluido libro «Nicolás Ormaetxea Orixeren kondaira laburra». Por sus páginas van surgiendo, junto a Orixe, las personalidades de Lizardi, Aitzol, Zaitegi, Mokoroa..., aunque don Antonio María asegura que se trata definitivamente de su último trabajo, apenas entregado ya se enfrentaba ante la máquina de escribir con otros proyectos y comentarios.
En suma, dos «viejos» a quienes dirijo mi «juvenil» homenaje. Dos hombres de 93 años llenos de ilusiones y ganas de vivir. Dos vascos inolvidables que, por si alguien todavía no había caído en la cuenta, responden a los nombres de Teodoro Ernandorena y Antonio María Labayen.
(*) Presidente de la "Fundación Sabino Arana”
Deia. 3 de agosto de 1990
En homenaje a mi bisabuelo,
Bildu en los ayuntamientos que gobierna DESAHUCIA MUERTOS de su morada eterna ... (como los ayuntamientos están a cero intentan chantajear a los familiares y así se garantizan su sueldo... por no hacer nada y se cargan el derecho consuetudinario y el derecho funerario en un pueblo sin industria y con la población en decrecimiento. Es lo que pasa con un alcalde electricista).
En los aytos donde no gobierna, Amurrio por ejemplo, se opone a la subida de tasas en los cementerios o cualquier tipo de medidas...
P.D: Desahuciando muertos... y yo pensaba que no se podía caer más bajo que la banca. Esos no protestan, verdad??
Publicado por: ocasional | 08/30/2013 en 07:27 p.m.