La centralidad de la opción independentista y el protagonismo de la sociedad civil en el proceso están fuera de cualquier duda. Si los políticos no se ponen a la cabeza, este impulso social les acabará arrollando. Ya ha desplazado el mapa político y lo seguirá haciendo
Por Jaume López *
Eran las 17.14 horas, nos dimos las manos, sonreímos, contuvimos por unos instantes la emoción del momento, y gritamos: ¡i-inde-independencia! Mi padre grababa el momento con su inseparable cámara, mi madre, a mi lado (sabes a lo que vienes, ¿no?, le había preguntado), por primera vez en un acto independentista. Mi mujer, mi hijo de año y medio entre mis brazos, con su pequeña estelada, entre atónito y expectante ante tanto movimiento. Contemplaba sin saberlo una sociedad en marcha. Un millón y medio de ciudadanos que nos dábamos las manos, en un mismo instante, con una misma voluntad, recorriendo el país con alegría, buen humor, esperanza, orgullo. Rostros iluminados. Hasta el sol pareció contribuir haciendo acto de presencia, por fin, tras una mañana pasada por agua.