"Si trabajábamos tanto, todo el día, era para tener una mejor esperanza de futuro". Son palabras de Sanjar Eltaaf. A su lado, Mumtaz Ahmad Ahmadi asiente, puesto que su labor entonces siempre estuvo unida a la visión de un futuro más diáfano. Hasta septiembre del 2013 y durante más de tres años ambos jóvenes afganos trabajaron codo con co¬do con altos mandos del ejército español en Afganistán. Ahora, sin poder vivir en su país porque sus vidas corren peligro -los talibanes los acusan de colaborar con el enemigo- han encontrado cerradas las puertas de España.
El Gobierno considera que hay 28 afganos con derecho a indemnización y asilo, y otros 22 con derecho solamente a indemnización, pero todavía no han facilitado ningún visado.
Otros países que han formado parte de la coalición internacional en Afganistán, como Estados Unidos, Gran Bretaña o Nueva Zelanda, han acogido a decenas de intérpretes.
Sanjar Eltaaí, de 26 años, y Mumtaz Ahmad Ahmadi, de 23, están atrapados en Estambul, sin poder volver a su país y sin poder asilarse en España.
Además de ser los traductores de las tropas españolas, trabajan en la formación de los nuevos soldados afganos. "En los puestos avanzados -explica Ahmad Ahmadi- planificábamos las operaciones en los pueblos contra los talibanes. En concreto, controlábamos el batallón de artillería del ejército afgano".
Su excelente castellano era de gran ayuda para España puesto que la traducción en operaciones de elevada responsabilidad debe ser muy precisa para no poner en peligro la vida de las personas. "Si tú fallabas las coordenadas -reconoce Ahmad Ahmadi-, el tiro iba a otro sitio".
Ahora trabaja de forma precaria a la par que extenuante en un taller textil localizado en un barrio en las afueras de Estambul. Apenas gana nada, pero al menos puede vestir como le place y no temer por su vida como lo hacía tan a menudo en Afganistán. Cuando estaba de permiso no podía volver a su pueblo, donde todos se conocen, y solía vestir "como un mendigo" en Kabul para que nadie supiera que trabajaba para "los extranjeros". El miedo no era tanto a los talibanes -ya de por sí considerable- sino a las mafias de la capital afgana.
"Nos ha pasado de todo. Hemos estado en combate, hemos trasladado a los heridos españoles... Es decir, hemos estado en todos los momentos, tanto en los buenos como en los malos", asevera Eltaaf.
Los dos traductores se conocieron cuando estudiaban filología hispánica en la Universidad de Kabul. Empezaron a trabajar de intérpretes en la base española de Qala i Naw, en la provincia de Badghis, noroeste de Afganistán.
El trabajo tenía graves consecuencias para ellos y sus familias. Al peligro de los talibanes había que añadir el de los infiltrados dentro del ejército afgano.
A pesar de estar bloqueados en Estambul, no pierden la esperanza. Eltaaf quiere hacer un máster de relaciones internacionales mientras que a Ahmad Ahmadi le atrae la informática. Por ello "sería una alegría si España nos diera el visado".
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