El pasado jueves 23 de enero estuve en la inauguración del Archivo Histórico Vasco en la calle María Díaz de Haro en Bilbao. Veinte kilómetros de estanterías y once pisos de los cuales cuatro bajo tierra. Una fachada moderna, de cristal, como en acordeón y un presupuesto de trece millones de euros.
Nuestra mentalidad tribal impidió que esto se iniciara en la primera legislatura vasca. En lugar de haber llegado a un acuerdo sobre la Orquesta, el Archivo, el Museo Nacional Vasco, la Hemeroteka Nacional etc. Nos dedicamos unos a madrugar decisiones y otros a oponerse a ellas y al final se han necesitado 34 años para inaugurar algo tan necesario como ésta magnífica sede dirigida por una persona singular, amable, erudita y original como Borja Aginagalde que me dijo que él había sido quien me había invitado, cosa que agradecí.
