PILAR DE ZUBIAURRE: UNA PRECURSORA VASCA DEL 8 DE MARZO
Se cumplen 130 años del nacimiento en Garai de Pilar de Zubiaurre, intelectual y escritora vasca exiliada en México durante más de treinta años en la dictadura franquista, que participó de forma activa en el mundo cultural de la época
Un reportaje de I. Gorriti
Murió cuando estaba a punto de viajar desde Euzkadi a desterrar su exilio en Ciudad de México con la intención de retornar ya de forma definitiva a su Garai natal. Al menos, sí se cumplió su deseo final de ser enterrada en éste, su municipio del sureste bizkaino con la testa hacia la montaña Anboto. En 2014 se cumplen 130 años del nacimiento de Pilar de Zubiaurre: intelectual, feminista, pianista y escritora con seudónimos euskaldunes en medios nacionalistas como Euzko Deya o Bizkaitarra. Para algunas voces fue una precursora vasca del espíritu del 8 marzo, el Día Internacional de la Mujer.
Pero el reconocimiento de la época a su aportación al progreso de la sociedad del siglo XIX y XX fue eclipsada por diferentes hechos. Entre ellos, las personalidades culturales de su entorno y su propia familia. Amiga de Lorca o Juan Ramón Jiménez; de Clara Campoamor o Victoria Kent, su padre fue el histórico músico Valentín María de Zubiaurre, maestro compositor de la Real Capilla de Madrid. El trabajo de su padre le llevó a Madrid con apenas 4 años, pero siempre consideró Garai como su casa. Sus dos hermanos mayores fueron los famosos pintores Valentín y Ramón, ambos sordomudos y a los que en muchas ocasiones servía de intérprete. La Guerra Civil y el franquismo también frenaron su reconocimiento porque la dictadura, el totalitarismo de Franco, negó al papel de la mujer en la sociedad y el progreso en la igualdad entre géneros. Además, el exilio de la garaiarra a México eclipsó más su figura en casa, a pesar de que desde el otro lado del Atlántico aportó sus escritos con seudónimos.
También le hizo sombra su marido, Ricardo Gutiérrez Abascal, conocido como Juan de la Encina. Su compañero fue un afamado crítico y director del Museo de Arte Moderno de Madrid. El investigador Iker González-Allende, de la University of Nebraska-Lincoln, valora que "sin embargo, Pilar de Zubiaurre jugó un papel muy relevante en las culturas vasca y española de los años veinte y treinta, y durante los más de treinta años que pasó exiliada en México". "Allí, colaboró de forma activa en el mantenimiento de lazos de unión entre los españoles exiliados por medio de la organización de reuniones y de la correspondencia que mantuvo con muchos de ellos", estima en sus conclusiones el biógrafo de la bizkaina en el libro Pilar de Zubiaurre: Evocaciones: Artículos y diario (1909-1958).
Pasión por la cultura. La vasca moderna era de una familia acomodada que le inculcó la pasión por la cultura, que respiraba en todos y cada uno de los rincones de su casa. Estudió música y declamación. Fue una aventajada pianista que dominaba, al menos, cuatro idiomas: euskera, castellano, francés e inglés. También fue comisaria de la obra pictórica de sus hermanos.
En Madrid organizó las tertulias conocidas como Los sábados de Zubiaurre. González-Allende cita entre los invitados a la élite intelectual de la época: José Ortega y Gasset, Pedro Salinas, Juan Ramón Jiménez, Diego Rivera y Manuel de Falla, entre otros. Pilar de Zubiaurre también intimó con otras personalidades relevantes de la cultura como Benito Pérez Galdós, Federico García Lorca -quien llegó a dedicarle la serie de poemas Tres ciudades- o la familia Baroja.
Con ese bagaje, llegó a acercarse al Lyceum Club Femenino madrileño, considerada como la primera asociación cultural de mujeres del Estado. Estaba dirigida por María de Maeztu y Zubiaurre fue cofundadora, encargándose del área de literatura desde 1928 hasta finales de 1932. El liceo posibilitó que las mujeres con preocupaciones intelectuales pudieran compartir y dar a conocer sus creaciones literarias. Allí Zubiaurre se relacionó con escritoras como Ernestina de Champourcin, Alfonsina Storni, Zenobia Camprubí o Concha Méndez.
Zubiaurre también formó parte de la Escuela Plurilingüe, llamada después Escuela Internacional Española. Su único hijo, Leopoldo Gutiérrez de Zubiaurre, atendió esa escuela, que seguía los postulados liberales de la Institución Libre de Enseñanza. En el exilio también colaboraría en el mantenimiento de una escuela en la zona desfavorecida de Ciudad de México.
El exilio. Al dar comienzo la Guerra Civil, el Gobierno de la República nombró a su marido vocal de la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico. Ser republicanos les obligaría a exiliarse primero en Valencia, luego a Barcelona y en 1938, el presidente de la Segunda República, Juan Negrín, acordó la salida hacia México de varios intelectuales. Así, de Francia partieron a Nueva York, donde permanecieron nueve días durante los cuales visitaron a Juan Ramón Jiménez y su esposa, Zenobia Camprubí. La amistad con el matrimonio de escritores se reforzó y Camprubí y Zubiaurre mantuvieron una intensa correspondencia durante años.
Desde Nueva York, viajaron a México. De salud frágil, el biógrafo de la bizkaina asegura que "los primeros cuatro años en México los pasó aquejada de una severa debilidad física". En el país azteca, se acentuó en Pilar su herrimina (nostalgia). Analiza el profesor de la universidad de Nebraska: "En los artículos que escribió en México se aprecia el recuerdo constante del paisaje de Euskadi en sus múltiples dimensiones: la aldea, los arroyos, la neblina, el hogar, el mar Cantábrico, la costa, los faros, la ermita o la siega".
Asimismo, retrata a modo de perfiles relevantes al pintor Antonio de Lecuona, Valentín María de Zubiaurre o Pío Baroja. También cultiva obituarios de sus amigos recién fallecidos Gabriela Mistral, Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí.
Su primer regreso a Euzkadi y a España fue en 1951, por la muerte de su madre. También volvió en 1955 para estar presente en la entrega de la Medalla de Honor a su hermano Valentín en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid.
A partir de la muerte de Juan de la Encina en 1963, Zubiaurre decidió regresar a los paisajes de sus orígenes todos los años, hasta que finalmente falleció en México el 24 de junio de 1970 cuando se estima que ella iba a volver de forma definitiva a su Garai del alma. Dejaría de aquella forma el lejano exilio de un país que tanto le aportó.
"Sus escritos nos revelan a una mujer culta, con una gran capacidad creativa en la que la Naturaleza y el paisaje vascos constituyen un eje fundamental. Gracias a su carácter abierto y sociable, Zubiaurre fue ante todo una figura cultural del momento, amiga de numerosos intelectuales españoles y extranjeros, tanto durante la Segunda República como en el exilio mexicano", concluye González-Allende.
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