Octavio Paz
La década que precedió a la segunda guerra mundial, entre 1929 y 1939, fue un periodo de intensas polémicas ideológicas. Fueron los años del ascenso de los nazis, pero también los del Frente Popular, la guerra de España, los procesos de Moscú, el terror de Stalin, las agresiones japonesas y la lucha pacífica de Gandhi. Uno de los grandes centros del debate intelectual fue París y uno de sus grandes protagonistas fue Julien Benda. Él se consideraba a sí mismo como un escritor de izquierda. Sin embargo, nunca fue comunista y tampoco marxista. Al contrario, criticó con frecuencia a los comunistas, Benda denunciaba con el mismo rigor tanto a los escritores comprometidos con un poder temporal (un gobierno, un partido) como a los comprometidos con una potestad espiritual (una iglesia, una doctrina). Unos y otros eran, para él, traidores a la única y verdadera misión del intelectual libre: ser servidor de la razón y de la justicia, sin distinción de partido, creencia o secta. Su condena abarcaba por igual a los comunistas y a los católicos, a los ideólogos revolucionarios y a los defensores del orden establecido. El racionalismo riguroso de Benda puede parecer estrecho (lo mismo que su clasicismo literario), pero es un ejemplo moral.
Hace cincuenta o sesenta años, todo el mundo consideraba a Benda como un escritor de izquierda. Sin embargo, las palabras cambian sin cesar de significado; las actitudes que ayer parecían de izquierda, tales como la crítica independiente y la denuncia de la moral tribal, hoy son llamadas “derechistas” por los sectarios. Ante este continuo vaivén, se me ocurre una pequeña regla de semántica política: las denominaciones “izquierda”, “derecha” y otras semejantes, no son confiables; sí lo son, en cambio, las actitudes, las ideas y las opiniones. Un ejemplo de la degradación de los significados ha sido la reacción de un buen número de intelectuales y periodistas mexicanos ante el Encuentro Internacional convocado por la revista Vuelta: “El siglo XX: la experiencia de la libertad”. ¿Por qué tanta violencia colectiva, se preguntará un futuro historiador de la cultura mexicana —si es que nuestra cultura tiene futuro? Tal vez, me atrevo a decir, porque aquel que nos quita la venda de los ojos y nos muestra las realidades inicuas que eran nuestras quimeras, merece nuestro odio.
A mind not to be changed by place or time: así se define a sí mismo el Diablo de Millón. Nuestros intelectuales no se parecen al demonio en la grandeza sino en su patética incapacidad para reconocer sus errores y cambiar. No sólo su obstinación es endiablada; también lo son sus hábitos gregarios: el verdadero nombre del diablo es Legión. Todos los maldicientes del Encuentro de Vuelta se proclaman «de izquierda» y todos ellos repiten, mejor dicho: parodian, las actitudes que, en 1930, Julien Benda presentaba como características de la derecha. Lo que distingue al intelectual de izquierda, dice el escritor francés, es el individualismo y la independencia; el intelectual de derecha, en cambio, vive en un grupo, habla para ese grupo y es coreado y defendido por ese grupo. La derecha, especialmente la católica, dice Benda, es particularmente diestra «en la organización militar de lo espiritual». En México, los herederos de ese espíritu militar pseudoreligioso no han sido los conservadores sino los intelectuales que se llaman «de izquierda»: piensan en grupo, hablan para su grupo y maldicen en grupo. Recuerdo un fragmento de un artículo de Benda en su polémica con el escritor conservador Henri Massis. Es de extraordinaria actualidad. No para Francia ni para ningún otro país europeo; tampoco, quizá, para la América Latina: lo es para México.
Parece escrito hoy. Una pequeña demostración: cámbiense las palabras «conservador», «católico» y «derecha» por «izquierda», «marxista» y «socialista» (real o irreal) y se obtendrá un retrato fiel de un sector numeroso de la clase intelectual de izquierda en México y en 1990. ¿Izquierda o derecha? Lo que cuenta no son las denominaciones sino las actitudes.
VENTAJAS DEL ESCRITOR CONSERVADOR.
El escritor de derecha no sólo es aprobado por sus pares con los ojos cerrados; por poco que sea de algún mérito, es exaltado por ellos con una atención y una constancia que el escritor de izquierda, teniendo la misma valía, está lejos de encontrar equivalente entre los suyos. No es que el personal de derecha tenga particular inclinación a la ternura entre cofrades, sino que posee en el más alto grado el sentido de la cohesión de las acciones y, sobre todo, del interés que hay en dar al público el sentimiento de esa cohesión. De manera general, los escritores de derecha practican la vida intelectual según el modo militar (tienen el sentido de la palabra de orden; podría decirse que el espíritu de derecha posee un uniforme). Por eso creo de buen grado que, en el orden temporal y a despecho de algunos malos momentos que conocerán todos los vencedores, el porvenir es suyo, o de aquellos que sepan imitarlos. Recordemos la advertencia de Péguy a los hombres que quieren el reino de las cosas de este mundo: «Lo temporal es esencialmente militar».
No necesito decir que esas bondades de la organización militar son, por definición, desconocidas al escritor de Milien. De cara a un desacuerdo como el que me opone hoy al señor Bainville, suscribiríamos de buen grado esa frase encantadora de Fontenelle: «El señor Arnauld fue vencedor en su campo y el señor Malebranche en el suyo.» Pero olvidaríamos una cosa: que el señor Bainville tiene un campo, mientras que yo no lo tengo.
Ese homenaje que rinden al escritor de derecha sus pares es particularmente vivo cuando aquél está doblado de un escritor católico, siendo la institución católica particularmente sabia en la organización militar de lo espiritual. Sé de ciertos escritos recientemente incorporados a esa institución: en pocos meses, su estrella secular ha centuplicado notoriamente su grandeza, gracias a la honda consideración que expresan por ellos y cotidianamente sus nuevos cofrades, consideración de la que hay que decir claramente que en modo alguno la encontrarían apenas pertenecieran a un mundo de espíritus libres. Lejos de mí atribuir su aceptación de los altares a la consideración de tales ventajas. Lo he dicho, en otra parte y lo repito: ciertas personas tienen esa propiedad de que las actitudes más provechosas son precisamente las que toman sinceramente.
Por último, el escritor de derecha se relaciona con un público que adopta a sus maestros de una vez por todas, que les guarda fidelidad hasta el postrer aliento, lo cual se convierte en su debilitamiento: se dirige a un mundo que no admite el divorcio. Podría decirse aún que, teniendo relación con los conservadores, está naturalmente conservado. Así, tal novelista tradicional puede, después de quince años, hacer las novelas que ya sabemos y mantener toda su clientela, mientras que los últimos libros de Zola han pagado su miseria incluso entre sus amigos: Así, el señor Bainville podrá, durante veinte años todavía, repetir lugares comunes sin perder un solo lector mientras que yo estoy condenado hasta el fin de mis días, si quiero conservar a los míos, a tener ideas. La ventaja del escritor de derecha es abrumadora.
"Para nosotros, en esa fraseología a la que he hecho alusión, si ser de derechas es oponerse a los progresos legítimos de la democracia, contra los poderes absolutos, si ser de derechas es eso, nosotros somos de izquierdas. Y si ser de derechas consiste en defender la identificación de la religión con un régimen cualquiera, y no la independencia absoluta de los poderes eclesiásticos y civiles en sus respectivos ámbitos, entonces también somos de izquierdas. Y si por ser de derechas se entiende, oponerse en el terreno social a los progresos del proletariado, si es eso a lo que se llama ser de derechas, también entonces somos de izquierdas. Pero, por contra, si ser de izquierdas es ir contra la familia, contra los principios sagrados de la Iglesia católica de la que nosotros seguimos las reglas, entonces en esa fraseología que yo considero ridícula, nosotros somos de derechas".
José Antonio Aguirre, 1931.
Desde 1977 el PNV es aconfesional.... como dios manda.
Publicado por: ocasional | 05/31/2014 en 06:45 a.m.
Aunque nunca he confiado mucho en Egiguren, he de reconocer que sus últimas declaraciones le colocan en un plano por encima del resto de políticos socialistas.
Dice estar perdido en el actualdebate del PSOE y que el problema no es quién manda, sino en qué se diferencian del PP.No tiene ningún programa ni aportan soluciones.
Publicado por: CAUSTICO | 05/31/2014 en 08:21 a.m.
Qué tontería, tratar de hablar de la Europa del siglo XXI como si tuviera añgo que ver con la cosmogonía del por otra parte sabio del siglo XX Paz.
Esta es una sociedad secular, ultralaica, no existen confesiones religiosas tradicionales.
Eñ PNV sigue siendo confesional. La confesión del PNV es el sindicato Confebask pero, sobre todo, el Círculo y el Marítimo, del que era socio el padre de la actual lideresa PNVera.
Publicado por: Donatien Martinez~Labegerie | 05/31/2014 en 11:07 a.m.
La IA no es más que una secta, y funciona como tal, donde se siguen las consignas de un líder que dice no poder llevar a cabo su "proyecto" político hasta conseguir la independencia. Es decir, no tienen proyecto alguno y no lo tendrán hasta lograr la independencia... De mientras se entretienen con el reciclaje ... de todo ... menos el suyo propio. ¿Pensarán lograr la independencia ellos solitos sin los demás?, ¿creerán o tendrán en mente fagocitar al PNV como han hecho con EA y Aralar?
Aun si como aseguran no pueden llevar a cabo su "misterioso proyecto" hasta lograr la independencia,... ¿cúal es ese ideario? cúal es ese mundo ideal y cómo piensan conseguirlo?? ... ¿no deberían exponerlo a la ciudadanía con transparencia?, ¿no deberían los ciudadanos libres saber de sus intenciones para con nuestro pequeño país?... Porqueeee..
... si es Venezuela, si conciben Cuba o China como su meta a lograr de cosas y personas, un fin a lograr... no perderé mi tiempo en discutirlo. Desconozco lo que puedan creer ver los ojos de ciertas conciencias alteradas,... lo que sin duda puedo hacer es votar NO a una Euskadi comunista - marxista - leninista - bolivariana (con o sin independencia). Que digan lo que quieran. Antes que nada no quiero que los vasc@s se mueran de hambre. Bien sean solos o acompañados... El bienestar de las personas debería ser una prioridad por encima de cuaquier otro fin.. cosa que quienes a través de su sindicato LAB no deben entender cuando en una situación de crisis brutal han preferido y propiciado el cierre de numerosas empresas por su falta de visión y flexibilidad mental . Han preferido el cierre de empresas a que se salvaran la mitad de los empleos... como consecuencia los municipios en los que se encontraban situadas han dejado de percibir sus ingresos y, sobre todo Bildu. no dudan en exprimir a impuestos a la población. A explotar a ciudadanos como viles capitalistas... como asesores.
Caso REal: Como la persona a designada para ocupar el cargo carecía de un mínimo de formación necesaria ... y habían cacareado a los cuatro vientos que se habian bajado las asignaciones por el cargo... no podían pasar unas facruras descomunales por asesoramiento... así que contaron con un par de ciudadanos a tal efecto... sn contrato laboral ni remuneración alguna... Explotan al pueblo, explotan a los trabajadores, explotan a los suyos... les importa una higa el bienestar de nada o alguien... solo quieren "salirse con la suya"... el problema es que la "suya" hace mucho tiempo que dejó de ser la "nuestra".
Por último.. qué lástima que la IA sea defendida, tan cansinamente, en distintos foros por mentes ignorantes y alteradas que poco colaboran en algo o nada a la consecución de sus propios fines...(Salvo contadas y dignas excepciones no presentes en este blog).
Publicado por: ocasional | 05/31/2014 en 03:54 p.m.
En definitiva, una secta.
Publicado por: ocasional | 05/31/2014 en 03:57 p.m.