El 3 de junio de 1979, la joven donostiarra Gladys del Estal murió de un disparo en el puente del Ebro de Tudela. Hace 35 años, un día de fiesta pacífica, antinuclear y antimilitarista acabó en tragedia por la actuación salvaje de las fuerzas del orden.
Un reportaje de Fermín Pérez-Nievas
Me es imposible explicaros la escena que vimos. “La chica, totalmente desnuda, ensangrentada Estaban intentando reanimarla, porque todavía tenía pulso. Decían que estaba prácticamente muerta, pero intentaban reanimarla, sin conseguirlo". Así relataba en el pleno municipal del 4 de junio de 1979 la entonces teniente de alcalde Milagros Rubio (concejala por ANAI), la imagen que vio en el centro de salud de Tudela después de que trasladaran el cuerpo de la joven de 23 años Gladys del Estal Ferreño, donostiarra pacifista, ecologista y antinuclear herida de muerte por un disparo en la nuca cuando estaba sentada en el puente del Ebro. Según narraron después testigos presenciales, "estando sentado un grupo de gente comiendo unos bocadillos se acercaron unos números de la Guardia Civil. Esta chica, en concreto, debió recibir un golpe en los riñones por parte del miembro que después disparó. Cayó al suelo y cuando intentaba levantarse recibió a bocajarro un tiro que le entró por la boca y le salió por la nariz". Otros añadirían más detalles, "uno de los números se dirigió a esta chica que estaba sentada con otros al final del puente y le dijo 'tía buena' a lo que la joven le contestó llamándole 'hijo de puta'. Éste le golpeó entonces con la culata del arma y luego le disparó". José Martínez Salas, guardia civil que asesinó a Gladys, fue condenado por "imprudencia temeraria" a 18 meses de cárcel que no cumplió. Para la versión oficial, el disparo fue "involuntario y en defensa propia" y se produjo durante un forcejeo. El Tribunal Supremo rechazó en 1984 el recurso de la familia, para quienes José Martínez Salas había actuado con "dolo y alevosía". Los testimonios de los representantes municipales de Tudela corroboraron la denuncia de la familia. Martínez Salas fue condecorado en 1992 con la Cruz al Mérito Militar. Gladys no ha sido considerada víctima de terrorismo, pero 35 años después de aquel fatídico día Tudela y Donostia siguen recordando su asesinato cada año.
Un día triste La elección de Tudela para celebrar una fiesta antinuclear y antimilitarista no era casual. La cercanía del Polígono de Tiro de Bardenas y el hecho de que la capital ribera fuera uno de los lugares donde el Plan Energético había valorado instalar una central nuclear la hacían especial. Aquel 3 de junio de 1979 Tudela se preparaba para recibir a 5.000 personas y vivir lo que se consideraba una gran fiesta reivindicativa, pacifista y ecologista. Pero aún quedaban muchos flecos y formas del franquismo.
El comisario provincial había tranquilizado al alcalde de Tudela, Francisco Álava, diciéndole que en la ciudad "habría un contingente que no excedería en absoluto de la normalidad, si bien en las afueras habría un despliegue espectacular, no ya para intervenir, sino más bien para impresionar". En el entorno del paseo de Pamplona, centro de los actos, todo era tranquilidad pero pese a ello varios autobuses de antidisturbios cercaron la salida e incluso algunos se subieron a las vías del tren para dominar la zona. Parecía que la policía había tomado la ciudad. "No se va a producir ningún hecho grave. La fuerza que viene es gente muy preparada y práctica", explicaron a Álava por la mañana. Tan prácticos fueron que no hicieron caso a ninguno de los requerimientos que las autoridades municipales les realizaron para que dejaran de usar una fuerza totalmente innecesaria.
A las 16.15, cuando los organizadores empezaban a pensar en dar por terminados los actos y abandonar Tudela, las fuerzas de orden público "irrumpieron en el recinto con un despliegue de fuerzas impresionante", relataba el entonces concejal Antonio Bueno. "Varias personas nos acercamos para hablar con ellos y me presenté como alcalde en funciones, pero no reconocían a nadie. Se liaron a dar mandobles y a tirar tiros". Los ediles realizaron varios intentos de ponerse en contacto con sus superiores sin resultado "nos dijeron que ellos tenían órdenes y que no podían hacer caso a ningún alcalde de pueblo".
En mitad del caos y de los enfrentamientos que se extendían desde el paseo del Prado hasta el puente del Ebro pero que llegaron al paseo de Pamplona y a la plaza de Los Fueros, se oyó una detonación. El alcalde en funciones, Antonio Bueno relató en el pleno extraordinario del día siguiente el momento de la muerte de Gladys. "Apareció un coche con la sirena funcionando. Traían un herido pero no pudimos ver quién era. Nos personamos en el lugar de los hechos y pudimos ver un gran charco de sangre. Había tiros por todas partes. Parecía Corea". Los intentos de Bueno, Rubio, Lakarra y Redondo por tratar de hablar por teléfono con la Diputación, el Gobierno Civil o el Ministerio del Interior para que cesaran las cargas sin sentido obtuvieron respuestas tan peregrinas como "está de viaje" o " tomando café" o "en misa".
Ante el cariz que tomó la situación, varios concejales se dirigieron al Ayuntamiento y lo abrieron para que la gente se refugiara y se celebró un pleno de urgencia para adoptar decisiones. Tras realizar un llamamiento a la "desobediencia civil" ante las fuerzas de orden y a la "huelga general" por los sucesos, se inició una manifestación. Al llegar a la calle San Marcial "volvió a aparecer la Policía con sirenas, cargando y disolviendo", por lo que Milagros Rubio y José María Lakarra se dirigieron de nuevo a la comisaría. "Cuando estábamos hablando con ellos un grupo comenzó a correr con el arma en la mano. Nos quedamos atónitos, varios de ellos llevaban a un chico agarrado de los pelos, tirando hacia atrás, y le ponían la pistola en la sien".
Los altercados y provocaciones de la Policía Nacional y la Guardia Civil continuaron hasta alrededor de las 22.00 horas en que el presidente de la Diputación, una vez localizado, ordenó a las fuerzas de orden que abandonaran la ciudad. Días después, el Gobierno Civil hizo pública su versión de los hechos. "Cuando se encontraba en labores de disuadir a los presentes de que dejaran libre la vía, un manifestante agarró por detrás tirando con fuerza de la metralleta que, colgada del hombro, portaba uno de los guardias tratando de arrebatársela. El guardia civil sujetó el arma echándose hacia delante para contrarrestar el tirón, llegando casi a perder el equilibrio. En el forcejeo se produjo un disparo que alcanzó a Gladys del Estal Ferreño".
Esas eran las famosas "Versiones" de Martin Villa......
Otra fantastica version fue la del pobre Mikel Zabalza, que los del cuartel de intxaurrondo con el criminal galindo al frente, decian que se ahogo en endarlaza cuando intentaba huir..... El colmo llegaria pocos dias despues en el congreso de los diputados. Barrionuevo decia que los que cuestionaban la version de la guardia civil, como el parroco de orbaizeta estaban con ETA !
Una verguenza.
Publicado por: Takolo3 | 06/17/2014 en 10:48 p.m.