Haz, Señor, que yo sea en adelante como aquellos vascos de los tiempos rudos, que hicieron con sus obras a mi estirpe digna, y con su espíritu a mi patria libre.
Que siempre lleve en mi alma una lámpara destinada para aquella libertad que a todos ilumina y a nadie quema; la que es de cada uno y exclusiva de ninguno, la que igualmente se alza contra quien la abusa o la oprime.
Haz que nunca oculte que soy vasco y que sincero lo proclame sin ánimo ofensivo, pues el hombre que reniega de su sangre, descastado para mayores traiciones se prepara.
Haz que sienta un sano orgullo porque me hiciste de mi pueblo, sin creer por ello que es mejor que otra ninguna, y que deje caer la patriotería vanidosa como falsa moneda que por descuido se retiene.
Que a nadie, Señor, desprecie porque nació en un linaje ajeno al mío. A quien el amor a los suyos no ciega para amar a los extraños, profesa el único patriotismo verdadero.
Haz, Señor, que construya mi existencia con los viejos jalones de nuestra justa democracia, y que aunque aventurero los mares me expatrien, sea ancla que a mi suelo me retiene el hogar de mis vivos y mis muertos.
Que el sentido jerárquico que aprendí de mis mayores, respetuoso lo use con quien respeto se merece. Quien niega rebelde la autoridad legítima, decapita a la patria del símbolo que nos une.
Como Tú fuiste civil, haz, Señor, que así lo sea, sin que crea que un muñeco se hace hombre por una guerrera galonada. Más que la disciplina impuesta por la fuerza, vale la solemne lealtad a las ideas.
Que haga y calle hasta donde humanamente pueda, y que solamente me valga de mi opinión adversa cuando sepa que con ella algo se construye. Más difícil que hacer actos responsables es medir la responsabilidad en las palabras.
Haz que sea avaro con las tristezas mías y manirroto en regalar la alegría que yo tenga. Hay muchas espinas en el suelo de esta vida y quien sonriente las pisa caminando, allana los senderos para quienes en pos nos siguen.
Haz que más cristiano sea cada día y más respetuoso cada hora con lo que los otros creen; haz que venere todos los caminos que a Ti conducen, y a nadie odie con lo que para amar me diste.
Y cuando mis pies se paren en la última estación de mi jornada, haz, Señor, que baje a la tierra de los míos para hacerme carne de mi patria, y que sobre la huella que en este mundo deje para siempre se pose majestuosamente la Cruz de tus amores, como águila pensativa de alas desplegadas.
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