Por: Pedro Zabala
En el argot de la casta política y de los medios de comunicación, se utiliza la expresión “hombre de estado” (o mujer de de estado, pues no hay duda que Margaret Teacher lo fué), para alabar a una persona con dotes de estadista, pues es capaz de hacer planes de gobierno con visión de futuro, más allá de la visión cortoplacista de ganar las próximas elecciones. Es decir que tiene un “sentido de estado” capaz de sobrevolar los intereses de su propio partido. De Manuel Fraga llegó a decirse que le cabía todo el Estado en su cabeza.
Pero si analizamos con rigor ese sentido de estado, veremos que constituye la defensa a ultranza del Poder político, tal como está configurado. Se justifica diciendo que quien consigue el poder, puede a través de las leyes realizar sus ideales políticos, servir a los intereses de la comunidad política que está llamado a guiar. De ahí que lo que diferencia a un hombre -o mujer – de estado de un político vulgar, es que intenta desafiar la opinión pública -voluble por definición-, porque tiene muy claro que es lo mejor para el pueblo. De ahí, que la ambición y la soberbia sean las características esenciales para convertirse en un hombre de estado. Y debe tenerlas en grado desmesurado por encima de las mediocres que adornan al político corriente. Un gobernante con sentido de estado debe disponer de una mayoría cómoda en el Parlamento o ejercer el poder dictatorialmente para cumplir su misión histórica.
El talón de aquiles de los gobernantes con sentido de estado es que olvidan muchas cosas: que además del poder político existen otros poderes fácticos que les condicionan, a menos que lleguen a controlarlos o corromperlos en un juego recíproco de corrupciones; que necesitan personas dispuestas a secundarles en sus tareas, con alto grado de fidelidad, con lo que se verán rodeados de trepas y mediocres; y que, desde arriba, con el aparato legislativo y ejecutivo a su disposición se pueden lograr pocas cosas, si sus propósitos, por bien intencionados que sean, chocan con una mentalidad social hostil a las reformas.
Los gobernantes con sentido de estado son muy peligrosos: son capaces de embarcar a sus pueblos en guerras feroces para satisfacer sus egos desmesurados. Claro que es distinta la forma de actuar, si se trata de países con una democracia formal o o dirigen un régimen totalitario. Actualmente, triunfante el neoliberalismo, los mandatarios occidentales han pasado a ser fieles brazos ejecutores de los mandatos de los oligarcas financieros, expresados a través de la Troika: desregular, asegurar la libre circulación del capital y las mercancías y privatizar. No podemos, por tanto, calificarlos de hombres o mujeres de estado, llámense Obama, Cameron o Merkel. Y no digamos nada si son gobernantes de países de medio pelo, como el nuestro.
En los sistemas totalitarios, mantenidos por el terror, el afán de destrucción se ejerce fríamente, tanto contra enemigos externos como internos -las famosas purgas, campos de concentración, exterminios genocidas-. Hombres de estado totalitario fueron Hitler, Mussolini, Lenin, Stalin, Mao...Y entre sus vulgares imitadores, tan psicópatas como sus modelos, encontramos a los tiranos Ceaucescu de Rumanía, Pol-Pot de Camboya, y los Kim Jong, padre y el hijo, de Corea del Norte.
Los niveles de corrupción también son distintos. En los países totalitarios, son inmensos y se descubren, cuando unos dirigentes quieren desembarazarse de sus rivales en sus periódicas purgas. En las democracias formales, es menor en los países de tradición protestante, mientras que en los católicos la picaresca es endémica. Lo que más llama la atención es la devoción de sus partidarios para volver a votarlos, aunque se hayan destapado sus corrupciones. ¿No será que la corrupción no sólo desciende de arriba a abajo, sino que también fluye en dirección contraria?. El clientelismo, el colocar a los suyos, favorecerlos en sus actividades y perjudicar o ningunear a los ajenos es la manera de cómo el olor de la putrefacción se extiende, sin que las miasmas olfativas alteren la inclinación de los votos. Los gobernantes con sentido de estado se distinguen también en que son más inflexibles con la corrupción, mientras que los políticos vulgares sólo intentan barrer la basura ajena, al tiempo que pretenden esconder la propia.
Otra acusación de moda en el lenguaje político es la de populismo. Unos y otros se tildan de populistas. ¿Pero hay político, estadista o mediocre, que no lo sea?. Populismo es ocultar la verdad o decirla a medias. Apelar a las emociones de los ciudadanos y no a su razón. Sobre todo, agitar un trapo rojo para que la gente embista y no emplee su cabeza como homo sapiens. Puede ser la lucha de clases, la superioridad de la propia raza, la nación, el mercado, lo público o lo privado. Y los enemigos: burgueses, judíos, palestinos, comunistas, anarquistas, radicales, extranjeros, emigrantes, pobres, cristianos, musulmanes, ateos...
¿Hay políticos con sentido de pueblo?. Personas honestas que entran en política para servir al Bien Común, que no se apartan de la gente, que no ponen la razón de estado por encima de las necesidades populares. Personas íntegras, transparentes que no ocultan la verdad ni engañan. Viven modestamente. No se les sube el cargo a la cabeza. Capaces de enfrentarse a los poderosos, que se conduelen con el dolor de las víctimas. No se creen superiores. La modestia y el servicio son sus características. Saben que serán tentados por corruptores, pero la firmeza de sus convicciones les facilita sus propósitos. Pocos son, pero seguro que podremos señalar alguno de ellos. Citaré dos personas de esta clase de políticos. Uno, se llamaba Giorgio La Pira, italiano, profesor universitario, ferviente cristiano, resistente antifascista. Llegó a ser alcalde de Florencia y se esforzó por mejorar su cuidad y servir a sus paisanos, Fué un ejemplo de honestidad, dentro de un partido, el democristiano enfangado en la corrupción. El político santo le llamaban sus coetáneos. El otro, es actual, José Mújica, presidente de Uruguay. Conocemos de sus hechos y discursos. Hombre honesto, entregado al servicio de los humildes y denunciador en los foros internacionales de las grandes injusticias. Vive modestamente, casi en la pobreza. ¿Por qué no hay muchos más?. ¿No será porque somos esclavos del sistema y no nos atrevemos a apoyar a quienes honestamente quieren acabar con el?.
Zabala apunta a la soberbia como una de las características esenciales para convertirse en un hombre de estado.
No puede estar más equivocado, un hombre de estado debe de tener altura de miras y la soberbia anula esa virtud.
Publicado por: Alfred | 08/29/2014 en 09:35 a.m.
Zabala apunta que el sentido de estado debe de estar preñado de corrupción, aldeanismo e ignorancia.
Nada más lejos de la realidad, precisamente los políticos con sentido de estado han hecho grande a sus naciones y han contribuido al desarrollo de la humanidad.
¡Zabala, majo, no das una!
Publicado por: Alfred | 08/29/2014 en 09:39 a.m.
Zabala se contradice cuando a continuación afirma:
Los gobernantes con sentido de estado se distinguen también en que son más inflexibles con la corrupción, mientras que los políticos vulgares sólo intentan barrer la basura ajena, al tiempo que pretenden esconder la propia.
Se contradice pero por fin acierta.
Publicado por: Alfred | 08/29/2014 en 09:42 a.m.
Por eso los españoles como Alfred son corruptos, soberbios, ignorantes (reniegan de su origen pueblerino, se avergüenzan de sus mayores que malvivian en medios rurales de la España analfabeta y profunda).
Publicado por: CAUSTICO | 08/29/2014 en 12:06 p.m.
Debe tener razón el Zabala este, pues hay que ver como se ha puesto el Alfred (algunos piensan que mejor pondría Adolf), Alfred por políticos de estado se refiere al cateto Franco compatriota de el y cosas así, pa morirse de risa, así va su país como va con catetos subdesarrollados, si es que "no hay peor cosa, que un tonto con ideas", pues además de tonto está empeñado en imponer su criterio.
Publicado por: Remigio | 08/29/2014 en 12:31 p.m.
Hay que ver el interés de Alfred Juan Rua en leerse los articulos y comentarlos o lo que sea.
Creerá el palurdo éste que aporta algo?
Su apoyo al homenaje a la Legión Cóndor le resta cualquier interés a sus opiniones superior a las que pueda tener cualquier partidario del terrorismo.
Publicado por: CAUSTICO | 08/29/2014 en 08:09 p.m.
Dicen en la tele que los bancos llevan unos 3 años sin pagar impuestos en España. JAJAJAJAJAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA........................................................
Publicado por: Pelayo | 08/29/2014 en 10:05 p.m.
Remigio, el perrito faldero de CAÓTICO, de vez en cuando ladra alguna ocurrencia para que su amo no le patee.
No me da pena son los dos tal para cual.
Publicado por: Alfred | 08/30/2014 en 03:12 p.m.
Alfred, no conozco a CAUSTICO, pero en cualquier caso cualquier cosa es mejor que ser el perro faldero de Franco, como es tu caso.
Publicado por: Remigio | 08/31/2014 en 12:55 a.m.