Una de las hijas de Manuel Robles Arangiz, cofundador de ELA, explica las dificultades que pasó en el exilio. se cumplen 130 años de su nacimiento
Un reportaje de Iban Gorriti
Pudieron tenerlo todo o, seamos prácticos, lo tuvieron. Lo tuvieron todo. Dos guerras, sin embargo, les despojaron de lo material. Ahora bien, no de sus valores, de las emociones de esta familia bilbaína, a pocos pasos de la muga de Iparralde, donde tuvieron que exiliarse: en Beskoitze (Lapurdi). Salieron de suelo vasco para buscar paz en suelo vasco, aunque aquel territorio, al otro lado, acabara de nuevo en guerra.
Lo recuerda una de las hijas de Manuel Robles Arangiz y Luisa Bernaola y Salcedo. Ella, anónima, quiere postergar los cargos que tuvo su padre -todo un referente nacionalista- y reivindicar los valores humanos que les trasladó Robles padre a los 11 hermanos. Uno de ellos, Koldo, muerto a los 22 años por una cardiopatía congénita porque durante años le negaron la vuelta a Euskadi para poder tratarse. “Fue una víctima de franquismo”, denuncia. Esta mujer bilbaína se emociona a la hora de aplaudir el esfuerzo del matrimonio por inculcar en sus hijos el respeto a la diferencia o la solidaridad, hasta el punto de que tuvo a un franquista escondido en plena Guerra Civil en su chalé de Begoña durante cuatro días.
Manuel Robles Arangiz cuenta en la actualidad con una fundación, instituto de ELA, a su nombre. Le recuerdan parte de una familia compuesta por hombres de la mar y, a pesar de realizar algunos estudios de Náutica, se le impidió que continuara por dicho camino, por lo que comenzó a trabajar como tipógrafo. “Mi padre se hizo a sí mismo, nadie le ayudó. Con 12 años su único afán era comprar libros”, aporta su hija. Se afilió al PNV en 1908. A los 15 años. Participó en la fundación de Solidaridad de Obreros Vascos (SOV) en 1911. Trabajó durante años en el diario Euzkadi y fue director de un semanario llamado Euzko Langile, así como miembro de Aberri.
En 1924 se exilió a la República Argentina, debido a sus enérgicos artículos contra la dictadura de Primo de Rivera. Allá trabajó como descargador en el muelle de Buenos Aires hasta que logró una colocación en el diario La Razón. A pesar de la ventajosa oferta que le hicieron, prefirió volver a cruzar el Atlántico y seguir su exilio en Tarbes, Francia, junto a su esposa, Luisa Bernaola y Salcedo, logrando colocarse en el diario local Le Sillon. Retornó a Bilbao de su primer exilio en 1927.
Robles parecía buscar una vida más calma. Por ello, se retiró para dedicarse por entero a su familia y sus aficiones favoritas como eran el teatro, la literatura o la historia antigua. Sin embargo, el PNV le -dicen- “fuerza” en 1929 a intervenir en el Congreso Solidario que tuvo lugar en Eibar. Su dedicación a la política le llevó a presentarse a las elecciones para diputado a Cortes de 1931 por la conjunción estatutista, resultando elegido por la circunscripción de Bilbao. También fue diputado a Cortes por el PNV en 1933 y 1936. En el II Congreso de SOV, celebrado en Gasteiz, fue designado para presidir la mesa del Congreso y en la renovación de la dirección fue elegido presidente pero, por voluntad propia, en calidad provisional; el advenimiento de la Guerra Civil y la diáspora consiguiente hacen que continúe en el cargo.
Al producirse en julio de 1936 el golpe de estado militar que derivó en la última guerra civil, Robles estaba en Bilbao dirigiendo el órgano de Solidaridad Lan-Deya.
Desde ELA valoran que su actitud, junto con la de Manuel de Irujo, fue decisiva para que el PNV mantuviera su lealtad a la República. Partió al extranjero y fundó el Comité de Ayuda a los Vascos. Al finalizar la guerra se instaló en una casa de Beskoitze y colaboró con la Red Alsace-Lorraine de la Resistencia francesa.
Regresó a Bilbao en 1952 para fortalecer la agitación contra el régimen franquista. En 1953 fue detenido e ingresado en la prisión de Martutene. Los golpistas le condenaron a una multa de 300.000 pesetas o 25 años de cárcel, pero fue puesto en libertad por las presiones internacionales.
Presidente de ELA. Entonces, continuó manteniendo contacto con la organización de Solidaridad de Trabajadores Vascos, hasta 1960 en que se vio obligado a volver a Biskoitze. Así y todo, en el tercer congreso de la confederación sindical, celebrado en Eibar los días 30 y 31 de octubre de 1976 salió de nuevo elegido para ocupar la Presidencia, y reelegido en Gasteiz en 1979. Desde el instituto Robles Arangiz destacan su “trayectoria en cuanto a su colaboración con la Resistencia Francesa durante la ocupación alemana en la II Guerra Mundial, por lo que fue condecorado por De Gaulle y Eisenhower. Dentro de su labor como escritor, aparte de numerosos artículos y colaboraciones, merece la pena señalar el libro ¿Socialismo o Comunitarismo?, editado en Bilbao en 1976”, subrayan. Falleció el 28 de enero de 1982 en Beskoitze (Lapurdi).
A pesar de esta biografía, una de las hijas de Robles repara en las dificultades que pasaron en Lapurdi. “La vida de nuestro padre fue difícil y complicada. En Beskoitze no llegamos a tener luz ni radio hasta los años 60. Vivieron momentos en los que acabaron destrozados. Cuando vivieron en Begoña, mi padre tenía una biblioteca extraordinaria: contaba con una Biblia, la primera que hubo en euskera, gracias a la madre de Enrique IV de Francia que era euskaldun y un Quijote de segunda edición”.
El matrimonio tuvo amplia descendencia: Miren Eduren, Miren Garbiñe, Miren Gizane, Koldobika Imanol, Mirean Maitane Lorea, Alatz Joseba, Agurtza Estepan, Irkus Kexara, Iker y Estitxu, la famosa cantante. “La muerte de Koldo, coreógrafo fue muy triste. Mi padre nos enseñaba bailes por su abertzalismo profundo. Sabíamos las canciones sabinianas antes de los 10 años. Koldo fundó grupos de baile”. Nacido en Bedia, era un reputado bailarín.
Koldobika, que trabajó en el Banco Vizcaya, murió en Bilbao después de distintos intentos incluso con certificados médicos para que pudiera tratarse aquí durante la dictadura. “Se le daban medicinas conseguidas por el mugalari de la zona. Intentaron visitar a un carlistón de Begoña, pero buena persona, para que hablara con algún amigo de Gobernación, pero no lograron que le dejaran pasar y murió. Mi madre vino a Bilbao destrozada. Pasó gracias a un buen amigo de Hendaia. Después del funeral, aita llegó destrozado. Fue víctima del franquismo”.
Comentarios