Julián Ruiz de Aguirre
Para estudiar la figura del hombre concreto, José Antonio de Agirre y Lekube, y si ello se hace de su persona, prescindiendo de su proyección política, tenemos que partir de un libro por él escrito, cual es "Entre la Libertad y la Revolución", y conocer algo de su vida de juventud para entender el protagonismo que representó, el período de tiempo, —cinco años—, que comprende el libro, y aún posteriores a este lapso de tiempo.
Pero no voy a analizar o retratar al hombre en su proyección política, sino le voy a considerar meramente como persona a través del conocimiento que de él adquirí por los años de convivencia que nos unió en el trabajo profesional.
Entre el 4 de Marzo de 1904 y el 22 de Marzo de 1960, transcurre su vida. En la primera de las fechas nacía, y en la segunda moría el que entre ambas se llamó José Antonio Víctor de Agirre y Lekube, y cuya figura algunos la tienen solamente a manera de un reflejo de lo que en él se ve en revistas periódicos o libros. Los hay que para ellos el hombre tiene solamente una motivación política, y se les presenta feo o guapo según el criterio también político de quien lo mire. Los hay que lo ven solamente como un personaje histórico sometiéndole al examen de la crítica. Pero pocos existen hoy que tengan de él ese retrato como hombre liso y llano, prescindiendo de otras motivaciones, y centrándolo en lo que fue el hombre en sus reacciones íntimas.
Para poder analizar la figura del hombre como hombre, es necesario de antemano conocer algo de su vida en su juventud y para poder entender e! protagonismo que presentó, y sobre todo verle en la intimidad en los primeros años de su vida política, y en José Antonio, aquellos que van desde la proclamación de la República hasta el inicio de la guerra civil del 36, en la primera de aquellas lechas, —14 de Abril de 1931—, hay que tener en cuenta que José Antonio acababa de cumplir 27 años.
Los cinco años anteriores al 31 son de verdadera trascendencia en la formación de toda Índole de José Antonio. Al terminar su licenciatura en Derecho en la Universidad de Deusto, ya se fragua un sentimiento religioso que es norma de toda la trayectoria de su vida. Alterna ese puesto con otros, y así hacia el final de su gestión en la presidencia de la Juventud Católica se le adjudica el de vocal de la Junta del Colegio de Sordomudos de Deusto. Más tarde, y en una sucesión no interrumpida de una a otra actividad, y a veces con varias de ellas, dirige, en la entonces naciente Casa Social de Las Arenas, un círculo de estudios, sobre cuestiones sociales. Aquí intimé con él. Aquella actividad no le priva de practicar el deporte, figurando en la línea delantera del Athletic de Bilbao. A ello hizo alusión Indalecio Prieto en un discurso ante las Cortes Constituyentes de la República en Agosto de 1931.
De ese discurso es el siguiente párrafo. "Yo oía ayer con viva complacencia las manifestaciones que hizo el Sr. Agirre con gran aplomo ante la Cámara; más el señor Agirre es muy joven, y el señor Agirre desconoce por no haberla vivido, la Historia del Partido Nacionalista, en el cual aparece hoy él como una primera figura, con una aureola de simpatía que está explicada por su juventud y por sus dotes, pero es muy difícil señor Agirre saltar desde la línea delantera del Athletic Club a la línea delantera de ese equipo vasco-nabarro que a S.S. le toca capitanear".
Esta formación humanística, religiosa, profesional del Derecho, y a su vez deportiva, determina que a los 27 años de edad se encuentre plenamente capacitado, —como lo demostró—, para afrontar con absoluta entereza el importantísimo papel que en el escenario de Euzkadi le correspondió representar en aquellos momentos cruciales de la Historia.
Huérfano de padre ya por esta época de su primera juventud, y siendo el hermano mayor de una familia numerosa, sustituye con la mayor naturalidad, y sin sentirlo, a la figura del padre, y así al cariño de sus hermanos se une el respeto que al padre desaparecido le correspondía.
Estos ligeros rasgos de su juventud, son los que determinan el sello que han de llevar sus actuaciones futuras y como han de ser estas, las públicas, en todo acordes con las privadas, como así pudimos verlo los que con él convivimos en aquellos años cruciales en la vida del hombre cuyo retrato humano queremos modestamente hacer.
A la edad de 24 años establece con su compañero Antonio Berreteaga su despacho de Abogado en ejercicio en el entonces n° 2 de la Calle Iturribide de Bilbao, frente a las Calzadas de Begoña, en la misma manzana en la que naciera, y junto al lateral de la entonces Audiencia de Bilbao sita en la Calle María Muñoz. Su amigo Berreteaga para el año 1930 ya había abandonado el ejercicio de la Abogacía para dedicarse a otras actividades.
Pero para perfilar la figura de cualquier hombre en su proyección humana, prescindiendo de lo que pueda ser el escaparate de una actuación pública, y más si se trata de una personalidad tan acusada, el análisis que se debe hacer, es el simple de su anecdotario, a través del cual se llegará a la conclusión de cómo ha sido ese hombre, y de las íntimas motivaciones que hayan sido las determinantes de su actuación pública.
Y esto es lo que me propongo realizar; un análisis poniendo al descubierto actos de su vida privada que no son conocidos del gran público, pero que precisamente son los que determinan, como digo, y dan la clave de su comportamiento público.
Se había jugado los dos partidos de una semifinal entre el Athletic y otro equipo que no recuerdo cual fuera. Entonces las eliminatorias no eran como ahora. Se jugaban los dos partidos de ida y vuelta, no teniéndose en cuenta los goles que se habían marcado para el cómputo final, sino los resultados de ganador y perdedor, de forma que ganando un partido cada uno de los contendientes, el desempate era obligatorio. Esto ocurrió en el momento que voy a relatar. Se tenía que desempatar en Madrid aquella eliminatoria, precisamente el martes siguiente al del segundo partido. José Antonio como jugador del Athlelic y a pesar de que no había tomado parte en ninguno de los dos partidos, siendo el segundo fuera de Bilbao, fue llamado urgentemente a Madrid para cubrir un puesto en el equipo. Lo vi al anochecer de aquel día en el Centro de los Luises de Bilbao con el maletín preparado para tomar el tren a Madrid. Todas eran palmadas en la espalda, y los deseos de que hicieran él y el Athletic un partido completo. A todos atendía, a todos sonreía, a todos complacía. No se consideraba indispensable sino uno más y el último en el equipo. No recuerdo quien era el rival del Athletic en aquel partido ni del resultado del mismo, si bien que ganó el Athletic, pero lo que sí recuerdo es que José Antonio jugó con plena entrega, cosa que se comentaba en los días sucesivos a esta eliminatoria.
A principios del verano de 1931, cuando se acababan de inaugurar las Cortes Constituyentes de la II República siendo Diputado de ellas José Antonio y cuando éste iniciaba su vida política, entre dos amigos, y que lo eran de la intimidad de aquel, se decidían por el terreno industrial. Se encontraban estos gestionando para quedarse en traspaso con un pequeño taller relacionado con la fabricación de envasados a base de la hojalata, y acudían al despacho de José Antonio para que les asesorase jurídicamente y también para pedirle consejos en orden a la industria en sí, y a cuantos problemas de todo orden se les presentaba.
Una vez que se hicieran cargo del taller, y cuando José Antonio se encontraba en Bilbao, todos los mediodías al terminar la jornada de la mañana se presentaban en el despacho de éste para hablar de la marcha del taller, momentos que se aprovechaban para charlar sobre los temas de actualidad y de la situación política en particular. Pues bien, en una ocasión en que así se hablaba sin fijar un tema en concreto, recuerdo que José Antonio les dijo: "Vosotros sacaréis adelante el negocio y haréis mucho dinero, pero no lograréis la fama ni la popularidad que yo alcanzaré".
Efectivamente acertó. Sus dos amigos sacaron adelante el pequeño taller, y llegaron a ser de los primeros en la industria de su especialidad, y ello se asentó, y lo creo firmísimamente, y en gran parte, a la orientación jurídica y en los consejos que de todo orden les dio José Antonio.
No había mes que no recibiera una o dos visitas de afiliados al P.N.V., de simpatizantes, o simplemente de admiradores suyos, los cuales se atrevían a presentarse en su despacho, o le abordasen en alguno de los locales del Partido para hacerle una singular petición. A los que me estoy refiriendo les ocurría entonces un acontecimiento en su familia cual era el del nacimiento de un hijo. Y la petición, a veces humilde, a veces con duda de si ésta sería bien recibida, a veces con la singularidad que les daba un conocimiento con José Antonio en algún trabajo para el Partido o de cualquier otro signo, y a veces por un capricho, era simple y lisamente si apadrinaría al niño o niña en su bautismo.
No le vi nunca negarse, y el acto de la ceremonia se establecía en razón de los quehaceres de José Antonio y de las conveniencias de la familia.
Yo conocí, hacia el año 63, a una religiosa Clarisa que era una de las muchas ahijadas que de esta forma la prohijara, y la conocí con ocasión de una visita que realicé a su convento. Al decirles mis acompañantes la relación que yo había tenido con José Antonio, la religiosa me declaró que éste era su padrino, y a quien siempre le había tenido presente en sus oraciones.
Como es de conocimiento general la familia de José Antonio procedía de Bergara poseyendo en este pueblo de Gipuzkoa un negocio de fabricación de chocolate. Bastante antes del año 1930 la fábrica de chocolates se instaló en Bilbao, en donde "Chocolates Aguirre" se fusionó con otros fabricantes a la que se le dio el nombre "Chocolates Bilbaínos". José Antonio era el presidente de aquella modesta industria, y me consta que los socios que así se unieron a la familia Agirre, los Trabudua y los Ángulo en todo momento sintieron, y así lo demostraron, un gran aprecio de amigo sincero hacia José Antonio, y que en los que en la actualidad viven, sobre todo los Trabuduas, además del aprecio, sentían y sienten una admiración que la manifiestan.
José Antonio estaba en todo, y a pesar de no tener una permanencia constante en la fábrica, quien quiera que fuere, empleados u operarios que a él acudiera no salía defraudado. A todos conocía, de muchos sabía de sus problemas personales o familiares, y no hubo uno que a él se dirigiera que quedase defraudado.
En cierta ocasión una operaría de la fábrica de chocolates de unos cincuenta años de edad, tuvo conocimiento que en una dudosa pensión acababa de fallecer un hermano suyo con el que tenía muy escasa relación. Esta operaría acudió a José Antonio a fin de que se hiciese cargo de las gestiones derivadas de aquél fallecimiento pues temía que los pocos o muchos bienes que su hermano poseía desaparecieran. Por sus ocupaciones me dio a mí el encargo, y una vez resuelta la cuestión y en posesión la interesada de los bienes de su hermano, que no eran tan pocos dada su condición social, me prohibió terminantemente percibir ningún honorario profesional para el despacho, insinuándome que yo debiera abstenerme también de percibir retribución alguna por mi trabajo.
En el tiempo que duró la tramitación de la gestión, José Antonio no dejó de interesarse por la marcha de ella, haciéndome preguntas y dándome orientaciones que siempre fueron acertadas.
Y a propósito, en la fábrica de "Chocolates Bilbaínos" se siguió en materia socio-laboral las orientaciones que señalaban las Encíclicas Pontificias de la "Rerum-Novarum" y de la "Quadragesimo Anno" y todo por el recto criterio que sobre la materia tenia José Antonio, siendo uno de los primeros talleres o fábricas donde se implantó en favor de los operarios la participación en los beneficios de la empresa.
Otra de las características que distinguía a José Antonio era su sencillez, y la carencia de todo exhibicionismo. ¡Cuántas veces, en los pocos días que paraba en Bilbao debido a sus obligaciones como diputado en Madrid, al acumularse el trabajo en el despacho, no iba a Algorta a su casa a comer, quedándose en Bilbao! Pues bien, aquéllos días en vez de ir a comer a cualquier restaurante de los que entonces abundaban en el Casco Viejo, prefería que le trajesen la comida al despacho, alegando que se perdía mucho tiempo saliendo a la calle para comer. Siempre se encargaba la comida en la fonda de La Estrella, situada en la Calle María Muñoz frente a la Audiencia y muy cerca de su despacho, y que era propiedad de un afiliado al P.N.V. que tenia además de la fonda, restaurante abierto al público. Cuántas veces le indiqué que mejor comería saliendo del despacho, ponía alguna disculpa para no hacerlo así, pero la realidad era que procuraba evitar en lo que le fuera posible cualquier tipo de exhibición.
Y en otro orden de cosas, y ya tocando un poco con la política, cuando tenía una duda, qué digo, alguna determinación a tomar y aún cuando él tuviese un criterio firme sobre la cuestión, no tomaba la determinación con arreglo a su criterio, sino que siempre mediaba consulta, o bien con los mayores como don José Horn o don Ramón Vicuña, o con sus iguales en edad como eran José María Izaurieta, Juan Ajuriagerra o José María Gárate.
Cuántas veces hablaba por teléfono o personalmente con cualquiera de los nombrados y otros muchos para consultarles sobre el problema que se le presentaba y lo tenía que resolver, siempre lo hacía con gran atención teniendo siempre en cuenta los consejos que éstos le daban, y nunca mostraba la superioridad de conocimiento que él tenía sobre el tema tratado.
Esteban Urkiaga "Lauaxeta" solía con frecuencia acudir al despacho para hablar de cualquier cuestión, o simplemente tener una conversación de amigos. Ambos, José Antonio y "Lauaxeta" se tenían un gran cariño y admiración mutua. Las veces que yo hablé con "Lauaxeta" y refiriéndonos a José Antonio, éste me demostró su cariño hacia José Antonio; y a la vez José Antonio tenía sentimientos iguales hacia "Lauaxeta" a quien admiraba y de quien decía que en Euzkadi con media docena como él el euzkera no se perdía sino que adquiriría un mayor esplendor.
Cuando hablaban los dos solos lo hacían en euzkera, pero cuando estaba presente alguno que no fuera euzko-parlante lo hacían en castellano.
Tal era el afecto que se tenían que muchas veces conversaban bromeando y en aquellos momentos hacían verse uno al otro sus debilidades en el terreno humano, riéndose de sus propios defectos.
En los tiempos que conviví con él no conocí ninguna persona a quien odiara, ni tan siquiera que le tuviese animosidad por cualquier causa. No había manera de que hablara mal de nadie, y pese a lo que le hicieran en cualquier orden, lo mismo en el personal, que en el profesional, y en el político, siempre encontraba algún motivo que disculpase al que le había hecho daño.
Con motivo de un accidente en la estación de Goiri de la línea del ferrocarril Bilbao a Lezama y que costó la vida de un empleado de aquél ferrocarril, se instruyeron unas diligencias judiciales. Por esta razón se le encomendó de la defensa de los familiares de la víctima y con el cargo de la dirección de aquel ferrocarril. El proceso fue muy laborioso. En aquella litis, y por cuestiones políticas, dos o tres testigos de excepción, falsearon la verdad llegando a verter verdaderas injurias contra José Antonio. A éste todo lo que se le ocurrió decir cuando lo comentamos fue: "Son gajes del oficio"; pero nunca entre los comentarios que del pleito hacíamos él y yo, ni entre los que se hacían con el procurador, ni con otros abogados, ni con alguien que tenía interés en la cuestión, salió de su boca ninguna palabra que pusiera en entredicho la honorabilidad de aquellos testigos que habían falseado tan abiertamente la verdad en contra de los intereses que defendía José Antonio llegando a la injuria personal a éste.
Y para terminar relataré dos anécdotas que recogía en un artículo publicado por DEIA el 20 de Marzo de 1979.
Anunciadas las elecciones municipales de Abril de 1931, en la candidatura del P.N.V. para el de Getxo, figuraba como uno más y su destino era el de simple concejal. Los sucesos que siguieron aquél 12 de Abril hizo que el B.B.B. cambiara radicalmente de criterio y se pensó que una figura joven podría ser el impulsor y al mismo tiempo aglutinante de un movimiento que se iniciaba en el pueblo.
Y he aquí que en el plazo de menos de 48 horas se encontrase en la mano con la vara de la alcaldía de Getxo y el liderazgo de un movimiento con base en los municipios de Euzkadi.
Aquella mañana del 12 de Abril de 1931, varios muchachos de Las Arenas y de Algorta nos encontrábamos recorriendo los colegios electorales para dar cuenta del ambiente a los responsables de la marcha de las elecciones. Al llegar a la campa lateral de la Iglesia de San Ignacio y frente al Ayuntamiento de Getxo, vimos apoyado en un árbol, y en actitud de meditación, a José Antonio. Cuando nos acercamos a él cambió rápidamente de actitud y al preguntarle si algo le pasaba contestó que pensaba en cuál sería el resultado de aquellas elecciones, y luego de ello, y con la sana alegría y el optimismo de que siempre disfrutara, nos invitó a dirigirnos al Batzoki de Algorta para tomar un aperitivo. Del mismo artículo copio las siguientes líneas.
Se estaba discutiendo en las Cortes de la República la Ley sobre Secularización de los Cementerios y aquella semana había tenido José Antonio una de sus más destacadas intervenciones. Con tal motivo la Asociación de Emakumes, que tenía su residencia en la Calle del Correo había organizado para aquél sábado una velada en la cual José Antonio había de pronunciar una conferencia. La hora se había fijado para la inmediata a la llegada del tren rápido de Madrid en el cual viajaban los diputados. Era tal la cantidad de gente que aguardaba la llegada de José Antonio, que desde la estación a la Calle Correo estaba parada la circulación. Cuando bajó del tren y se le informó de lo que estaba ocurriendo en la calle y del recibimiento que se le hacía de una manera espontánea, su comentario fue: "No veo el motivo. No hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación. Para qué esto, sí no les voy a decir nada nuevo que no lo sepan por la prensa".
Aquella tarde fue apoteósica. Durante la conferencia, en la que contó detalles de las Cortes que no se podían reflejar en los periódicos, no cabía una persona más en la Calle Correo, ya que desde él el cruce con Lotería hasta el Arenal, estaba ella toda llena de gente que quería tributar ese homenaje a quien en el Parlamento había defendido al pueblo y había manifestado su propio sentir.
Terminada la conferencia y marcharnos para Algorta, su pensamiento reiteradamente manifestado era éste: "Es maravilloso este pueblo, por él bien vale cualquier sacrificio". Y ese día, y a esa hora ya cerca de las doce de la noche, José Antonio, como ser humano, estaba plenamente agotado por el esfuerzo realizado. Y aún le parecía poco para dárselo a su pueblo.
Estas son algunas de las facetas humanas del que en vida fue nuestro Lendakari José Antonio de Agirre. Otras muchas se pudieran contar pero para eso se necesitaría no unas cuartillas sino muchas y muchas.
Quede pues éste testimonio de quien tuvo una convivencia con él en el orden profesional y de amistad.
Este PNVista pactaba con los comunistas e iba a la guerra si era necesario contra el enemigo ultra de Euskadi, quienes eran para él terroristas, no demócratas.
En, fin, igualito que los PNVeros.
Publicado por: Donatien Martinez-Labegerie | 11/03/2014 en 09:20 a.m.
Iñaki, es indignante que un sucio topo, mentalmente desequilibrado, tenga la desfachatez de hablar del Lehendakari.
Publicado por: CAUSTICO | 11/03/2014 en 11:01 a.m.
En la época de la IIª República Española, esta se proclamó mediante unas elecciones municipales en las que ganaron las fuerzas republicanas y de izquierdas, ¿Si PODEMOS que se dice republicano, ganase las próximas elecciones generales, se proclamaría automaticamente la IIIª República Española?, entiendo que así debería ser, aunque es posible que en vez de esto se vaya luego a un referéndum en todo el país sobre monarquía-república.
http://www.20minutos.es/noticia/2284243/0/podemos-primera-fuerza/politica-espana/encuesta-pais/
Publicado por: Sebastián | 11/03/2014 en 11:51 a.m.
Si Pueden gana, Sebastian, no proclamará nada porque el pueblo español es monarquista y footballero, así que no le quedará más remedio que gestionar eso, monarquía y football, lo mismo que ahora pero sin robar tanto.
Para eso tendrán todo el apyo del PNV, como lo han tenido el PP y el PSOE durante 35 años.
Publicado por: D M-L | 11/03/2014 en 01:34 p.m.