Como todos los años, y desde los tiempos del franquismo, hemos acudido a la Feria del Libro y Disco de Durango, la Azoka. Es un esfuerzo que muestra la potencia de un euskera en recuperación, de unas editoriales cada vez más sofisticadas, y de unos libros cada vez más interesantes. Pero dudo mucho vuelva si no se arbitra un mínimo de comodidad para acceder a ella de los que no viven en Durango.
La mini historia es ésta: Hemos llegado a las once, pero hemos tardado en aparcar hora y cuarto. Si de lo que se trata es de conocer Durango en coche, la idea es buena. Si de lo que se trata es que los que no son de Durango conozcan la exposición anual, el esfuerzo es disuasorio. Vueltas y más vueltas, y más vueltas. Todo ocupado, y ningún estacionamiento habilitado en colegios u otras superficies. Está bien que los organizadores se preocupen por los libros y los discos, pero ¿cómo hace una familia para acudir a un lugar en el que hay que emplear una hora y pico para aparcar?.
Todo un éxito, pero es que también se puede morir de éxito.
Por fin, y subido el coche malamente a una remota acera, con complejo de culpabilidad hemos podido llegar a la Feria y pasear entre libros, discos, mapas y CDs. Como siempre interesante y lleno de vitalidad. Pero la hora y cuarto perdida y la media hora empleada en volver al coche, nos ha dejado con pocas ganas de volver. Se me podrá decir que acuda en tren, autobús o coche compartido. Pues sí, pero……
Lo siento. Espero que el año que viene, que se cumple medio siglo de esfuerzo, los organizadores piensen no solamente en los libros sino en habilitar espacios para que la gente pueda aparcar rápidamente y no andar dando vueltas por el pueblo durante hora y cuarto.
Si los responsables no lo organizan mejor, me interesaré vía catálogo de los libros y discos. Y le deseo a la Azoka todo el éxito del mundo.
Es lo políticamente correcto. Desde hace un tiempo está de moda anchar aceras y dejar mucho menos espacio para aparcar coches cuando en realidad cada vez hay más. La consigna es hacer peatonales las ciudades y pueblos, pero a costa de perder aparcamientos. A mí eso que le ha pasado me pasa a menudo en mi propio pueblo al lado de mi casa. Se cobra el impuesto de circulación pero es imposible aparcar normalmente. A ver si a algunos se les enciende la lucecita de la neurona y se comienza a pensar también en los coches, que en algún sitio habrá que aparcarlos, digo yo.
Publicado por: Zortzigarren | 12/08/2014 en 12:28 a.m.