No estoy seguro de haber estado en Afganistán o solamente en una base aérea. Me ha ocurrido como la primera vez que fui por aquellos lares siendo Bono ministro de Defensa. En aquel momento el viaje era más complicado pues la guerra arreciaba y fuimos primero a Rusia en un avión de la Fuerza Aérea y luego de Rusia a Kabul, la capital, en un avión Hércules militar, bajo un ruido ensordecedor, unos asientos de malla y un Bono que nos decía que el avión disparaba rastreadoras para que, si nos lanzaban algún pepinazo, el pepino seguiría a las rastreadoras que con su calor les llamaban. La diferencia es que Bono vino con nosotros y lanzó discursos patrióticos, pero en esta ocasión el ministro Morenés no se ha dignado. Nos acompañó el JEMAD que es el jefazo del ejército, un almirante discreto que por lo menos se pegó el viaje y no como el ministro. Algo así sería incomprensible en Francia o Inglaterra, pero en España siguen con la copla de quien manda es el ejecutivo y que el legislativo es solo un incordio.