Ha formado parte de esa élite de altos funcionarios por cuyas manos transita gran parte del poder de decisión y coerción del Estado; es el poder de los segundos niveles, de esos hombres que sin necesidad de dar la cara, porque no son ministros ni siquiera secretarios de Estado, mueven tras las bambalinas los hilos de decisiones que luego se plasman en el BOE, gobierne PSOE o lo haga el PP. Hablamos de José Pérez Fernández, Pepe Pérez, un “economista ilustrado” –así ha sido descrito- cuya brillante carrera acaba de terminar en oprobio al ser despedido de la presidencia del Banco Madrid, una pequeña entidad intervenida por el Banco de España (BdE) bajo la acusación de dedicarse a blanquear dinero negro de mafias diversas. Todo un baldón. Profesor ayudante en la cátedra de Luis Ángel Rojo, el padre putativo de todo economista de izquierda de cierto fuste surgido durante la Transición, Pérez siguió la senda de su maestro desde la Universidad al BdE, dispuesto a convertirse en “una de las figuras clave del sistema financiero español”, según elogio de sus exegetas. Tras incorporarse en 1972 al Servicio de Estudios de la entidad que Rojo dirigía, el propio Rojo, recién nombrado gobernador del BdE, lo nombró en 1992 director general de Inspección, es decir, jefe de policía del sistema bancario. Y en esto llegó la crisis de Banesto, cuya intervención (“había una clara insolvencia contable; se había consumido el capital. El banco no podía salir adelante sin un plan de saneamiento”) se llevó a cabo con los informes de los inspectores de Pérez.