La zona de Punta Lucero (o Luzuero como se le denomina hasta el siglo XIX) ha contado con instalaciones artilleras de defensa costera desde muy antiguo. Éstas se hallaban situadas en distintas puntos de la zona, próximas a la población o en el monte, más o menos cerca de la costa y a diferente altura, dependiendo del desarrollo y alcance de las piezas artilleras. En un reconocimiento de la defensa de la costa realizado en 1790 se citan diez puntos donde se emplazaban piezas artilleras, en Pobeña y Zierbena, con 36 cañones en total.
Las actuales instalaciones de Punta Lucero no se remontan tan atrás en la historia, se construyeron en el siglo XX, siendo su función, junto con el fortín de Punta Galea, proteger toda la zona del Abra y la desembocadura del Ibaizabal. Por otra parte, formaban parte de un cinturón defensivo más amplio que abarcaba toda la costa y las fronteras exteriores del Estado.
Esta batería junto con la de La Galea jugaron un importante papel durante la guerra de 1936, protegiendo a modo de paraguas el acceso a la mar de la Euzkadi autónoma, impidiendo la entrada de los buques de guerra facciosos al Abra.
Durante la guerra, la batería de Punta Lucero estaba dotada de varios cañones Vickers de 152,4 mm modelo 1923, fabricados por la Constructora Naval. Eran unas de las piezas más modernas emplazadas en la costa y habían sido instaladas pocos años antes.
Las baterías de Punta Lucero y, especialmente, la de Punta Galea jugaron un importante rol el 5 de marzo de 1937, en el transcurso de la batalla de Matxitxako, cuando pudieron proteger y asegurar su refugio en el Abra al bou Gipuzkoa del ataque del crucero Canarias.
La caída de Bilbao el 19 de junio de 1936 trajo consigo la pérdida de la posición de Punta Lucero, que pasó a manos enemigas el día 24 del mismo mes. Antes, los soldados vascos inutilizaron los cañones Vickers.
Los nacionales sustituyeron los cañones inutilizados por otros modelos Krupp de calibre 150 mm, los que actualmente se pueden ver in situ, adquiridos a Alemania y que hasta ese momento se hallaban emplazados en Cádiz y Castellón.
Con la finalización de la guerra del 36, la batería de Punta Lucero no perdió importancia. Al contrario, al poco tiempo se inició la II Guerra Mundial y, mientras los vientos de guerra favorecieron a las potencias del Eje, Franco consideró seriamente entrar en el conflicto mundial al lado de Hitler y Mussolini. Esta opción requería unas defensas costeras considerables, pues cabía esperar un ataque de los Aliados al puerto de Bilbao. Pero según avanzó la guerra mundial, especialmente a partir de principios de 1943, tras el desenlace favorable a los Aliados de la importante batalla de Stalingrado, el dictador español cambió de parecer e intentó acercarse a los Aliados. Antes de finalizar la guerra mundial el Estado había acometido importantes obras militares a lo largo de la costa y en los Pirineos para hacer frente a una posible incursión de las potencias aliadas y de los exiliados con el fin de derrocar el régimen franquista. En los años de la guerra mundial, además de dotar de nuevos cañones, el fortín de Punta Lucero se dotó de las casamatas de hormigón y otras instalaciones hoy en día visibles.
Esta obra de fortificación tiene su paralelo en la Europa ocupada por las potencias nazi-fascistas. Alemania, una vez que se dio cuenta de la imposibilidad de derrotar al Reino Unido y a los Estados Unidos, temiendo una acometida aliada en la costa atlántica, construyó una línea defensiva costera que se extendió desde Hendaya, en Lapurdi, hasta el Cabo Norte, en el norte de Noruega, conocida como Muro del Atlántico. Contra los soldados alemanes que guarnecían uno de los eslabones de esta larguísima muralla lucharon los gudaris y soldados de los batallones Gernika y Libertad entre los días 14 y 25 de abril de 1945. No cabe duda de que aquellos gudaris hubieran deseado que la batalla librada por ellos en Médoc, en las orillas del Garona, hubiera sido un preámbulo de la que no se libró en Punta Lucero (u otro paraje vasco) que hubiera supuesto el fin de la larguísima dictadura franquista.
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