Amnistía Internacional denuncia lo irregular de los procesos que llevan a las ejecuciones
La monarquía absoluta de Arabia Saudí ha sido acusada, una vez más, por Amnistía Internacional de ser uno de los países del mundo que más personas ejecuta, tras procesos sin garantías para los acusados. En lo que va de año centenares de personas, incluidos menores, deficientes mentales y homosexuales -por el hecho de serlo-, han sido ejecutados sin garantías, algo de lo que priva a los acusados el sistema judicial saudí. “Condenar a muerte a cientos de personas después de procedimientos judiciales que adolecen de profundas deficiencias es absolutamente vergonzoso. El uso de la pena de muerte es horrendo en todas las circunstancias, y especialmente deplorable cuando se aplica arbitrariamente después de juicios manifiestamente injustos”, afirmó Said Boumedouha, director en funciones del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional, durante la presentación de su informe sobre las ejecuciones en Arabia Saudí. La monarquía saudí, primer exportador de petróleo del mundo, es el aliado más fiel de occidente en el mundo árabe.
Las democracias occidentales obvian las atrocidades del régimen despótico de la familia Abdulaziz, cuyos miembros son además los que componen el gobierno. La familia real tiene como principal objetivo enriquecerse y, en segundo lugar, tratar de imponer su autoridad en todo el mundo islámico en general y en el árabe en particular. No en vano están en territorio saudí los principales lugares de culto musulmán. Entre ellos la Meca.
Como dato de la opulencia de la familia real, el príncipe saudí Alwaleed Bin Talal (el que bañó su avión privado en oro) demandó a la revista Forbes porque publicó que su fortuna es de solo 20.000 millones de dólares cuando él sostiene que posee 30.000. Su poder se asienta en la barbarie y no solo por las ejecuciones (una cada dos días) sino también por las amputaciones, torturas, latigazos en público y toda una serie de prácticas que, en teoría, repugnan a las democracias occidentales. Para extender su influencia, Arabia Saudí financia a las facciones suníes más radicales, tanto de forma directa o a través del los gobiernos del golfo que le rinden pleitesía. Tanto es el nivel de control que ejerce en estos pequeños y ricos países que no dudó en invadir Baréin para sofocar una rebelión de sus archienemigos chiíes.
Condenados por esclavismo. Los saudíes no trabajan, o lo hacen pocos. Por eso necesitan de mano de obra extranjera, a la que reclutan con el sistema kafala utilizado en el Golfo Pérsico. Este sistema hace del patrocinador (empleador) el amo y señor del empleado. Le confisca el pasaporte y le impide cambiar de trabajo hasta que dé por concluida su relación laboral -algo que sólo determina el empleador-. El sistema atrapa a los trabajadores (la gran mayoría asiáticos) que no pueden volver a su país ni renunciar al trabajo, a pesar de los impagos y los trabajos forzosos a los que a menudo son sometidos. El considerar a los trabajadores esclavos es algo tan común que incluso dentro de sus legaciones diplomáticas en el extranjero mantienen esas prácticas con el personal a su servicio. En 2011, la Justicia suiza condenó al reino saudí por esclavizar a la empleada doméstica del cónsul en Ginebra.
Debido a la gran cantidad de extranjeros que trabajan en el reino y a la falta de garantías judiciales, la mitad de los ejecutados en el país son extranjeros. “A muchos de ellos se les negó una asistencia adecuada en materia de traducción durante el juicio y se les obligó a firmar documentos -incluidas confesiones- que no comprendían” denuncian desde Amnistía Internacional.
Según la ONG Human Rights Watch, entre los esclavos que no son ejecutados se da una “alarmante tasa de suicidios, golpes de calor, enfermedades o infartos”.
Amnistía Internacional mostraba ayer su preocupación por las ejecuciones -2.208 desde 1985- y también por el proceso que lleva a los acusados a la muerte. “El defectuoso sistema de justicia de Arabia Saudí facilita las ejecuciones judiciales a escala masiva. En muchos casos, se niega a los acusados el acceso a un abogado, y en algunos se los condena sobre la base de confesiones obtenidas mediante tortura u otros malos tratos en flagrantes injusticias”, denunciaba Boumedouha.
La ONG recordaba que en la mayoría de las ejecuciones no existe ninguna comunicación a los familiares, que se enteran, después de haber sido ejecutados, por la prensa afín al régimen. Si bien muchas ejecuciones se realizan por fusilamiento, la mayoría son por decapitación -al estilo Estado Islámico-, muchas veces en público para poder exhibir los cuerpos y las cabezas cortadas.
Javier Velilla
El campechano siempre ha estado muy a gusto entre estos bandidos.
No sólo por compartir ideales y formas, sino por la pasta gansa.
Publicado por: CAUSTICO | 09/30/2015 en 07:43 a.m.
Es un buen momento para que Felipe VI y Rajoy hagan unas declaraciones a favor de los derechos humanos y se distancien de "estas personas" (y también respecto a Marruecos), ¿lo harán? (por que con otras cosas si lo hacen, si lo hacen con otras, ¿por qué no con estas?, si no lo hacen que expliquen por que...).
Dejo aquí un enlace de un joven de 21 años saudí, al que quieren crucificar y cortar la cabeza, solo por haberse manifestado contra el régimen saudí cuando tenía 17 años, al parecer le sacaron la confesión con torturas, podéis votar para evitarlo.
https://secure.avaaz.org/es/stop_saudi_beheadings_loc/?bPtdMib&v=65588
Publicado por: jk | 09/30/2015 en 10:24 a.m.
La persecución político/policial a la que se está sometiendo a MAS, es perfectamente denunciable en Europa y ONU.
Publicado por: jk | 09/30/2015 en 10:27 a.m.