Viernes 5 de febrero de 2016
COMIDA CON AZNAR
El miércoles 20 los diputados del PNV nos fuimos a Madrid a entregar las credenciales en el Congreso.
Había muchos periodistas. Abríamos la puerta del ascensor en el palacio, y allí había periodistas. Abríamos el ascensor del edificio de grupos y allí había periodistas. Y todos preguntando lo mismo. “¿Qué van a hacer ustedes?” “¿Cuándo se reúnen con Rato?” “¿Cuándo Arzalluz con Aznar?» “¿Qué les parece el documento del PP?” Ese día había aparecido en Deia el documento del PP completo. Todas las radios se hicieron eco de él. Y tras rellenar papeles y más papeles en el despacho de Olabarría, que había sido el secretario cuarto de la Mesa del Congreso, los entregamos en el lugar donde iban todos los diputados a entregarlos. Yo hacía el número 188 de los 350.
De allí nos fuimos al despacho de Rato. Más periodistas. Le entregué el documento del PNV. Me preguntó con su sonrisa ladeada por nuestra entrada en el gobierno. Creía que Aznar se reuniría con Arzalluz el sábado. Para fastidiarle le dije que queríamos la cartera de Economía y Hacienda. “Te la doy”, me comentó, y me pidió que le dejáramos algo de poder y que la primera reunión había estado bien y que se notaba que era gente que sabía.
Rato me dijo que les gustaría que la investidura se celebrara a mediados de abril. Le dije que no íbamos a dar cuenta a la prensa de nuestro papel. Me dijo que negociaban con los catalanes y que veía posible el pacto aunque no entraran en el gobierno, que a Rupérez lo enviarían a Guinea y que Acebes sería el portavoz en el Senado así como que los de CiU no querían que Rigol fuera el presidente del Senado. Al parecer había habido bronca entre Pujol y Duran por este asunto.
Me llamó Brunet, el corresponsal político de La Vanguardia. Quería saber en qué punto estaba la negociación. Creía que CiU estaba negociando a tope. Por su parte, ese día Pujol llamó a Arzalluz. Le comentó que tenía serias resistencias internas.
El jueves 21 llegó la primavera con un tiempo espléndido. Me llamó Almunia para conocer cómo estaba la situación de la composición de la Mesa del Congreso. Diecisiete días después de las elecciones comenzaba a preocuparse por este asunto. Se lo dije. “Es que antes la iniciativa la teníamos nosotros y ahora no”, me contestó. Me preguntó si le habíamos dado el visto bueno a Federico Trillo. Le dije que sí y me preguntó si había leído que el PP iba a proponer a Ortí Bordas, el falangista, como presidente del Senado. “Todos tendrán que levantar el brazo”. Le dije que no lo había leído y que no me lo creía.
Pero lo más importante de aquella jornada fue la entrevista que mantuvo Arzalluz en Madrid en un domicilio particular con José María Aznar. Una buena comida regada con el mejor Vega Sicilia. Al volver de Madrid me llamó desde el coche. Estaba entusiasmado y, a la vez, extrañado porque aquella propuesta no se la había hecho a los catalanes. Aznar quería gente del PNV en el gobierno. Aznar le dijo a Arzalluz que él no tenía problema alguno con la autonomía vasca ni con debatir esto en el Parlamento. Le dijo que todo era transferible salvo la Seguridad Social para no romper la dichosa Caja Única, pero del resto se podía todo. Quería unir la negociación del Concierto con la del Convenio de Navarra y le repitió que estaba abierto a todo.
Arzalluz le contestó que prefería empezar una negociación de menos a más. De poco a mucho. Le apuntó hablar sólo de la investidura porque una coalición era algo muy fuerte y antes había que ir consolidando una confianza que de momento no se tenía y que así como él tenía su entorno, Arzalluz también. Le pregunté si tenía el síndrome de Estocolmo y me contestó que estaba curado pues había pasado por una negociación con Abril Martorell y sabía lo que era eso y que Aznar no le asustaba.
Me comentó que la comida se había producido en un ambiente muy grato y que se habría quedado más tiempo si hubiera sido por Aznar pues hablaron a calzón quitado. “Nosotros vamos a cosas concretas y no creo que con Pujol hable con tanta confianza aunque éste sigue teniendo respeto al PP sociológico”.
En su columna diaria, Umbral escribía una reflexión de interés: “Así, eso de la cohesión territorial, que ahora usan mucho contra los pactos nacionalistas, pero ¿qué es la cohesión territorial? Traducido al romance militar, lacónico y centralista, no es sino la "España una, grande y libre de Franco". Y es ahora lo que esgrimen los socialistas. Y no les falta razón. Por ahí han salido Chaves, Rodríguez Ibarra y Bono en plan españolista” Aunque Bono me había llamado aquella semana a Bilbao para decirme que nos apreciaba mucho y que nunca había dicho nada contra los nacionalistas. Este Bono es un político con reflejos al que no se le caen los anillos por hablar por teléfono. Otro que tenía también una cierta retranca era aquel primer Rato, no el de ahora, pues al salir de la primera reunión con él en su despacho y al despedirme de él con un Agur!, para que fuera aprendiendo a relacionarse con el PNV, me respondió de la misma manera. El clima político había cambiado radicalmente. Hasta el ABC comenzaba a decir que Arzalluz no era Jack el Destripador y a mí, a veces, comenzaban a llamarme Iñaki. ¡Lo nunca visto! ¡Menudo avance!
El viernes 22 llamé a Xabier Arzalluz, que estaba en su casa corrigiendo exámenes de la universidad. Me reiteró la conversación que habíamos mantenido desde el coche. Me dijo que veía a Aznar apaleado y diciéndole que quería un vasco, aunque no fuera del PNV, en el gobierno. Aznar, al parecer, le había comentado que Rato había hablado bien de Ibarretxe y que él le había dicho a Aznar que el PNV no entraría en combinaciones raras para impedir que fuera el presidente del gobierno ya que era su preocupación. Y es que con los votos del PSOE, de CiU, del PNV y CC el presidente podía ser socialista. Arzalluz estaba persuadido en aquel momento de que Aznar era un hombre honesto. Él siempre había hablado bien de Aznar. Le comenté que el ABC le sacaba en portada y además alabándolo en el mismo día en el que el periódico Deia hacía un buen trabajo de documentación comparando la negociación de 1996 con la de 1993.
También me llamó Rodrigo Rato para comentarme la reunión Aznar-Arzalluz. Estaba satisfecho y creía que eso iba a impulsar la negociación. Aznar le había comentado que quería que la relación PNV-PP durase. A él personalmente le iban bien las cosas ya que esperaba una niña. Le dijo que Arzalluz también estaba satisfecho pues tenía en casa nada menos que Vega Sicilia. Me dijo bromeando que a mí me iban a hacer “gobernador de las tres provincias”. Le contesté que ni hablar ya que con ellos en el gobierno teníamos que acabar con esa figura. Quedamos en vernos el miércoles aunque deseaba estar conmigo ese lunes pues tenía ejecutiva. Le dije que no podía y que le vería el miércoles. Se despidió diciéndome Bon día. Le dije que tampoco. Que tenía que aprender a decir Egun on. “Eso díselo a Molins. No confundas el catalán con el euskera”, le dije.
Como he comentado, lo curioso fue la llamada de José Bono, el presidente socialista de Castilla-La Mancha. Le habían pasado unas declaraciones mías en la Cope en las que mostraba mi disgusto por el acto de Linares. Me dijo que él no las había contestado porque me apreciaba y que no quería indisponerse, pero que él no había dicho nada sobre la fiscalidad. Me comentó que había estudiado en Deusto y me preguntó si tenía algo personal con Rodríguez Ibarra. “¿Yo? En todo caso él conmigo, pues no he hablado con él en la vida y no hace más que meterse conmigo”. “Pues será así pero yo contigo no tengo nada porque te aprecio”. Este Bono es todo un artista y un político con recursos e iniciativas, pensé.
Y como me tocaba coordinar todos aquellos contactos lo hice con Ibarretxe, Arzalluz y Egibar para preparar la reunión del miércoles por la tarde en Madrid. Ollora había desarrollado el punto 6 del cuadro negociador, el referido a la violencia. Me lo envió por fax. Tenía consistencia.
Y como en breve se iba a constituir la Mesa del Congreso hablé con el portavoz socialista Joaquín Almunia. Como he comentado no querían ver a Federico Trillo ni en pintura y aquello me lo estaba diciendo diecisiete días después de las elecciones. Creía que en el Senado iban a proponer a Ortí Bordas. Le dije que no creía que eso se iba a producir y me comentó que pensaba estar con Molins. Desayunaba con Rosa Aguilar, la portavoz de IU, y creía que a la Mesa no iría. Pablo Castellanos. El PSOE en ese momento de abatimiento quería llevarse bien con IU.
El sábado 23 de marzo vino a Bilbao Joaquim Molins. Su sobrino, de CiU, se casaba con la hija de Iñaki de la Sota, del PNV. Buena boda. Por la mañana, a las once, se acercó a Sabin Etxea, la sede del PNV. Le enseñé el edificio. Vale la pena conocerlo. En su día a Miquel Roca le había impresionado. Arzalluz estaba en el salón de actos dando una charla. Le pasé una nota y subió a su despacho donde hablamos los tres. Arzalluz le dijo a Molins que la ocasión la pintaban calva. Sin embargo, Molins detectaba una gran resistencia en su partido para pactar con el PP. Arzalluz le dijo que había que ir poco a poco y que se iría de menos a más.
Tras estar con Arzalluz fuimos a la sala de prensa, atiborrada de periodistas. A pesar de que dijimos que aquella reunión estaba motivada por una circunstancia personal de Molins -y el corresponsal político del Grupo Correo, Juan Carlos Viloria, así lo recalcó-, el hecho tuvo repercusión.
SE CONSTITUYEN LAS MESAS
El lunes 25 tuvimos en el Congreso la última reunión de la Diputación Permanente presidida por Félix Pons, que se despedía. Lo mismo que el ministro de la Presidencia Pérez Rubalcaba. Me sacan en televisión tapándome la nariz. Hablábamos de aquel Trillo tan ofensivo, mientras éste decía que Aznar no le había dicho nada de nada. Típico. Anguita estuvo elegante en la despedida a Pons. Rosa Aguilar me pidió nuestro programa.
El martes 26 me llamó el propio Aznar para hacerme una consulta parlamentaria. Estaba preocupado de que la apertura de las Cortes Generales se hiciera en un acto conjunto Congreso-Senado en presencia de los Reyes y con un gobierno socialista en funciones en el banco azul. Aquello le parecía esperpéntico y aunque existía el precedente de 1982, cuando así se hizo, la diferencia estribaba en que el PSOE entonces tenía mayoría absoluta.
Aznar me comentó que había hablado con Felipe González y que éste le había dicho que estaba de acuerdo con esa reflexión. Y que también se lo había comentado a Federico Trillo, con lo que deduje que Trillo era el candidato a la presidencia del Congreso. Me pidió que se lo comentara a nuestro candidato para la Mesa en representación del PNV, con lo que volví a deducir que aceptaban nuestra candidatura. Terminó diciéndome que habían pedido un dictamen. Yo le dije que, ante los rumores, se lo había comentado al periodista de Europa Press Julián la Calle, diciéndole que tres años antes primero había sido la Investidura y luego la apertura. Le pregunté si mantenía la fecha del 25 de abril. No sabía de dónde había salido aquel día porque él quería la Investidura mucho antes pero que eso dependía del acuerdo con nosotros y que aunque no entrásemos en el gobierno en ese momento lo podíamos hacer en el transcurso de la legislatura. Aquello del menos al más.
A pesar de su laconismo me dijo que le habían gustado mucho unas declaraciones que yo había hecho y que se encontraba bien y contento. “El Rey comenzará a llamar a los partidos del grupo mixto esta semana y la que viene al resto. Ojalá entréis en el gobierno”, me dijo al despedirse.
Mientras esto ocurría, Coalición Canaria se movía. Me llamó José Carlos Mauricio. Quería hablar con Arzalluz. Quedamos en que viniese él con Victoriano Ríos, el amigo de los primeros tiempos. Le comenté al presidente del EBB la conversación con Aznar. No creía que tuviéramos que ir al gobierno como PNV, aunque podía ser interesante que alguien de los aledaños del PNV estuviera ante la buena disposición de aquel PP.
Como he comentado, el miércoles 27 estábamos los cinco diputados del PNV en el hemiciclo. Margarita Uria iba escayolada. Hacía tiempo que no teníamos una mujer en el grupo y allí estaba ella verdaderamente feliz entre tanta gente nueva que se saludaba como en el primer día del colegio. Jon Zabalia venía de la legislatura anterior, lo mismo que Emilio Olabarría y José Juan González de Txabarri. Éste había ido de víspera para hablar con Loyola de Palacio, que era la portavoz adjunta del PP. Estaba ya todo cerrado. El nuevo portavoz del PP iba a ser Luis de Grandes. Luis Ramallo quedaba aparcado y Enrique Fernández Miranda, que suspiraba por el Ministerio de Sanidad, iba a la Mesa del Congreso.
Saludamos a Aznar y al diputado de Unió Josep Sánchez Llibre. Volví a hablar con Aznar sobre la apertura de las Cortes. Y se produjo la votación para la Mesa. Por nuestra parte fue elegido José Juan González de Txabarri. EA se abstuvo. Tuve oportunidad de hablar con Felipe González. Me dijo que le transmitiese a Juan María Atutxa, que era a la sazón el consejero del Interior del gobierno vasco, su felicitación por la captura de Valentín Lasarte. Me dijo que tenía ganas de hablar con Arzalluz y conmigo.
Mientras se producía la votación y las promesas -Begoña Lasagabaster lo hizo en euskera- hablamos con mucha gente. Los del PP se pasaban papeles, los del Bloque me pedían el libro que había hecho sobre Castelao ya que lo habían perdido; los de Unió Valenciana preguntaban cómo iban las cosas, Mauricio insistía en querer viajar a Bilbao, Celia Villalobos comentaba lo buen ministro de Trabajo que podía ser Emilio Olabarría, mientras otro del PP decía muy enfático que el PNV tenía que hacer como UPN en Navarra. Había cien nuevos diputados y sobre todo mucha animación.
Ese día, por la tarde, tuvimos sesión negociadora con el PP. Previamente con Ibarretxe, Ollora y Egibar comimos en el restaurant Teatrix de Madrid estudiando la sesión que nos esperaba. Y a las cinco nos presentamos en el despacho de Rato. Allí estaba él con Betina Salmones, Luis de Grandes, Montero, Mayor Oreja y Rajoy. Éste, para no variar, con un inmenso puro.
Era el despacho de la asesoría jurídica del PP y allí estuvimos cuatro horas viendo que aquello no lo habían preparado bien. No quisieron ni entrar en lo diferencial del estatuto, ni querían que se abordara el asunto del GAL. “Eso, al final de la legislatura”, nos dijeron. Tanto Ibarretxe como Ollora estuvieron muy bien en su argumentación, pero de allí salimos como habíamos entrado.
Al día siguiente, jueves 28, hablé con Almunia. Le reproché que no hubieran votado a Txabarri como secretario cuarto de la Mesa. Trillo había sido elegido con el voto contrario del PSOE y de IU.
Me dijo Almunia que nos echarían una mano en el Senado para formar grupo. Lo hicieron. Rodríguez de la Borbolla fue, por segundos, miembro del PNV. Sin embargo no querían a Olabarría en el Consejo General del Poder Judicial.
Llamó Rato. Estaba encantado con Ibarretxe. Me comentó que sería un magnífico ministro. “¿Por qué no nos lo prestáis?” Le dije que la reunión que habían tenido el miércoles había sido un fiasco.
Y llamó Francisco Luzón, presidente del Banco Central. Deseaba hablar con Xabier Arzalluz.
Con objeto de ir avanzando en los aspectos técnicos relativos al Concierto Económico, Juan Costa, el hombre técnico de Rato, se reunió con Juan Miguel Bilbao, viceconsejero del gobierno vasco. Por lo menos en aquel aspecto concreto parecía que la cosa avanzaba.
Sería interesante saber por qué aquel Aznar presuntamente tolerante se convirtió en el engendro de los 8 años negros y del11M.
¿Le dio un jamacoco o estaba haciendo teatro?
Publicado por: CAUSTICO | 02/06/2016 en 06:09 p.m.
CIUDADANOS y Alberto Rivera piden "un cordón sanitario" para los nacionalistas no españoles y PODEMOS (que es una "buena forma" de buscar el "entendimiento" entre fuerzas dispares y marca además una "nueva forma" de hacer política, si os dais cuenta el PP empezó, "en teoría", entendiéndose con algunos, para pasar a dejar de entenderse con muchos y actualmente terminar no entendiéndose con nadie..., la derecha española PP-CIUDADANOS siempre es igual, ES INCAPAZ DE ENTENDERSE NUNCA CON NADIE Y REPITE SIEMPRE LOS MISMOS ERRORES..., tiene un proyecto excluyente de España, Alberto Rivera y CIUDADANOS empiezan peor que el PP en su época..., que ya es decir..., mas aislados aún..., en poco tiempo ya no podrán pactar con nadie como el PP actualmente..., ¿esta es la forma de tender puentes y hacer "nueva política"...?).
Por supuesto si CIUDADANOS dice que quiere aislar a nacionalistas no españoles y PODEMOS, la respuesta de estos debe ser que "con CIUDADANOS ni a robar...".
Publicado por: txomin | 02/08/2016 en 02:33 p.m.