Fue el 5° Aberri Eguna de la historia. El primero se celebró en 1932 como jornada de afirmación nacionalista, un año después de proclamada la II República. En aquella ocasión, el PNV homenajeó a Sabino Arana y conmemoró el 50 aniversario del alumbramiento de nacionalismo vasco. El Aberri Eguna de 1932 tuvo lugar en Bilbao y constituyó un sonoro éxito de público. Participaron más de 60.000 personas, lo que supuso el mayor acto de masas organizado hasta entonces por el nacionalismo vasco.
Este logro animó al PNV a institucionalizar el Día de la Patria. En 1933 la concentración se celebró en San Sebastián, el año siguiente en Vitoria, y en 1935 en Pamplona, no sin problemas al ser prohibida por las autoridades de la provincia. Tras la elecciones de febrero de 1936, que ganó el Frente Popular, las circunstancias políticas dificultaron conmemorar el Aberri Eguna en Domingo de Resurrección. «No hemos olvidado este hermoso día [...] aunque por causa de las elecciones y otras ocupaciones nos hemos visto obligados a retrasarla», anunciaba el Bizkai Buru Batzar el 14 de abril.
Pascua de Pentecostés
El BBB aclaraba también que «celebrados ya los Aberri Eguna en las cuatro regiones de este lado de los Pirineos, sentimos deseos de ir más arriba», pero, como «al otro lado del Bidasoa» los apoyos políticos eran aún escasos, «la fiesta nacional vasca» no se había podido organizar en Laburdi como era deseado.
Ante este panorama, en 1936 crearon un nuevo modelo: abandonaron la idea de congregar miles de personas en una sola capital para celebrarlo en cada localidad con actos puntuales. «Lo que deseamos es que el Aberri Eguna de este año se celebre en todos los pueblos donde exista un grupo de patriotas», anunciaron.
El Euzkadi Buru Batzar decidió que la conmemoración tuviese lugar el 31 de mayo, día de Pascua de Pentecostés. En esta fecha se fijó «el Día de Haber por la Patria», para que los nacionalistas entregaran voluntariamente el equivalente a un día de salario. «Todos los patriotas, los adinerados, los baserritarras, los arrantzales, los profesionales, las emakumes y hasta los gaztetxus han de hacer su donación de un día de haber a la patria», señalaron.
Este esquema de disgregar la celebración del Aberri Eguna por todos los pueblos exigió un gran esfuerzo organizativo, en el que participaron las estructuras del partido: las Juntas Municipales, los batzokis, la Juventud Vasca, la Federación de Mendigoixales y la Emakume Buru Batzar, coordinadas todas ellas por una Comisión del Aberri Eguna en cada provincia.
La de Bizkaia insistió en un aspecto: que no hubiese incidentes, algo que desde su punto de vista era crucial en los tensos meses que se vivían en la primavera de 1936. El 5° Aberri Eguna tenía que demostrar «la potencia nacionalista» y «la seriedad y la disciplina de nuestra organización», con un «comportamiento sano, ordenado y ejemplar», sin gritos extemporáneos ni gestos que sirviesen de disculpa para atacar al PNV.
Como se hacía desde 1932, la víspera del Aberri Eguna se encendieron hogueras en los montes de Vizcaya, evocando la antigua tradición de llamada a Juntas Generales. En casi todos los pueblos, las Juntas Municipales del PNV elaboraron su programa festivo, pero el de mayor resonancia fue el de Bilbao.
Comenzó a las 9 de la mañana, con misas en Begoña, San Pedro de Deusto y San Vicente, «en la República de Abando, pila bautismal y cuna del maestro». A las diez y media hubo un mitin en el frontón Euzkalduna y una hora después «un gran desfile patriótico», frente a Sabin Etxea. Por la tarde, romería en Archanda. El PNV llamaba a engalanar balcones y ventanas «con los colores de la bandera vasca».
Exaltación nacionalista
Las proclamas del BBB para el Aberri Eguna del 36 tenían el objetivo de mostrar la fe nacionalista y exaltar la figura de Sabino Arana como germen de «la resurrección de nuestra patria» y ejemplo a seguir por sus sacrificios personales a la causa de «Jaungoikoa eta Lagizarra». «Un pueblo entero siguió la ruta de sus enseñanzas», rezaban. Se mantenía, en suma, el esquema argumental del PNV, que difundía sus ideas centrales en base a una patria, «Euzkadi», y el lema «Jaungoikoa eta Lagizarra».
Los discursos del mitin del Euzkalduna desarrollaron tales planteamientos ideológicos aunque, al mismo tiempo, justificaron la alternativa del Estatuto, cuya aprobación era inminente. Se trataba de confirmar la personalidad vasca con características históricas, culturales y económicas comunes, «que habían de adquirir el reconocimiento internacional».
Este planteamiento ideológico incluía llevar el lema «Dios y Patria» al Estatuto, lo que permitiría al PNV elaborar su obra legislativa y de gobierno. Éstos eran para el nacionalismo vasco los principales retos que se presentaban ante la nueva coyuntura histórica que se abría en la primavera de 1936.
El BBB consideró que la gran participación de ciudadanos, el orden que había presidido estos actos y la gran recaudación del «Día del Haber» significó un éxito sin precedentes para el 5° Aberri Eguna de la historia. Pero la Guerra Civil estaba a punto de estallar y todo quedó aplazado.
Por: Manuel Monte Bilbao
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