Hay historias que se van quedando en la bruma de los tiempos. Conviene recordarlas cuando se cumplen cuarenta años redondos, de aquella generación de vascos que querían dejar el legado de lo hecho a las nuevas generaciones “para que se completara y llegara a sus últimas consecuencias” como dijo un venerable señor con su sombrero recogido y ante el Árbol de Gernika en el Aberri Eguna de 1974.
“Iñaki, os damos una noticia extraordinaria que la hemos mantenido en secreto hasta hoy. El lehendakari Don Jesús María de Leizaola acaba de estar en Gernika, hoy, Aberri Eguna, para decir a los jóvenes que la lucha continúa, que el gobierno vasco en el exilio permanece como símbolo de los vascos y que hay que prepararse, pues a la dictadura le queda poco”. Era el vicepresidente Martín Ugalde en conferencia telefónica desde Donibane Lohitzun poco antes del almuerzo, a frontón lleno para celebrar la fiesta de la Patria Vasca. En Caracas, también a frontón lleno recibimos aquella noticia con estupor y alegría y nos dedicamos a difundirla por todo el mundo, comenzando por la clandestina Radio Euzkadi y por aquel Centro Vasco que seguía muy de cerca lo que pasaba en Euzkadi.
El 14 de abril de 1974, los vascos celebraban por todo el mundo y, en la clandestinidad, el “Aberri Eguna”. La dictadura franquista iniciaba ya su última etapa, confirmada con la enfermedad del dictador. La Resistencia Vasca, lo que llamábamos, entonces, el “Interior” pidió al Lehendakari Leizaola que se trasladara, clandestinamente, a Gernika, para marcar, aquel año la celebración del “Aberri Eguna”. Hace ahora cuarenta años. Fecha redonda.
Su respuesta fue afirmativa. Sólo le preocupaba que se lo pedían demasiado tarde pues no podía entrenarse para andar por el monte, pero, enseguida, le tranquilizaron, pues atravesaría la “muga” en coche. El sábado por la tarde, víspera de “Aberri Eguna” pasaba por el puesto fronterizo de Ibardin, arropado por tres antiguos “gudaris”, Primi Abad, Hilario Zubizarreta y Deunoro Totorika. Iba con la documentación de un agente de aduanas de Hendaia fallecido pocos meses antes y padre político de un burukide del GBB en la clandestinidad.
A su llegada a Bilbao, en Begoña, fue recogido por el entonces Presidente del Consejo Delegado de la Resistencia, Fede Bergaretxe. Después de una visita a la Basílica de Begoña, el Lehendakari Leizaola se trasladó a Algorta, al domicilio del burukide bizkaino, Sabin de Zubiri, donde pasó la noche, antes de ir a Gernika, al día siguiente.
Allí, en Algorta, tuvo lugar la entrevista, del Lehendakari Leizaola, con el periodista francés, Dominique Pouchin, joven redactor del diario francés "Le Monde" y luego redactor-jefe de "L'Evénement du Jeudi". A dicha conversación, asistieron, también, Juan Ajuriaguerra y Xabier Arzalluz.
A preguntas del periodista, el Lehendakari manifestó que era la primera vez que había pasado “la muga” después de 37 años de exilio. Recordó cómo allí cerca, en Serantes, había hecho su servicio militar en Artillería, recordando algunas anécdotas de aquella época. El Lehendakari, en su disertación, decía que le había costado reconocer Bilbao. Su transformación le pareció tan grande, que llegó a decir: ¡Bilbao es Caracas!.
Su admiración, ante la evolución de la industria le impresionaba, era “la riqueza de su país”, según manifestó. Uno de los presentes, le dijo: “Sobre todo la del gran capital vasco”. Pero el Lehendakari le replicó: “El gran capital también forma parte del pueblo vasco”. El Lehendakari explicó al periodista francés, lo que había sido el Gobierno Vasco, constituido a los dos meses de iniciarse la guerra, en Gernika, un Gobierno que comprendía a todas las fuerzas políticas que se opusieron a la sublevación militar.
El Lehendakari explicó cómo aquel Gobierno consiguió formar un Ejército, reorganizando las primeras milicias, un ejército que resistió varios meses a los sublevados, antes de que pudieran ocupar Bilbao y el resto de Euzkadi. Un Gobierno que mantuvo el Orden Público, que consiguió el funcionamiento normal de los Tribunales de Justicia y que instituyó la Universidad Vasca, empezando por la Facultad de Medicina... La conferencia de prensa duró hasta bien entrada la noche, despidiéndose hasta la mañana siguiente en Gernika.
El acto en la Casa de Juntas de Gernika, breve, fue emocionante. Acudieron casi un centenar de alderdikides, que habían sido invitados a acudir a Gernika, sin saber que el Lehendakari Leizaola iba a estar presente. La figura de aquel anciano, casi de 80 años, erguido frente al Árbol milenario, era la genuina representación del pueblo vasco que, después de tantos años de dictadura, seguía en pie, esperando que, pronto, amaneciera el sol de la Libertad.
Finalizado el acto, el Lehendakari inició su viaje de regreso, deteniéndose en el cementerio de Sukarrieta, ante la tumba del fundador del Nacionalismo Vasco, aun sabiendo que sus restos no estaban allí, ya que habían sido trasladados, para evitar su profanación por los franquistas al ocupar Euzkadi.
Al regresar a Donibane, el periodista francés quiso despedirse del Lehendakari, pues él no podía quedarse a la comida que iba a tener lugar allí. Francia estaba en campaña electoral. Al mes siguiente se celebraban las elecciones presidenciales, por el fallecimiento del Presidente Pompidou. Uno de los candidatos era François Mitterand, quien iba a celebrar una conferencia de prensa, en su propiedad de Latché, en las Landas, cerca de Bayona. Tenía que asegurar, para su periódico, la participación en dicha conferencia.
Le preguntó al Lehendakari por lo que había sentido horas antes, cuando se había recogido ante el Árbol, en Gernika. El Lehendakari le contestó: “Lo mismo que le dije anoche. Que había venido a Gernika, para explicar a los jóvenes que, hacía casi 37 años, se había constituido el primer Gobierno de Euzkadi, que este Gobierno, obligado a hacer la guerra, creó el Ejército Vasco, a base de las milicias populares, que creó la Universidad Vasca, empezando por la Facultad de Medicina y que oficializó la ikurriña, como bandera nacional vasca. Que el Gobierno había cumplido su misión y que, ahora, correspondía a los jóvenes el seguir esa misión, mejorándola y perfeccionándola”. El periodista le interrumpió para preguntarle: “¿Y cree Vd. Presidente, que lo conseguirá?”. El Lehendakari, sonriendo, le contestó: “Tengo fe”.
Efectivamente, aquellas palabras, pronunciadas a su regreso de Gernika, donde había ido clandestinamente, respondiendo a la invitación de la Resistencia Vasca, para celebrar “Aberri Eguna” se cumplieron pocos años más tarde. Al regresar, ya definitivamente del exilio en diciembre de 1979, pudo entregar el testigo a un joven navarro, Carlos Garaikoetxea, nominado para Lehendakari por EAJ-PNV.
El viaje clandestino del Lehendakari Leizaola se efectuó sin ningún incidente. La Policía franquista fue ridiculizada, pues no se enteraron hasta el día siguiente. Sin embargo la prensa de Madrid trató de restar importancia a dicho viaje. El diario falangista “Pueblo” del 19 de abril, en un artículo de su enviado especial a París, escribía “La visita no fue clandestina, sino autorizada”. El monárquico “ABC” decía que “su nostálgico retorno le ha enemistado con sus correligionarios del otro lado de la frontera”. Insistía diciendo: “Círculos fidedignos españoles se muestran escépticos en relación con la noticia, difundida por la prensa francesa sobre la presencia de José (sic) María Leizaola en Bilbao”. “En los mencionados círculos se piensa que tales informaciones responden a un montaje propagandístico, aunque no puede descartarse en absoluto que Leizaola cruzase la frontera”. La desinformación y la mentira fueron durante 40 años las principales armas de la prensa y radio franquistas.
También por parte de la izquierda abertzale hubo algún intento de minimizar el viaje a Gernika del Lehendakari. Sin embargo, Telesforo de Monzón, ya alejado del Gobierno y de las posiciones políticas de EAJ-PNV, al día siguiente, envió un telegrama de felicitación al Lehendakari Leizaola.
El viaje a Gernika del Lehendakari fue un gesto digno y valiente. También el de un hombre disciplinado, que supo acceder a la sugerencia, a la invitación de la Resistencia Vasca. Fue el colofón a una actuación discreta, pero eficaz, como Lehendakari de Euzkadi. Fue en aquel tiempo, un bombazo político.
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