Por: Xabier Arzalluz
EL Centro Superior de Información para la Defensa es el único Servicio General de Información del Estado. Naturalmente hay Servicios específicos como el de la Guardia Civil, el militar de cada ejército, etc. Pero «el» Servicio de Información español es el CESID y, además, es militar y depende del Ministerio de Defensa orgánicamente, aunque se conecta también con la Presidencia del Gobierno.
La mayoría de los demás Estados poseen dos servicios no unificados ni conectados. Conocemos el FBI, con tareas muy tasadas para el interior de la Unión, y la CÍA, que se ocupa del espionaje exterior; así como en Alemania existe el BND, exterior, y el BVS, por cierto dependiente de los Gobiernos de cada Land, que se ocupa de los movimientos subversivos que amenazan la Constitución.
En España, en cambio, el CESID es un organismo único y militar. Decía Calderón estos días que un 40% del personal es civil. No tengo por qué dudar que sea así. Un oficial militar difícilmente se va a ocupar de labores propias de una secretaria, un ordenanza, etc., pero me gustaría saber cuántos civiles ocupan un puesto relevante en su organigrama y que no sean endogámicos, es decir, vinculados familiarmente al personal militar, como la hija del General Calderón que cuando la visita de Josu Jon Imaz a La Habana y la difusión de su famosa foto «con eta-rras», era la «Jefa de Antena» (la responsable) del CESID en Cuba. Por cierto, me afirman que el pasado año han sido promovidos al Generalato más oficiales del CESID que nunca.
El CESID es, pues, «uno» y «militar». Controla toda la información, teniendo como lema: «notitia victoria» que quiere decir: «de la información viene la victoria». En tal contexto quisiera saber quién es tan benévolo como para dar a la palabra «victoria» un significado no bélico.
Nació, además, de la fusión del «SECED», los famosos servicios de Carrero Blanco, instalados en el palacete de Castellana (donde se fraguó, por ejemplo, la operación Argala como venganza de la Operación Ogro), y del "Servicio de Información del Alto Estado Mayor".
Cuando considero que toda la información, incluida la menuda de la Guardia Civil, y que todas las armas, hasta la última chumbera, están controladas directamente por el Ejército, porque también la Guardia Civil tiene status militar y se halla englobada orgánicamente en el Ministerio del Ejército, no puedo menos que pensar en el artículo 8.° de la Constitución Española, que, sin ningún intermedio legal, confía al criterio del Ejército nada menos que «el orden constitucional» aparte de la garantía de la unidad territorial del Estado. Con ambos resortes, el Ejército tiene el control de todo el poder y, por mucho que se hable de Estado de Derecho, difícilmente cabe disipar la impresión de que vivimos en una democracia tutelada.
A la luz del citado artículo 8.° y del 55, que regula los estados de excepción, alarma y sitio, no constituye ningún disparate, ante las apelaciones del Señor Rodríguez Ibarra al Ejército o del Señor Aznar a las «previsiones constitucionales», el que en determinados despachos se hayan elaborado planes concretos de disuasión o de intervención en situaciones de «alarma social» que, con su aluvión mediático, pueden crear artificialmente cuando ello favorezca a sus intereses.
Alarmismos aparte, el CESID intervino en el 23 F. Una de las acusaciones abiertas a Calderón es la de haber eliminado a los agentes «constitucionalistas» y mantenido a los relacionados con el «golpismo». Uno de los primeros, el Coronel Diego Carracho, ha recurrido al Contencioso su destitución y se ha quejado al Defensor del Pueblo, entre otras cosas por habérsele considerado por la dirección del CESID «agente informador del PNV». ¡Nada menos! Se queja de los perjuicios que esa acusación le acarrea en su convivencia militar y en la difusión de dossieres con dicho contenido. No creo que le sirva de consuelo al Coronel Carracho, pero empeño mi palabra de que ni es conocido en el PNV ni se ha recibido información alguna por su parte. Es decir, que en el CESID se les hacen los dedos huéspedes y practican la caza de brujas.
El CESID intervino también en las operaciones del GAL, más allá del caso Argala citado. Pero corramos sobre esto un tupido velo.
Lo grave del CESID es que vigila a todo el mundo. Empezando por el Rey, como se comprobó en su día.
Recientemente, apareció una información en un periódico de Madrid que relataba la vigilancia que agentes del CESID realizaron sobre Federico Trillo, persona cabal, jurídico-militar, hijo de militar, ex Presidente del Congreso y, hoy, Ministro de Defensa.
Dice la información: «En junio de 1999, cuando era ya Presidente del Congreso, envió una carta de queja a Eduardo Serra, Ministro de Defensa, informando de que sus escoltas habían detectado «los trabajos» que los servicios de información estaban realizando sobre su persona. Serra se justificó diciendo que todo se debía a una operación de contravigilancia». «Los diputados del PP realizaron el informe del CESID gracias a la información que recogieron de varios ex agentes que explicaron, con todo lujo dé detalles, cómo se grababa a los políticos, periodistas, ex-agentes y hombres de negocios».
Si vigilaban a Trillo es que vigilaban a todo el mundo. Y no digamos a nosotros. Hubo un tiempo en la crisis del PNV con el Grupo Ormaza, en el que personas de nuestro entorno trabajaban para el CESID. Llevaban jóvenes de EGI a ser adiestrados en ASE-PROSN, cuyo director era hermano del conocido golpista absuelto Comandante Cortina, mientras otros se relacionaban directamente con agentes de «La Casa». Hoy, algunos de aquéllos siguen en activo, colaboran con sus estrategias, señalan nuestros puntos o personas débiles. Por dinero, naturalmente. Un personaje político me confesó, en su día, que había leído la transcripción de lo dicho en el primer encuentro entre nuestros hombres y los de HB. Y no hace mucho, los hombres, al ser descubiertos, saltaron apresuradamente un seto bastante alto de la finca en la que estábamos reunidos. Para no hablar de HB, porque ése es un capítulo que ha entrado en el género de la novela.
Nos siguen, nos escuchan, nos leen, nos analizan. Somos legales y demócratas. Pero si espían al Rey o a Trillo, ¿cómo no a nosotros?
Euzkadi, a ambos lados, está repleto de agentes, de cooperantes, de informantes. Y no digamos de policías. Hace un par de semanas, en un periódico de León se informaba del envío de 130 agentes de la Guardia Civil, de paisano, para Euzkadi: Cuarenta mil pesetas más de sueldo, más la ropa de paisano. Naturalmente, el Correo Español/Diario vasco no se hacían eco de la noticia.
No hace mucho asistimos, con cierto regocijo por mi parte, a una declaración pública del General Calderón en la que anunciaba la organización por el CESID de unos seminarios sobre Servicios de Información para parlamentarios, como preparación a la Reforma del CESID anunciada hace años por Aznar y que ahora piensa, por lo visto, hacerla realidad.
Nadie ha criticado el hecho: El CESID organizando unos cursillos sobre servicios para quienes se preparan para reformar al propio CESID.
Pero Calderón invitaba a los grupos PP, PSOE, CiU y CC.
Ni a comunistas ni a grupos menores. Pero excluía expresamente a los diputados del PNV porque este partido «no tiene sentido de Estado».
Desde luego que no lo tenemos en absoluto de ese Estado que ellos sustentan. Pero los vascos del Sur estamos en el Estado español, unos de grado y otros por fuerza. Y mientras estemos en él tenemos derecho a informarnos, a votar y a controlar.
Pero lo que sí tenemos los del PNV es «sentido de la democracia» del que ellos están ajenos. Y si algo caracteriza a la democracia, además del imperio de la ley (sobre todos), es el CONTROL (de todos). Y, hoy, el CESID, una organización militar tan militar que hasta se reserva el visado de garantía de todos los contratos del Ejército, que recibe los mayores fondos reservados y que carece de control gubernativo y judicial y se torea con un par de simulacros de comparecencia el control parlamentario, es un organismo autónomo en su ser y entroncado en las estructuras del Ejército.
Todo Estado necesita tener su Servicio de Información. Pero nunca aprobaremos una estructura de Servicios que no separe absolutamente lo exterior y lo interior, que no sea absolutamente civil y no tenga un control efectivo.
El Ejército necesita información, pero para sus tareas específicas y no para el «control de las vidas de los ciudadanos».
Federico Trillo, Ministro de Defensa, ahora, ha censurado las palabras del General Calderón y eso le honra.
El pasado año, dicho general me invitó a dar una charla a miembros del CESID en «La casa», fui cordialmente recibido y hablé del PNV y de sus planteamientos y posturas como si lo hubiera hecho en la propia Asamblea Nacional. Entendí que para eso me habían invitado.
Supe en el transcurso de la conversación que mi invitación había sido aprobada en La Moncloa y en el Ministerio de Defensa.
De ahí que no me abandona la idea de que el aparente desplante de Calderón no es atribuible al general, sino a la obsesión vindicativa que domina al inquilino de la Moncloa.
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