Sí, hay razones para la disconformidad de la mayoría social de Catalunya. No, no se puede despachar por el mero sistema de postergarlo al futuro. Si, el gobierno español se ha movido, pero en dirección contraria, como cuando Cromwell vió al general Manchester y otros altos oficiales ir en contra de la dirección de la batalla, y les tuvo que reconvenir e indicar que el enemigo estaba en el otro lado. Y no, no ha sido precisamente de ayuda la actitud de los poderes centrales respecto al problema español con Catalunya (que no problema catalán). Y es que en el asunto de las esteladas se ejemplifica todo lo anterior, a diferencia de si fuera otra la bandera elegida para enarbolar al viento.
En primer lugar abordemos el asunto de la financiación. Si, Catalunya está infrafinanciada. En los años de crisis el peso de las administraciones del estado con respecto al gasto total ha subido de un 33% en 2007 a un 45% en 2015, lo cual teniendo en cuenta que el mayor peso y volumen de gasto lo suponen la sanidad, la educación y los servicios sociales, con cargo a los presupuestos de las comunidades … es un sinsentido evidente por explicar (al igual que el hecho de que fuera José María Aznar en 2002 el que obligara a las comunidades a asumir competencias de educación y sanidad que no habían solicitado). La financiación de las autonomías de régimen común es un caos que ha llevado 7 métodos de cálculo, ninguno ha funcionado, se han inventado fondos de compensación que han servido para cosas diferentes de lo que indica su nombre, y aún así, se ha tenido que ejecutar medidas de emergencia específicas. En estos años de crisis, ya citados, para afrontar esos gastos, el estado, “generosamente” ha concedido créditos a las 15 comunidades de régimen común por un importe de 210 mil millones de euros. Deudas que se incrementarán en 2016, dado que el gasto global por esos 3 capítulos citados será de algo más de 100 mil millones de euros, sin contar otros capítulos, sea industria, investigación o infraestructuras, a los que el estado responderá con tan sólo 88 mil millones de euros. Y en el mismo período se pretende que esas comunidades bajen su nivel de deuda y déficit. Si, es un ataque a las comunidades autónomas por la financiación, pero es que, en el caso de Catalunya, quiere ser algo más, en lo económico y financiero, porque lo es en lo político y cultural, una de las cuatro nacionalidades que reconoce implícitamente el artículo 2 de la constitución española. Y para tener autonomía, hay que poder pagársela. Cuanto se equivocaron en abril de 1980 al rechazar el modelo de sistema de concierto para Catalunya … (modelo extensible a todas las comunidades, dicho sea de paso).
Obviamente en segundo lugar hay que mencionar el tema del estatuto. Es vergonzoso tener que negociar dos veces con miembros de la misma familia. Lo lógico sería que si se negocia, antes con PP o PSOE, ahora con esos o C’s y P’s, sea una vez. Veamos el ejemplo; Parlament de Catalunya, se llega a un acuerdo de 120 diputados, quedándose fuera sólo el PP, por tanto incluyendo al PSC, y con la promesa de ZP de respaldar en Madrid la propuesta que salga del Parlament. Esa propuesta va a Madrid y se tiene que volver a negociar con el famoso cepillado de Alfonso Guerra en la comisión constitucional. Se vota en referéndum. Sale que si. Y entonces una cámara de tercera lectura, llamémosla Tribunal Constitucional (que algunos se quieren cargar, volviendo a asesinar al austríaco Hans Kelsen, quien creó esta figura en 1920, en vez de reconsiderar su composición y funciones) vuelve a ejercer un nuevo cepillado. Lo curioso del asunto, es decir, lo sangrante, es que partes que fueron recurridas al TC del estatut, no fueron recurridas por el PP, sino apoyadas y votadas favorablemente, y ya en vigor, en el estatuto de Andalucía, aprobado en paralelo. Por no olvidar aquel firmazo contra Catalunya (así lo llamaron) por el tema del estatut. Y conviene hacer memoria, y observar que porcentaje de cumplimiento tenía en 2006 en estatut de Catalunya de 1979, tercera ley orgánica del estado del año 1979, en teoría de obligado cumplimiento en todos sus extremos. Sería interesante. Y es que cuando comienza el procés, en 2010, con la sentencia de julio de ese año, fue Montilla el que habló de desafección, porque había (y hay) un sustrato transversal de agravio contra las normas de las que los catalanes se han dotado libremente. Y que han negociado. Y que se les ha sido ninguneadas por parte de un estado que parece querer ver en el estatut de 1979 unas veces una estación de término, y otras un marco de trueque con el cumplimiento de la ley.
En tercer lugar pongamos las leyes de bases. Es regulación que el estado señala como de obligado cumplimiento. En teoría deberían ser las, escasas, leyes orgánicas, referidas a aspectos generales, de las que puedan colgarse las leyes de desarrollo de las competencias en el marco autonómico. Seguramente tenga todo que ver con aquél hecho de la LOAPA, que en 1981 tuvo todo que ver con las consecuencias del golpe triunfante civil y político detrás del golpe militar visualizado en Tejero o la acorazada Brunete y Pardo Zancada. Y seguramente por ello se ha procurado evitar que los “periféricos” tengan más de 50 escaños en el congreso para evitar que puedan enviar conjuntamente leyes aprobadas al Tribunal Constitucional. Se supone que las leyes ordinarias del Congreso y del Parlament de Catalunya tienen el mismo rango legal y la misma fuerza normativa. Pero también se supone que según la interpretación original de la constitución sólo iban a tener asamblea legislativa las nacionalidades históricas, y un pacto político se las extendió a las demás que se crearon (junto al consejo de gobierno o al tribunal superior de justicia), así que las aconstitucionalidades están a la orden del día. Por supuesto, dependiendo de quien lo haga. Si es el estado, cuela. Si es Catalunya, imposible. Y es que, como curiosidad, el mismo día, en el mismo boe, “puerta con puerta”, tras el decreto de disolución del franquista “TOP” (Tribunal de Orden Público) se daba la órden de creación de la Audiencia Nacional. Un órgano plenamente aconstitucional, que en algún momento habrá que revisar. Y seguramente, disolver (según Ramón Cotarelo en su libro “La conspiración” de 1996). Las leyes de bases deberían ser marcos generales, y se han convertido en corsés que constriñen materias en teoría indicadas como exclusivas en el marco de las comunidades, especialmente en el caso de las nacionalidades. Y es una razón fundamental y de peso, a tener en cuenta en la lista de agravios.
En cuarto lugar pongamos algo derivado de lo anterior, y sería la recentralización administrativa. Es más que evidente que la gestión del gobierno del PP de Mariano Rajoy entre 2011 y 2016 ha sido especialmente recentralizadora, cambiando criterios al marco jacobino de pensamiento, socavando desde la base conceptos ya consolidados. Es curioso que a primeros de los 90 fuera su maestro, Manuel Fraga, entonces ya presidente de la Xunta, el que propusiera la administración única autonómica, esto es, que hubiera una ventanilla única, bajo el mando del hecho autonómico, con todos los funcionarios en su plantilla orgánica, para gestionarlo todo, desde el punto de vista administrativo, bajo las instituciones de las comunidades autónomas. A favor de Mariano está el hecho de que su pupilo Feijoo ha barrido fuera del PP en Galiza todo lo que quedaba de galleguismo, liquidando el patrimonio legado por el Patrón. Es indudable que el aspecto administrativo es importante, y el requerimiento judicial en muchos ámbitos, por no hablar de las leyes recurridas al TC (pobreza energética, fracking y demás) también se recurren normas de menor rango y otros asuntos que ralentizan el poder efectivo de las instituciones catalanas de llevar a cabo su programa y sus proyectos. Porque, es curioso, si el estado recurre una ley catalana, es de suspensión automática, pero si una ley española invade competencias exclusivas, o ámbitos administrativos exclusivos, de Catalunya, entonces puede recurrirse, mas sus efectos no, no son declarados en suspenso hasta la resolución o sentencia. Es una injusta situación de desprotección y de inequidad, que es fuente de graves dificultades. Asimismo, cuando el President acudió con un listado de 23 asuntos a tratar, la lista ni siquiera fue revisada ni tenida en cuenta. Son asuntos que preocupan a la parte catalana, pero no a la española. Y crea desafección.
En quinto lugar situemos a la cultura y la lengua. Pongamos lo más evidente. En Quebec etiquetaban mayoritariamente en inglés, rótulos, y demás. Por ley se obliga a situar en pie de igualdad al francés. Se imaginan que en Edimburgo o Dublín se rotulara sólo en inglés y no en gaélico? Se imaginan que en el Sur del Tirol se etiquetara en italiano y no también en alemán? Es así que se entenderá que en Catalunya no se puede rotular sólo en Castellano. Porque? Bien sencillo. Porque, se supone, que el catalán, la lengua catalana, es tan española como el castellano. Si se parte de llamar al castellano el español, sólo porque en América al castellano de España se le llama español, estará creándose (ya está creado) un caldo de cultivo perfecto en el que se excluye del imaginario colectivo de lo español la lengua y culturas catalanas. Cuando no debiera ser así. Y es que rotular en catalán, además de en castellano, debería ser una obligación autoimpuesta. Como no se va a rotular en catalán, siendo el catalán la lengua propia? Acaso se tiene la mentalidad unilingüe y uniforme? La mente de los críos que aprenden dos o más lenguas tiene más capacidad de uso, de proyección de su capacidad cerebral que otro que sólo aprende una. Siquiera por el mero hecho de saber que un mismo hecho, un mismo concepto, puede denominarse de varias maneras. Y es que, si, una lengua es una forma de comunicarse, pero es mucho más, es una forma de ver el mundo surgida en un contexto determinado, y aunque ahora se haya perdido, las palabras significaban mucho más que una sóla cosa. La lengua es la forma de ver y expresar el mundo que la rodea de una comunidad determinada. Es por eso que es fundamental protegerla y proyectarla al futuro, como corazón de una cultura propia y diferenciada. Como aportación y arraigo en un mundo globalizado en el que ninguna lengua debe sobrar, y todas deben poder vivirse en paz y libertad.
En sexto lugar situemos la dimensión europea e internacional. No hablemos de las “embajadas”, como la que abrió el gobierno de Pujol en Marruecos para que quien migrara a Catalunya no fuera por las bravas como migrante ilegal, sino con contrato de trabajo desde origen, cara al destino. Vayamos al fenómeno yihadista, y es que la visión primigenea a los Mossos d’esquadra ha sido tratarlos parecido a una policía local en el combate contra la amenaza terrorista, como si no fueran una policía integral, que combate y protege a Catalunya en ámbitos tan sensibles, en el que se incluye una importante comunidad de origen árabe y musulmana. Ni que fueran los Mossos una rama desconocida de Al Qaeda. Incapaces, a diferencia de otros, de integrarlos en las redes de información europeas, en Europol o Interpol, donde si puede acudir el jefe de la policía de Gibraltar (mal que le pese a España). La dimensión europea es importante, y España, deben aprenderlo, es un estado plural, compuesto. Posiblemente el estado más rico, más plurinacional y plurilingüístico de toda la Unión Europea. Y este hecho, una vez reconocido, debería verse como un valor y una oportunidad, no como el enemigo. Bélgica, Austria, Alemania, Reino Unido, Italia … tienen instrumentos en el marco de la UE para la participación directa de sus naciones, lander o regiones, algo que adolece y mucho el marco español. O en la trasposición de leyes, normas y reglamentos comunitarios, dándose una cierta recentralización vía Bruselas. Porque en Bruselas, más que cesión de soberanía, se comparte. Se comparte entre los Estados miembro. Importante matiz. A Catalunya, mientras, se le procura negar todo atisbo de soberanía. Ya lo dijo el portavoz de Alianza Popular en 1978, lo que había que evitar era el autonomismo que llevara al federalismo que llevara al separatismo que llevara a la ruptura de la unidad de España … pero claro, no se quería dar cuenta que nadie pone en duda la unidad de Suiza, en la que conviven varias lenguas y nacionalidades, sin problemas.
En séptimo lugar pongamos encima de la mesa el hecho de la economía y la competitividad. Ejemplo práctico. Desde los tiempos de los fenicios (si, a los catalanes se les llama a veces fenicios, a veces polacos, que se le va a hacer) la gran mayoría del transporte de mercancías cubre el trayecto desde Algeciras a la Junquera en los Pirineos, por la costa mediterránea. Sería lo que vendría a ser el corredor mediterráneo de alta velocidad de hoy, que acoge el 40% del tráfico de mercancías por la península. Conste, es bueno para Catalunya? Si. Pero mucho más para la huerta almeriense y murciana, por ejemplo. O para el propio puerto de Algeciras. Y es que si estuviera bien hecha y en marcha, sería un serio competidor de Rotterdam como puerto de ingreso en Europa de mercancías, que, tras pasar el Canal de Suez, desembarcarían en Algeciras, y por el corredor mediterráneo subirían hacia el corazón de europa atravesando Francia. En vez de dar la vuelta hasta el puerto holandés. Y es que han sido y son concepciones ideológicas centralistas las que retrasan el corredor mediterráneo, con la obsesión de que debía pasar por Madrid. Absurdo. O que, mientras las instituciones europeas apostaban por los corredores atlántico y mediterráneo, el gobierno español, PP y PSOE, apostaran por el fantasmagórico corredor central, pasando por Madrid. Por otro lado, es importante señalar el hecho de que buena parte de la riqueza de Madrid, tanto capital como comunidad autónoma (que nadie esperaba, no hay más que ver el himno de la comunidad) es en buena medida producto de ser capital del estado. En 1942 Franco pensó trasladar la capital a Sevilla. Sería interesante saber dónde estaría hoy Madrid si ese hecho hubiera sucedido. Es importante para Catalunya ser polo de atracción, y sede de toma de decisiones, en materia empresarial, económica y competitiva. Obviamente, para ello hay que tener una buena financiación, capacidad de maniobra, buenos instrumentos legales, y posibilidades reales de atracción, de innovación. Y para Catalunya es muy complicado en el actual marco. Sobre todo con la aspiradora llamada Madrid, que en época de crisis ha recibido más nuevas empresas que las que han abandonado Madrid. Y es que, seamos sinceros, se puede llegar a decir que Madrid es el paraíso fiscal de España. Y ante eso, es difícil poder competir.
En octavo (y último lugar, no es cuestión de extenderse demasiado) pongamos en valor el respeto al diferente. Catalunya es distinta. Ni mejor ni peor, diferente. Como se puede crear un problema? Veamos, Quebec. En principios de los años 80, precisamente, en 1980, se empezó la labor de repatriación desde Londres de la constitución de Canadá, con vistas a modificarla, y por primera vez, tener una constitución escrita para, por y desde el Canadá. En teoría deberían de estar de acuerdo todas las provincias. Quebec no lo estuvo. Y el irrespeto, pues la constitución se aprobó sin el asentimiento de Quebec fue el detonante definitivo del conflicto. Solución? Negociar, acordar, y asumir la democracia. Al igual que pasó en Escocia, el 18 de septiembre de 2014 y la comisión que le siguió (que, ciertamente, el horizonte que manejan es, sobre el papel, el nivel competencial vasco, con un algo del sistema de concierto, aunque, como se puede suponer, una cosa es la letra escrita, y otra su aplicación por parte del estado español). Ciertamente cada caso es cada caso, y el modelo del país X es válido para ese contexto únicamente. Pero los principios si son de aplicación universal. Adaptados a cada caso. Hay que respetar al diferente. Amar lo que uno es, sin odiar lo que uno no es. Poner las bases al entendimiento es fundamental, para la convivencia.
Y finalmente, vayamos al tema de las esteladas. Y del labaro. Y de la bandera rojigualda con el toro. Porque si, esta última es igualmente aconstitucional. Con el agravante que es el símbolo que adopta una conocida marca de bebidas espirituosas. Y pudiera llegar a considerarse publicidad comercial, si nos ponemos quisquillosos. O, como poco, aconostitucional, dado que el toro citado, el de Osborne, no es escudo oficial de España, y por tanto, tan al margen de la ley como la estelada. O como el labaro cántabro, que seguramente no ha habido partido del Racing en el Sardinero que no haya estado presente. Fue una de las 3 banderas oficiales que se manejaron para ser la de Cantabria en 1981. Y que conste, la actual oficial, blanquirroja, es la que era matrícula de Santander, de la provincia marítima, de fines del siglo XVIII. Y Cantabria es más que Santander. Y el Labaro cumple esa función. En 2016 ha sido recogida por ley del Parlamento de Cantabria como enseña representativa del pueblo cántabro, dándole una cierta oficialidad (con el temor de PP y C’s) de ser el origen de un futuro (sic) nacionalismo cántabro (tal vez con la radicalización del regionalista PRC). El lábaro está en el mismo plano de aconstitucionalidad. Se imaginan que el Racing jugara la final de copa con el Sevilla y prohibieran la entrada del labaro al campo? Lo harán en los partidos de liga que juegue el Racing en segunda (esperemos) en la temporada 2016/2017? Absurdo. Incapacidad de asumir al diferente. Y la estelada igual. Con el agravante de que, como la bandera del toro de Osborne, es una derivación de una bandera oficial, que, en lo básico, el hecho cuatribarrado, está presente en las banderas de Aragón, Baleares y País Valenciá, además de la propia Catalunya. No querer ver que prohibiendo se incentiva las dinámicas más opuestas y extremas suponen mantener la misma ceguera que ha conducido al punto actual. Y la estelada recuerda los agravios arriba mencionados. Y otros no mencionados. Que los hay. Son asuntos serios. Y no pueden despacharse con un edicto o una órden desde una delegada del gobierno (otro asunto que incurre en aconstitucionalidad, pero es otra historia). O de un silencio administrativo. Los asuntos hay que resolverlos. Asumirlos, reunir a las partes, y no dejar que se pudran, volviéndose irresolubles. Porque se corre el riesto de un extrañamiento mutuo para décadas o siglos (como con América). No hay final predeterminado. El camino se hace al andar, que dijo Machado. Es una pena que el asunto de las esteladas sea un mojón más en el camino de la separación y el distanciamiento. Porque, de esto, como de otras muchas cosas, será España la única responsable.
Juan Carlos Pérez
Por cierto.
Para el PP y todo el facherío rojigualdo la estelada "incita al odio".
Que pasa si un español va con una bandera republicana, tan inconstitucional como la estelada, a un evento. Lo van a reprimir tambien ?
Las primeras victimas del facherio rojigualdo van a ser los mismos españoles. Republicanos pero españoles.
Publicado por: takolo3 | 05/23/2016 en 05:24 p.m.