NO hay, sin embargo, nada de surrealista en lo que subyace tras tales mapas, que reflejan en parte el extraordinario puzle étnico, religioso, cultural y político de Siria. La Siria histórica nunca llegó a ser un estado diferenciado, sino en la mayoría de los casos el campo de batalla de los grandes imperios que se sucedieron en Oriente Medio y allí donde a lo largo de cerca de 5.000 años de historia las distintas civilizaciones han ido depositando una abigarrada sucesión de estratos étnicos, religiosos y culturales, de comunidades en parte segregadas geográficamente pero agrupadas y fundidas en los crisoles que constituyen las viejas ciudades de Alepo, Homs, Hama, Damasco…
Musulmanes sunnitas, chiítas e ismailitas de lengua árabe; sunnitas de lengua kurda, turkomana o circasiana; cristianos ortodoxos, maronitas, armenios, jacobitas, nestorianos y católicos de lengua árabe, armenia o aramea y lengua litúrgica griega, armenia, siríaca o latina; y minorías heterodoxas como alauitas y drusos de lengua árabe o yazidíes de lengua kurda. En conjunto, un 75% son sunnitas, un 15% chiítas, un 9% cristianos y un 3% de otras minorías religiosas.
Aunque este cuadro parecería propicio para una historia convulsa de enfrentamientos sectarios, estos no han sido frecuentes y cuando se han producido se explican mas por razones políticas externas de los imperios en presencia que por causas étnico-religiosas internas.
Tras la independencia total de Francia, en 1946, ese kilim tradicional étnico-religioso se cruza con el entramado moderno de las ideologías del islamismo político, del nacionalismo árabe, del socialismo y del anticolonialismo, dando lugar a todas las combinaciones posibles, aunque serán los islamistas, principalmente de los Hermanos Musulmanes desde 1940 y los nacionalistas árabes laicos del partido Baaz, creado por el cristiano Michel Afflaq en 1943, los que se enfrentarán por la hegemonía durante decenios, hasta que el nacionalismo baazista, con el apoyo de las minorías, se impuso desde 1963 y sobre todo 1971 con la llegada al poder del general Hafed el Assad de la minoría alauita y líder moderado del Baaz.
A nivel exterior, mientras, Siria se verá envuelta a partir de la creación de Israel en 1948 en cuatro guerras que le harán perder el norte de Galilea y el Golán. Al igual que otros regímenes nacionalistas árabes como Egipto e Irak, el respaldo de Siria a la causa palestina y su oposición a Israel, poder vicario del imperialismo occidental, le llevará hacia el movimiento de los no alineados y posteriormente a un acuerdo con la Unión Soviética cuyo apoyo militar y económico le permitirá ejercer de pacificador en la guerra civil del Líbano y mantener el pulso con Israel en la cuarta Guerra árabe-israelí. Tras esta guerra, Egipto acabará haciendo la paz separada con Israel en Camp David y el nacionalismo nasserista se diluirá entre los dólares americanos y sauditas. Siria se mantuvo en el llamado frente del rechazo con Libia e Irak, pero las aventuras expansionistas de Sadam Hussein contra Irán y Kuwait, con su derrota y debilitamiento, arruinaron el frente. En el horizonte de las negociaciones entre Israel con la OLP y con Jordania, Siria intentó también negociar en dos ocasiones la devolución del Golán por Israel, pero el enfrentamiento indirecto que mantenían a través de Hezbollah y del Ejército del Sur del Líbano imposibilitó ningún acuerdo.
A nivel interno, el régimen baazista establecerá un equilibrio de fuerzas entre las distintas comunidades étnico-religiosas en un marco laico sólo contestado por los islamistas, que serán reprimidos. Es un régimen paternalista y autoritario, no homologable al modelo democrático-liberal y no muy distinto de los restantes regímenes árabes del entorno fueran pro o antioccidentales; aunque desde luego en ningún caso comparable a las monarquías teocráticas y despóticas como Arabia Saudita.
A nivel económico, con el apoyo técnico de la Unión Soviética y de Libia se acometerán importantes mejoras en infraestructuras, como la Gran Presa del Eufrates, lo que junto con el descubrimiento de petróleo y el turismo impulsarán el crecimiento económico y mejoras en el nivel de vida. Tras la disolución de la Unión Soviética, Siria inicia una moderada liberalización económica que después de la muerte de Hafed el Assad, en 2000, sustituido por su hijo Bashar, se complementará con un tímida apertura política que permitirá una oposición legal.
En la crisis mundial sobrevenida tras el 2001 con el atentado de las Torres Gemelas y las posteriores intervenciones de Estados Unidos y sus aliados en Afganistán e Irak , con la destrucción del régimen de Sadam Hussein, Siria se mantendrá al margen, centrada en sus procesos de apertura internos al tiempo que retiraba su ejército del Líbano y ponía fin a 25 años de intervención. Toda esta evolución del régimen sirio no impedirá ser incluido por George W. Bush en el llamado Eje del Mal junto con Irán y Corea del Norte. El firme antiimperialismo sirio no se olvidaba fácilmente.
En 2011 estalla la revolución democrática conocida como la Primavera Árabe, que afectó primero a los regímenes autoritarios prooccidentales de Túnez y Egipto y cogió por sorpresa a la Unión Europea (UE) y a Estados Unidos; después a Bahrein y a Yemen, donde sí hubo reacción apoyando el aplastamiento del movimiento por Arabia Saudita en el primero y, al contrario, apoyando la rebelión en el segundo hasta provocar la caída del presidente Saleh y la posterior guerra civil. Por último, el movimiento llegó a Siria y Libia y aquí las potencias occidentales vieron la oportunidad de deshacerse de dos antiguos enemigos apoyando las rebeliones. En Libia, interviniendo directamente con bombardeos; en Siria, a través de sus aliados regionales, Turquía y Arabia Saudita, enemigos de Siria, que impulsaron descaradamente la escalada de movilizaciones y violencia con la represión aún más violenta hasta llegar a la guerra civil.
Los argumentos de apoyo a la libertad y la democracia vendidos por los gobiernos occidentales para justificar este proceder no se sostienen. No se aplicaron al caso de Bahrein ni se aplican al régimen en Egipto del mariscal Al Sisi, quien tras su sangriento golpe de estado mantiene al país bajo una feroz represión contra toda oposición islamista o laica mayor que la que podía haber en Siria en el 2011. Mucho menos se proclaman aquellos principios en defensa de los movimientos opositores del interior de Arabia Saudita y de las otras monarquías teocráticas árabes que siempre han visto en el régimen sirio, laico, multirreligioso y socializante una amenaza ideológica para sus regímenes medievales y despóticos.
El resultado de tan hipócrita política occidental en Siria está a la vista, una cruel y devastadora guerra civil de cinco años que ha provocado una catástrofe humanitaria con más de 300.000 muertos, millones de heridos y mutilados, la mitad del total de sus 22 millones de habitantes desarraigada de sus hogares y 4 millones de refugiados huidos al extranjero, de los que decenas de miles que lograron atravesar el Egeo sin ahogarse se arrastran por las carreteras de los Balcanes intentando alcanzar la UE en busca de seguridad y trabajo y, por supuesto, algo de esa libertad y democracia que les resultan tan caras y de cuya factura los europeos no quieren saber nada.
La actuación occidental con Siria, además de hipócrita y criminal a nivel de los Derechos Humanos., ha sido extraordinariamente torpe a nivel geopolítico pues ha transformado un problema menor, el de un pequeño y complejo país en su difícil tránsito de un régimen autoritario hacia otro más abierto y democrático, en un peligroso conflicto armado regional que puede acabar enfrentando a las grandes potencias y a sus aliados regionales directamente entre sí.
Siria tiene una centralidad crítica en el inflamable teatro de Oriente Medio; fronteriza con Turquía con su problema kurdo justo en la frontera y ahora con las consecuencias del golpe o autogolpe de Estado; con Irak con su propia guerra civil larvada y bajo el protectorado de Irán; con Jordania con quien ya tuvo una breve guerra y ahora bajo la presión de Arabia Saudita; con Israel, el enemigo histórico; y con el Líbano , una pequeña siria que ya sufrió una guerra civil parecida que duró veinte años y costó 200.000 muertos . Así, hoy, en la confusa guerra a cuatro bandas de Siria además de las fuerzas gubernamentales, las del EI, las de las YPG (kurdas) y las del ELS e islámicas (Al Qaeda) hay presencia reconocida de fuerzas de Irán (Pasdaran), de Líbano (Hezbollah), de Rusia, de Estados Unidos, y de Francia; y no reconocidas de Turquía, Arabia Saudita y Qatar. Un polvorín que podría estallar y devenir en una gran guerra. Las antiguas potencias imperialistas no acaban de enterarse de que ya no se puede andar por el mundo como en el siglo XIX o el XX propiciando invasiones, masacres y catástrofes humanitarias en lejanas colonias sin mayores consecuencias. El mundo se ha vuelto muy pequeño y si provocamos un infierno en cualquier sitio también nos quemamos nosotros. Lo demuestran el problema de los refugiados sirios, libios o afganos o el terrorismo yihadista del Daesh.
POR IÑAKI ALDEKOA
Siria hace frontera con Irak e Irak es la gran esperanza del mundo respecto al petróleo. Mientras se espera que la producción de oro negro de muchos países vaya cayendo a medida que agotan sus yacimientos se cree que Irak aún puede incrementar su producción. Esto permitiría estabilizar la producción mundial alrededor de estos increíbles 90 millones de barriles diarios a los que hemos llegado. Además el petróleo irakí se supone de mucha calidad.
Así que no se extrañen si todos los gobiernos ponen sus ojos en aquella región. Irak nos tiene que proporcionar petróleo y por los desiertos de Siria tienen que pasar los oleoductos que lo llevarían al Mediterráneo. De hecho no es la primera vez que Siria es considerada un país clave respecto al comercio del petróleo. En 1949 los americanos alentaron un golpe militar en Siria porque el gobierno sirio se oponía al paso de un oleoducto que la empresa Standard Oil of California quería construir.
A la larga veremos muchos ejércitos occidentales luchando en Oriente Medio para controlar el petróleo árabe. No quiero ni pensar qué mentiras se utilizarán para justificar estas empresas imperialistas.
Publicado por: Señor Negro | 07/30/2016 en 02:45 p.m.