Elizabeth Burgos
Estudios hechos en Francia de los asesinos islámicos y sus motivaciones, bien podrían arrojar luces a otro fenómeno igual de destructor, como la pérdida del tejido social en los estratos “parias” de América Latina y de Venezuela en particular. Helos tales, como los desgranan los etnopsicólogos galos.
TRAS francesa de Niza, los medios en general y los analistas en particular, se pierden en conjeturas el atentado del 14 de julio en la ciudad acerca de la personalidad y las motivaciones del conductor del camión de gran volumen que arremetió contra la muchedumbre causando 84 víctimas mortales entre la gente que se había congregado en la avenida más emblemática de la ciudad, “El Paseo de los Ingleses”. La noche del 14 de julio las familias acuden a contemplar los tradicionales fuegos artificiales con los que se celebra la fiesta nacional francesa. La víspera, el presidente de la República en la tradicional entrevista televisada que suele dar el jefe de Estado tras el tradicional desfile militar del 14 de julio, precisamente había anunciado fin para el día 26, del estado de emergencia decretado tras los atentados ocurridos en la sala de conciertos del Bataclan y en varias terrazas de cafés que habían causado 130 muertos y 430 heridos. Sumando el atentado al diario humorístico Charlie Hebdo el 7 de enero 2015, ya son 230 los muertos víctimas de atentados terroristas en Francia en los últimos dieciocho meses.
El atentado de Niza suscitó de nuevo la polémica entre el gobierno y aquellos que se oponen a la prolongación del estado de emergencia. La reconducción por seis meses más de las leyes de excepción fue aprobada por mayoría mientras escribimos esta nota, en la Asamblea Nacional y el Senado, respondiendo al clamor de la población que exige medidas de seguridad más drásticas, e incluso, acusa al gobierno de falta de eficacia. Las organizaciones de los derechos humanos, los ecologistas y la izquierda en general, se oponen rotundamente por considerar que las medidas de excepción debilitan el sistema democrático y no inciden en nada en la prevención de los atentados. Como tela de fondo de esta postura, prevalece -y no sin razón-, el panorama político francés. A pocos meses de las elecciones presidenciales, no se puede obviar el espacio, cada vez mayor -y los atentados lo ayudan alcanzado por el Frente Nacional de Marine Le Pen, quien adjudica a la presencia de la inmigración de obediencia musulmana, los males que sufre el país.
¿Qué queda de la libertad, el valor más preciado de los franceses si el Frente Nacional hereda las leyes de excepción decretadas bajo un gobierno de izquierda? Al crítico más radical de la política del gobierno actual, el ex presidente Nicolás Sarkozy, ésta le recuerda que fue bajo su gobierno que se tomó la decisión de suprimir la policía de punto y los medios a las asociaciones dedicadas a la ayuda de las familias de esas zonas; la manera más eficiente de conocer lo que está sucediendo en los suburbios de donde proceden los combatientes suicidas que cometen los atentados y cumplir con el papel de los cuerpos policiales que es la prevención de la delincuencia.
Gilles Kepel, especialista que dedicó su actividad académica al estudio del progresivo radicalismo islámico en los suburbios, lo comprobó en el curso de sus encuestas. Se encontró con familias en donde la ausencia del padre es la norma y las quejas de las madres que al percatarse de la radicalización de los hijos no saben a quién acudir. Cuando no se domina bien el francés, es más fácil dirigirse a una persona cercana que dirigirse a una administración en donde se enfrentará a una burocracia que ignora el terreno de los hechos y donde seguramente no serán bien recibidas. Este ejemplo demuestra el choque entre la sociología -el terreno en donde se gestan los hechos-, y las superestructuras burocrático/administrativas, alejadas de la vida real de los individuos. Parece una constatación simple, pero como se ha demostrado, acarrea grandes consecuencias.
La puerilidad de ciertos responsables de las alcaldías, - de izquierda y de derecha -, que en aras a eludir los crecientes problemas de delincuencia entre los jóvenes producto de la inmigración, permitieron la creación de mezquitas en donde ofician los imames radicales, financiados por esos mismos países petroleros que adquieren armas en Francia. La sociología de esos conglomerados tiene rasgos similares en su disfuncionamiento sociológico a los de los barrios marginales de América Latina, en particular, los de Venezuela, al igual que el fenómeno de mestizaje acelerado que se percibe en ciertas zonas del territorio francés.
En materia de prevención, los sociólogos y políticos franceses podrían aprender mucho del caso venezolano, en donde se permitió el surgimiento de estratos sociales que el divorcio con el resto de la sociedad condujo a forjar normas propias, reñidas con las del Estado: es decir, a vivir fuera de la ley. De hecho, el fenómeno del terrorismo local, podría considerarse como una variante de los colectivos armados de Venezuela, por supuesto guardando las proporciones y en particular, teniendo en cuenta que el resentimiento, que en Venezuela se manifiesta de manera directa, en Francia, pasa por el estrato religioso.
Ante la sorpresa de que el autor del atentado de Niza, Mohamed Lahuaiej-Buhlel, no correspondía a la imagen que se tiene del perfecto musulmán ortodoxo, antes por el contrario, violaba todos los preceptos del Islam: consumía alcohol, practicaba una vida sexual tan activa que hasta practicaba el bisexualismo, le pegaba a su mujer, no practicaba ritos religiosos, ni siquiera acudía a la mezquita , era tunecino, y pese a tener en su haber un prontuario de delincuente, su permiso de estadía nunca le fue retirado, - demuestra la limitación de los indicios sobre los cuales actúan las autoridades.
No es casual entonces que los dos especialistas que han dado una opinión más cercana a la realidad de ese universo, sean dos psicoanalistas. Patrick Amoyel, gran conocedor de los barrios musulmanes de Niza, trabaja sobre el fenómeno de la radicalización, considera que el terrorista del 14 de julio presenta el cuadro clínico de psicópata. El psicópata puede vivir normalmente, pero la ideología y su funcionamiento mental, lo pueden conducir al terreno del terrorismo. Como sostenía el etnopsiquiatra, Georges Devereux, la enfermedad mental está culturalmente determinada.
Patrick Amoyel aclara las claves culturales del comportamiento de Mohamed Lahuaiej-Buhlel. Proviene de un medio islamista muy arraigado en su ciudad de origen M’Saken, en Túnez. “Mamó del biberón islamista. Su padre, es un miembro eminente del partido islamista Ennahda. Mohamed LahuaiejBuhlel, vivía de manera impía, y últimamente fue presa de un sentimiento de culpabilidad, y se sintió obligado de lavar “la montaña de sus pecados”. Observar los cinco pilares del Islam no le era suficiente, debía morir para ir directamente al Paraíso, y lo decidió rápidamente”: de allí que su conversión religiosa no fue percibida por su entorno. El paso a la acción de quien posee la voluntad de “ser terrorista”, que puede ser cualquiera, sin que fuera musulmán, se debe a un acontecimiento brusco, inesperado: divorcio, pérdida de empleo, etc., circunstancias que sólo un equipo clínico que mantenga en análisis la persona, podría prever, pero no un policía que sólo tiene a su alcance hechos materiales, como son la compra de armas, llamadas telefónicas, control del internet.
El otro psicoanalista que lleva años trabajando en un barrio más emblemático famoso por los problemas sociales y de radicalismo en las cercanías de París, Saint-Denis, Fethi Ben Slama, ha observado la progresión de un sentimiento de angustia en aquellos que se consideran “no suficientemente musulmanes”, lo que los conduce a forjarse una ´fe incandescente´, a enarbolar una reivindicación y los estigmas de una justicia identitaria, a buscar la elevación mediante un ademán paradójico de humildad arrogante que impone el respeto y el miedo”. La herida del ideal islámico actúa como un llamado a la reparación, a la venganza, es el cruce de lo clínico y lo social que le permitió decantar el surgimiento de lo que este psicoanalista llama “el “supramusulmán”. Considera que el islamismo “se ha reducido a la noción de islam político, olvidando que el objetivo de éste, es la fábrica de una potencia ultrareligiosa que enlace lo sagrado arcaico y la entrega sacrificial, aunque se apoye en las tecnologías modernas. El mártir, su capacidad incendiaria universal, está en relación directa con el deseo sacrificial”.
“La cultura del oprimido de Marx, le ha dado paso al furor sacrificial ciego que no retrocede ni ante su propia inclusión en su acto asesino”, concluye Ben Slama en su obra premonitoria, Un furioso deseo de sacrificio (mayo 2016).
Como se puede observar, el reto cultural, político y de seguridad que enfrenta hoy Francia, es muy hondo.
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