Luis de Guezala (Doctor en Historia)
Euskadi, el País Vasco, Vasconia o Euskal Herria, no nos ponemos de acuerdo ni en el nombre, tiene como una de sus principales características precisamente su diversidad.
La geografía ha supuesto el primer y principal eje de esta diversidad, distinguiéndose ya desde épocas prehistóricas la diferente adaptación de los vascos a las condiciones de vida en la zona montañosa y boscosa de clima atlántico respecto a sus llanuras meridionales de clima mediterráneo.
El devenir histórico, junto a la realidad geográfica apuntada, supuso también, especialmente a partir de la Edad Media, la conformación administrativa de diferentes Territorios vascos, estructuras políticas en las que, a partir de sus caseríos, localidades y valles, nuestros antepasados organizaron su vida.
Cuando voy a hablar de Sabino de Arana, como líder e iniciador del movimiento nacionalista vasco, como historiador tengo que explicar que este hombre nació en un territorio histórico vasco concreto, Bizkaia, en la anteiglesia de Abando, un 25 de enero de 1865. He de esbozar también la Historia de Bizkaia y los otros territorios vascos hasta ese momento. Y explicar, especialmente, la percepción que los bizkainos y el resto de los vascos tenían de sí mismos, y de su pasado. Para poder comprender bien a aquellos que por primera vez acabarían asumiendo nuestra misma conciencia nacional vasca. Procuraré hacerlo en las siguientes líneas al hilo de la biografía de Sabino de Arana.
BlZKAIA HASTA 1865
El Señorío de Bizkaia se había terminado de conformar como tal en los siglos XV y XVI, en que fueron redactados y aprobados por los bizkainos sus Fueros, pero su organización territorial no acabaría de definirse hasta más tarde, ya que la integración definitiva de sus villas no se consensuaría hasta la Concordia de 1630, y los territorios de la Bizkaia no nuclear, Duranguesado, Encartaciones y Valle de Orozco no acabarían asimilándose al resto de Bizkaia hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX.
La base del sistema político bizkaino se regía por su ordenamiento foral, que regulaba las relaciones de sus habitantes. Estaban articuladas primero en sus localidades, con asambleas vecinales en las que decidían sobre los asuntos comunes, elegían a sus autoridades locales, los fieles, y a sus representantes en instancias superiores. Luego en sus valles o Merindades. Y finalmente a nivel de todo el Señorío en unas asambleas o Juntas Generales, que todos sabemos que se celebraban bajo el Árbol de Gernika.
Los junteros de las localidades bizkainas que componían estas Juntas Generales elegían una Diputación para ejercer su autoridad cuando no estaban reunidas, institución de gobierno que fue adquiriendo cada vez más importancia en el transcurso de los siglos.
Esta administración política de los bizkainos en principio no tenía una relación estable con los restantes territorios vascos. Su vinculación con el exterior venía determinada por el hecho de que desde el siglo XIV el Señor de Bizkaia ostentaba también el título de Rey de Castilla.
Los bizkainos, a lo largo de la Edad Moderna, interpretaron su vinculación con el monarca castellano como un pacto entre iguales. No consideraban que el ordenamiento foral bizkaino fuera un otorgamiento gracioso del Rey, como era el caso de los fueros municipales, sino fruto de su propia soberanía y acuerdo posterior con el Señor de Bizkaia, obligado como ellos a su cumplimiento.
La monarquía castellano-aragonesa fue desarrollando un proceso, especialmente tras la implantación a principios del siglo XVIII de la dinastía borbónica, originaria de Francia, en el que se fue imponiendo la concepción de que la soberanía correspondía únicamente al rey, el "soberano", cuyo poder era absoluto, sin que se le pudiera oponer ninguna limitación. Para los absolutistas los ordenamientos ferales vascos eran solo fruto de la voluntad del monarca, que por lo tanto podía alterarlos, incumplirlos o derogarlos según le diera la real gana.
El conflicto consecuente a estas dos concepciones enfrentadas fue suponiendo continuas desvirtuaciones e incumplimientos por parte de la monarquía de los Fueros, con episódicas movilizaciones en su defensa conocidas posteriormente como matxinadas. La última de éstas sucedida en Bizkaia tuvo lugar en 1804 y fue conocida como Zamakolada. Este acontecimiento nos permite aproximarnos a la mentalidad política de los bizkainos a principios del siglo que vio nacer a Sabino de Arana.
El referente principal que ellos tenían era el Señorío, que asimilaban al concepto que hoy en día tenemos de Patria, hasta el punto de que uno de los detenidos por los amotinados por no haber defendido bien, en opinión de éstos, las instituciones bizkainas fue obligado a firmar un escrito declarando que defendería los Fueros como "buen patriense".
El concepto actual de progreso no estaba desarrollado todavía en aquella sociedad tradicional bizkaina de apenas ciento veinte mil habitantes. Aquellos movimientos en defensa de los ordenamientos forales fueron "revolucionarios" en el sentido etimológico del término, de vuelta a la situación anterior. La mayor defensa y garantía que la mayoría de los hombres y mujeres que entonces vivían en Bizkaia veían en su vida era el mantenimiento del "statu quo" que la monarquía pretendía modificar, ya fuera cambiando o anulando las fronteras, implantando impuestos o imponiendo el servicio militar. "Que nuestros hijos no encuentren una situación peor que la que nos dejaron nuestros mayores". También su más sencillo argumento frente a la pretendida autoridad absoluta de los ambiciosos monarcas hispanos: "nunca ha sido de otra manera, los anteriores Señores respetaron siempre la situación que hasta ahora teníamos".
A otro nivel conceptual, los foralistas bizkainos desarrollaban y argumentaban el fundamento de su teoría del Fuero pactado frente a las tesis absolutistas monárquicas, en una desigualdad manifiesta frente a los académicos e historiadores y legisladores que trabajaban para la corona. No es casual que cuando las tropas reales ocuparon Bizkaia tras la Zamakolada uno de los primeros objetivos a controlar fueran sus archivos. Cuya documentación fue incautada, con el pretexto de investigar la rebelión pero con el objetivo principal de ser utilizada en las argumentaciones antiforalistas.
Los liberales españoles cogieron el relevo de los absolutistas en la cuestión de negar la soberanía vasca a sus ordenamientos ferales. Ahora el poder absoluto no correspondería al monarca, sino a la proclamada, por ellos, nación española. Dándose la paradoja de que los vascos encontrarían como única opción para defender sus Fueros unirse a la causa absolutista. La abrazaron hasta el punto de que las Querrás Carlistas en ocasiones prácticamente se convirtieron en guerras de los Territorios vascos frente al resto del Estado. Acusándoseles, en la última, de ser los únicos culpables del conflicto, con el castigo tras su finalización de la abolición de los ordenamientos ferales vascos.
La Infancia de Sabino de Arana
Sabino de Arana nació en el seno de una familia de decidida adscripción a la causa carlista, posiblemente por lo que se ha apuntado hasta ahora, junto a un integrísimo católico que por otro lado también le suponía una rotunda enemistad con el liberalismo.
El padre de Sabino de Arana, Santiago, dedicó todos sus esfuerzos a favor de la facción carlista, comprometiendo por ella su vida y sus bienes, en lo que se podría apreciar luego, vista la vida de su hijo, como una característica familiar.
El primer viaje de Sabino de Arana fuera de Bizkaia se produjo en el trágico contexto de la última Querrá carlista, como consecuencia del intento de su padre de librar a la familia de los horrores del conflicto. En agosto de 1873, con su madre y el resto de sus hermanos, escapó de Bilbao en un coche de caballos abierto, según relataba su hermana mayor Paulina:
"Al entrar en Bergara encontramos cerrado el paso por los carlistas que no dejaban pasar a nadie, tiroteando desde el monte. Quitamos las piedras y continuamos. Al llegar a Rentería nos advirtieron no fuéramos adelante, porque los carlistas quemaban los coches y robaban el dinero que llevaban las gentes. El cochero se empeñó en pasar y también nuestra madre; pero nosotros teníamos miedo y en vista de eso mi madre ordenó volver a San Sebastián. Allí pagó al cochero para que volviera a Bilbao; y nosotros, al día siguiente, para que no nos sucediera nada, nos aconsejaron fuéramos en un carrito, pues de esta manera no se fijarían, y, efectivamente, así pasamos el peligro y en el camino vimos coches destrozadas, que fueron cogidos por los carlistas."
Esta fue la experiencia de Sabino de Arana la primera vez que estuvo en Gipuzkoa, con ocho años de edad. Más de una vez me he planteado que esta aterradora aventura para sus ojos infantiles, que esta visión sobrecogedora de la guerra, pudo condicionar decisivamente, junto a otros aspectos de su personalidad, su pacifismo y ausencia de consideración de medios violentos para luchar por sus ideales políticos.
La familia se reunió finalmente en Hendaia, de donde marcharon a Baiona, en donde se instalaron definitivamente a partir del mes de octubre, acudiendo Sabino y su hermano Luis como alumnos externos al Colegio de San Luis Gonzaga, de los padres Betharramitas, orden fundada por el beato bajonabarro Miguel de Garakoitz.
Pudiera parecer hoy en día que Sabino de Arana encontró al final de su primer viaje de esta manera reunidos los elementos de toda Euskadi, las Provincias Vascongadas, de una de las cuales era originario, el Iparralde bajo administración francesa e incluso Nabarra, por parte de su sexta merindad.
Pero la realidad es que Sabino de Arana entonces, como el resto de su familia, se consideraron como españoles escapados a Francia, huyendo de la guerra en su España originaria. El propio fundador del nacionalismo vasco reflexionaría muchas veces sobre esta circunstancia, ocurrida cuando aún no había adquirido su conciencia nacional vasca. Lamentando no haber podido percibir entonces la realidad nacional vasca. Lo que prevalecía entonces en él era su condición de refugiado, en el seno de una familia carlista y católica que huía de posibles represalias de los liberales.
Tras el final de la guerra Sabino y Luis marcharon a estudiar al colegio de los padres jesuitas situado en el enclave bizkaino de Orduña. Allí estuvo a punto de morir Sabino por una grave enfermedad en junio de 1881, llegándosele a aplicar la extremaunción. Superó el trance con una súbita recuperación en la noche del 21 al 22 de julio, que le permitió incluso examinarse y aprobar las últimas asignaturas del curso.
La juventud de Sabino de Arana
Sabino de Arana pasó los siguientes meses recuperándose de su enfermedad, primero en Lekeitio, en casa de su hermana Francisca, cuyo marido era médico titular de la localidad costera, y, tras el verano, en su casa paterna de Abando.
Fue en su jardín, como es conocido, donde conversando y discutiendo con su hermano Luis, Sabino acabó asumiendo una conciencia nacional vasca distinta de la española, en un primer momento únicamente desde Bizkaia. Lo que se vería reflejado en la publicación en 1892 de la obra titulada "Bizkaya por su independencia", subtitulada "Cuatro glorias patrias" por hacer referencia a cuatro episodios en los que los bizkainos lucharon por su independencia.
En mi opinión, difícilmente podía ser que a finales del siglo XIX apareciera cualquier proclamación nacionalista vasca viable que no tuviera como base originalmente la realidad histórica de cualquiera de sus territorios. También se dieron iniciativas en Nabarra en torno a la Asociación Euskara, o en Iparralde torno a los juegos florales euskaros promovidos por Antoine d'Abbadie, donde por primera vez se confeccionó un escudo que englobaba los de todos los territorios vascos. Pero no tuvieron la proyección política que acabó teniendo el movimiento iniciado por Sabino de Arana.
Esta publicación de "Bizkaya por su independencia", un 30 de noviembre de 1892, en referencia a San Andrés y a la efeméride en su día de uno de los episodios glosados, supuso el inicio de la actividad política de Sabino de Arana. Que, por su prematura muerte en 1903, apenas superaría una década. Y, sin embargo, fue tiempo más que suficiente para que Arana acabara formulando los principios de un nacionalismo vasco global para todos sus políticamente dispersos territorios.
Tras una presentación pública de su ideario a destacados miembros de la sociedad bizkaina en el acto conocido posteriormente como Juramento de Larrazabal, un 3 de junio de 1893, Sabino no tardó en traspasar los límites del Señorío, viajando, como diría Agustín Xaho, a Nabarra durante una "insurrección" de los vascos.
Se ha conocido aquel acontecimiento como la "Gamazada", una reacción popular que se dio al intento del ministro español de Hacienda Germán Gamazo de suprimir el sistema fiscal foral navarro.
Desde el primer periódico nacionalista vasco, "Bizkaitarra", se apoyó la resistencia nabarra poniéndola incluso como ejemplo para los bizkainos:
"¡Viva Nabarra! (...) Y sepan los valerosos nabarros que en el suelo euskeriano desde el morador habitante en el paraje más recóndito hasta el que tiene su vivienda en el pináculo de la más elevada montaña, sólo desea, nada más anhela que, la ruptura, de este statu quo que nos rebaja y humilla a la mísera condición de la vil esclavitud.
Juntos compartiremos las desdichas, uno es el aliento que todos acariciamos, el ideal de feliz independencia, aunque para ello sea necesario construir el nido en el risco de las peñas, tomar el alto cerro por llanura, sufrir la azarosa vida de campaña, que todo sacrificio es pequeño en aras de la Patria Euskeria.
¡Abajo la tiranía maketa/
¡Viva nabarra!
¡Viva Euskeria independiente!
El 18 de febrero de 1894 Sabino de Arana y su hermano Luis viajaron a Castejón para participar en el recibimiento multitudinario que se hizo en esta localidad a los representantes nabarros que regresaban de mantener negociaciones en Madrid con el Gobierno español. Portaron una pancarta, improvisada el día anterior, en la que, con letras en rojo sobre fondo blanco, se podía leer:
"Jaun-Goikua eta Lagi-Zarra. Bizkaitarrak agurr eiten deutse Naparrei. Dios y Ley Vieja. Vizcaya abraza a Nabarra."
El gesto de los dos jóvenes bizkainos tenía más importancia de la que quizás incluso ellos mismos pudieron pensar en aquel momento. Sobre todo si tenemos en cuenta el razonamiento que, poco después, dirigiría el general Martínez Campos a la Regente María Cristina:
"Señora; Si se tratase de otra provincia, podíamos pensar en imponer la ley general, empleando la fuerza si fuere preciso; si se tratase de Navarra aisladamente, aún podíamos ir por ese camino, pero debemos comprender que Navarra tiene a su lado a las tres Vascongadas, y que si se apela a la fuerza contra aquella, harán causa común todos los vascos, y con ellos todos los carlistas de España, que provocarían un levantamiento en aquellas provincias para darte carácter general, y en tal caso se encadenará nuevamente la guerra civil”
En 1903 se construiría en Iruña un monumento a los Fueros levantado por suscripción popular y nunca inaugurado. En él se puede leer:
"Se erigió este monumento para simbolizar la unión de los navarros en la defensa de sus libertades, libertades aun más dignas de amor que la propia vida".
"Nosotros los vascos, que no tenemos otro señor que Dios, acostumbramos a dar acogedor albergue al extranjero, pero no queremos soportar su yugo. Oídlo bien vosotros, nuestros hijos"
"Juraban nuestros reyes, guardar y hacer guardar los fueros sin quebrantamiento alguno, mejorándolos siempre y nunca empeorándolos y que toda transgresión a este juramento sería nula, de ninguna eficacia y valor (de la L. 1 Tit. 1° Lib. 1° de la Mov. Rec.)"
Y, en euskera:
Qu gaurko euskaldunok gure altasoen illezcorren oroipenean, bildu gera emen gure legea gorde nai degula erakusteko"
("Aquí estamos los vascos de hoy congregados por respeto a la memoria de nuestros antepasados, porque queremos mantener nuestra ley".)
Sabino de Arana, que falleció al finalizar este mismo año de 1903, desde el otro extremo de Euskadi, desde Bizkaia, coincidía en su pensamiento plenamente con el contenido de cada uno de estos textos redactados por sus compatriotas nabarros.
Pocos meses más tarde del viaje de Sabino de Arana a Nabarra, el 14 de julio de 1894 tuvo lugar en Bilbao la inauguración del primer centro nacionalista vasco, el Euzkaldun Batzokija, izándose en esta ocasión, por primera vez la ikurriña.
Sus creadores, Sabino y Luis de Arana, no pretendieron que esta bandera representara a toda Euzkadi, sino tan solo a su territorio, Bizkaia, aunque acabaría convirtiéndose finalmente en la bandera nacional vasca. En la concepción nacionalista de Sabino de Arana, él sólo podía en principio actuar en nombre de su propio territorio, Bizkaia, y animar, lógicamente, a los vascos de los otros territorios para trabajar conjuntamente en pro de la supervivencia y la libertad de la Patria común, Euzkadi. Esta idea se reflejaba muy claramente en el caso de las banderas, suponiendo que eran alabeses, gipuzkoanos, labortanos, nabarros y suletinos quienes tenían que diseñar sus propias banderas.
Su idea era la de una Euzkadi confederal, radicando la soberanía en cada Territorio. Concepción que, probablemente, se basaba no sólo en fundamentos teóricos e históricos, sino también en la clara percepción de las grandes diferencias existentes entre Alaba, Bizkaia, Gipuzkoa, Lapurdi, Nabarra y Zuberoa.
CONCLUSIÓN
El nacionalismo vasco comenzó a actuar políticamente en Bizkaia, con el liderazgo de Sabino de Arana. Pudo no haber sido así, pero otras iniciativas cercanas al nacionalismo vasco en otros territorios, como Nabarra o Lapurdi, o no adquirieron la suficiente fuerza o acabaron subordinadas al Partido Nacionalista Vasco surgido en el Señorío.
Creo que la gran diversidad que se daba en los territorios vascos para cuando comenzó a desarrollarse el nacionalismo vasco ha supuesto una de las mayores dificultades para la consecución de sus fines. El mismo mensaje político era muy difícil que tuviera la misma repercusión en lugares con muy diferente historia y tradición, estructura económica y política. Sabino de Arana entendió que una organización confederal podía ser la mejor solución a este problema. 5u temprana muerte no le permitió desarrollar esta solución.
Sus seguidores respetaron en principio la teoría confederal, tanto desde el plano teórico como organizativo, pero el hecho fue que el desarrollo inicial del nacionalismo vasco en Bizkaia, el territorio que al mismo tiempo acabó convirtiéndose en el más desarrollado demográfica y económicamente, condicionó que la dirección del Partido nacionalista Vasco tuviera allí su peso real. Y propició que desde Bilbao se continuara intentando convencer al nacionalismo vasco al resto de los habitantes de los otros Territorios como en un principio habían hecho con los del resto de Bizkaia. Lo que pudo funcionar mejor donde la realidad política, económica y social era más semejante, como fue el caso de Gipuzkoa, pero peor en el resto, como sería el caso de Nabarra, donde las campañas "misionales" desarrolladas voluntariosamente por los propagandistas bizkainos durante la II República y en posteriores ocasiones pudieron llegar a ser incluso contraproducentes.
Arañaren jarraitzaileek, bal plano teorikoan eta bal antolakun-tzazkoan teoría konfederala errespetatu zuten, baina demografikoki eta ekonomikoki garatuena suertatu zen lurraldean, Bizkaian, abertzaletasunak izan zuen hasierako bilakaerak eragin zuen Euzko Alderdi Jeltzaleko zuzendaritzak han izan zezan bere benetako indarra. Eta Bilbotik jarraitzea erakartzen abertzaletasunera beste Lurraldeetako herritarrak, hasiera batean Bizkaikoekin egin zen bezala. Erakartze lan honek antzerakotasun politiko, ekonomiko eta sozialak zituen lekuetan, Gipuzkoa kasu, fruitu onak eman zituen, baina gaizki moldatu zen beste leku batzuetan, Nafarroan besteak beste, non II. Errepublika garaian borondaterik onenez bizkaitar propagandistek burutu zuten "misio" kanpainak kalte eta guzti egin zuen.
En definitiva, considero que la reflexión sobre la Historia y la diversidad de los Territorios históricos vascos y la comprensión de sus diferencias resultan imprescindibles para la construcción nacional que soñara Sabino de Arana.
Luis de Guezala: Bilbao, 1962. Doctor en historia y Master en Archivística. Técnico del Archivo del Nacionalismo de Sabino Arana Fundazioa. Sus áreas de investigación preferentes son la crisis del Antiguo Régimen en Bizkaia y la Historia del nacionalismo vasco.
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