Este reportaje es un extracto del libro "Euskalerria en Venezuela", de Robert Pastor, publicado por Ediciones Vascas-Argitaletxea.
Con los miembros de la comunidad de venezolanos de Euzkadi se podrían reconstruir, día a día y hora a hora, los angustiosos meses de la guerra. Resulta muy difícil olvidar cómo a cada uno de ellos le rompieron la vida para siempre, o se la retorcieron hasta convertirles en ciudadanos de una remota república del Caribe, de la que muchos no habían oído siquiera hablar.
Pero no vamos a extendernos. Citaremos al paso unos pocos testimonios y personajes. Unas cuantas hazañas que merecen recordarse.
El capitán Burgaña
El motrikoarra José María de Burgaña, capitán de barco, obtuvo su título por libre, examinándose de toda la carrera en todo el año, en la escuela de Bilbao. El 18 de julio zarpaba de La Coruña al mando de una pareja de arrastreros, el "Domayou" y el "Mourisque", sin saber a qué obedecía la precipitada orden de los armadores.
Cuando se enteró, y tras consultar a las tripulaciones, se divisó a Ondárroa, donde arribaría el 4 de agosto. Único dirigente "antiguo" de ELA del mar en Guipúzcoa, gestionó que los dos barcos fueran incautados por este sindicato nacionalista, en vez de dejar que se apoderase de ellos la UGT, como venía sucediendo hasta entonces. Con ellos consiguió "escamotear" a los socialistas un cargamento de fusiles que sirvieron para despejar el puerto de Pasajes de francotiradores, en operación organizada con la intervención de Irujo y cumplida por los gudaris acuartelados en Loyola.
Creador del cuerpo de "Itxas-gudariak", siguió como jefe de los servicios auxiliares de la Marina de Euzkadi. Estuvo en la evacuación de San Sebastián el 13 de setiembre, hasta los últimos momentos. Y fue nombrado capitán de puerto de Bilbao, en donde se ocupó de dirigir las operaciones de limpieza de minas, mediante un sistema ideado por los propios marinos vascos.
Dos bous, con cascos de madera, tiraban de una maroma metálica. Con ésta, y mediante la fuerza de tracción, soltaban los fondeos que mantenían las minas entre dos aguas, para hacerlas salir a flote. Como, por acuerdo de Ginebra, las minas marinas tienen un sistema de detonación que se inutiliza al aflorar a la superficie, por este procedimiento consiguieron mantener abierto el puerto a los barcos extranjeros que aseguraban el suministro de víveres a la población.
Desmontaron hasta 250 artefactos sin una sola baja, y en los últimos tiempos adquirieron tal práctica que realizaban una operación de despeje en sólo cuarenta y ocho horas. Los británicos fueron a inspeccionar el sistema, y se dice que lo utilizaron durante la segunda guerra mundial.
- Hallamos al hombre que trasladó a Euzkadi Norte los restos de Sabino Arana.
Los restos de Sabino
Bajo las órdenes de Burgaña se efectuó un transporte marítimo histórico: a sabiendas del comportamiento de las tropas "nacionales" ante todo monumento y tradición éuskaros, se organizó el envío de parte de los restos de Sabino Arana a Euzkadi Norte. Fueron en el "L 1", un pesquero que en tiempos de paz se había llamado "Ángel de la Guarda", y que estaba patroneado por otro motrikoarra: León de Aguirregomezkorta.
Este último vivió en Puerto La Cruz y pese a un ataque cardíaco, conservaba muy fresca su memoria. Sin embargo, empezó por negar, por decir que no sabía nada. Hasta que el periodista, a fuerza de insistir y de asegurar que la información venía de sus superiores, obtuvo el asentimiento: "Pues sí, pero es que me dijeron que era secreto..." Y así lo hubiera mantenido, en medio de un ambiente donde se narran muy a gusto las batallas y las hazañas de ayer-. "Desde Bilbao fuimos a Bayona, y dejamos los restos de Sabino. Había un temporal de miedo y no nos daban entrada en la barra. Pero, a pesar de todo, entramos. Antes, dejamos la carga, nos habían estado esperando con nuestro “contrabando”.
En aquel "L 1", y en este viaje histórico, hasta ahora desconocido, iban Ziaurritz. Michelena, Cándido Echeverría, Santiago Zabala, Francisco Mendizábal, Francisco Arrizabalága...
La medicina en guerra
Burgaña se casó en "plena guerra, y en pleno frente. Sus padrinos fueron el matrimonio Rezola (él, vicepresidente del Gobierno de Euzkadi) y le formaron guardia de honor, junto a la ermita de San Antonio de Berriatúa, batida por el fuego, una sección de "Itxas-gudaris", en la que figuraban cuatro hermanos suyos.
El doctor Luis Bilbao Líbano fue una autoridad del Ministerio de Sanidad venezolano. Nacido en Lejona en 1902, fundador y dirigente de la rama médica de la Solidaridad de Trabajadores Vascos, fue secretario de la comisión para la Facultad de Medicina de la Universidad Vasca, creada por orden de Aguirre en plena guerra, en octubre de 1936. En apenas 41 días se elaboró el programa de estudios y se puso a andar la Facultad, con un "pensum" que incluía, entre otras asignaturas novedosas para la época, el "euskera médico". En presencia de Aguirre se abrió el curso en diciembre, y pronunció el discurso inaugural el entonces consejero de Cultura, Jesús María de Leizaola.
Junto con el doctor Díaz de Rekarte, también partícipe en el exilio venezolano, recibió el homenaje de la nueva Universidad Vasca de Bilbao, al cumplirse los 41 años de aquella efemérides.
Traslado de un hospital completo
El doctor Bilbao elaboró un plan general sanitario para Euzkadi, en principio con alcance para las cuatro regiones, pero sólo desarrollado totalmente para Bizkaia, en razón de la guerra.
En mayo de 1937 fue nombrado director de asistencia a la población vasca evacuada. Recorrió todo el Estado francés dotando de los mínimos servicios sanitarios a los exiliados de este primer exilio. Y en esa tarea destacan dos hitos, difícilmente igualables en la historia de la sanidad en tiempos de guerra.
Los 630 niños enfermos del sanatorio de Górliz fueron trasladados, con todos los enseres y el personal completo del centro, a Euzkadi Norte, para evitar que quedasen entre dos frentes. Cincuenta y cinco de los pequeños fueron enviados más lejos, a Berck Plage, porque necesitaban un lugar marítimo para curarse.
Unos meses, más tarde, ante la caída de Bilbao, se gestionó la repatriación. Ninguno de los chavales se había agravado y todos pudieron volver sanos y salvos, a través de la frontera de Hendaya, en un tren especial.
Transformación de "La Roseraie"
Su otra gran empresa sanitaria fue la transformación en hospital del hotel de lujo de "La Roseraie", en Ilbarritz, para albergar a 400 heridos, enviados en un solo viaje a Bayona. Este hospital recibió después también a personal civil y a evacuados de los frentes de Aragón y Catalunya, hasta que la ocupación alemana obligó a depositarlo en manos de las autoridades francesas.
Allá estuvieron los doctores Aregorta, Astorki, Gallano, Aguirretxe...
Aznar, la lealtad de un socialista
Uno de los testimonios más emocionantes y emocionados para el periodista fue el recibido de un consejero del Gobierno de Aguirre, que se despidió diciendo: "Este es el Santiago Aznar que ve usted aquí, terminando su vida".
Hombre de una sola palabra, como vasco, fallecía a los dos meses de nuestra entrevista. Le fallaba el corazón y también las piernas, a sus setenta y tantos años. Pero la cabeza, no.
Fundador y secretario general de la UGT de Vizcaya, puso siempre el vasquismo por delante de la concreción de su ideología socialista. Estuvo en la organización de la llamada "revolución de Asturias", en los primeros momentos de la Junta de Defensa contra la sublevación de Franco, a la que incorporó al hoy senador Julio Jáuregui, como representante nacionalista.
Como consejero de Industria y Marina, para acabar con la anarquía de banderas en la flota, fue Aznar —un socialista— quien propuso y redactó el decreto que convertía a la ikurriña en bandera oficial de Euzkadi.
Antes del exilio definitivo ya había conocido otros dos en el 23 y en el 34.
Salvar Bilbao
Cuando el Gobierno inglés se proponía declarar inaccesible el puerto de Bilbao, Aznar marchó a Londres, para tratar de convencer a Edén y a Clemence Atkins de que se desechase tal idea. Sin embargo, hubo de ser a través de una gestión personal, de sindicalista a sindicalista, con el presidente de las Trade Unions, Walter Schitrine, como consiguiera que Edén se volviese atrás, y rectificase la postura oficial británica ante los Comunes. Así alargó la libertad de lo que quedaba en Euzkadi durante unas semanas.
Y aún estuvo a punto de salvar Bilbao otra vez, en París, montando la operación de refuerzo aéreo, logrando que Blum autorizase a los "cazas" republicanos para que repostasen en una base militar de Lyon. Pero las dos veces en que estuvo preparada la operación se vino abajo por la actitud del jefe de aquella base, un "ultra" de la organización "La Cruz de Hierro".
El 1 de mayo de 1937, Aznar presidió, en París, el desfile tradicional, dirigió un importante discurso por radio a los franceses y vio, emocionado, cómo una escuadrilla de aviación, con humo negro, trazaba sobre el cielo el "slogan" del día-. "II faut sauver Bilbao", "il faut sauver Bilbao"...
Después, con Jáuregui, estuvo organizando el envío de vascos a Sudamérica desde Marsella. Y, cuando Prieto le ordenó que abandonase el Gobierno en el exilio, antepuso su vasquismo a las consignas madrileñas de su partido, y siguió al lado de Aguirre, hasta 1956, en que se retiró de la política para establecerse definitivamente en Caracas.
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