EL NUEVO RÉGIMEN CAE SOBRE EUSKADI
Como hemos visto, tras la caída de Bizkaia, se asientan en el poder los franco-falangistas cuya principal preocupación es la de borrar del mapa a las organizaciones políticas y sindicales opuestas. Vienen en plan de «conquista» y sus intenciones quedarán perfectamente claras en el célebre discurso de José María de Areilza.
El nuevo régimen
El fascismo va a tratar de imponer el nuevo régimen centralizador a través de una serie de medidas políticas y económicas de diversa índole. Desde el punto de vista pórtico, las medidas políticas más importantes son la derogación del Estatuto de Autonomía de Euzkadi, aprobado en octubre de 1937 y la declaración de Bizkaia y Gipuzcoa como «provincias traidoras», situaciones ambas que se mantendrían hasta 1979 y 1976.
Partido único
Como decíamos, otra importante medida política es la ilegalización de las organizaciones políticas y sindicales. Al mismo tiempo, unifican sus propias fuerzas (Decreto de Unificación) creando el partido único siguiendo los modelos nazi-alemán y fascista-italiano. El nuevo partido único se llamará «Falange Española Tradicionalista y de las JONS» y trata de agrupar a falangistas, carlistas y otros grupos derechistas con dudoso éxito como veremos más adelante.
Por lo que se refiere a la economía el franquismo suprime igualmente los Conciertos Económicos de Gipuzkoa y Bizkaia (Apéndice VI), manteniéndolos en Nabarra y Araba. Esta medida del franquismo se mantiene hasta 1980. Asimismo, como señala Tuñón de Lara, el franquismo se encuentra con el «problema» de «modificar, a favor de las clases dominantes, la distribución de la renta».
Represión y propaganda
Para imponer su nuevo régimen, los franquistas se van a valer de dos armas que utilizarán a lo largo de los cuarenta y dos años de dictadura e, incluso, después de ella: la represión y la propaganda. Franco va a tratar de resolver el tema vasco como un problema de orden público. La represión, lejos de solucionar las cosas, va a enconar aún más las posturas. Es precisamente la represión, brutal e indiscriminada, la constante franquista en Euzkadi peninsular. Los elementos más significados del aparato represivo del régimen van a pasar su «reválida» en las «provincias del Norte». Pero la represión alcanza no sólo a los aspectos políticos de la vida vasca, sino a los sociales, culturales y lingüísticos. Para Tuñón de Lara, la represión va dirigida al «aniquilamiento del llamado adversario interior, es decir a la oposición».
La oligarquía
Por lo que se refiere a la base de apoyo al régimen en Euzkadi tres son las fuerzas socio-políticas más destacadas: en primer lugar, la oligarquía financiera (Lezama Leguizamón, Churruca, Echevarría, Careaga, ele.) que, a excepción del nacionalista Sota habían apoyado sin disimulo al fascismo, los carlistas, auténticos artífices de la caída del Norte, y los falangistas. No hay que olvidar que el apoyo al golpismo y a los grupos de extrema derecha por parte de los oligarcas vizcaínos es permanente. Algunos estudiosos lo califican como un «foco permanente de conspiración». El apoyo, como decíamos antes, es doble: político y financiero. Sin embargo, a mediados de los 40, van a mostrar su descontento con la política económica franquista. Areilza no va a ocultar sus críticas mientras que Ibarra pide públicamente al general Franco la restauración del Concierto Económico para Bizkaia.
Falange y carlismo
Los falangistas en Euzkadi eran una fuerza prácticamente inexistente al comenzar la guerra. Sin embargo, poco a poco, van introduciéndose en el apartado del Estado a la vez que reciben constantes ingresos de advenedizos que ven en la Falange una forma de medrar. En 1939 había en todo el Estado 650.000 afiliados para pasar a 725.000 en 1940.
A importantes sectores del Carlismo no les había sentado muy bien el «Decreto de Unificación». Cuando aún no había terminado la guerra, Franco envía al destierro al líder carlista Fal Conde. El malestar comienza a hacerse patente en sus filas. Además, a los carlistas no les gusta demasiado los métodos pistoleriles de los falangistas y, muy pronto, se producen los primeros enfrentamientos.
El franquismo no logra asentarse en Euzkadi
En 1938, el periodista norteamericano Harold Callender publicaba en el «New York Times Magazine» un amplio reportaje en el que se relataba la situación en la zona ocupada por Franco:
«En estos momentos San Sebastián es la capital diplomática de la España nacional. Ha recuperado parcialmente su anterior ambiente cosmopolita y se está convirtiendo en un lugar activo y casi alegre. Los hoteles que se encuentran en torno a la bahía semicircular están repletos de visitantes que viajan en grandes coches y que piden y reciben comida y vinos de primera calidad. (...) Sin embargo, la masa de 20.000 refugiados vive en San Sebastián austeramente, compartiendo las casas o los pisos de amigos, sosteniéndose con los préstamos de los banqueros y amigos».
Los buitres
Casi simultáneamente a las tropas franquistas llegan a Euskadi varios cientos de hombres y mujeres, procedentes de la llamada «zona nacional». Son los desmovilizados del Ejército vencedor (aunque en su mayoría son pistoleros falangistas y pescadores de río revuelto) que vienen a exigir el botín de «justicia, pan y trabajo» que sus jefes les habían prometido
Advenedizos
Proceden en su mayoría de Nabarra, Araba y Burgos, y algunos de Valladolid. Así lo relata Iturralde:
«Al tercer día de entrar las fuerzas, comenzaron a llegar a Bilbao caravanas de españoles y españolas que se creían los amos de Vizcaya. Dieron asalto a muchos comercios, cafés y tiendas (pues en Bilbao nadie se atrevía a salir por miedo a los 'paseos') (...) Daban pan blanco y allí en las colas se hacían todas las redadas, pues la gente no tenía más remedio que acudir, pues, sino se morían de hambre. De allí le llevaban a la cárcel y en la cárcel, según lo que era (...) le explotaban, y si estaba algo comprometido le fusilaban o Ie daban garrote vil (...) Durante dos meses no constituyeron tribunales militares y los falangistas vallisoletanos reinaban en Bilbao, hasta que los requetés, quemados ya, tuvieron que enfrentárseles con pistolas (...).
Esta nueva oleada migratoria, aunque no de importancia cuantitativa, convencida de su condición de «vencedores», no se integraría a la nueva sociedad, constituyéndose en un bastión ideológico del nuevo régimen que, incluso, va a colaborar con la represión del pueblo vasco hasta prácticamente nuestros días.
Según el escrito Daniel Guerin, «el fascismo recluta también a sus afiliados y simpatizantes en dos categorías sociales compuestas de individuos que pertenecen a clases sociales diferentes, pero que un conjunto de intereses económicos y aspiraciones morales une entre sí: los excombatientes y los jóvenes (...) Los excombatientes tienen en común ciertas reivindicaciones materiales frente al Estado (pago de pensiones de guerra), y ciertos sentimientos y recuerdos, lo que se llama 'camaradería del frente' o el 'espíritu de las trincheras'»
“Crónicas de la Postguerra”
Koldo San Sebastián
Edit. Idatz Ekintza
De los pocos autores que han estudiado esta oscura época del franquismo de la postguerra es tal vez Koldo San Sebastián, a veces con Anasagasti, el que más datos han aportado al lector interesado en el tema. De su libro «Crónicas de la Postguerra», editado por Idatz Ekintza, ofrecemos ahora algunos apuntes que nos sitúan en ese negro período que va de los años 37 hasta principios de los cuarenta.
LA REPRESIÓN FRANQUISTA FUNCIONÓ A TOPE
Desde nuestro punto de vista, la represión ejercida sobre el pueblo vasco entre 1936 y 1940 tiene una serie de características diferenciadoras que le dan un tono, incluso macabro, en relación con otras zonas. Los sublevados nunca entendieron cómo los nacionalistas no se unieron a su causa. Para sus mentes era incomprensible que católicos se pusieran de parte del Frente Popular contra las llamadas «fuerzas del orden», que, según parece, eran ellos. Los nacionalistas eran «traidores» a su causa, según su particular forma de pensar. Así, conforme los requetés van avanzando, los pueblos de Araba y Gipuzkoa iban purgando a las autoridades municipales nacionalistas antes de prestar atención a socialistas y anarquistas. El gobernador militar, General Gil Yuste, decía que «esos abominables separatistas no merecen tener patria. El nacionalismo vasco merece sea arruinado, pisoteado, borrado de la faz de la tierra.
Nafarroa
En aquel verano de 1936. la represión es especialmente sangrienta en Nafarroa: unas 7.000 personas son asesinadas en diferentes lugares —el puerto de Carrascal, el puerto del Perdón, Azaceta, Las Bardenas Reales, canteras de Vera, montes de Cierzo, monasterio de Iranzu y cementerio de las localidades. Tal era el grado de monstruosidad de las matanzas que el obispo derechista de Pamplona, Olaetxe, tiene que pedir que no se realicen más ejecuciones que las “legales”.
Al frente guipuzcoano llegaron pronto noticias alarmantes sobre lo que estaba ocurriendo en Nafarroa, cundiendo el pánico entre la población, que huiría despavorida hacia Bizkaia en número superior al que podía preverse.
Tras la caída de Bizkaya, en dos meses se encarcela en la zona de Bilbo a 16.000 personas que vivirían en unas condiciones de vida infrahumanas. En Pamplona, unos 3.500 supervivientes de las matanzas se hacinan en el fuerte de San Cristóbal; otro número parecido está recluido en distintas cárceles y conventos habilitados como prisiones. La filiación de los prisioneros es variada, predominando los socialistas, comunistas y nacionalistas. Pero no sólo ellos; también sus familias.
Cárceles
En Vitoria hay más de 800 prisioneros en la cárcel que se instala en el convento de los Carmelitas. En San Sebastián, 800 hombres y 200 mujeres están en la cárcel de Ondarreta —siendo algunos de ellos torturados—, y otros 600 en Zapatari.
En las cárceles de Bilbo hay una población penitenciaria de 12.000 personas, repartidas en las prisiones del Carmelo, Orúe, Escolapios, barco «Upomendi», convento de las Adoratrices de Neguri y cuartel de la Salve o la Universidad de Deusto. Sólo en Larrinaga se hacinan 3.000 personas. En fin, en la prisión del Dueso, donde habían sido conducidos parte de los prisioneros tomados en Santoña, hay 8.000 gudaris.
Ni que decir tiene que este número se vería mermado por las numerosas ejecuciones que tienen lugar posteriormente —tanto legalizadas por un juicio como por los «paseos» y otros sistemas—. De las 11.000 penas de muerte dictadas por los tribunales franquistas se ejecutaron, en los últimos meses de 1937 y primeros de 1938, unas 1.000, a las que hay que sumar unas 2.500 ejecuciones realizadas entre la caída de Gipuzkoa y la rendición de Santoña, amén de los numerosos asesinatos en todo el territorio vasco a cargo de los pistoleros falangistas, que algunas fuentes sitúan entre los 2.000 y 2.500. Es decir, que los muertos producidos por la represión en Euzkadi Sur en los primeros tiempos de la postguerra alcanzarían a las 12.000 personas, según nuestros cálculos. Sobre este tema existen dos grupos de datos. Por un lado los de Salas Larrazabal, y por otro los citados por Payne de la obra de Astilarra.
El día 15 de octubre de 1937 es fusilado un grupo de dirigentes políticos y militares vascos, entre ellos Ramón Azkue, antiguo jefe del Euzko Gudarostea (Ejército Vasco), Florencio Markiegi, alcalde de Deba y miembro del EBB del PNV, Rabaneda..., y hasta un grupo de 14 de todas las ideologías. Todos murieron con gran dignidad.
De diciembre de 1937 a julio de 1938 fueron ejecutados 241 personas en la cárcel de Larrinaga. En esa época, de los 2.437 prisioneros que estaban en esta prisión bilbaína, 1.014 estaban condenados a muerte.
Aquellas muertes se justificaban con unos consejos de guerra, dirigidos por los militares. Los acusados no tenían, por ejemplo, el menor contacto con el abogado defensor. Como apunta Joseba Elosegi, las penas de muerte se solían aplicar a los que en el Euzko Gudarostea habían ostentado grados superiores al de teniente o algún cargo político. El abogado «defensor» solía repetir diferentes cantinelas como resumen de su «defensa»: «En vista de tan horribles crímenes, ruego a este tribunal cristiana clemencia. ¡Que Dios se apiade de su alma!» o «Si puede existir algún atenuante para tan horrible crimen, ruego al tribunal lo tenga en cuenta» o «En cuanto a los separatistas vascos, ruego al tribunal sienta piedad por ellos, teniendo en cuenta su fondo cristiano, que es lo único que puede unirnos a ellos».
(...)
Todavía en la provincia de Santander se producen las primeras ejecuciones. Antes, para intentar bajar la moral de los combatientes vascos, comienzan las torturas: palizas, reducción de raciones, insultos… En su intento de desmoralizar a los vencidos, solamente lograban unirlos más y más. Cuando los condenados a muerte se hacen demasiado numerosos comienzan a trasladarlos a la cárcel de Larrínaga en Bilbo. También son enviados a Larrínaga los oficiales del Ejército vasco.
Dispersos por el Estado
En 1939 comienza la distribución de los prisioneros por las distintas cárceles del Estado: los curas van a Carmona; hay vascos en Madrid, Barcelona, Burgos, Puerto de Santa María…
Por otro lado, numerosos gudaris son obligados a enrolarse, durante 1938, en el ejército franquista, dándose la circunstancia que, por ejemplo, en el Ebro se enfrentan contra los que hasta hacía pocos meses habían sido sus compañeros de armas.
Asimismo, comienzan a montarse campos de trabajo organizados en batallones. El campo con mayor número de vascos es el de Miranda de Ebro. Encontramos batallones de trabajo en todo Euzkadi, desde Tudela, donde predominan los vizcaínos, hasta el propio Bilbo. En Bilbo la mayoría eran metalúrgicos que «redimían penas por el trabajo», según el sistema introducido por el jesuita franquista Pérez del Pulgar. La verdad era que los franquistas necesitaban personal capaz de hacer funcionar las fábricas y la mayoría de los obreros especializados se encontraban prisioneros. Por otro lado, las autoridades se quedaban con la mayor parte de los sueldos que las empresas pagaban.
Represión
La invasión de Bizkaia por las tropas sublevadas, al margen de cualquier otra consideración, significaría, por un lado, el éxodo de millares de vascos y, fundamentalmente, el desmantelamiento de las organizaciones políticas y sindicales de Euzkadi Sur, además de una terrible represión sobre cualquier persona que hubiera tenido relación con los vencidos; incluso el haber sido amigo, novia o familiar era motivo de persecución. ¿Cuántas mujeres fueron humilladas por los “rapados” de cabellos a que eran sometidas!.
También la cultura es perseguida. Se prohíbe el uso del euskara y el saludo «agur». El txistu es proscrito como instrumento musical. En el diario «unidad», de San Sebastián, de fecha 27 de mayo de 1937, se inserta el siguiente aviso: «Se denunciará a todo aquel que infrinja lo dispuesto sobre la prohibición de hablar idiomas y dialectos diferentes del castellano», y concluía diciendo: «No se precisan razonamientos en apoyo de esta advertencia».
Franco y los suyos dejaron pronto clara su actitud hacia los vascos por aquello de que «preferían una España roja que rota», máxima que los herederos políticos del franquismo mantienen viva hoy en día. Los franco-falangistas aplicarán para las «traidoras» Gipuzkoa y Bizkaia el término «conquista» que contrasta con el de «liberación» con que califican al resto.
En 1936, la mayor parte de los partidos políticos y organizaciones sindicales que operan en Euzkadi cuentan con locales, imprentas, periódicos, emisoras de radio y diferentes bienes muebles e inmuebles que habían sido adquiridos gracias a las aportaciones de sus afiliados.
El 13 de septiembre de ese mismo año, la Junta de Defensa Nacional de Burgos dicta un decreto-ley por el que «quedan fuera de la Ley los partidos y agrupaciones políticas del Frente Popular y las opuestas al Movimiento. El 25 de septiembre, otro decreto-ley prohíbe las actuaciones políticas y sindicales, obreras y patronales, de carácter político, quedando reforzado por una orden de 25 de octubre del mismo año, por la que se suprimía toda actividad política y sindical. En 1937 se dictan una orden y un decreto-ley por los que dejan fuera de la Ley a Solidaridad de Trabajadores Vascos, Unión General de Trabajadores y Confederación Nacional del Trabajo, “así como a cualquier agrupación o partido similar”. La finalidad del decreto-ley de 10 de enero es incautar todos los bienes de dichas organizaciones.
“Responsabilidades”
El 8 de febrero de 1939 se publica la Ley de Responsabilidades Políticas. Esta afectaba a quienes hubieran ostentado la representación de los mismos en cualquier clase de corporaciones y organismos, tanto públicos como privados». Según el embajador nazi en Burgos, Stoher, «Franco tenía antes de terminar la guerra una lista de dos millones y medio de rojos que, culpables de distintos delitos, serían castigados al finalizarla». En marzo de 1940 se promulga la Ley especial de Represión de la Masonería y el Comunismo.
Todas estas leyes y otras dictadas posteriormente van encaminadas, por un lado, a legalizar la represión franquista; por otro a acallar cualquier tipo de protesta contra el nuevo régimen. Para todo ello, no dudaría en aplicar las máximas penas. Al mismo tiempo se dictan normas para hacerse «legalmente» con todos los bienes de las organizaciones y personas proscritas.
Por lo que se refiere a este último tema, la falta de trabajos específicos nos obliga a referirnos a muchos casos que conocemos, bien de oídas, bien por leves referencias escritas.
Requisas
Las primeras requisas tienen lugar ya en 1936 y afectan a las organizaciones políticas y sindicales leales. El proceso suele ser similar en todos los casos, y la ejecución suele correr a cargo de la retaguardia, falangistas en su mayoría. De esta forma, la Falange se va haciendo con un buen número de locales por toda la geografía. Los batzokis, casas del pueblo, centros republicanos, ateneos, etc., pasan a ser jefaturas de Falange, del “auxilio social”, etc.
Por lo que se refiere a los medios de comunicación, las requisas afectan especialmente al Partido Nacionalista Vasco, que es el que cuenta con un mayor número de medios. En Pamplona, los falangistas fundan en lo que fueron talleres de «la Voz de Navarra» el diario «Arriba España». En Bilbo ocupan los locales de talleres de «Euzkadi», «Excelsior» y «La Tarde», montando así el vespertino «Hierro». También son requisados otros diarios, tales como «El Liberal», periódico de Indalecio Prieto, o el «noticiero Bilbaíno», sin filiación política. Podemos decir que la mayor parte de la llamada Prensa del Movimiento estuvo montada sobre medios de comunicación requisados en esta época, y que, por otro lado, aún no han sido devueltos.
Confiscaciones
Los militares siguen otro sistema. A medida que van conquistando las localidades montan sus comandancias en la mejor casa del pueblo, la que, en la mayoría de los casos, pertenece a un prisionero, a un exiliado o a un caído.
Pero no solamente se utilizan como sedes de partidos o comandancias militares. Otras casas son ocupadas por gerifaltes franquistas y sus familias para pasar temporadas de veraneo, y aquello ya no comenzaba a estar en las leyes a las que anteriormente nos referíamos. Como tampoco lo estaba la «confiscación» de obras de arte y joyas, (mobiliarios, etc. Es notorio el proceso de depredación de bienes de la familia Sota, en la zona de Bilbo. Tema este último susceptible de un trabajo de tesis doctoral. También destacan la confiscación de la empresa «Chocolates Bilbainos-Chobil», propiedad de la familia Agirre, o de los bienes de la familia Monzón. Durante muchos años Franco utilizó durante sus estancias en San Sebastián la vajilla que había sido «requisada» en la Torre Olaso de Bergara, propiedad de Telesforo Monzón.
-Crónicas de la Postguerra».
Koldo San Sebastián.
Edit. Idatz Ekintza
LEYES Y CIFRAS PARA EL HORROR
Ley de responsabilidades políticas
«La magnitud intencional y las consecuencias materiales de los agravios inferidos a España son tales, que impiden que el castigo y la reparación alcancen unas dimensiones proporcionadas, pues éstas repugnarían al hondo sentido de nuestra Revolución Nacional, que no quiere ni pensar con crueldad ni llevar la miseria a los hogares».
«Artículo 1º. Se declara la responsabilidad política de las personas, tanto jurídicas como físicas, que desde el 1° de octubre de 1934 y antes del 18 de julio de 1936 contribuyeron a crear o a agravar la subversión de todo orden de que se hizo víctima a España y de aquellas otras que a partir de la segunda de dichas fechas se hayan opuesto o se opongan al Movimiento Nacional con actos concretos o con pasividad grave».
«Artículo 2°. Como consecuencia de la anterior declaración y ratificándose lo dispuesto en el artículo 1° del Decreto número 108 de fecha 18 de septiembre de 1936, quedan fuera de la ley todos los partidos y agrupaciones políticas y sociales que, desde la convocatoria de las elecciones celebradas el 16 de febrero de 1936 han integrado el llamado Frente Popular, así como los partidos y agrupaciones aliados y adheridos a éste por el solo hecho de serlo, las organizaciones separatistas y todas aquellas que se hayan opuesto al triunfo del Movimiento Nacional.
Se entenderán comprendidos en esta sanción los siguientes partidos y agrupaciones: Acción Republicana, Izquierda Republicana, Partido Federal, Confederación Nacional del Trabajo, Unión General de Trabajadores, Partido Socialista Obrero, Partido Comunista, Partido Sindicalista de Pestaña, Federación Anarquista Ibérica, Partido Nacionalista Vasco, Acción Nacionalista Vasca, Solidaridad de Obreros Vascos, Esquerra Catalana, Partido Galleguista, Partido Obrero de Unificación Marxista, Ateneo Libertario, Socorro Rojo Internacional, Partido Socialista Unificado de Cataluña, Unión de Rabassaires, Acción Catalana Republicana, Partido Catalanista Republicano, Unión Democrática de Cataluña, Estat Cátala, todas las logias-masónicas y cualesquiera otras entidades, agrupaciones o partidos filiales o de análoga significación a los expresados, previa declaración oficial de hallarse, como los anteriormente relacionados, fuera de la ley».
«Artículo 4°, f) Haber convocado las elecciones para diputados a Cortes del año 1936; formando parle del gobierno que las presidió o desempeñando altos cargos en el mismo, o haber sido candidato del gobierno, o candidato, apoderado o interventor de cualquiera de los partidos del Frente Popular y de sus aliados o adheridos en ellas; o haber sido compromisario de tales partidos para la elección de presidente de la República en el propio año.
- g) Los diputados que, en el parlamento de 1936, traicionando a sus electores, hayan contribuido, por acción o abstención, a la implantación del Frente Popular y de sus programas.
- k) Haber realizado cualesquiera otros actos encaminados a fomentar con eficacia la situación anárquica en que se encontraba España y que ha hecho indispensable el Movimiento Nacional.
«Los Tribunales se constituirán con un jefe del Ejército, que actuará de presidente; un funcionario de la carrera judicial de categoría no inferior a juez de ascenso y un militante de FET y de las JONS que será abogado».
«Artículo 1°. Todos los bienes y electos pertenecientes a las organizaciones sindicales relacionadas con las órdenes de 10 de enero de 1937 y 6 de lebrero del mismo año pasarán a ser propiedad de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, cuya Delegación nacional de administración los afectará a los gastos de la Delegación nacional de Sindicatos».
Población penitenciaría en Euskadi (1936—1937)
LA ESCUADRA “EL ÁGUILA” Y EL TERROR BLANCO
Ya en los primeros días de la rebelión, allá en el último tercio de julio de 1936 empezaron a actuar los falangistas en toda Navarra, haciendo la «desinfección», es decir, eliminando a tiro de pistola a cuantos consideraban peligrosos para su causa. Ponían en práctica lo que ya estaba trazado en su Manifiesto y en el art. 26 de su programa. En la acción directa, en los «atracos», en la «limpieza», en la «cirugía», en la «desinfección» de la retaguardia, se distinguió la escuadra El Águila. Actuaba bajo las órdenes de un tal Apesteguia, lechero del barrio de la Rochapea de Pamplona. Estaba compuesta por 22 individuos, entre los cuales estaban el «Chato de Berbinzana» (que en el primer año de la guerra había matado, él solo, a más de mil personas en Navarra), los hermanos Castilla (estudiantes, hijos de una familia rica que vivía en la Calle Zapatería, 36-1°), y un alemán, de quien se dice que fue traído de pistolero por los falangistas. El automóvil que llevaban tenía el n° 34. Los de la escuadra «El Águila» sacaban de las cárceles a los presos, les hacían firmar su liberación y después los conducían a diversos sitios, fuera de Pamplona y de los pueblos, y los fusilaban, dejando los campos, las cunetas de las carreteras y los ríos sembrados de cadáveres.
Cómo era la escuadra «El Águila»
Jefe supremo: José Moreno (dueño del hotel La Perla); jefe 2°: Lucio Arrieta (dueño de Fundiciones Arrieta); jefe de grupo: Enrique Castilla (muerto nías larde en el frente).
Componentes más caracterizados: Silvio Isturiz (muerto); Galarreta (fabricante de calzado); Rufino Apestegui (granjero); N. Morea; Galo Egües, famoso por su sadismo; “El Muecas”, Faustino Escribano, panadero; Zabalza, cuñado de Apesteguía; los hermanos Mendaza, corredores de apuestas; el actual conserje del Euskal Jai, Patricio Fernández; Jesús Irujo, González Tablas; Gracián Solano, actual procurador de los Tribunales; Daniel Huici y su primo Carlos Huici, estos dos viven en el pueblo de Huarte; Taberna, panadero de la Calle Mayor.
El llamado El Muecas actuaba de juez en algunos simulacros, en los que él hacía de juez, de fiscal, de testigo y de verdugo.
Actividades
La acción criminal en Pamplona, y aun en toda Navarra, se la repartieron los requetés capitaneados por Benito Santesteban, actual comerciante de objetos religiosos, y los falangistas organizados como hemos dicho. Además había distintas bandas por los pueblos capitaneados por asesinos tristemente famosos (como El Chato de Berbinzana) y por guardias civiles, que llevaron a cabo miles de asesinatos.
Los requetés tenían su «checa» en el colegio de Escolapios; los falangistas en la antigua Casa de Maternidad.
Los primeros días la banda de «El Águila» se lanzaba sobre sus víctimas en pleno día. En la calle, en las casas, en los talleres y aun en las puertas de las iglesias. Entre culatazos e insultos los llevaban a su checa de Maternidad, los asesinaban y los dejaban abandonados en plena carretera para sembrar el terror. El día 29 de julio el autobús de la Estellesa tuvo que detenerse varias veces para apartar los cadáveres de los asesinados que obstaculizaban el paso.
Después del primer mes, los de El Águila operaban por la noche, sembrando el terror y el pánico en cientos de hogares. Durante el día se paseaban por Pamplona con aire jaquetón y de perdonavidas, sabiendo que inspiraban un terror pánico aun entre los mismos derechistas.
Al administrador del Hospital Provincial lo asesinaron en pleno día en la puerta de la parroquia de San Lorenzo. Al pobre «Firpo» (así llamado por su talla prócer) lo asesinaron en la carretera de San Cristóbal, poco a poco, lanzándole tiros espaciados mientras merendaban.
Normalmente hacían sus gracias a eso de las tres de la mañana, y después hacían alarde de haber «limpiado» tantos o cuántos aquella noche.
Esos degenerados cuyos nombres hemos consignado y de los cuales todavía viven unos cuantos y en cuya conciencia tienen que pesar cientos de asesinatos horrendos, son los componentes de la tristemente célebre escuadra de «El Águila».
He ahí una parte, pequeñísima parte, de la obra de la escuadra «El Águila» y de sus colaboradores, en la provincia de Navarra.
De esa obra ha dicho el cardenal Gomá que ha sido bendecida por Dios, y a sus criminales autores es a quienes está pasando revista en la fotografía.
El cardenal Gomá conocía bien estos hechos. No los ha negado rotundamente. Simplemente los ha silenciado. Y cuando se ha visto apremiado por acusaciones y pruebas incontestables, ha dicho: «Tiene toda guerra sus excesos, y los habrá tenido sin duda el movimiento nacional». O se ha consolado con decir que no han llegado al 10% los asesinados sin previa confesión sacramental. Así, el cardenal, que ha volcado el peso de su autoridad eclesiástica a favor del bando de Franco, ha tratado de disculpar los horrendos crímenes de sus aliados.
«En Navarra y Logroño, de donde tengo referencias concretas, los falangistas han matado a muchísimos sin permitirles confesarse, aun en muchos casos en que algún sacerdote tratara de acercarse a los reos. Antes de ejecutarlos se ensañaban con los desgraciados de palabra y de obra».
«Más de ochenta prisioneros, sacados del Fuerte de San Cristóbal, fueron asesinados en represalia por la muerte que los rojos dieron al señor Beunza».
«Hasta mediados de septiembre de 1936 los fusilamientos de los presos tuvieron en Pamplona carácter de espectáculo público. Las ejecuciones se llevaban a cabo a las primeras horas de la mañana en un paraje muy conocido y accesible, detrás de la Ciudadela, denominado «La vuelta del Castillo». Allí acudía la gente como al encierro de los toros por San Fermín. Las entidades políticas de derecha recomendaban la asistencia a sus socios y simpatizantes en sus respectivos centros. Aquello parecía una fiesta; «hasta el extremo de que vendedores ambulantes de churros se sintieron atraídos por el bullicio y aprovechaban del gentío para ganarse algunos cuartos de extra”.
Los sitios donde mayor número de hombres han sido asesinados en Navarra son la Cuesta del Perdón (carretera de Estella, km. 14), alto de Loiti (camino de Sangüesa, por la carretera de Monreal), puerto de Echauri y las Bardenas.
En forma análoga procedían otras cuadrillas en Álava, en Burgos, en Valladolid, en Zaragoza, en Sevilla, en La Coruña, etc. En todas partes obedecían a una consigna común.
Así fueron fusilados en las Bardenas (Navarra) cincuenta y seis personas que habían sido sacadas de la cárcel provincial de Pamplona el día 23 de agosto de 1936, mientras la efigie de Santa María la Real era llevada con solemnidad por las calles de la ciudad. Uno de los conducidos a las Bardenas pudo evadirse de las manos de sus verdugos. Era un pamplonés llamado José Zapatero.
En los pueblos de Peralta, Azagra y Mendabia, que tienen unos 14.000 habitantes escasos, han sido asesinadas seiscientas personas por no ser adictas al movimiento franquista.
En los comienzos de la guerra fue cuando fueron asesinados en Monreal los 57 presos de la cárcel de Tafalla en represalia por la muerte de un tafallés, llamado Castiella, ocurrida en el frente.
Muchos individuos, cuyo número no se sabrá jamás, han sido precipitados en las simas y torcas de las sierras de Urbasa y Andía, según han atestiguado los pastores que allí habitan. Con el continuo pasar de condenados y de sus verdugos, se fueron formando nuevas sendas en dirección a las simas por entre los matorrales de las montañas. Solían oírse de lejos los ayes lastimeros de muchos desgraciados que, al ser precipitados al fondo del abismo, habían quedado aún con vida.
«El pueblo vasco frente a la cruzada franquista»
Juan de Iturralde
Ed. Egi-Indarra
"El txistu es proscrito como instrumento musical".
Además de ser asesinos vocacionales los "nazionales" estaban locos de atar.
¡Qué pais de horror!
Publicado por: CAUSTICO | 10/18/2016 en 06:02 p.m.
"El txistu es proscrito como instrumento musical".
Los británicos (principalmente ingleses) durante algún tiempo también hicieron lo propio en Escocia con la gaita.
Como se suele decir, todos los casos son diferentes, pero vaya obvios paralelismos.
Publicado por: Sony | 10/19/2016 en 09:59 p.m.