SIMÓN SOROET. PRESIDENTE DEL CONSEJO DIRECTIVO DEL COLEGIO EUSKAL ECHEA DE ARGENTINA
Soroet ha encabezado la delegación del Colegio Euskal Echea de Argentina que la pasada semana viajó a Euskadi para recibir el premio ENE que cada año otorga Eusko Ikaskuntza
Fundado en el año 1904 y con dos sedes escolares, en la ciudad de Llavallol y en Buenos Aire, el Colegio Euskal Echea de Argentina cuenta con varios millares de alumnos y en su currículum académico incluye las asignaturas de euskera y cultura vasca. Ello ha despertado el interés y la admiración de Eusko Ikaskuntza, que ha decidido hacerles valedores del premio ENE que concede anualmente.
¿Cómo recibieron la noticia del premio?
-Fue muy emocionante porque nos lo dijeron cuando estábamos celebrando allá el Día del Euskera. Presentamos nuestra candidatura porque pensábamos que cumplíamos los requisitos. Fue una gran sorpresa y con gusto nos vinimos. Estamos felices de haber venido. Además, hemos tenido la oportunidad de entablar relaciones y nos llevamos un montón de ideas.
¿Cómo y cuándo surgió Euskal Echea?
-Nació a principios del siglo pasado. En Buenos Aires había tres centros vascos importantes, uno era el centro vasco-francés, otro el centro vasco y el tercero era el centro navarro. Los tres se juntaron, eligieron sus autoridades, aportaron fondos y crearon este Colegio y esta asociación que se llama Euskal Echea Asociación Cultural y de Beneficencia. Su Estatuto tiene dos objetivos principales, por un lado, la educación de los niños y jóvenes, y por el otro, la atención de las personas mayores, que ya no tenían posibilidades en la vida, por lo que las mantenían mediante un hogar de ancianos.
¿Y por qué crear un colegio?
-Porque los vascos a Argentina, en general, fueron al campo y es un país muy grande, muy amplio con mucha distancia. En el interior, en esos años, no había colegios suficientemente buenos para formar a los jóvenes por lo que contrataron a dos congregaciones religiosas. A ellos se les entregó el Colegio para que se ocupasen de la educación. Yo estudié en el Colegio en los años 60, ya habían pasado 50 años desde que se inauguró. Siempre tenía el colegio una vertiente vasca. Nosotros cantábamos Gernikako Arbola y era como nuestro himno, en todas las fiestas lo cantábamos. También teníamos izada la ikurriña. Así que el sentimiento de lo vasco siempre estuvo. El problema es que con los años se fue perdiendo esa vertiente de vascos puros nacidos en Euskal Herria porque ya no hubo tanta inmigración. Pero como en los estatutos dice claramente, los fundadores estaban permanentemente pensando en su país. Siempre tienen presentes a sus antepasados y esto se ha mantenido en los 110 años de la institución.
Hoy en día ¿cómo se estructura Euskal Echea?
-Las congregaciones se fueron hace 20 años, porque no hubo vocaciones. La asociación civil, esto es, la entidad propietaria se hizo cargo de la parte de educación y ahora todos los docentes son laicos. Se sigue dando instrucción religiosa, por lo que es un colegio católico. Pero fundamentalmente, el personal está todo imbuido de este espíritu de respeto a los antepasados. La otra cuestión significativa es que la entidad no tiene fines de lucro. O sea, los directivos que estamos en el consejo no cobramos. Yo estoy colaborando desde el año 1999, y antes colaboró mi padre y probablemente el día de mañana lo hará mi hijo, porque se genera un sentimiento de compromiso. Tenemos 550 empleados tanto en educación como en el hogar de ancianos, que se sigue manteniendo, porque lo que ganamos en el colegio se destina a mantener a los 50 ancianos que están de diez. Y ahora en el colegio tenemos un total de 3.000 alumnos.
¿Cómo se introduce en un colegio ubicado en Argentina el euskera como asignatura?
-Fíjate que nosotros teníamos un poco de cultura vasca cuando estaban los sacerdotes y las monjas. Siempre hubo docentes de origen vasco. Cuando se fueron los sacerdotes, tratamos de introducir profesores que supieran sobre la cultura vasca y la lengua. Ahora tenemos en total seis profesores y hemos logrado que las autoridades de la ciudad de Buenos Aires nos reconocieran con tres idiomas complementarios: inglés, francés y euskera. Somos el único colegio que tiene el euskera. No tiene mucha carga horaria, una hora por semana, pero los niños más pequeños aprenden rudimentos de la lengua y sobre todo temas de cultura, como música o juegos. También tenemos una fiesta anual que es la fiesta vasca, que se celebra de toda la vida y ofrecemos recitales de danza vasca. También tenemos el coro de padres del colegio que tienen muchas canciones en euskera. Después a los alumnos que tengan más interés por la lengua se los deriva a algún centro vasco para que profundicen en el idioma. Y después se transforman a su vez en profesores nuestros.
¿Qué caracteriza de forma especial a este centro?
-La característica principal son los docentes. La comunidad educativa reconoce la gratuidad del servicio, es decir, perciben que todo lo que ellos aportan se vuelca en servicios, que no hay un propietario que se lleva los fondos. Después es muy importante la tradición del colegio. Hay muchos exalumnos que mandan a sus hijos, a sus nietos... porque las exigencias académicas son rigurosas. También es bastante exigente el tema de la conducta de los alumnos.
¿Mantienen alguna relación con Euskal Herria?
-En Argentina hay una asociación que se llama FEVA (Federación de Entidades Vascas Argentinas) que es la que une a todos los centros vascos de Argentina, que son muchos. Además, tenemos la gran suerte de tener una delegación del Gobierno Vasco oficial en Argentina, y con ellos tenemos un trato muy cercano. La persona encargada de la delegación acude a todas nuestras fiestas, nos apoya y nos brinda material. También los graduados del último año hacen un viaje de fin de estudios a Europa, en el que visitan Londres, París y también el País Vasco. Con lo cual ellos, también van transmitiendo lo que ven.
Muchos de los alumnos, seguramente hasta el viaje de fin de estudios, no han pisado Euzkadi en su vida. ¿Qué percepción tienen?
-Nosotros, gracias a estas clases que realizamos desde hace cinco años más intensivas, vas a un aula y ves la ikurriña o el mapa de Euskal Herria; el cariño hacia lo vasco está muy dentro. Ahora, por ejemplo, hemos traído un vídeo que lo presentamos cuando nos dieron el premio, y se sorprendieron por el entusiasmo que ves en los chicos y en las familias. Incluso hemos estado visitando varias ikastolas y les llama la atención que haya ese entusiasmo. Yo no sé si es porque es algo distinto o por el colorido o por qué, pero hay como un cariño especial.
PAOLA FERNÁNDEZ /JAVI COLMENERO
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