Domingo 29 de enero de 2017
Hace 28 años Koldo Mediavilla, Iñigo Camino y quien ésto escribe, en mi casa, creamos los Premios de la Fundación Sabino Arana. Había que reforzar la acción de una Fundación con nombre tan denostado en la España profunda, apostando por reconocer públicamente a quienes trabajan por la sociedad, se esfuerzan en lograr metas, son referencias éticas, trabajan por la paz, tienen sensibilidad y son fuertes, independientemente de su ideología o religión y también con todo ese cúmulo de valores, evidenciar la entraña de un partido fundado por Sabino Arana lo que es. No un partido creado por un loco racista, sino por un católico nacionalista de hace 122 años, con los valores que tenía aquella sociedad. Y el resultado cada año es un acto precioso, omnicomprensivo, incluyente, generoso y propio de una Fundación humanista. Los Federico Jiménez Losantos, Hermann Terstch, y toda la caverna madrileña deberían comprobar lo que digo. Que vengan el año que viene y lo comprueben. De hidrógeno y oxígeno, sale el agua. De productos como los citados no sale una exaltación a la fuerza, al irrespeto, y al acoso, sino la suma de una serie de valores como los que he descrito. Nada que ver con lo que dicen.