Daniel Innerarity (Profesor de Filosofía e Investigador IkerBasque de la UPV/EHU
Uno de los contrastes que entraba en juego en las elecciones americanas era el que distingue al capitalismo industrial clásico del nuevo capitalismo digital, el de las grandes ciudades industriales del interior frente al capitalismo financiero o creativo de Silicon Valley y Wall Street. La evolución del capitalismo ha convertido en algo casi obsoleto lo que podríamos llamar economía real, el trabajo del sistema industrial y la manufactura, sustituidos por el de los “analistas de símbolos” (Robert Reich), cuyo interés consiste en conectarse a las comunidades de éxito, al mercado internacional del dinero que circula rápidamente, al glamour, la moda y la cultura pop, las élites prósperas que viven en las ciudades donde se goza pero nadie puede sentar raíces, educar a sus hijos, vivir y morir. Ha surgido toda una economía virtual e inmaterial, un capitalismo de accionistas y especuladores, sin verdaderos propietarios, que contrasta con esa idea del primer capitalismo de que la condición salarial no era más que un estadio temporal antes de que cada uno pudiera acceder a la condición de propietario de los medios de producción.
Para buena parte de la ciudadanía las políticas de desregulación, globalización y deslocalización del empleo industrial, los desequilibrios territoriales y la economía de la innovación son vistos como una verdadera amenaza que parece no beneficiar más que a un pequeño grupo de diplomados de las mejores universidades. Vivimos en un sistema económico y político que favorece la concentración de las riquezas y el poder, sin que beneficie al conjunto de la población. Pero antes incluso que una cuestión de justicia, hay también un problema de comprensión, tras las protestas frente al nuevo capitalismo hay tanto una indignación moral como una irritación ocasionada por la perplejidad. Esta evolución reciente del capitalismo forma parte de esa creciente virtualización del mundo que mucha gente no termina de entender. Se trata de un modelo económico que refuerza el poder de los dirigentes o del capital, mientras disminuye el valor del trabajo humano. Al igual que la producción en masa había desconectado al obrero de los talentos que eran antes necesarios para los artesanos, el marketing de masa desconecta ahora a los trabajadores de sus clientes. El ejemplo más elocuente lo encontramos en el oficio de banquero. Es ilustrativo recordar que en los Estados Unidos del siglo XIX estaba prohibido abrir una sucursal en una localidad diferente del lugar de origen de la casa central del banco. Para evaluar la fiabilidad de cualquier operación, los banqueros debían mantener una relación directa de los prestatarios. Hoy este conocimiento del cliente ha sido reemplazado por los modelos algorítmicos y el consejero bancario por la burocracia.
Esta intermediación y lejanía se verifica en otros muchos ámbitos en los que se está llevando a cabo una desmaterialización del mundo del trabajo. Lo está planteando de un modo muy interesante el filósofo americano Mathew Crawford, que reivindica, frente al capitalismo de casino y la economía especulativa, el mundo industrial e incluso artesanal, como prueba el hecho de que se defina a sí mismo como un filósofo y reparador de motos. Es algo que ya había sido apuntado por Richard Sennet en su reflexión sobre la artesanía y que forma parte del imaginario popular de la sociedad americana, tal como es presentado, por ejemplo, en esos programas de la televisión americana que ensalza el bricolaje, la solidaridad vecinal… Es cierto que hay en todo ello mucha nostalgia y una visión romántica del viejo mundo industrial, una consideración demasiado negativa de la globalización y una incapacidad de entender la transformación de la economía del conocimiento, que no necesariamente equivale a la especulación financiera. Por otro lado, es un verdadero sarcasmo que quien se presenta para resolver estas tensiones sea Trump, que no procede precisamente del mundo de las ONG’s y los movimientos antiglobalización.
Uno de los dilemas a los que nos enfrentamos es interpretar ciertas resistencias ante la globalización, que no son siempre irracionales. La coincidencia entre parte de la izquierda y de la derecha en la oposición al TITP debería hacer pensar a unos y otros. El repliegue del American First o La France d’abord es una respuesta inadecuada frente a un problema real. Conocemos los enormes costes que ha tenido en la historia el cierre de los espacios abiertos, pero también sabemos que se paga muy cara la desatención hacia las señales emitidas por la gente, por muy estúpidas que puedan ser, expresan un deseo de protección que tienen derecho a obtener aunque sea en condiciones muy distintas a los compromisos alcanzados por el viejo estado nacional del bienestar. Mientras no se consiga esto, habrá resistencia a la configuración de espacios abiertos para el comercio y la libre circulación de personas, unas resistencias en las que se mezclan aspiraciones razonables y reacciones torpes, pero que no son temores del todo infundados.
Los empresarios vascos piden ahora que en las adjudicaciones se prime que el adjudicatario sea local.
Tantos años dando la tabarra conque la globalización era estupenda para todos y ahora esto.
Igual es un poquito tarde, pero es bueno.
Publicado por: CAUSTICO | 01/27/2017 en 07:34 a.m.
O se le para los pies al capitalismo o las condiciones de vida irán empeorando y las desigualdades sociales se volverán extremas. Más que nada porque en tiempos de agotamiento del petróleo el crecimiento económico se volverá imposible y por lo tanto no se podrá aumentar el pastel. Si no se le puede aumentar sólo quedará repartirlo lo mejor posible. Pero abandonar las políticas de redistribución mediante impuestos para pasar a redistribuir la propiedad creará muchas tensiones sociales. Es muy posible que veamos resurgir conflictos que pensabamos que ya formaban parte del pasado. La propiedad de la tierra agrícola por ejemplo volverá a ser como siempre una gran fuente de tensiones.
http://crashoil.blogspot.com/2014/10/la-espiral.html
Publicado por: Señor Negro | 01/27/2017 en 05:19 p.m.
Con motivo del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
http://www.elmundo.es/opinion/2017/01/27/588a394122601d69738b460a.html
Publicado por: Iñakitroll | 01/27/2017 en 07:18 p.m.
Pues si Iñakitroll, lástima que España aún no recuerde y conmemore a las víctimas REPUBLICANAS de los campos de exterminio nazis..., nunca hablan de ellas, lo cual es peor aún pues están dispuestos a conmemorar las víctimas de los campos de extermino de cualquier país, excepto la españolas..., que son las propias..., se condena a los nazis (fascistas) pero no a los fascistas españoles impunes que ahí las mandaron (Franco, su cuñado, Serrano Suñer, etc.).
Mientras esto no se haga, España siempre será diferente en esta materia y en otras muchas, no será democraticamente homologable, el resto respecto a España es papel mojado e hipocresía..., se predica con el ejemplo (y de las series de televisión que hacen del impune Serrano Suñer una figura pseudo glamurosa, ya ni hablamos..., desde luego esa no es la dirección correcta).
Publicado por: Sony | 01/27/2017 en 10:17 p.m.
Seguramente Euskadi no es "de momento" independiente (supongo que Cataluña lo mismo...), por que España no participó en la Iª Guerra Mundial (en donde se terminó el imperio austrohúngaro, el prusiano, se terminó la monarquía y el imperio ruso, Gran Bretaña perdió Irlanda del Sur, etc.), ni participó tampoco en la IIª Guerra Mundial tras la cual se terminaron los imperios europeos internacionales (Francia, Gran Bretaña, etc.), a pesar de todo ha ido perdiendo su gigantesco imperio por partes a cuenta gotas (mucho durante las guerras napoleónicas, incluyendo Guinea o Sahara en época de Franco o Portugal dentro de la península mucho antes...), pero cada vez España es mas pequeña, incluso el sistema de autonomías, sobre todo las "históricas", es una forma de "evitar" la independencia pero también puede ser el inicio por partes de una independencia, desde luego en ambos territorios los problemas políticos siguen sin estar resueltos en una España en crisis y con corrupción (como siempre) y en un mundo que cada vez reconoce mas el derecho a decidir (Escocia, Quebec, etc.).
Publicado por: Sony | 01/28/2017 en 12:00 a.m.