Desde el Senado
Crónica del senador JULIO JAUREGUI (14/11/1979)
Invitada por el Parlamento holandés, una delegación de diputados y senadores, con el presidente del Senado, ha viajado a Holanda del 29 de octubre al 3 de noviembre de 1979.
Nuestras entrevistas con los parlamentarios holandeses, han sido facilitadas por el dominio de éstos de cuatro lenguas: el holandés, el francés, el alemán y el inglés, y, así, unos nos entendíamos en francés y otros en inglés. El uso, muy general, de cuatro lenguas, se debe a que, en el plan de enseñanza secundaria holandés, figuran las siguientes horas de clase por semana: cuatro horas de holandés; cuatro horas de alemán; tres horas de inglés "y tres horas de francés. El plan es duro, pero el esfuerzo es recompensado por el desarrollo y gimnasia de la inteligencia que supone el estudio simultáneo de cuatro lenguas, y por la preparación para desenvolverse en la vida en el plano humano, técnico y comercial.
En Utrech, hablamos con un joven asturiano que vino con su familia a los siete años de edad y hoy es un químico con brillante porvenir en la empresa donde trabaja, y habla las cuatro lenguas citadas más el castellano.
A los que ponen dificultades al bilingüismo, a base de castellano y euzkera, habrá que decirles que el ideal es el cuadrilingüismo que en nuestro caso sería: euzkera, castellano, inglés y francés, o ruso, o chino, ya que nuestro porvenir está en exportar al Mercado Común y al mercado mundial, los productos de nuestra pesca y agricultura industrializados, y de nuestra industria debidamente modernizada y tecnificada.
Mercado Común
Aparte de las visitas al jefe del Gobierno, al ministro de Asuntos Exteriores y al alcalde de La Haya, todos ellos interesados por el resultado del referéndum aprobatorio del Estatuto vasco, nuestras principales conversaciones fueron con el presidente de la Primera Cámara (Senado con 75 senadores), y con el presidente de la Segunda Cámara (Congreso de los Diputados con 150 diputados), así como con los miembros de las comisiones de Defensa y Asuntos Extranjeros, de una parte, y con los de las Comisiones de Agricultura, Asuntos Económicos y Asuntos Sociales.
Por razón de edad, me tocó presidir la delegación de parlamentarios (uno de UCD, uno socialista, uno comunista y uno del Partido Nacionalista Vasco), que conversó con las tres últimas comisiones citadas, contestando todos nosotros a las diferentes preguntas que formularon los parlamentarios holandeses. Yo analicé nuestra producción agrícola, producto por producto, y demostré que no constituíamos una competencia importante para la producción agrícola holandesa, sino, más bien, complementaria, y que representábamos un mercado de treinta y tres millones de consumidores, más los veraneantes y turistas que nos visitan. Que somos importadores de productos holandeses y que nuestra balanza comercial tiene un superávit a nuestro favor.
Todas las autoridades parlamentarias holandesas, nos manifestaron que eran partidarios de la entrada de España en las Comunidades Europeas, y Holanda se ha convertido en una defensora de esta aspiración, cosa que es muy de agradecer.
Rotterdan y la Philips
Terminadas las entrevistas oficiales, nuestros colegas holandeses, cuya amabilidad y cortesía no tuvieron límites, nos hicieron ver el puerto de Rotterdam, el mayor del mundo, recorriéndolo en un barco y contemplando sus muelles, dársenas y emplazamientos para carga y descarga de toda clase de mercancías, en todos los barcos de todos los pabellones del mundo. Allí estaba fondeado el "Eduardo Sota".
Al contemplar el puerto, que es administrado por la Municipalidad de Rotterdam, así como su organización para cada clase de mercancías, las refinerías y zona de descarga de petroleros, en donde se contrata en el mercado libre del petróleo, nos acordábamos de nuestro puerto de Bilbao y de que la modestia aconseja suprimir la palabra "super" cuando se denomina este puerto.
Un avión militar nos llevó desde La Haya a Eindhoven, para visitar la empresa mundial Philips. Durante el trayecto, volando bastante bajo, contemplamos las granjas agrícolas holandesas, con treinta y cuarenta vacas pastando en sus prados, y sus cultivos de flores y legumbres en invernaderos, que aumentan diez veces la producción en relación con los cultivos a campo abierto. Pensé en nuestros agricultores y en la conveniencia de que se organicen viajes de estudio a Holanda para aprender el cultivo en invernadero, que es la horticultura y la agricultura del futuro, y que debe adaptarse muy bien al terreno limitado y al trabajo de nuestros baserritarras.
También contemplé, desde el avión, los diez, doce y quince campos de fútbol que había en las afueras de las ciudades que sobrevolábamos y que, en los días de fiesta, están llenos de equipos de la localidad. Así se comprende que Holanda está a la cabeza de este deporte.
La empresa Philips fue fundada por un ingeniero técnico llamado Gerard Philips, en el año 1981, y con diez personas, comenzó a fabricar las lámparas Zeta. Hoy, esta empresa da trabajo y buena remuneración a 35.000 personas en la ciudad de Eindnoven; a 85.000 en toda Holanda y a 385.000 en todo el mundo. Factura por 32.200 millones de florines y dedica el 7 % a la investigación. Sus acciones se cotizan en las principales bolsas del mundo.
Actualmente, en el Consejo de Dirección de la empresa no hay ningún miembro de la familia Philips, y quienes la dirigen son hombres de gran capacidad, especialistas en los ocho grupos de productos que fabrica la empresa.
Presidió la comida que nos fue ofrecida, un señor llamado Espinosa, un fuera de serie que hablaba correctamente el castellano. La preocupación de estos hombres no es explotar a los trabajadores, porque ellos también lo son, sino obtener triunfos técnicos, ganar y conservar mercados, servir al público que utiliza sus productos, mejorar las condiciones de trabajo, de remuneración y de vida a cuantos colaboran en la empresa.
Visitamos una de las fábricas que se dedica a la fabricación de la pantalla y del tubo o pieza principal de los aparatos de televisión en color. Es una fábrica en que todo está muy mecanizado y parece un tren de montaje de coches, pero lo que pasa por las cintas transportadoras son aparatos de televisión y no automóviles. Algunos obreros españoles nos dijeron que el trabajo no era duro y, más bien, de mucha atención y vigilancia. Se trabajan las 24 horas en tres turnos de 8 horas. No hay paro obrero.
El mercado de las flores
También visitamos Ámsterdam, sus canales y sus museos, y la zona agrícola del norte de Holanda, con sus molinos. Una mañana visitamos la venta en subasta de las flores, que se efectúa en una cooperativa con más de 500 empleados y de la que forman parte unos 1.500 agricultores. Casi todos producen las flores en invernaderos y se venden, con una organización perfecta, por lotes traídos por cada agricultor, en subasta a la baja, como en nuestras lonjas del pescado. Hay dos grandes salas de subasta y los compradores (exportadores, mayoristas y detallantes) se colocan sentados en sus pupitres y, desde allí, dan su número y manipulan los mandos aceptando el precio y la cantidad de flores que compran. Después, es un apáralo electrónico el que registra el comprador y establece la factura a liquidar.
El territorio holandés, gran parte del cual se ha ganado al mar, tiene 40.000 kilómetros cuadrados y sustenta a una población de 14 millones de habitantes. Su población productiva, de unos cinco millones, está distribuida así: 6 % en la agricultura y pesca; 40 % en la -industria, y 54 % en los servicios. Es, pues, un pequeño y gran país, del que Euzkadi tiene mucho que aprender.
Tuvimos ocasión de hablar con bastantes trabajadores españoles, de los cuales hay 30.000 en Holanda. Los que viven con sus familias y se integran en la vida local y hablan sus lenguas, viven bien, trabajan y ahorran. Los que viven aislados de sus familias y en clima tan distintos del sur de España, viven más bien tristes y con ganas de volver. No se adaptan y hacen poco por aprender la lengua del país.
Sólo me queda reiterar, públicamente, nuestro agradecimiento a los parlamentarios holandeses, así como al embajador señor Sedó, a los cónsules generales y, de modo especial, al primer secretario de la embajada, don Juan Leñe, inseparable guía y entrañable amigo de nuestra Delegación parlamentaria.
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