Con unos días de retraso, pues he tenido que asistir al juicio en Madrid de mi hija Usune, que lleva encarcelada en una prisión española dos años y medio, desde que la Ertzantza la detuvo y entregó a las autoridades españolas, contesto brevemente a lo dicho por tí en la presentación de tu libro «Crónicas de amama», según leo en «Egin».
No entiendo, Polixene, por qué, ni con qué fines, autoproclamándote intérprete o adivina de la mente de Eli Gallastegi, «Gudari», y contradiciendo todo lo que escribió y representó en su día, te atreves a decir que hoy le diría a ETAque abandone la lucha armada, mejor dicho, y para utilizar tu demagógica frase «que deje de matar». Además añades, como razón, el que «ya habéis demostrado que sois fuertes y que estáis dispuestos a morir»; y despreciable insulto que no merece contestación.
¿Cuándo, Polixene, le has leído o le oíste a «Gudari» frase alguna, siquiera una palabra, condenando, mucho menos despreciando o insultando, la lucha armada por su independencia de ningún Pueblo? ¿No le leías en «Aberri» cuando defendía y ponía como ejemplo el heroísmo del levantamiento armado de los irlandeses en Pascua de 1916 y la consecuente guerra de guerrillas de 1919 y 1921, enfrentándose enérgicamente a la línea oficial del diario «Euzkadi» que defendía a la imperialista Inglaterra? ¿No leías sus artículos atacando al Gobierno español y ridiculizando a su ejército, mientras loaba y simpatizaba con el rebelde Caid Abd El-Krim y sus guerrilleros rifeños? ¿Por qué regla de tres supones que ahora iba a condenar la lucha armada por la independencia de Euskadi que lleva haciendo ETA?
Sé de la admiración que entonces le profesabas a «Gudari» y también de la gran amistad que teníais. Me acuerdo incluso (tendría yo 8 ó 9 años) cuando estuvimos invitados en Artxanda a tu boda con Mandaluniz y que estaba también Iraragorri (creo que fue padrino), que para nosotros chavales, eran como dioses; sé también que tú has cambiado mucho desde tu fogosa juventud y que a pesar de que comprendo que el «venezolanismo» a veces aplatana, cuando oigo o leo comentarios tuyos, como el que me obliga a dedicarte estas líneas, me pregunto desconcertado: ¿Qué fue lo que te hacía admirarle tanto a Eli Gallastegi si no fue su ideología nacionalista incontaminada e intransigente con la que se enfrentaba al estatutismo españolista «oficial»?
Si tienes deudas morales, ideológicas o crematísticas con quienes te arropaban en la presentación de tu libro, págaselas tú misma; pero no te rebajes, por rendirles pleitesía o por justificarte ante tu propia conciencia, además gratuita y equivocadamente, a tratar de arrastrar contigo en tu miseria, a quien dices haber admirado tanto.
Te lo digo con pena!
IKER GALLASTEGI
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