Testimonio Irrecusable
En acto público, tras exhibir irrefutables testimonios y documentos, sobre la destrucción de Guernica, invitamos a determinados escritores católicos, dignatario de la iglesia alguno de ellos, para que, de acuerdo a las normas tradicionales de la moral católica, rectificaran los conceptos y acusaciones concretas y repetidas que desde las columnas de EL PUEBLO y de CRITERIO, entre otros, se habían formulado contra los vascos en general, contra los sacerdotes patriotas fusilados, condenados a muerte y encarcelados y aun contra el propio presidente del Gobierno de Euzkadi, Don José Antonio de Aguirre.
Los escritores de Mons. Gustavo J. Franceschi y Alfonso Junco, particularmente, llevaron la confusión y el error a muchas conciencias, y el buen nombre del pueblo vasco y de sus dignatarios, incluso en su condición de católicos, quedó empañado para los lectores de tales órganos. Las acusaciones fueron moralmente graves y está pendiente de legítima reivindicación.
¿Hasta cuándo su conciencia permanecerá ciega y muda a la verdad y a la justicia?. O mejor aún, pues éste y no otro es el caso ¿hasta cuándo, conociendo la verdad y amando la justicia, persistirá el silencio?
¿No es un gesto de hombría la rectificación noble y sincera, el reconocimiento de un error sobre todo cuando éste produce escándalo y daña gravemente la dignidad y el buen nombre del injustamente acusado? ¿O en tan poco puede considerar la honra ajena un escritor católico?
A la conciencia de Mons. Franceschi, de Alfonso Junco, de tantos otros escritores católicos, que cegados por la pasión han producido con sus escritos daño a nuestro pueblo, apelamos una vez más.
Lo hago hoy porque, en cuanto a la destrucción de Guernica se refiere, tengo un testimonio más a ofrecer. De mayor validez se me antoja, por cuanto viene de persona no amiga. No es ya por la voz angustiosa del párroco de Guernica que juraba ante Dios lo que nosotros hemos venido proclamando. Ahora es nada menos que el general Galland, teniente en abril de 1937 de la Luftwaffe, quien ostentaba las tres estrellas de “capitán español” y con destino a la sazón en Vitoria.
El general Galland, acaba de publicar una obra en Alemania y Francia. La edición de París, se titula “Jusqu’au bout sur nos Meserschmidt”. En las páginas 34 y 35 de esta edición, hace referencia a Guernica en la jornada trágica. La legión Cóndor recibió la orden de destruir un puente. La misión se cumplió, pero cuando el humo de las bombas se hubo disipado, pudo constatarse que el puente estaba intacto, pero la localidad había sido seriamente dañada. La operación fue un fracaso, añade. Y reconoce, que “el ataque al puente” de Guernica, había hecho numerosas víctimas. Se refiere luego al gran pesar de los autores del bombardeo por el clamor que esa destrucción masiva había levantado en el mundo.
La historia se repetía. Nerón incendió Roma y acusó a los cristianos de la quema. En Guernica se hizo lo mismo con los vascos. Pero en Roma, al menos, las víctimas fueron defendidas en su honra por los cristianos del universo entero, en tanto que a los vascos, sus hermanos en la fe enlodaron sin caridad. Y se hizo oídos sordos incluso a la voz de su obispo y de sus sacerdotes. Triste destino el del pueblo al que los propios acusadores llaman “el más cristiano del mundo”.
Una vez más, ¿no ha llegado la hora de la reivindicación?
Pedro de Basaldúa
Nº 460 – 30 de Agosto, de 1954
Ya vemos que el papel de la prnsa nacionalista española siempre ha sido igual.
Plumillas del poder y enemigos del nacionalismo vasco, contra el que el insulto y la calumnia han sido siempre libres y gratificados.
Publicado por: CAUSTICO | 08/02/2017 en 07:36 a.m.