Le hemos explicado el motivo de la visita diciendo que el Gobierno de Euzkadi y elementos que le acompañan se están preocupando de los problemas que se pueden presentar con carácter urgente sobre todo en el caso de que la guerra termine por un arreglo cualquiera, que, naturalmente, el que tenga las cosas preparadas y estudiadas tendrá una ventaja grandísima en la situación que inmediatamente se establezca a la cesación de las hostilidades y que por lo mismo que a nuestro juicio esta situación será provisional y ofrecerá mayores riesgos, será cuando haya que llenar necesidades más urgentes y con mayor provecho para los elementos extranjeros que se interesen, y esto por el momento más en asuntos comerciales y créditos a corto término que para empréstitos de reconstrucción. Hemos insistido en que hoy tableamos sobre hipótesis y no sobre realidades imprevisibles todavía.
Contesta que conoce la fama de seriedad y honradez de los vascos y que ésta es asimismo reconocida en América. Recuerda el caso de Minnich que al principio de la guerra le pidió apoyo para trasladarse a Bilbao a gestionar intereses americanos y que a la vuelta desvirtuó todos los bulos que los primeros excesos de Barcelona, Madrid, etc. habían provocado en los Estados Unidos en daño de Bilbao. Afirma que hoy día la opinión americana es muy favorable a una ayuda de este género tanto más factible cuanto que los Bancos americanos están sobrados de dinero.
Le digo que el Gobierno Vasco me ha encargado el ponerme en contacto con elementos bancarios, industriales y comerciales de varios países que pudieran estar interesados en establecer allí alguna industria, citando el caso de la “Firestone” y el proyecto de “Chrysler” en el primero de los cuales había intervenido yo personalmente por el Banco de Bilbao, donde llevaba más de 20 años de Consejero, como antes lo habían sido mi padre y abuelo, fundador éste del Banco.
Al oír lo de la “Firestone” dice que conoce esta entidad, pues tuvo que ir al principio de la guerra a Bilbao a ver al Gobernador Civil y oponerse a un supuesto intento de socialización de esta fábrica. Nos relata asimismo, una anécdota de otro viaje a Bilbao con Franklin Roosevelt (hijo), a quien acompañó a una corrida en 1933.
Concretando el pensamiento del Gobierno Vasco se le lee y entrega la nota que ya se conoce y especificamos que nuestro deseo ahora es que el Gobierno americano pueda contestar favorablemente a cualquier consulta de Bancos o entidades que traten con nosotros. A esto responde que con la información que le damos hará un rapport favorable que enviará a los Departamentos de Estado, Industria y Finanzas de los Estados Unidos y a los señores Roosevelt y Hull.
Le damos las gracias e insistimos que queremos la colaboración de las entidades bancarias e industriales de los diferentes países (Francia, Inglaterra, Bélgica, Estados Unidos, etc.) para evitar una concurrencia desordenada y dañosa para todos en los primeros momentos siendo el ideal la organización previa de la colaboración de todos estos elementos internacionales.
Al despedirnos le pedimos una presentación para el Embajador en París, para el caso de que hablemos con los Bancos americanos con sucursal allí Morgan, National City y Chase, a lo que promete mandármela a París.
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