Acertó la insigne poetisa chilena de ascendencia vasca y Premio Nobel, Gabriela Mistral, al profetizar hace ya muchos años que "Frei será un día presidente de Chile, pero yo estaré ya muerta". En una hora decisiva y trascendental para el país hermano, por sobre la angustia vivida, la ciudadanía designó presidente a Eduardo Frei MontaIva por abrumadora mayoría. Chile depositó consciente su confianza en este hombre joven, iluminado por una doctrina amamantada en el Evangelio, pletórico de esperanza, rezumando humanismo y buena voluntad.
Es el hombre de las largas jornadas de lucha y sacrificio que, pública y reiteradamente expresó su afecto a la causa vasca y su solidaridad a la gesta heroica de nuestro pueblo
Ese afecto y esa solidaridad no han amenguado al cubrir su pecho con la honrosa banda presidencial. Lo hemos comprobado jubilosos durante nuestra presencia en Chile al asistir, invitados fraternalmente, a la histórica transmisión de mando.
Tras el arto oficial del Congreso y el solemne Te Deum en la Catedral, ante los aplausos de un pueblo alborozado fueron ocupando las misiones representantes de numerosísimos pueblos sus respectivos automóviles engalanados con sus banderas nacionales en dirección de la Casa de la Moneda, la residencia presidencial, a fin de saludar al nuevo presidente y a su gobierno. La larga comitiva marchaba tras las carrozas avanzando dificultosamente entre una entusiasta muchedumbre. Muchas banderas eran de reciente creación; otras era desconocidas para la mayoría. En general sucedía así con la bandera vasca que tremolaba airosa junto a la chilena. Entre aplausos y vítores, la pregunta era constante: ¿Qué bandera es? ¿De qué país? ¿De dónde son?
—Euzkadi, País Vasco, vascos..., repetíamos sin cesar.
Y las ovaciones y los vivas surgían impetuosos, sin que faltaran flores y fugaces apretones de mano.
El salón de la Casa de la Moneda ofrecía un espectáculo inusitado y grandioso. Allí, de pie y con señales ya de fatiga, estaba el presidente Frei y su gobierno recibiendo el saludo y la felicitación de las misiones extranjeras, de sus correligionarios y amigos, de su pueblo enfervorizado. Alargamos la mano para saludar y el presidente abrió sus brazos para estrecharnos con la sincera amistad, la sencillez y el afecto con que lo hiciera cuando estaba en el llano. Recordamos entonces al hombre combatiente con el que hemos participado en varios Congresos, al hombre que ocupara la tribuna en más de una ocasión con nuestro llorado Lendakari Aguirre. Y vimos en él al abanderado de Chile, pero al mismo tiempo el abanderado de una idea, de una causa. Tuvimos presente también que el movimiento patriótico vasco surgido de la reciedumbre de Sabino de Arana Goiri era el primero en Europa y por lo tanto en el mundo que llevaba la impronta del espíritu democratacristiano Y con orgullo declaramos el decanato de los mismos en la hora actual, aún cuando, nuestra voz sea lanzada desde el exilio y Euzkadi continúe esclavizada y sometida.
En el ir y venir a los numerosos actos conmemorativos de tan bella y trascendental jornada, hemos sido testigos de hechos conmovedores y significativos. Hemos visto a más de un vasco, pues es seguro que lo eran, que se aproximaban al auto y besaban con honda emoción la bandera nacional. Y hemos visto lágrimas en los ojos de más de uno. Otros que se limitaban a acariciarla con jubilosa manifestación. Más de un ¡Gora Euzkadi Azkatuta! llegó a nuestros oídos mientras avanzaba raudo el coche.
No faltaron tampoco las notas pintorescas. Como la de quien avanzaba veloz, por la Av. Providencia, y al ponerse a la par nuestro, detenidos ante el semáforo con disco rojo, preguntó intrigado:
—Estamos en vilo y discutiendo, por saber qué bandera es esa.
Y al contestarle que era la bandera nacional vasca, respondió contento:
— ¡Felicidades, arrayua, sí sí!
Sin que faltaran quienes nos saludaron cordiales en euzkera. O la del vasco y viejo residente que sorprendido por la bandera se acercó para pedirnos la dirección de alguna entidad vasca en Santiago a fin de vincularse a ella.
Pedro de Basaldua
La prensa anunció un homenaje a la Misión Vasca, integrada por los Delegados del Gobierno Vasco de Chile y Argentina, Pedro de Aretxabala y Pedro de BasaIdua. En la mañana del domingo se llevó a cabo una ofrenda floral al procer Bernardo O'Higgins. Las fuerzas de carabineros hicieron acto de presencia ante el monumento y a ambos lados del mismo se situaron los dantzaris con la bandera nacionales de Chile y Euzkadi. Los Delegados Vascos colocaron la ofrenda consistente en una hermosa bandera vasca de flores.
A las once de la mañana oficiada por el Rvdo. P Aguirre se celebró una misa en sufragio del alma del compatriota Cecilio de Zarrantz fallecido recientemente en Francia víctima de un accidente automovilístico. Intervino en el acto religioso y en forma magistral el Orfeón del Centro Vasco.
Luego a mediodía en el salón inferior del nuevo edificio en construcción, se celebró un almuerzo de camaradería. Ofreció el homenaje el nuevo presidente de la entidad. Josefa de Ituarte, con frase galana y emotiva. Habló luego el senador Tomás de Pablo, Elorza quien en un análisis histórico exaltó la presencia vasca en la constructividad chilena. Lo hizo luego el diputado y vicepresidente del Partido Demócrata Cristiano, Rafael Gumucio quien recordó el apoyo y la solidaridad recibida por los vascos en las horas iniciales y difíciles del movimiento. Afirmó que en las horas del triunfo no olvidarán esa conducta, solidarizándose con nuestra causa vasca a la que ideológicamente están ligados. El Delegado Basaldua pronunció un emotivo discurso agradeciendo el homenaje y llevando para la colectividad chilena palabras de esperanza y ánimo en la lucha patriótica empeñada por nuestro pueblo. Terminó expresando su gratitud al senador y diputado allí presentes, por la representatividad que encarnaban, fundiéndose en un abrazo final con ellos en medio de entusiastas aplausos de los numerosísimos comensales. Entre ellos figuraba el dirigente demócrata cristiano Julián San Miguel, designado edecán durante la permanencia en Chile del señor Basaldua en las jornadas de la transmisión de mando.
En este acto se recordó al Lendakari José Antonio de Aguirre y los asistentes al mismo guardaron un minuto de silencio en su homenaje.
Nº 568 (30 Noviembre, de 1964)
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