(Mayo 1958)
La democracia cristiana, más que un partido político, es un movimiento, una orientación, una doctrina y un temperamento político. Para hacerse una idea de lo que realmente es y representa, conviene examinar, siquiera sea someramente, sus antecedentes y vicisitudes históricas y considerar la actual situación que ocupa en Europa occidental.
Decimos en Europa occidental porque, aunque la doctrina es universal, donde ha adquirido cuerpo político es en Europa occidental, y de manera concreta en la porción de esa Europa agrupada en los organismos de la Unión Europea, Carbón y Acero, Mercado común y derivados. Veremos pues cuál es el historial y la situación actual de la democracia cristiana en Francia, Italia, Bélgica y Alemania principalmente y lo que representan como modo de expresión de esa doctrina los nuevos Equipos Internacionales.
Ensayo de incorporar a la vida pública el espíritu del Evangelio y los principios morales del cristianismo, sus primeros esbozos nos conducen hasta Lamennais, Lacordaire y Ozanam. Las designaciones de los grupos más o menos demócratas cristianos han sido muy varias: “social cristianos”, “populares”, “populistas”, “cristianos demócratas”, “católicos liberales”, “católicos de izquierda”, “centro católico” y otras. Lo nuevo es el brusco salto que han dado con posterioridad a la última guerra mundial, hasta colocarse en la dirección política de sus respectivos países, o compartir esta dirección de manera legítima y efectiva. Representantes de la burguesía católica antaño, aparecen integrados en la actualidad por clases medias con participación varia de elementos obreros. No conviene olvidar este hecho, proyectado tras los grandes movimientos sociales del mundo: esclavitud, feudalismo, liberalismo y socialismo. La democracia cristiana nace como corriente de opinión política en el período liberal para llegar a su pleno desarrollo en el social.
El movimiento demócrata cristiano se va forjando impulsado por sus sucesivos valedores. En Leen Hermal, que tanto hizo por el catolicismo social en el período coetáneo a la aparición de la Rerum Novarum, se encuentra aun algo de tipo paternalista. En Karl de Vogelsang, el feudal protestante convertido al catolicismo, el clima cristiano se concreta en un corporativismo, con cuyo espíritu combate las concesiones constitucionales acordadas al pueblo prusiano en 1848. El Conde Chambord pretendía con el mejor deseo establecer en la Francia de 1873 una monarquía cristiana, para la cual hacía el esfuerzo preciso para tomar como modelo a Luis XIV, como si Luis XIV, pese a sus títulos históricos, puede ser estimado como un monarca cristiano. León XIII aceptó en su Encíclica Graves de communi de 18 de enero de 1901 el nombre de democracia cristiana, pero reduciendo su sustancia a la de una acción popular cristiana por oposición a la democracia social de los socialistas, cuando ya el movimiento había surgido en Italia en 1896 bajo el impulso del sacerdote Romolo Murri con un contenido político definido y disponía de varios periódicos, uno de los cuales tiraba 14.000 ejemplares en 1903, siendo esa cifra extraordinaria para aquellos tiempos.
A esa prensa correspondía una sociedad de cultura, de carácter y denominación demócrata cristiana, con trescientas secciones, que, a decir del Cardenal Rampolla, provocaban la animadversión y protesta constante de los obispos: “estamos sumergidos por las protestas de los prelados contra usted”, decía el Cardenal a Murri.
Los monopolios industriales de una parte y el nacionalismo de la otra, obstaculizaron poderosamente el desarrollo de la corriente demócrata cristiana y el empeño de esta de dar al catolicismo una traducción social, como Arnold J. Toynbee ha estudiado con gran lucidez. Sus consecuencias se proyectaron hasta la primera guerra mundial, influyendo poderosamente sobre sus contingencias. Wilson y Lloyd George tenían por intangible el principio de las nacionalidades; por eso fue rechazada en 1917 la propuesta de paz separada de Austria-Hungría y no fue tenida en cuenta la Nota de Benedicto XV. El triunfo liberal, capitalista y parlamentario de 197, más o menos influido de cristianismo y humanismo, no era, ni significaba el triunfo de la democracia cristiana, y de hecho aun siendo el triunfo del derecho y de la civilización, abrió el camino al comunismo y el fascismo.
Le democracia cristiana posee una especie de carta fundacional, señalando sus derechos y sus límites, pero que es muy posterior a los esfuerzos de sus iniciadores; es la Encíclica Graves de communi. Toniolo el comentador más autorizado del pensamiento de León XII ha definido la democracia cristiana como “la ordenación de la sociedad civil, donde todas las fuerzas sociales, jurídicas y económicas, en la plenitud de su desarrollo jerárquico, cooperan proporcionalmente al bien común logrando, finalmente, la mejora y acrecentamiento de las ventajas para las clases inferiores”, definición que confunde a la democracia cristiana con el catolicismo social cuyas primeras manifestaciones aparecen en Francia, a decir de Duroselle, hacia 1822. León XIII limitó el marco de su democracia cristiana para llevar la concordia a las diferencias internas entre los católicos italianos y belgas. El equívoco se ha perpetuado para separar a demócratas y conservadores dentro del mismo campo de la democracia cristiana.
Francia.-
En el curso del siglo XIX se elabora el pensamiento demócrata cristiano con varias incidencias.
Villeneuve-Bargemont y Villermé han descrito la atmosfera moral de la Francia burguesa y la miseria extrema de la clase obrera bajo la Restauración y la Monarquía de Julio. Pueden tenerse como los primeros economistas cristianos Charles de Coux y Charles Perin. Buchez y sus discípulos actúan sobre la opinión pública. El problema social preocupa de manera constante a Chateaubriand, Lammenais, Armand de Melun, Lacordairs, Osanam y Maret. Tras la Revolución de 1848 surge la Era Nueva manteniendo orientaciones demócratas cristianas, frente a los elementos tradicionalistas, conservadores y reaccionarios. Tocqueville, Frederic Le Play y Agustín Cochin señalan metas de avance demócrata cristiano.
Alberto Mun funda la Obra de los círculos y La Tour du Pin desarrolla ampliamente la idea corporativa. Alberto de Mun, Lemire y sus seguidores actúan en el Parlamento. Leon Harmel gana gran autoridad. Los círculos obreros de estudios sociales marcan una etapa nueva, a la que siguen los Congresos obreros y las Uniones democráticas. En Julio de 1895 se funda en París el Partido Demócrata Cristiano, que solamente logra vida efímera. Los problemas monárquicos perturban el desarrollo de la democracia cristiana. Los católicos reaccionan de manera diversa ante el problema de la paz y la guerra. Se oponen las directrices de Gratry y Taparelli a las de Dupanlouyp y Ch. Perin. El militarismo y la religión se asocian, sin oposición de los demócratas cristianos, en la época del colonialismo y del asunto Dreyfus.
La muerte de León XIII marca un punto clave en los problemas de la democracia cristiana, desarrollados con varia fortuna desde esa fecha, 1903, hasta el Tratado de Versalles, 1919.
Los católicos combaten el nacionalismo. Marc Sangnier funda Le Sillon. De 1891 a 1905 se mueve en éxito creciente. Las reservas del Episcopado provocan que el movimiento decline, lo que culmina con la condena de Pío X y la sumisión de los sillonistas en 1910. Segnier y su periódico se inclinan hacia la acción puramente política, que les queda libre. La crisis política de 1911 a propósito de Marruecos tiene reacciones contradictorias en los medios sillionistas. Las Semanas Sociales otorgan crédito y autoridad a los católicos sociales. El sindicalismo cristiano progresa y tiene derivaciones parlamentarias. Marcel Sembat publica sus advertencias sobre la guerra y el asesinato de Jaurés. El Comité Católico de Propaganda francesa en el Extranjero actúa y produce una resistencia en la opinión pública contra los intentos pacificadores de Benedicto XV. El pensamiento teológico francés por el contrario se familiariza con la idea de paz internacional fundada sobre los principios cristianos, después del fin de las hostilidades.
La idea demócrata cristiana se desarrolla y adquiere sustantividad entre las dos guerras mundiales, de 1919 a 1939.
Se fun el Alma Francesa. Se constituyen y actúan las Federaciones de Republicanos Demócratas del Sena y de Finisterre. Marc Sangnier declina el ofrecimiento de ponerse en cabeza de un amplio movimiento demócrata cristiano y continúa sólo en el Parlamento. Las elecciones de 1919, bajo los auspicios del Bloque Nacional, dan el acta a numerosos católicos sociales y demócratas cristianos, dispersados en diversos grupos del Parlamento. En una legislatura dominada por el problema de las reparaciones y un espíritu fuertemente nacionalista, Marc Sagnier, casi sólo, se opone a la política alemana de Poincaré. En 1924 triunfa en las elecciones generales el Bloque de Izquierdas; al propio tiempo se constituye un Grupo Parlamentario demócrata cristiano de catorce diputados, que tenía por órgano de expresión el semanario Le Petit Democrata, dirigido por Robert Cornilleau y Raymond Laurent. Un Bureau de Acción Cívica trata de reunir los elementos dispersos demócratas cristianos y organiza la lucha electoral. Marc Segnier no está entre los triunfantes.
El 15-16 de Noviembre de 1924 se constituye oficialmente el Partido Demócrata Popular al que se adscriben los catorce diputados salidos de departamentos fronterizos con fuerte tradición religiosas, bretones y alsacianos principalmente. La personalidad más destacada del mismo es Don Augusto Champetier de Ribes, bearnés y financiero, diputado por Bajos Pirineos, que sale junto al ultraconservador Ibarnegaray. En la prensa, además de la muy prudente y ponderada “Ame Française”, de carácter más literario que político, Paul Archambault funda “La Nouvelle Journée” que reúne a los mejores colaboradores del antiguo “Sillon” con algunos filósofos y humanistas de positivo valor. A esta revista sucederá en 1924 una colección de “Cahiers de la Nouvelle Journée”, con ensayos interesantes. Marcel Prelot y Charles Flory fundan en 1927 otra revista “Politique” dedicada a ilustrar la doctrina demócrata cristiana del catolicismo social. En Rennes se crea “Oueste Eclair” órgano regional con una tirada de cinco mil ejemplares. En París Le Petit Democrate que había alcanzado la cifra de veinte mil suscriptores y la tirada de cien mil ejemplares, será sustituido por “L’Aube”. En 1928 y por iniciativa de Don Sturzo, se crea un “Secretariado Internacional de los Partidos Democráticos de Inspiración Cristiana”, confiado al profesor alemán de la Escuela de Ciencias Políticas Henri Simondet, embrión de los actuales “Nouvelles Equipes Internationales”, cuya finalidad es la de poner en contacto a los representantes de los partidos demócratas cristianos de Europa aportando a ese conocimiento sus respectivas experiencias políticas.
El P.D.R. (Partido Demócrata Popular) se definió en su origen en un programa detallado que Marcel Prelot y Raymond Laurent publicaron en 1928 en un Manual Político. Tal vez se recogía allí más la práctica parlamentaria del partido que su doctrina. Pero aquel año Don Sturzo publicaba en el mismo periódico un amplio estudio de la democracia cristiana, que el había llamado en Italia “popularismo” y que en Francia comenzó a denominarse “democracia popular” antes de que este vocablo hubiera sido deformado por los regímenes totalitarios comunistas. La experiencia de Don Sturzo adquirida en actividad constante desplegada entre los años 1919 y 1923, fue empleado para poner de manifiesto que la Iglesia no limitaba en manera alguna la democracia cristiana el plan social. Restaba tan solo el deslindar la democracia cristiana de los partidos conservadores de base católica.
Don Sturzo negó que el Estado fuera la fuente del derecho, el cual se basa como fundamento en la persona humana y en los cuerpos sociales de ella derivados: familia, clase, profesión, municipio, provincia, región, patria, comunidades de regiones o Estados, Iglesias, etc. El Estado viene obligado a otorgarles una expresión jurídica y una garantía política cuya reivindicación ha de ser hecha con empleo de métodos de libertad. Ninguna de las libertades públicas proclamadas por la Revolución francesa como exigencias de la conciencia humana es rechazada. El popularismo afirma la igualdad de derechos del hombre y de la mujer, incluso los del sufragio, el cual lo extiende con carácter de voto familiar a favor del padre o en su caso de la madre, representando a sus hijos menores. Uno de sus postulados ha sido la representación proporcional. Desconfiando de las abstracciones jacobina, hegueliana o marxista, dice Don Sturzo “hacemos nuestro el concepto de igualdad jurídica ante la ley, pero negamos el concepto absoluto y abstracto de una tal igualdad, admitiendo en su relatividad concreta las diferencias que nos ofrece la realidad. Así, para nosotros el impuesto progresivo está fundado en la razón, como las leyes protectoras del trabajo y las restantes.
El P.D.P. puede considerarse como la expresión francesa de esta doctrina, de orden social y político, superando de tal manera las confusiones iniciales de los primeros demócratas cristianos. Elementos significativos del programa demócrata popular son el voto familiar, el voto obligatorio, el referéndum, la representación proporcional, la de los intereses familiares, económicos y sociales, la descentralización administrativa, el estatuto de los funcionarios y su derecho sindical, el derecho de huelga con excepción de los servicios públicos, la jornada de ocho horas, el descenso dominical, las vacaciones pagadas, los convenios colectivos del trabajo, la participación de los obreros en los beneficios de las empresas, los seguros sociales, las alocaciones familiares, los consejos de fábricas, la lucha contra el alcoholismo, la guerra a los juegos de azar, la defensa de la educación y su extensión a todos, el impuesto personal progresivo, la reducción de impuestos de consumo, la aminoración de los derechos sucesorios en línea directa, la utilización intensiva del potencial eléctrico, la lucha contra la vida cara y la especulación, la administración racional y humana de las colonias, la enseñanza pública para todos y la enseñanza libre para los católicos, la confianza en la Sociedad de naciones y el impulso de las federaciones regionales, el desarme moral y material del mundo.
En 1936 Robert Schuman, el actual Presidente de Europa, defendió en la Cámara el proyecto formulado por el grupo parlamentario demócrata cristiano sobre la nacionalización de las fábricas de armas de guerra. En política colonial se opuso la integración a la asimilación. Una parte considerable fue dedicada a la agricultura en el programa del P.D.P. La mejora de las condiciones de los obreros agrícolas era afirmada junto a la necesidad de métodos nuevos de explotación, el desarrollo de industrias rurales, el acceso de los cultivadores a la propiedad de sus tierras de cultivo, la indemnización al cultivador de la plus valía de la tierra adquirida con el trabajo de aquel, la aplicación a los obreros agrícolas de las leyes sociales, el fomento de asociaciones y sindicatos rurales, cooperativas, mutuales, cajas de crédito, etc. En su régimen interior el P.D.P. era de estructura federal, con amplia autonomía para los grupos y congresos nacionales, donde la representación de las diversas secciones se reunía y acordaba lo procedente. En 1928 el grupo republicano popular contaba con veinte diputados. En 1939 Champetier de Ribes era nombrado Secretario de Estado en Asuntos Exteriores, como consecuencia de la oposición del grupo demócrata cristiano a la política de Munich.
El Congreso Nacional de Arras en 1936 reunió a valores personales que después han triunfado del tiempo: Henri Teitgen, Georges Bidault, Germaine Peyroles, Robert Lecourt eran presidentes de las Juventudes Demócratas Populares. Un episodio poco conocido es el que enfrentó a Raymond Laurent Presidente del Consejo Municipal de París y diputado por Saint Etienne, y a Robert Schuman diputado alsaciano, después Ministro y hoy Presidente de Europa. Raymond Laurent visitó a fines de 1938 Cataluña, zona republicana en la guerra civil española y publicó un artículo en Le Petit Democrate con su adhesión a la democracia Peninsular y de manera singular a la democracia catalana en lucha contra las fuerzas totalitarias mandadas por el General Franco. Iguales manifestaciones fueron hechas por Raymond Laurent en enero de 1939 en el único discurso que pronunció ante la Cámara. El mismo día en que el discurso fue pronunciado, Robert Schuman respondió a aquel con su dimisión. “El futuro líder de la C.E.D. prefería pasar por clerical a pasar por demócrata a los ojos de sus conciudadanos”, comenta Maurice Vaussard en su conocida “Historia de la Democracia Cristiana” que nos sirve de guión para este trabajo. Nosotros conocemos otros hechos posteriores en congruencia con aquella actitud de Schuman, y no ciertamente basados en motivos clericales, sino en inclinaciones benévolas hacia el régimen franquista.
Francisque Gay, el amigo de Marc Sangnier, funda en 1932 el diario L’Aube, después de haber publicado los Cahiers de la nouvelle Journée, creado el semanario La Vie Catholique y mantenido una actitud gallarda y resuelta frente a Action française. Marc Sangnier siguió manteniendo sus ideales de reconciliación internacional desde el semanario L’Eveil des peuples. Continuó publicándose también la Jeune Republique, sin la cooperación de Sagnier. En L’Aube se afirmó Bidault como periodista de gran clase. El semanario Sept. fue reemplazado por Temps Present, en cuyas columnas colaboraron Stanislas Fumet, Maritain, Georges Hourdin, Maurice Schuman (André Sidobre), Pierre Henri Simon,etc. Adquirió mayor fortaleza y extensión la C.F.T.C. y el sindicalismo cristiano se robusteció con la fundación de la Juventud Obrera Cristiana y la Juventud Agrícola Cristiana. En Octubre de 1938, por iniciativa de Francisque Gay, en el círculo de amigos de L’Aube eran fundados los Nouvelles Equipes Françaises, que habían de conducir más adelante a Bidault y a sus amigos a alinearse en la Resistencia.
De ella surgió el M.R.P., Movimiento Republicano Popular, como organización política de la democracia cristiana, con Gilbert Dru, Francis Chirat, Etienne Borns, Joseph Hours, Maurice Guerin, Francisque Gay y Georges Bidault etc. Bidault sucedió a Jean Moulin como Presidente de la Resistencia. En Argel con De Gaulle ocuparon los demócratas cristianos primer plano, confirmado con la presencia de Bidault, de Lenthon y Teitgan en Negocios, Extranjeros, Justicia e Información en el Gobierno Provisional constituido el 9 de septiembre de 1944. En las elecciones municipales de Abril-Mayo 1945, el M.R.P. domina 609 ayuntamientos. En las elecciones departamentales de Septiembre de 1945 el M.R.P. obtiene más de dos millones de votos entre los 15,5 totales. En las elecciones de la Asamblea Constituyente, el M.R.P. obtiene 150 diputados, el mismo número que los comunistas (151), dejando muy atrás a los socialistas (139), radicales (29) y moderados (64 en conjunto los tres grupos). Para reunir los cinco millones de sufragios obtenidos por el M.R.P. contribuyó poderosamente el prestigio del General De Gaulle. Marc Sangnier recibió una presidencia de honor de pura forma. Robert Schuman fue alejado y su nombre inscrito en la lista de los sujetos a depuración por haber aceptado de Vichy una misión oficial para la defensa de los alsacianos.
El Gobierno tripartito duró hasta el 22 de octubre de 1947. El programa de M.R.P. publicado el 8 de noviembre de 1945, afirmaba como necesaria “la descentralización política y administrativa del Reich, con el fin de hacer imposible la reconstrucción de una economía de guerra”. En política interior, los ministros de M.R.P. se aplicaron a la depuración de los colaboradores de los alemanes “con más celo que acierto”, en frase de Vaussard. La “Ley Farga” votada el 4 de Octubre de 1946 señalaba sanciones de la mayor severidad, llegando a la pena capital en algunos casos: nunca fue realmente aplicada. En Julio de 1946, dimitido De Gaulle, fue designado Primer Ministro Bidault. Se inició la obra constitucional con sus incidencias. Francisque Gay escribió de ella la “Memoria confidencial” sobre “Los demócratas de inspiración cristiana puestos a prueba por el ejercicio del Poder”. L’Aube, que antes de la guerra tiraba veinte mil números, alcanzó a tirar durante los dos años que siguieron el término de las hostilidades más de ciento veinticinco mil, para después decaer y morir. El 20 de Octubre de 1951 salía a la luz pública su último número. El M.R.P. llegó a disponer en provincias en 1945 de una treintena de periódicos diarios, de los que casi ninguno subsiste hoy. Cuando Francisque Gay salió para el Canadá con el carácter de Embajador de Francia (y desde fin de 1945), estaba dimitido de la dirección de l’Aube. Al mismo tiempo que el diario L’aube, desaparecía la revista Politique, que en días difíciles había mantenido el pensamiento de la democracia cristiana. “Durante diez años, afirma Vaussard, no se ha publicado ni un solo libro de algún valor por alguno de los dirigentes del M.R.P. que puede comprarse con el Manual Político de Marcel Prelot y Raymond Laurent en la época del P.D.R.”. Ya desde 1935, Georges Hourdin había previsto este momento, y la necesidad de remozar las tesis tradicionales de la democracia cristiana, entre el liberalismo y el marxismo.
Etienne Borne, ponente de la sección de política general en el Congreso nacional de M.R.P. celebrado en Lille en Mayo de 1954, presentó el resultado de diez años de esfuerzos de su partido: “Una política familiar, ampliada la seguridad social, nacionalizado bancos, seguros, gas, electricidad y carbón, bases de una sociedad más racional y más justa, más humana y con mayor eficacia económica”. Pierre René Wolf expresó, con ocasión de la caída del segundo Gabinete Bidault en 1950, su defección ante la inestabilidad, la falta de principios y la debilidad de la Tercera República, no obstante la élite política y social llevada al frente de sus destinos.
El M.R.P. apenas tenía política colonial definida, habiéndose limitado en su programa a proclamar la necesidad de elevar el nivel de vida de aquellos territorios, de extender a los mismos las leyes sociales, unirlos a la metrópoli en Unión federativa mediante la creación de un Consejo de la Unión francesa, con otorgamientos a aquellos países de una amplia autonomía, generalidades reveladoras de un vacío integral frente a la ley histórica de la emancipación de los pueblos llegados a su mayoría de edad o provistos de élites intelectuales capaces de tomar en sus manos los servicios públicos de la comunidad. Y así fue llevado Max André, “ligado a grandes intereses capitalistas” y político mediocre, a la presidencia de la conferencia de Fontainebleau. El M.R.P. no supo siquiera suplir la falta de experiencia por la que arrojaba el imperio colonial español el independizarse el siglo pasado y el imperio británico transformado en Comunidad de Naciones. El Vietnam, Túnez, Marruecos y Argelia ofrecen ejemplos lamentables y no son los únicos ni serán los últimos para poner de manifiesto la carencia de doctrina y de política propia del M.R.P. en el trascendental problema colonial. Bidault, Robert Schumann y Maurice Schumann han pasado por el Quai d’Orsay persistentemente. Paul Costa Floret, Pfimlin y Robert Buron han sido titulares del Ministerio de Francia de Ultramar. No basta con reconocer los errores de doctrina y de política, como lo hace Robert Schuman en su artículo de la revista “La Nef”. Cuando se tiene el Poder, hay que gobernar. M.R.P. será responsable ante la historia de tres errores de grueso calibre y desastrosas consecuencias: La equívoca declaración de 15 de Diciembre de 1951 concerniente a Túnez que evitaba cuidadosamente el empleo del término “autonomía interna”, no obstante haber sido prometida por Robert Schuman en su discurso de Thionville; la destitución del sultán de Marruecos en Agosto de 1953, unida al nombre de Bidault; y la brutal represión de Madagascar de Marzo de 1947 que lleva el nombre del gobernador Chevigné, más tarde Ministro de la Guerra.
El Rassemblement Populaire Français del General De Gaulle lanzado en 1948 constituyó un serio golpe contra el M.R.P. que no obstante puso de manifiesto, a costa de reducir a la mitad sus efectivos, la fortaleza de estos. Las elecciones al Consejo de la República del 7 de Noviembre de 1948 dejaron reducidos los puestos de M.R.P. de 56 que contaba en la Cámara disuelta a 14, mientras que el grupo gaullista se adjudicaba 52. Las circunstancias presentaban ante el M.R.P. el dilema de: aprovecharlas para fortificar su doctrina y unidad, en lugar de esforzarse en mantener puestos ministeriales; o conservar las posiciones políticas adquiridas y acrecerlas si fuere posible, aun a riesgo de morder en su doctrina. Triunfó esta segunda orientación. Lo cual no impidió que en las elecciones generales de 1951, M.R.P. bajara de 143 diputados que contaba en la anterior, a 88, mientras que el R.P.F. subió de 21, que fueron los primeros adheridos, a 123. Un grupo de personalidades estimables abandonó el M.R.P. por reputarle apartado de su misión doctrinal (Boulet, Pierre Groués, Charles d’Aragon, Jackes Madaule y otros), al propio tiempo que la “Jeune Republique” se llevaba a los que contemplaban insatisfechos la inclinación del M.R.P. hacia la derecha, en una Cámara en la que unidos a gaullistas, conservadores y reaccionarios constituían mayoría, y en la cual, iba a disociarse “la tercera fuerza” integrada por demócratas cristianos liberales (radicales) y socialistas, que había gobernador desde la restauración de la República. Acabó de culminar esta obra disociadora la “ley Barangó”, preparada por R.P.F. y los independientes, pero apoyada por M.R.P., por la cual se otorgan subsidios del Estado a las escuelas libres (a las fundaciones para-escolares sin distinción entre la enseñanza del Estado y la enseñanza privada). Escuelas libres, en Francia, quiere decir tanto como escuelas católicas. La ruptura de socialistas y M.R.P. impidió realizaciones sociales comunes a ambos y ha sido prodiga en consecuencias y actitudes políticas posteriores.
El rearme alemán, alcanzó también a M.R.P. Robert Schuman, después de haber protestado públicamente de que tal supuesto no habría de ser convertido nunca en realidad, debía ligar su propio nombre y gestión al plan por el cual, un ejército alemán integraría los de Europa Occidental, hecho que llevó la pugna, el prejuicio y la pasión al proyecto de constitución de la Comunidad Europea de Defensa (C.E.D.), que respondía a las tradiciones de la democracia cristiana. Había sido presentado como una primera realización federal europea por Etienne Borne ante el Congreso de M.R.P. reunido en Lille, y fue rechazado en definitiva por el parlamento conducido por Mendez France. La C.E.C.A. Comunidad Europea del Carbón y el Acero, ideada por Monnet, lleva justamente, el nombre de Robert Schuman, actual Presidente de Europa.
Los acuerdos de París de 1954 han hecho posible el Mercado Común en gestión laboriosa, que la historia unirá el esfuerzo constante e ininterrumpido, no siempre certero tal vez, de los hombres representativos de la democracia cristiana en todos los países de la Europa Occidental.
Los congresos nacionales de París en 1953 y Lille en 1954 expresaron la aspiración de “desolidarizarse de los partidos de derecha y no renovar la experiencia Pinay (gobierno centro-derecha)”. Pero el más severo examen de la conducta del M.R.P. a este respecto es el que se contiene en la Memoria Confidencial suscrita por Francisque Gay, a la que antes nos hemos referido. Los postreros hechos –no hacemos alusión a los últimos que estamos viviendo- no han llevado diferencia sustancial a la actitud de M.R.P: ni a su vida de relación con los restantes sectores de opinión francesa.
Bélgica.-
La evolución del unionismo católico-liberal a la democracia cristiana organizada, cubre la etapa de 1830 a 1939. La importancia de Bélgica es de todos conocida, como lo es la participación de los católicos en la obra de su independencia, su alianza con un liberalismo exento de sectarismo, el atraso cultural belga al producirse la independencia del país, la condición miserable de los trabajadores bajo el reinado de Leopoldo primero, los bajos salarios y la legislación opresiva del trabajo, la regulación de la jornada obrera y del trabajo de los chicos en las minas y fábricas rechazada por el Parlamento. Los Congresos Católicos de Malinas se dedicaron al examen de estos problemas. Merecen mención Gustavo de Jaer y Arthur Verhaegen. En 1891 se funda la Liga Democrática Belga de carácter católico social. La siguen los Congresos de Lieja. Destaca la intervención de los líderes del Partido católico Charles Woeste y Auguste Beernaert. Los primeros ensayos de organización obrera cristiana se acometen siguiendo los principios de la Escuela de Lieja, con una gran moderación y un acusado sentido antisocialista.
Comienzan las realizaciones legislativas con las iniciativas de Beernsert. Se introduce en la revisión constitucional de 1893 el voto plural. Fracasa el partido democrático cristiano flamenco del abate Daens por su carácter extremista, y se desenvuelve la Liga Democrática Belga de tonos moderados. Los católicos sociales aprovechan para su causa la repugnancia de los belgas hacia el militarismo y el servicio militar obligatorio. Su leader Woeste defiende el sistema de sustitución, que debe ser abandonado no obstante en 1909 bajo la presión de Leopoldo II y de las coyunturas internacionales, instituyéndose en 1912 el servicio militar obligatorio. Participan ampliamente los belgas en la Liga de los Católicos por la Paz de Alfred Vanderpol. En 1918, al término de la primera guerra mundial, se establece el sufragio universal masculino. Comienzan a jugar diversas fórmulas de coaliciones parlamentarias para definir el Gobierno. En el seno del Partido católico, se señala un ala demócrata cristiana. El movimiento flamenquista sufre vicisitudes varias. Se envejecen los cuadros del partido católico y surgen nuevas aspiraciones mantenidas por hombres nuevos. En las elecciones de 1936 obtienen éxito los rexistas y los extremistas flamencos. Cobra fuerte personalidad la requisitoria de Paul Crokaert. Los Gabinetes Van Zeeland orientan la resolución de la crisis económica financiera.
El primer rexismo es acogido con simpatía por la juventud católica. Evoluciona el rexismo hacia el fascismo, El Arzobispo de Malinas lo condena con ocasión de la lucha electoral en Bruselas entre Van Zeeland y Leon Degrelle en la primavera de 1937. Aumenta el influjo de Leopoldo III como árbitro entre los partidos. Los socialistas y los demócratas cristianos del Partido católico se ponen de acuerdo para votar diversos impuestos con un sentido de justicia social. Así llega la guerra y Bélgica es ocupada y una parte de sus rectores emigra a Inglaterra, desde donde atienden y explotan el Congo, desvinculados de su soberano, el cual es puesto en entredicho, incluso por sus colaboradores ligados a él por simpatía personal, como Spaak y Pierlot.
Liberado el suelo belga, el país se reintegra a la vida parlamentaria, con un Gabinete cuatripartito presidido por el socialista Van Acker e integrado por liberales, comunistas, socialistas y Unión Democrática Belga, partido nuevo, de dirección católica, formado en la Resistencia e inclinado a la izquierda, de alguna manera paralelo al M.R.P. y forjado con su modelo. El grueso de las fuerzas católicas separadas de aquel grupo por la cuestión real, permanece apartada de esa formación, violentamente reprobada por todos los medios conservadores del Partido católico y combatida con acritud por su órgano periodístico La Libre Belgique. Entre tanto se rehace el Partido Social-cristiano, como expresión del antiguo partido católico. El Dr. Greef, líder del U.D.B. publica un artículo muy comentado en La Revue Nouvelle de 15 de Febrero de 1946 pidiendo que haya un partido de derecha, sólido, competente, responsable, intelectualizado, humanizado, discreto, prudente, capaz de entenderse y colaborar con una izquierda generosa, avanzada y revolucionaria. La misión de la U.D.B. debe ser la de puente entre ambos “impregnando de tal manera a la sociedad de cristianismo auténtico y de defensa del hombre y de sus evoluciones necesarias”. El Arzobispo de Malinas declaró inconveniente la actitud de la U.D.B. que no tuvo ni un solo diputado en las elecciones de 1946, desapareciendo de la escena política. Los grandes vencedores de la consulta electoral fueron el Partido Social Cristiano y los socialistas. Los social cristianos fueron con el “Programa de Noel” confeccionado en 1945 por Pottier y Dabin. Junto a los líderes conocidos, Van Zeeland, De Schirijver, Etienne de la Vallé Pousin, Arthur Gilson, había hombres nuevos. De los 92 diputados, dos terceras partes eran de estos.
El programa de Noel justifica el nombre de “social” para el partido, creado con la preocupación de dotar a la sociedad de medios que “protejan al hombre”, permitiendo el desarrollo de las Comunidades naturales que viven dentro del Estado (flamencos y valones), otorga al trabajador dignidad, rango y condiciones humanas de vida, con creación de servicios sociales, libertad de enseñanza, subsidiando la instrucción privada (católica) bajo el control del Estado, fijando en 16 años el límite de la edad escolar obligatoria, adopta el salario familiar, el acceso a la propiedad familiar, la separación matrimonial de cuerpos con el fin de hacer innecesario el divorcio vincular, la represión del adulterio y el voto familiar otorgado al padre o a la madre a nombre del hijo menor. Se declara anticapitalista, pero opuesto a las nacionalizaciones, al corporativismo y a cualquier otra forma de estatismo, que condena como servidumbre económica contraria a “su ideal personalista y de iniciativa privada”. Define el salario real como el resultado de un justo equilibrio entre el costo de la vida y el salario nominal. Promete la reforma del estatuto de sociedades anónimas, convirtiendo en nominativas las participaciones. La representación directa de los trabajadores en la gestión de las empresas, declarada deseable, se reputa prematura, reduciéndola a comité de cooperación competentes en materia social. Trabajos públicos, presupuestos, clases medias, crisis económicas, paro obrero y otros extremos de política general son abordados y tratados, algunos de ellos con detalle. Partidario del regionalismo cultural, económico y administrativo para ambas comunidades flamenca y valones que integran el país, el P.S.C. se opone absolutamente a todo federalismo político, por mitigado que sea, pues que este “contiene siempre en germen el peligro separatista” que es preciso evitar a todo trance. Monárquico, el Partido se declara adherido a la persona de Leopoldo III cuyo retorno reclama (estaba separado del ejercicio del poder real como consecuencia de su actitud durante la guerra). Se opone a la transformación del Senado en una corporación representativa de intereses profesionales, lo que estima solución antidemocrática, pero propicia la constitución de Consejos técnicos informativos. Y se opone igualmente al otorgamiento de poderes especiales a los gobernantes, prefiriendo la aprobación de leyes de bases, que dejen a aquellos Consejos la misión de desenvolver y aplicar. Pide en cambio la creación de un Consejo de Estado y condena la multiplicidad burocrática, que califica de “feudalidad administrativa”.
De 1945 a 1947, los Gabinetes Van Acker y Huysmans trataron de conciliar el agua y el fuego, el liberalismo y el comunismo, en fórmulas tripartitas, con base común anticlerical y antileopoldista. Spaak constituyó el 19 de marzo de 1947 su gabinete con 9 social-cristianos, 8 socialistas y dos técnicos. La Libre Belgique, representante de la opinión conservadora dentro del Movimiento social cristiano, calificó aquel gobierno de ”alianza contra natura”, argumentando a favor del rey desterrado más que a favor del país presente. Los miembros de la U.D.B. se sumaron a las filas del P.S.C. que en las elecciones de 1940 obtuvo mayoría absoluta, esforzándose por mantener la igualdad entre el ala valona y el ala flamenca, no obstante la preponderancia numérica creciente de esta última. La cuestión real ocasiona dificultades y crisis políticas. Los obreros valones se sublevan. Se producen graves perturbaciones en Bruselas. El rey delega sus poderes en su hijo Baudoin, lo que reintegra la calma al país agitado. La humillación real produce crisis dentro del P.S.C. con dimisión de sus principales dirigentes. Después del Congreso extraordinario de Septiembre de 1950 los resentimientos amenguan, dejando el lugar a la autocrítica de la élite intelectual del partido ante las tendencias obreristas.
El Movimiento Obrero Cristiano (M.O.C.) adquiere importancia creciente. El P.S.C. pierde en las elecciones de 1954 la mayoría parlamentaria y es apartado del Poder. El Gobierno Vasco Van Acker, compuesto de socialistas y liberales, propuso al Parlamento la reforma de la enseñanza, con el fin de apartar ésta del control de la Iglesia católica. El episcopado belga protestó por la Carta del 9 de Febrero de 1955. En la respuesta del Gobierno al Episcopado se hace constar que en la enseñanza media hay en Bélgica 268 escuelas oficiales y 532 escuelas libres (católicas); 32 escuelas normales oficiales y 64 escuelas normales libres; 536 técnicos oficiales y 1.034 escuelas técnicas libres, sumando 228.095 alumnos en las escuelas católicas y 19.645 en las escuelas oficiales. Los establecimientos “libres” recibían del Estado en 1949, 1.835 millones de francos belgas de subsidios. La legislación escolar instaurada en 1950 por el Ministro Social cristiano de Instrucción Pública, Pierre Hamel, hizo elevarse esta suma a la cantidad de tres mil millones y medio de francos belgas. La Ley Collard reduce esta cifra en la cantidad de quinientos millones, pero acompaña esta reducción de medidas discriminatorias que modifican fundamentalmente el espíritu de la reforma llevada a la ley por Pierre Harmel, dando lugar a incoherencias, acrecidas por el aumento de población flamenca y las autonomías provinciales y municipales.
El 3 de agosto de 1955 fue sancionada por el rey Baudoin la Ley Collard después de aprobada por ambas Cámaras. Más que la Ley en sí, lo trascendente de la ley es el futuro que prevé, si los socialistas triunfan de nuevo en las elecciones e imponen la escuela laica única y obligatoria, con supresión de toda subvención a las escuelas confesionales, preconizada reiteradamente por los líderes socialistas, de manera singular por el Ministro del Trabajo Leon Troclet en su obra “La clericalización de Bélgica por la escuela”. El P.S.C. ha realizado, en el tema escolar, la unión fervorosa del Episcopado, los Sindicatos cristianos, los Comités de Defensa de las Libertades Democráticas y todos los elementos conservadores, burgueses y de derecha del país. Pero, al propio tiempo, ha unido en contra a toda la izquierda liberal, socialista y comunista. Por eso, sus rectores están preocupados de “desconfesionalizar la acción política de los cristianos y de “perseguir sistemáticamente las manifestaciones de un clericalismo que no tiene nada de cristiano ni de católico, así como la mezcla entre lo religioso y lo profano que proporciona a los enemigos de la Iglesia los más variados pretextos para hacer ondear la bandera de la guerra religiosa”. “Los demócratas cristianos han tenido demasiada tendencia a considerar las encíclicas sociales de León XIII y Pio XI como límites máximos, siendo así que son puntos de partida” de los que ha de arrancarse para superarlos por medios propios.
Robert Houben presentó a los Nuevos Equipos Internacionales el 12/14 de Septiembre de 1952 una memoria de autocrítica, señalando el equívoco de la palabra “doctrina” y la confusión de fondo que se establece de ordinario entre la doctrina religiosa, la filosófica y la política. “Falta una visión general suficientemente clara de la estructura que los cristianos quieren dar a la ciudad si ellos ejercen el poder, los derechos y responsabilidades que tratan de atribuir al Estado, a las personas y a las sociedades, teniendo en cuenta las situaciones de hecho” irreformables, ante las que nos coloca nuestro tiempo. Las formaciones políticas demócratas cristianas salidas del ámbito de la defensa religiosa o del de la libertad de enseñanza, que no han adoptado bases políticas adecuadas para gobernar un Estado moderno, cuando se enfrentan con problemas económicos y sociales acuciantes y de solución ineludible, acaban con frecuencia seducidas por fórmulas tomadas del viejo liberalismo o por soluciones estatistas y socializantes; sus corrientes internas, sus alas de izquierda o de derecha, son tal vez menos el fruto de una falta de juventud y combatividad que la consecuencia de una formación real de cultura y de experiencia políticas. Y esto que es patente en el plan económico social, es posible que lo sea más aun en el internacional. A la hora en que las decisiones de los hombres de gobierno pueden arrastrar consecuencias de tal manera trascendentales en el orden internacional, todo gesto impulsivo, toda decisión insuficientemente meditada, aunque sirva intenciones honestas y se desarrolle en el ámbito de la política interior de un país, corre el riesgo de crear situaciones inconvenientes cuando no desastrosas.
LOS “NUEVOS EQUIPOS INTERNACIONALES” (M.E.I.)
Fueron fundados en París en 1947. La reunión constitutiva se celebró en el domicilio de la Delegación de Euzkadi en París. Están domiciliados en la capital francesa y es tradicionalmente francés su secretario general internacional, actualmente el diputado M.R.P. Alfred Coste Floret.
Según sus estatutos, los N.E.OI. tienen por objeto “establecer contactos regulares entre los grupos y las personalidades políticas de las diversas naciones, que se inspiran en los principios de la democracia cristiana, con el fin de estudiar a la luz de esos principios las situaciones nacionales respectivas así como los problemas internacionales, confrontar las experiencias y los programas y buscar la armonía internacional en las realizaciones, en el marco de la democracia y de la paz social y política.
Dentro de los NEI, desde su fundación, han luchado tendencias distintas: la dirigida por italianos, austriacos y suizos que han querido hacer de la organización una internacional al modo de la socialista y la representada por franceses y belgas, principalmente, que han limitado el papel de los NEI a un secretario de información mutua entre partidos demócratas cristianos europeos. Esta tendencia es la que se mantiene hasta ahora.
Uno de los temas que más y mejor se ha dedicado la atención de los NEI en sus congresos anuales y en sus comisiones especializadas ha sido el de la organización europea. En este asunto han seguido siempre una línea avanzada y consecuente, más decidida en ocasiones que la de otras organizaciones que, como los NEI son también miembros del Movimiento Europeo. La cuestión social cristiana y el peligro comunista son asimismo temas predilectos de la entidad que describimos. En todo, esos problemas las identificaciones ideológicas son claras entre los grupos nacionales y la unanimidad en las decisiones se logra sin esfuerzo. Más difícil y más espinosa suele ser la discusión de asuntos que suscitan rivalidades entre los Estados europeos y sobre los que se está muy lejos todavía de establecer criterios uniformes desde el punto de vista demo-cristiano. En general, en las reuniones de los NEI, esas cuestiones se soslayan diplomáticamente.
Desde el punto de vista de la concreción de los problemas sociales, tampoco hay fórmulas generales, a pesar de los esfuerzos de algunos partidos o de algunas personalidades y a pesar de principios abstractos frecuentemente rectificados. En cambio, por lo que se refiere a las fórmulas de democracia política, la actitud doctrinal de los NEI es reiteradamente constante y de toda claridad.
Los NEI están atravesando la crisis de inmovilismo que pasa, en general, en estos últimos años la democracia cristiana, en todos los países, en cuanto a programa futuro y en cuanto a concreción doctrinal. Los NEI son el campo de coincidencia de partidos cristianos tan diferentes como el M.R.P. francés y el Partido Popular austriaco, o el Conservador suizo y las tendencias diversas que existen, en todas partes, dentro del mismo partido. Esto, puede ser una necesidad en el terreno práctico, causa no pocas desilusiones a los que tienen de la democracia cristiana una idea más audaz, más progresiva.
Los NEI están regidos por un Consejo Director Internacional, cuyo presidente es el ministro de Estado belga Sr. A. Schryver y en el que está representado Euzkadi. Este Comité Director se reúne tres o cuatro veces al año. Al fundarse los NEI se constituyó un Comité de Honor formado por los Sres. Paul van Zeeland, José A. de Aguirre, Carton de Wiart, Luigi Sturzo, Ivo Duchacek, Escher, Figl, Hentgen, Reuter, Marc Sangnier, Sassen y Serrarens, alguno de ellos ya fallecido. Tiene una sección de jóvenes constituida por equipos nacionales en la que el equipo vasco trabajó brillantemente cuando había en Francia compatriotas jóvenes suficientes para constituir aquel grupo vasco. Este hueco debiera ser cubierto cuanto antes por jóvenes residentes en Euzkadi bien seleccionados por el PNV.
Conclusión
Dejamos para otro trabajo el referente al nacimiento, desarrollo y aplicación de las democracias cristianas alemana y austríaca, que cubren ambas la mitad de la opinión pública de su respectivo país, al que gobiernan, con los liberales en Alemania y con los socialistas en Austria, habiendo contribuido poderosamente a restaurar ambos países, y en Alemania a mantener un régimen de orientación presidencial y organización federal.
En Euzkadi, el Partido Nacionalista Vasco es una democracia cristiana. Sus actividades políticas y político-sociales a partir del 18 de Julio de 1936 lo colocan en situación pareja a los primeros tiempos de la democracia cristiana francesa e italiana y a la situación actual de la austríaca. El Gobierno Vasco, integrado inicialmente por demócratas cristianos, liberales, socialistas y comunistas, tiene hoy en su seno a los tres primeros, sin que exista motivo racional para suponer que ésta coincidencia haya de sufrir cambio fundamental el día en que el exilio tenga fin. Las posiciones político-sociales de los grupos que lo integran quedaron patentes en el Congreso Mundial Vasco, que si solamente hubiere servido como exponente de esa coincidencia, se hubiera ya suficientemente justificado. La disposición de la democracia nacional cristiana vasca a entenderse y a intemigenciarse con el resto de las fuerzas democráticas peninsulares está patente en el curso de estos veintidós años y tiene en los momentos actuales expresiones reiteradas concretas y tangibles.
En Cataluña las fuerzas de la democracia cristiana se reducen a una minoría selecta, sin influencia predominante en la vida política ni en la vida social de aquel país. En Galicia no podemos anotar ni siquiera el hecho que acabamos de recordar de Cataluña.
En España existió una especie de democracia cristiana dirigida por Gil Robles. De la Confederación Española de Derechos Autónomos (C.E.D.A.) subsisten los cuadros, a decir de Gil Robles. Por lo que en actividad exterior ha podido trascender, de aquel grupo, que sume mayor número de votos en las elecciones de 1933 y 1936 que cualquier otro separadamente examinado, se manifiestan en la actualidad tres tendencias: la izquierda, con Giménez Fernández, democrática, republicana y en inteligencia con las fuerzas liberales y socialistas, a las que se ha sumado en los grandes problemas de la hora presente, como son los de echar al actual régimen y constituir Europa, habiendo aceptado un puesto en el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, integrado por socialistas, republicanos, liberales, catalanes y vascos. El centro, con el propio Gil Robles monárquico, sigue reputándose como fuerza de derecha y aspira a mantener junto a él a todos los cuadros de la C.E.D.A. sin llevarlos a situación conspirativa ni de clandestinidad, resistencia o rebeldía, en espera de que el actual régimen se pudra, la corona vaya a parar a las sienes de Don Juan y éste le nombre su primer ministro, para crear un sistema cuyas bases políticas sean las de meter al ejército en los cuarteles, reducir a la Iglesia, acometer una política social resuelta y avanzada y llevar al país una moderada democracia política. Y la derecha, accidentalista, con el obispo Herrera en cabeza, asistido por Martin Artajo y su grupo, encastillado en la Editorial Católica, que aspira a que el actual régimen evolucione hacia la democracia: es una especie de partido reformista dentro del franquismo. Los dos primeros grupos, hasta ahora al menos, se mueven en zona de acercamiento y personal amistad de sus dirigentes, sin que exista demasiada seguridad de que no sea el propio Gil Robles quien inspire la línea que en definitiva triunfe. El tercero se halla en pugna con los dos primeros, pugna que han llevado sus mantenedores hasta negarse la confianza, el saludo y el trato personal de amistad que antaño les unió enlazándolos en una línea política común.
Mientras en España no exista una democracia cristiana auténtica, la caída de Franco será problemática, pues no se ve quien puede sustituirle con garantías de orden, libertad y equilibrio político. No hay razón alguna para que la salida del sistema dictatorial no adopte en España normas similares a las que siguió en Francia e Italia, por referirnos a los países más cercanos a España. Tanto en Francia como en Italia, la conjunción de fuerzas que sustituyó a los dictadores u ocupantes del país, fue dirigida por los demócratas cristianos. Y en España no puede olvidarse que, el propio Franco, antes de ser dictador, fue Jefe de Estado Mayor del Ejército español; nombrado por Gil Robles Ministro de la guerra en el Gobierno republicano. Este hecho deja a Gil Robles abiertas las puertas de los cuartos de bandera, sin que tal condición pueda ser atribuida a socialistas, republicanos o liberales. La máxima responsabilidad de la prolongación del régimen gravita sobre lo que puede ser enunciado de manera genérica como democracia cristiana española, pasada, actual o potencial.
Todo lo que puede hacer la democracia cristiana nacional vasca para estimular la formación de un partido político fuerte demócrata cristiano español será buena obra en el sentido cristiano, humano y demócrata de la palabra y del concepto. Quedará por resolver cerca de él un extremo que, para los vascos es esencial: su condición nacional. Porque puede ser transigido cuanto afecte a problemas de tipo estatal, para acomodar la vida del país, la forma y contenido de sus instituciones políticas a los tiempos y necesidades actuales. Lo que no puede ser transigido por un nacional vasco es precisamente lo nacional. Y esto es lo que, los demócratas cristianos españoles reconocerán con dificultad. Para ellos, dentro del Estado español, no hay más que una sola nación, que es España. Los vascos podremos tener en este aspecto, confianza mayor en los republicanos y socialistas, que en los demócratas cristianos. Es posible que, unos y otros, a la hora de la verdad, sientan el nacionalismo español con vigor suficiente para oponerse a dar cauce a soluciones compatibles con nuestras aspiraciones nacionales. Pero al menos en el terreno de las ideas y de los principios, llegamos a un acuerdo, con relativa facilidad, con republicanos y socialistas, sobre todo con los republicanos. Nos costará gran esfuerzo alcanzar un grado de solidaridad y aun de tolerancia suficiente de los demócratas cristianos. Tal vez nos preste ayuda eficaz para lograrlo el ejemplo que ofrecen los demócratas cristianos italianos y alemanes al hacer compatible el concepto estatal, italiano y alemán, con las realidades humanas de los diversos países que integran el Estado, que es el principio enunciado por Don Manuel Azaña y que sirvió de base al régimen de Estatutos de Autonomía regulado por la Constitución de la República española. Por eso, nuestro plan debe ser, de una parte el de la creación y vigorización de un partido demócrata cristiano español, de la otra, el mantenimiento de relaciones cordiales con los partidos republicano y socialista, con cuyos hombres nos hemos batido en las trincheras de la República y cerca de las cuales hemos adquirido prestigio, autoridad y confianza, que podemos y debemos aprovechar en bien y provecho de Euzkadi.
Manuel de Irujo
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