El libro de estilo renovado de EH Bildu se plasmó hace unos días en la ponencia de Autogobierno del Parlamento vasco.
La coalición soberanista presentó al resto de partidos un documento en el que se habla del «carácter democrático de la Constitución” y en el que se apuesta por insistir «en las potencialidades» del «ordenamiento vigente» para defender el derecho a decidir. Un giro aparentemente histórico en una formación que hasta hace no mucho tachaba la Carta Magna como una herramienta de «opresión» y que consideraba que el sistema político español no daba más de sí.
El texto, de 157 páginas, se presentó el pasado día 7, pero comentó a construirse mucho antes. Sus bases ideológicas beben, por ejemplo, de textos como “Zutik Euskal Herria” -el documento estratégico de 2010-, la ponencia “Abian”, de 2016- y “Bagoaz? Goazen! Concretando la estrategia transformadora, dando nuevos pasos..”, una especie de hoja de ruta con el horizonte puesto en 2019 y 2020 que salió a la luz tras el verano pero que ahora recobra actualidad.
La izquierda abertzale lo redactó a mediados del año pasado y ya entonces abogaba de forma explícita por “un cambio de estrategia”, una “nueva épica” y la puesta en marcha de una “propuesta táctica”. Y para llevarla a cabo, la propia izquierda abertzale reconocía que hay que dejar de lado la brocha gorda y coger el pincel. Es decir, afinar el análisis para ganar la «confrontación al Estado».
En el reparto de tareas, EH Bildu es la que presenta los documentos. Bajo esta marca, EA pone su historia institucional, Alternatiba cubre el flanco de la izquierda reivindicativa y Sortu ejerce de garante de las esencias. La formación dirigida ahora por Arkaitz Rodríguez es la que, en gran medida, marca la línea ideológica. Y en este momento histórico, la izquierda abertzale consideraba que “debemos aprovechar el debate sobre el autogobierno que se realizará en el Parlamento para “acercar la mayoría soberanista a favor de la autodeterminación al choque con el Estado”.
Aunque la izquierda abertzale sigue apostando de forma clara por la vía “unilateral”, hay matices. De hecho en el texto sobre autogobierno remitido al Parlamento, EH Bildu renunciaba a dicha unilateralidad y se abría a negociar una consulta sobre el derecho a decidir con el Gobierno. Un cambio que ha dado pie a diversas interpretaciones. Una de ellas, que el fracaso del proceso catalán había dejado en estado de “shock” a la izquierda abertzale. Algo de esto sí que hay. Los dirigentes de EH Bildu, con Arnaldo Otegi a la cabeza, estaban convencidos de que el “procés” era una oportunidad única para impulsar un modelo similar en Euskadi. Pero han visto que la realidad va por un camino muy diferente. “Para ellos ha sido un batacazo”, afirma un conocedor del estado de ánimo de la izquierda abertzale.
Pero en un mundo como el de Sortu, las decisiones no se toman a corto plazo ni de repente. La apuesta por dar un aparente viraje ya fue plasmada por escrito en “Bagoa”. Ahí se proponía remitir a la Cámara de Vitoria una «propuesta táctica» en la que se exigiese el «reconocimiento nacional de Euskal Herria, se incidiese en la defensa del derecho a decidir y se apostase por la “bilateralidad efectiva a través de una relación entre iguales con el Estado”. Todo ha sido llevado al Parlamento vasco.
Actitud cerrada
¿De forma sincera? Hasta cierto punto. En “Bagoaz…” se subrayaba que hay que elaborar “propuestas tácticas –incide en ello en diversas ocasiones- para desarrollar un “proceso soberanista” que debe cumplir “varias condiciones” y configurarse a través de una “estrategia viable”, que consta de tres puntos básicos. El primero, que sea “pacífica y democrática” para lograr que “el proceso de secesión cuente con complicidades que nos beneficien”. El segundo, que debe «fundamentarse en las instituciones vigentes». Y el tercero, «evidenciar claramente la negativa al no rotundo y evidente de los estados».
O lo que es lo mismo, EH Bildu es consciente de que cualquier intento de introducir el derecho a decidir en el ordenamiento legal chocará con la negativa de las principales fuerzas políticas. Pero “a pesar de que la actitud de los estados sea totalmente cerrada, debemos buscar acuerdos constantemente. ¿Con qué objetivo? El propio texto lo deja claro. “Debemos llenar de razones nuestra mochila para demostrar a la comunidad internacional que o existe ninguna opción con los estados para un acuerdo razonable”. Según un buen conocedor de la izquierda abertzale “todo es muy simple”. Ellos saben que la Constitución no puede dar cabida a sus pretensiones, pero en lugar de quejarse, fuerzan la legalidad al máximo para que cuando se confirme que no hay camino decía “veis no nos queda más camino que la vía unilateral”.
La izquierda abertzale intenta desde hace ya un tiempo modular su discurso. Hacerlo menos “agresivo” para ampliar su base social. Su espejo es ERC, una formación que desde la izquierda independentista ha conseguido pelear por el poder en Cataluña. En Sortu son conscientes de que son realidades diferentes: que ni el PNV es Convergencia ni Esquerra tiene el lastre de ETA ni de los 300 presos que mantiene la banda en cárceles de España y Francia.
La existencia de la organización terrorista y la búsqueda de una salida para los reclusos sigue condicionando gran parte de su mensaje. De ahí que se haya apostado por estrategias consideradas tabúes históricamente por la izquierda abertzale, como el diseño de vías individualizadas para que los miembros de ETA puedan acceder a beneficios penitenciarios o favorecer su acercamiento. En el documento elaborado el año pasado, sus autores admitían la necesidad de «dar fin al ciclo anterior» y que «tanto el desarme unilateral como las decisiones que tomarán los presos» no deben entenderse «como exigencias insaciables», sino «como una inversión para mejorar la relación de fuerzas, tanto para resolver las consecuencias del conflicto como para seguir adelante con el proceso soberanista. Todo para lograr un “cambio de ciclo”.
Por: David Guadilla
Comentarios