Un nuevo libro reconstruye la trayectoria vital y política de dos de los padres fundadores de la UE
Decir que parecían la noche y el día es quedarse corto. El cosmopolita y sociable Jean Monnet era un empresario dinámico, un vendedor de sueños. En cambio, Robert Schuman era tímido, reservado y tan extremadamente creyente que se le reinterpretaba la calvicie como la tonsura de un sacerdote. Un emprendedor y un monje que pusieron los fundamentos de la Unión Europea. Compartían proyecto político, una Europa unida, y también rival acérrimo, el general Charles de Gaulle, para quien nunca fueron suficientemente patriotas.
El libro Europa, un salto a lo desconocido , de Victoria Martín de la Torre, asesora de comunicación del grupo socialista en el Parlamento Europeo, reconstruye la vida de Monnet, Schuman y de los otros padres de Europa, Konrad Adenauer, Alcide De Gasperi y Paul-Henry Spaak. Martín, que ha recogido el testimonio de familiares, amigos y colaboradores, los describe como “unos jóvenes durante la Primera Guerra Mundial, que la Segunda los encuentra ya en el poder, y que, después, con más de 60 años, arriesgan su carrera política para construir la Unión Europea”.
Monnet era mal estudiante, pero las buenas notas no le hicieron falta para dar proyección internacional al negocio familiar de licores en el municipio de Cognac. Vivió en el Reino Unido, Canadá, Estados Unidos y Suiza, un viajero infatigable primero al servicio de su empresa, después al de la causa de Francia y de Europa. “Para Monnet cada crisis es una oportunidad”, explica Martín. En definitiva, hay que tener el plan a punto, y aprovechar para sacarlo en momentos de crisis. “Si la declaración de la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero) fue el 9 de mayo es porque al día siguiente, los aliados iban a exigir a Robert Schuman que aceptara la reindustrialización de Alemania”, cuenta Martín.
Para Monnet, no había obstáculo insalvable. Esta convicción le llevó a poner las bases de la CECA y también a conseguir legalizar un matrimonio imposible. Enamorado de una mujer casada, con la que tuvo una hija, pasaron cinco años viviendo escondidos por miedo a que el marido legal, Francesco Giannini, secuestrara a la hija y se hiciera con la custodia. Monnet se gastó una fortuna en abogados mientras en las cancillerías del mundo circulaba la orden de localizar “a la señora Giannini y a su hija”. Finalmente, Monnet encontró una solución un punto rocambolesca, pero eficaz al fin y al cabo. Consiguió la nacionalidad soviética para su mujer, y en una sala del Kremlin, con toda discreción, se legalizó primero el divorcio y después su matrimonio civil.
Jean Monnet era un vendedor de sueños, sabía jugar con los tiempos, y se cuidó mucho también de embellecer su legado. De los padres fundadores de Europa, fue el último en desaparecer y aprovechó para publicar unas memorias en las que presentaba su visión de la historia. Por supuesto que allí no aparece el egocentrismo que acompañaba su probada capacidad y brillantez, ni cómo no le renovaron el mandato como presidente de la Alta Autoridad de la CECA por discordancia con los jefes de gobierno. Pero tiene su lógica, en definitiva son sus memorias, su punto de vista.
Más triste fue el final de Robert Schuman, que pasó sus últimos años enfermo, encerrado en su casa de Szy-Chazelles, en Lorena, olvidado por los políticos. Tuvo una vida en la frontera. Con padre de nacionalidad alemana, y madre luxemburguesa, en la Primera Guerra Mundial fue llamado a filas en el ejército del Kaiser, aunque terminó destinado en un hospital, y en la Segunda estuvo a punto de ser enviado al campo de concentración de Dachau. Posteriormente, fue él, desde el Ministerio de Exteriores, francés quien permitió canalizar las iniciativas de Monnet. Un Schuman que a los 25 años tenía decidido retirarse al silencio y la oración en un monasterio. Sólo la intervención in extremis de un amigo le convenció que desde un apostolado laico le sería más fácil hacer el bien: “Los santos del futuro serán santos vestidos con traje”. Schuman se dejó convencer y se lanzó a la política, pero sin dejar nunca de lado sus convicciones religiosas, hasta tal punto que el Vaticano tiene en marcha su proceso de beatificación. El postulador tiene terminado el dossier que prueba una vida santa, pero para conseguir ser beato se necesita la certificación de un milagro. Una asociación en su pueblo natal no ceja en el empeño por conseguirlo.
Meses antes de morir, enfermo y retirado en su casa, le llegó una carta del canciller alemán. Después del encuentro entre Adenauer y De Gaulle en Reims, en 1962, un momento que simboliza la reunificación entre Francia y Alemania, Adenauer le escribió asegurándole que aquel día lo había tenido muy presente. No es el caso del general De Gaulle, que mantuvo el boicot a Schuman y Monnet hasta el final. Por ejemplo, al morir Schuman, De Gaulle suprimió el nombre de Monnet de la lista de invitados a las conmemoraciones. En las páginas de la historia, a uno se le asocia con la grandeur francesa; a los otros dos se les identifica como a los padres de la Unión Europea.
Por: Jaume Masdeu
La mitología del nacionalismo europeo es bastante repetitiva: una serie de pensadores y políticos se dieron cuenta del gran desastre que había sido la 2a Guerra Mundial y quisieron que aquéllo no volviera a ocurrir. Con este objetivo en mente empezaron a hacer apostolado de la necesidad de crear estructuras europeas para evitar una guerra futura. Entre estos pensadores destacarían Monnet, Schuman y Gasperi; elevados al santoral de los nacionalistas europeos.
Sólo hay que ver la realidad política de los años 50 para ver que todo esto es falso. No había ninguna posibilidad de guerra entre los miembros de la OTAN, todos ellos protectorados yanquis de facto, y la única posibilidad de guerra era entre la OTAN y el Pacto de Varsovia. Obviamente la CE no afectaba a los miembros del Pacto de Varsovia por lo que era totalmente inútil de cara a evitar una guerra. No, el objetivo del nacionalismo europeo no era la paz sino facilitar los negocios de las grandes empresas europeas. A las grandes empresas europeas sus mercados "nacionales" se les habían quedado pequeños y querían sacar aranceles. Los Monnet, Schuman & Company fueron los tontos útiles de estas grandes empresas.
A principios del siglo XXI hemos visto por fin la verdadera naturaleza de la UE. No es una asociación para promover los derechos humanos sino para proteger los negocios de ciertos lobbies. El euro ha sido por ejemplo un invento útil para recortar las democracias europeas y para dejar la política económica en manos de intereses privados. Que ya sabemos que la inflación molesta mucho a la banca privada. En Grecia hemos visto establecerse relaciones coloniales entre supuestos socios europeos con las empresas francesas y alemanas dedicadas a saquear los helenos.
Total, si salimos del relato oficial tan edulcorado la UE ha sido un gran fracaso. No ha ayudado a expandir los derechos humanos y ahora mismo se dedica a socavar la democracia en Europa. ¿Cuántos años de vida le quedan a la UE? Viendo las decisiones que el tándem Merkel/Macron está tomando creo que 20 como máximo. Al euro evidentemente le quedan incluso menos.
Publicado por: Señor Negro | 05/19/2018 en 12:11 p.m.
Los países nórdicos por lo menos tienen dirigentes más preparados y sensatos aunque los fachas van ganando terreno.
USA es un pudridero de empresas sin escrúpulos,Desatención sanitaria para los no ricos,falta de dinero en la enseñanza pública frente a centros elitistas y zumbados con rifles.
Así que Señor Negro,me quedo con una
Euskadi en la UE.
Publicado por: CAUSTICO | 05/19/2018 en 04:07 p.m.
Hay una razón buena para estar en la UE: el estado español es un desastre que puede ser moderado por la UE. Las barrabasadas de los nacionalistas españoles son vistas como algo primitivo y cateto en Bruselas. Pero ya le digo yo que una Cataluña independiente debería pensarse muy profundamente si le sale a cuenta estar en este club neoliberal llamado UE. Como mínimo yo abogaría por la salida del euro y la creación del Banco Central de Cataluña.
Publicado por: Señor Negro | 05/19/2018 en 10:57 p.m.