Juanjo Álvarez Catedrático de Derecho Internacional Privado de la UPV
El experto lamenta que PNV y EH Bildu hayan «sacrificado» las potencialidades de desarrollo estatutario para primar cuestiones ideológicas.
Juanjo Álvarez (Zumaia, 1964) es una de las voces más reconocidas de Euzkadi en la espinosa cuestión de la reforma del autogobierno y también una de las que más escucha el lehendakari, Iñigo Urkullu, para dar forma a su mensaje. Las bases acordadas por el PNV y EH Bildu en el seno de la ponencia de Autogobierno, de claro sesgo soberanista, han hecho saltar por los aires el discurso pactista y transversal que defendían Urkullu y Andoni Ortuzar. Y Álvarez, abogado, catedrático de Derecho Internacional Privado de la UPV, premio Eusko Ikaskuntza de Humanidades y autodefinido como “nacionalista y ciudadano del siglo XX”, no oculta su “frustración” por lo que a su juicio, es una clara oportunidad perdida. Se ha sacrificado toda la potencialidad que podría tener el desarrollo estatutario por cuestiones ideológicas, lamenta.
- ¿Le parece como a Arnaldo Otegi que las bases acordadas por PNV y EH Bildu para la reforma del Estatuto suponen un hito «histórico»?
- Es un adjetivo que se emplea con demasiada frecuencia. Histórico será que renovemos el pacto del 79 con mayoría parlamentaria y con mayoría de concepciones de país. Una cuestión clave para la convivencia como es ésta debe contar con la empatía, la cercanía y el acuerdo de las diferentes sensibilidades del país. Eso sí sería histórico, actualizar el autogobierno con un consenso entre diferentes.
- ¿Ve factible ese acuerdo en la siguiente fase, en la que serán cinco expertos juristas de diferentes sensibilidades los encargados de redactar un texto articulado?
- Es una metodología complicada, Interesante, pero complicada, Estamos más lejos del acuerdo. Esos juristas tendrán el mandato de adecuar el texto articulado al tenor de las bases que ya te marcan un raíl y te encorsetan. Por eso será difícil que en esa fase técnica se salven los disensos que se han manifestado en la primera etapa. Hubiera sido más fácil buscar el consenso a la hora de redactar las bases. Así que yo tengo un punto de pesimismo, no creo que vayamos a llegar a la meca de tener un autogobierno reforzado y actualizado.
- ¿Está diciendo que el sesgo soberanista de las bases aboca al fracaso a la reforma?
- Creo que sí. Me resulta difícil pensar en clave de prospección en la posibilidad de un acuerdo transversal. Un Estatuto que nazca de Vitoria sin el apoyo de un partido de ámbito nacional tiene muy pocas posibilidades de prosperar. Hoy estamos más cerca de pensar que va a quedar en vía muerta, aunque es una sensación personal.
- ¿Se ha desbordado la legalidad?
- Hay dos discursos en esas bases. Uno formal, orientado a subrayar que la singularidad derivada de los derechos históricos da pie a esa actualización, pero luego hay elementos que van a provocar un claro choque de legalidad Y la primera encomienda de un texto de ese nivel es que se intente hacer sin reproches de legalidad. Habría de hacerse un ejercicio de contención, porque tener aspiraciones no equivale a tener derechos y hay varios elementos de compleja viabilidad constitucional que además tienen difícil asimilación en la pluralidad del país.
- ¿Cree que el texto ataca esa pluralidad inherente a Euzkadi?
-Estamos en un momento en el que la ley debería plasmar las diferentes concepciones. El “no imponer, no impedir” (el célebre título del artículo de Josu Jon Imaz que precedió a su salida de la presidencia del PNV) sigue teniendo virtualidad. Es posible construir una nación plural en la que quepamos todos y donde nadie ejerza un derecho de veto pero en la que tampoco nadie pretenda imponer una visión mayoritaria, sin duda, pero en la que no entramos todos los vascos. Ese es un ejercicio de responsabilidad compartida que echo de menos. Creo que antes de pensar en Madrid, tocaba pensar en eso. Hay que lograr un consenso entre diferentes, ésta es la responsabilidad en un elemento tan clave.
-En las bases pactadas por PNV y EH Bildu se habla de nacionalidad vasca, en paralelo. ¿Le parece peligroso?.
- Me parece simbólicamente llamativo y poco edifícame. Se limitan, a decir que como somos nación tenemos derecho a tener reconocida por ley una nacionalidad vasca. Deja claro que los derechos y las obligaciones son los de la ciudadanía vasca, que no se liga a la sangre sino a la vecindad administrativa. Por eso mismo es una contradicción; si todos los derechos cuelgan de la vecindad administrativa, qué sentido tiene hablar de nacionalidad vasca si no es hacer un distingo ético entre los que somos verdaderamente nacionales vascos y los que no lo son. Cada vez que se ha empleado este término sabemos para qué ha servido. Es pedagógicamente negativo, jurídicamente inviable y un desacierto. Es respetable tener aspiraciones, pero el mismo carácter excluyen te que reprochas al nacionalismo español no lo debes aplicar en este ámbito.
Lealtad recíproca
- ¿Se han desaprovechado las posibilidades de la singularidad foral vasca a la hora de ensanchar el autogobierno?
- La terminología tampoco es acertada. Se podría hablar, por ejemplo, de nación foral Somos una nación dentro de un Estado, con una singularidad, que puede tener un desarrollo muy importante, pero para lograrlo tienes que dejar claro que hay una lealtad reciproca. No vale hablar de bilateralidad sin lealtad recíproca. Eso significa que tengo que ofrecer algo y renunciar a algo.
- ¿A qué habría que renunciar?
- A la ambigüedad de querer ser otra cosa distinta a una comunidad nacional organizada dentro de un Estado, con una singularidad propia 'ad extra' y 'ad intra'. Estoy defendiendo que tenemos un concepto cultural y sociológico de nación, que no altera el orden constitucional.
- ¿Y el derecho a decidir?
- Eso es otra cosa. Es un error recoger la aspiración del derecho a decidir en un texto jurídico, no solo porque no haya precedentes, sino porque es poner en bandeja a quienes quieran evitar que el Estatuto llegue a término la posibilidad de un recurso que haga que no prospere. Sacrificar en el altar de la épica la viabilidad pragmática de una mejora del autogobierno debe hacerse en un discurso político o en un pleno monográfico sobre la autodeterminación, pero no en un texto jurídico. Lo que planteo es que no tiene cobertura jurídica. No digo que no haya que abordar la cuestión. La propuesta que hizo Podemos de separarlo era útil. Meter en el mismo pack las dos cosas puede viciar de nulidad el todo. Es un riesgo que no merece la pena correr.
- ¿Piensa, como Podemos, que la consulta habilitante propuesta por PNV y EH Bildu busca mas alentar el choque de legitimidades que la participación ciudadana?
- Esa consulta habilitante solo puede ser un referéndum, una consulta con el censo y con todas las garantías. Y para convocarlo, con el texto constitucional en la mano, o nos delegan la competencia para hacerlo o lo convoca el presidente del Gobierno. Si tú lo decides unilateralmente vuelve a chocar con lo jurídico. Si lo mantenemos en el texto, vamos a viciarlo de inconstitucionalidad. Es un error. Hay que hacer las cosas bien para que si alguien vota en contra sea por una inercia política y tenga las consecuencias políticas que tenga que tener. Pero la primera responsabilidad del legislador es ajustarse a la legalidad. Y creo que tenemos márgenes de legalidad que permiten muchas cosas, y desplegar un nivel de competencias importante. Pero estamos sacrificando a partir de varios hitos toda la potencialidad que podría tener el desarrollo estatutario.
-¿Cree también que se podría incurrir en el mismo error que algunos juristas achacan al Estatut, al intentar cambiar de facto el modelo de Estado a uno confederal sin modificar la Constitución?
- No, en eso no estoy de acuerdo. Cataluña invocaba unos derechos históricos que no tiene reconocidos. Pero nosotros somos de facto una confederación: el Concierto Económico es un ejemplo confederal de relación con el Estado. Es perfectamente posible llegar a un nivel de cooperación en competencias concertadas, en garantía del autogobierno, en la relación de una bilateralidad recíproca y legal sin alterar el texto constitucional. Pero hay líneas rojas: no caer en la indefinición del derecho a decidir y no crear un sujeto político que contravenga la organización estatal. Tenemos una herramienta de desarrollo competencial con la que es posible extender la bilateralidad y el concepto confederal, que no es más que un reparto compartido de soberanía, a ámbitos que actualmente no la tienen.
- Le noto decepcionado, como si echara en falta más audacia, más inteligencia política.
- Igual es que tenía la expectativa ingenua de que era posible pasar del discurso a los hechos. Lo que me desilusiona es que se haya ido más a una lectura partidista que de país. Había que haber hecho un esfuerzo mayor por el consenso. Aquí el problema no está en la letra pequeña, ocurre lo contrario. Hay que hacer un planteamiento más generoso. Para qué conformarte con una mayoría aritmética pudiendo intentar que muchos más vascos se sientan integrados en ese texto.
- ¿Se ha vuelto al espíritu del fallido plan Ibarretxe?
- No diría tanto eso. El problema es que se toma un punto de partida muy elevado. Me sorprendió el planteamiento del que partió el PNV. Es Bildu quien ha evolucionado en sus planteamientos maximalistas de territorialidad y ha hecho un ejercicio de pragmatismo. Hay una mayoría nacionalista en el país, pero no quiero un país con una ley dictada por esa mayoría nacionalista. Ha de ser una norma plural, en la que nos identifiquemos todos. Igual que me rebelo si se me impone una manera uniforme de sentirse español, también me rebelo contra una visión univoca de lo vasco. Lo digo como nacionalista. Soy un ciudadano del siglo XXI, padre de familia, y lo que me apetece es que todo el mundo se sienta integrado en Euzkadi Y para eso hace falta una renovación de conceptos, de términos, de política, y de manera de plasmarlo en el texto supremo de nuestra convivencia. No sé si la palabra es desilusionado o frustrado. El resultado final es decepcionante en términos de sociedad vasca. Hace falta un liderazgo compartido.
- ¿Tiene alguna teoría sobre las razones que han llevado al PNV a escorarse?
- No lo sé. Ha ganado la vertiente ideológica sobre la técnica y sobre el trabajo jurídico. Yo no hablaría de dos almas, pero sí creo que teniendo una buena base lo que aflora con esos cuatro o cinco conceptos que chirrían es una preeminencia de lo ideológico sobre lo jurídicamente articulable. Tampoco entendí que se empezara por el Preámbulo, es empezar la casa por el tejado, salvo que se quieran marcar unos mojones ideológicos concretos.
- ¿Le han tentado para formar parte de ese grupo de expertos? ¿Lo aceptaría?
- Nadie me lo ha propuesto ni es mi campo de especialidad jurídica. Prefiero ser un observador desde fuera.
EL PERSONAJE
-Nacionalista. Juanjo Álvarez se define como «nacionalista, ciudadano del siglo XXI y padre de familia». «Lo que me apetece es que todo el mundo se sienta integrado en Euzkadi».
-Catedrático. Nacido en Zumaia en 1964, es catedrático de Derecho Internacional Privado de la UPV, abogado en la prestigiosa firma Cuatrecasas, miembro con Daniel Innerarity del instituto Globernance, de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País y premio de Humanidades de Eusko Ikaskuntza en 2015.
-Voz autorizada. Cercano al círculo del lehendakari Urkullu.
POR: OLATZ BARRIUSO
Pues vale. Pero cuando hay ciudadanos que no quieren integrarse, o que entienden que un 51% independentista no tiene el mismo valor que un 51% unionista, la cuasi perfección que pide Juanjo Alvarez es inalcanzable.
Y mientras pensamos o hacemos encaje de bolillos la cosa no se mueve, que es lo que quieren los nacionalistas esapñoles.
Cuando uno de los "bandos" se plantea la "perfección ética" y al otro le importa eso un carajo, siempre ganan los segundos.
Publicado por: CAUSTICO | 07/29/2018 en 07:46 a.m.
Completamente de acuerdo con Caustico.
Publicado por: Silber | 07/29/2018 en 10:39 a.m.
Y además el próximo objetivo del nacionalismo español es que un voto vasco no valga lo mismo según seas independentista o unionista,eliminando la presencia de partidos nacionalistas vascos y catalanes en las instituciones españolas.
Y nosotros deshaciendo lo hecho.
Publicado por: CAUSTICO | 07/29/2018 en 10:46 a.m.
Un Estatuto que nazca de Vitoria sin el apoyo de un partido de ámbito nacional tiene muy pocas posibilidades de prosperar.
Pues que bien que un "nacionalista vasco" hable de un ámbito nacional "meaning Spain"
Publicado por: Cangorileiro1 | 07/29/2018 en 10:31 p.m.
Reconozco que no soy leguleyo(borbonico) y que siempre me ha gustado la moderación y practicidad de sus posiciones( de juanjo). Pero ya estoy cansado de que este pueblo no pueda elegir libremente y cuando existe una mínima opción tengamos que ser tan eticamente perfectos cuando el enemigo es un perfecto despótico animal.
La LIBERTAD y el riesgo son inherentes.
No pain, no gain.
Publicado por: Cangorileiro1 | 07/29/2018 en 10:41 p.m.