Puede haber aún quien piense que la lengua vasca es un cuerpo extraño en La Rioja. Pero nada de eso. Junto con el romance, ya sea el navarroaragonés, extinto, o el castellano, el euskera ha estado allí, en el habla de la gente y por ello también en los nombres de persona y de lugar. Mencionemos la monografía de Abalos Bustamante. Algunas palabras... localismos interesantes, de 1925, sobre el habla y los nombres de lugar de Labastida, donde encontramos vasquismos como zocochón («moza gorda o regordeta) y chirrital (zurrutal en el vocabulario de Baraibar), «finca de poco valor», en el léxico y Espirbel, Larrázuri, etc., en la toponimia. Para los nombres de lugar contamos con el tomo correspondiente de José Antonio González Salazar, «Toponimia de La Rioja Alavesa, Cuadernos de Toponimia, n 3», editado por la Diputado: a la vista está la importante porción de nombres vascos.
Y recordemos que más al sur, al otro lado del Ebro, ha habido población vascófona, por influencia de repobladores alaveses del siglo X, según el prestigioso medievalista navarro José María Lacarra, aunque Luis Michelena pensaba en la preexistencia de una población vascófona, acaso no mayoritaria. Todavía en el siglo XIII, como se sabe, a los habitantes del Valle de Ojacastro el rey Fernando III les concedió el derecho a utilizar el vascuence ante los jueces, según el documento que publicó en 1931 Merino Urrutia, alcalde de Ojacastro y luego de Getxo, quien después reunió todos los datos en el clásico libro «La Lengua vasca en La Rioja y Burgos», en una tercera edición ya agotada.
Otros movimientos de población posteriores revelan la presencia de la lengua vasca en La Rioja. En otro lugar he hablado de una cuenta, escrita en una teja, probablemente del siglo XVIII, en vascuence bajonavarro, que se guarda en las bodegas Remelluri de Labastida. Dice así (respetamos la grafía): «Hemengo adarailu gucien conduya da hirur milla eta (no se lee el final)». Es decir: «La cuenta de todos estos ladrillos es tres mil seiscientos y...». Curioso testimonio de los tejeros vascofranceses (muy probablemente agotes), de los que dice el historiador Landazuri que en Álava eran los especialistas en teja y ladrillo. De una de estas familias de tejeros era el escritor Baratciart, uno de los clásicos de la literatura vasca, que nació en el pueblo alavés de Durana en 1741 y murió en Ustaritz en 1826.
Estas reflexiones vienen a cuento de la exposición Letrakit, centrada en la alfabetización en lengua vasca y aspectos de su literatura, que, después de unos días en Vitoria, ha visitado Lapuebla de Labarca, antes de ir a LLodio, donde la muestra se instaló el sábado 26 de enero.
Lapuebla de Labarca se ha significado, entre todos los pueblos riojanos, por el impulso dado a la enseñanza del y en euskera. Los autores del estudio sociolingüístico sobre los datos del Padrón de 1986 me contaban su sorpresa inicial por los datos de Lapuebla, tanto que fueron a comprobarlo s in situ. Les costaba creer el elevado porcentaje de jóvenes con dominio de la lengua vasca. Y es que en esta población ribereña del Ebro, donde la escuela pública es la ikastola, son ya años de trabajo, que ha dado su fruto en el conocimiento del euskara por jóvenes que luego formarán una familia, o la han formado ya.
La cuestión ahora es, en La Rioja como en otras partes, la de hacer normal el uso del euskara para todas las esferas de la vida, uso que por nuestra calamitosa desidia secular y por imposiciones exteriores se había ido perdiendo. Es la hora del bilingüismo, pero del bilingüismo de sumar, no de restar, es decir, de que nosotros y nuestros hijos nos desenvolvamos con naturalidad en las dos lenguas oficiales de nuestra comunidad, parte de una Europa donde el conocimiento de varias lenguas es ya corriente en la escuela y en cualquier empleo.
Ojalá todo esto se lleve a cabo sin estridencias ni fricciones de ningún tipo. La lengua vasca, como la castellana, es de todos y su respectivo conocimiento nos hace sobretodo más cultos, sin que por ello tengamos un color político o ideológico. Sería ridículo pensar que porque uno hable alemán es nazi o maoísta porque hable chino.
Pero, sin duda alguna, hay un modo riojano de ser vasco. Euskal Herria no es homogénea, no es igual en sus paisajes, en sus costumbres. Esas danzas riojanas, tan genuinas y vistosas, no son menos vascas que otras. Las manifestaciones culturales tienen con frecuencia en un país un ámbito limitado. La trikitixa, por ejemplo, si nos fijamos, no abarca sino un territorio determinado y no es más vasca que la dulzaina o la gaita. Terminemos de una vez con los. estereotipos y simplificaciones de postal. Muchos olvidan esta otra Vasconia, la de la vertiente mediterránea, sin caseríos ni campos de maíz. Combatamos la ignorancia y sus estragos y fomentemos el .conocimiento mutuo, cultivando la fraternidad vasca, dentro de un espíritu de equidad y tolerancia.
Por: Endrike Knörr
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