APARECIÓ en DEIA (19-V-78) un artículo del historiador navarro Víctor Manuel Arbeloa, titulado "Vidal y Barraquer y la Iglesia española"; y he leído un prólogo de Jesús Lezaun, navarro también y profesor, a la tercera edición del libro "No me avergoncé del Evangelio”, de Marino Ayerra, párroco que fue de Alsasua en los años de la guerra civil del 36.
Ambos plantean el mismo problema: el de las relaciones de los obispos españoles y la guerra civil.
Creo ver en Arbeloa un intento de "explicación”, no me atrevo a llamarlo de "justificación”, del comportamiento de la Iglesia española en los acontecimientos de aquellos años.
Lezaun, en cambio, dice que "había en los ambientes eclesiásticos una incapacidad colectiva para plantearse siquiera los tremendos problemas”.
Cada uno de ellos destaca, como excepción del caso, un prohombre, que para Arbeloa es Vidal y Barraquer y para Lezaun es Marino Ayerra.
Efectivamente, estos dos hombres son dignos de admiración por su comportamiento y entereza en aquellos dramáticos momentos. El libro de Ayerra lo consideramos, en su primera edición, muy positivo, aun cuando no aceptamos su decisión final, porque la problemática religiosa tiene otras dimensiones y su tratamiento exige planteamientos propios, al margen del comportamiento de los hombres de la Iglesia. Introducidos clandestinamente, los distribuimos con profusión y fueron leídos con avidez.
EXISTE una singular coincidencia en Arbeloa y Lezaun. No se hace en sus escritos ni la menor alusión al grupo llamado históricamente "clero vasco”. Ni la menor mención. Ni una sola palabra. Por lo visto, no existió.
Difícil de comprenderlo en un historiador y en un profesor, dándose, además, la circunstancia de ser ambos navarros, es decir, de pertenecer ambos a una zona geográfica en la que es muy difícil ignorar el fenómeno histórico de la existencia del clero vasco. Esto no ha podido pasar desapercibido a hombres de la talla científica de Arbeloa y Lezaun.
Porque lo que históricamente aparece como fenómeno religioso muy singular en aquellas dramáticas circunstancias, es el hecho sociológico del clero vasco, que fue recibido en gran parte del mundo con asombro y produjo, en no pocos, escándalo, estremecimiento y verdadera extrañeza. Ni la postura de Vidal y Barraquer, ni la de Marino Ayerra ocasionaron la reacción del comportamiento del clero vasco.
Y es que la postura del clero vasco fue una postura colectiva de graves, gravísimas consecuencias. El clero vasco decidió ir junto a su pueblo en aquella dramática contienda. Y con su Pueblo estuvo en los frentes de batalla, ante los tribunales militares, ante los paredones de ejecución (16 fusilados), en las cárceles, en el exilio... Padeció toda clase de vejaciones, calumnias y torturas, y estuvo finalmente en la resistencia clandestina hasta los tiempos presentes.
Este es el acontecimiento histórico más importante de "conciencia punzante”, en frase de Lezaun atribuida a Ayerra, de "sufrimiento”, de "soledad humana”, de dramatismo supremo, porque se lo jugó todo”.
Porque si alguien fue en aquellos tiempos "la conciencia punzante y sangrante”, entonces sin apenas respuesta, de una sociedad y sobre todo de una Iglesia enloquecidos, de una religión degradada, que ni siquiera son conscientes de su demencia y de su degradación, y más que nada su víctima, su víctima de guerra, lo fue el clero vasco, aún cuando estas palabras Lezaun las aplique a Ayerra.
Porque si "alguien asumió todo eso en aquellos momentos casi en solitario y sin apenas bagaje psicológico e ideológico, sin el suficiente marco jurídico y estructural por parte de la Iglesia”, fue el clero vasco, aun cuando estas palabras se las atribuya Lezaun a Ayerra.
Porque si "alguien tuvo que sufrir, porque en aquellos momentos fue triturado por los acontecimientos”, fue el clero vasco junto con su pueblo.
Porque nadie como el clero vasco "vivió con dramatismo supremo, puesto que personalmente se lo jugaron todo, unos hechos que en aquellos momentos muchos no los vivieron, debiéndolos vivir, y traicionando así el más elemental sentido cristiano de las cosas”. Y todo ello con su pueblo, que fue la gran víctima.
¿Por qué este silencio de Arbeloa y Lezaun? ¿Por qué esta singular coincidencia? ¿Qué explicación a esta omisión? ¿Por qué? ¿Sólo Vidal y Barraquer? ¿Solo Ayerra?
¿Ignorancia? ¿Olvido? ¿Casualidad? Me parece mucho olvido, mucha ignorancia y demasiada casualidad.
¿Quizá porque, como dice Arbeloa, "ha sido achaque de los políticos el no reconocer fácilmente sus errores, toda la culpa suelen tenerla los otros? ¿Quizá por eso? ¿O por su pertenencia (la de Arbeloa por lo menos, como ha aparecido en la prensa) a determinado grupo político e ideológico, diferente al del clero vasco, no le permite ver los aciertos de este grupo?
No lo sé. ¿Quizá porque el ambiente familiar y social que ambos vivieron en su niñez y en su juventud, de fobia al clero vasco, no les ha permitido superar sus prejuicios y su hostilidad? No lo sé. ¡Quizá!
Voy a copiar un párrafo de un libro, recientemente publicado, de Manuel Chiapuso, titulado "Los anarquistas y la guerra de Euskadi. La comuna de San Sebastian”. Narra el libro los acontecimientos de San Sebastián en los primeros días de la guerra. Acababa de realizar un grupo de anarquistas un registro en la parroquia del Buen Pastor y dice así:
"Nos separamos en el atrio. Ellos se fueron al cementerio de Polloe y yo me volvía al sindicato. El triunfo popular no había estropeado las fortalezas de la Iglesia, ni asaltado conventos para violar monjas, ni confiscado las riquezas del patrimonio religioso... No era puro azar. La Iglesia vasca no era ultramontana. Casi se la calificaría de popular y progresista. Se mezclaba con el pueblo para vivir con él las mismas tribulaciones. En el País Vasco no existía la aristocracia propiamente dicha, ni la espantosa miseria del campo español, pues la Iglesia vasca no tenía que servir de freno a las reivindicaciones populares. Felizmente, en este rincón del planeta las anarquías biológicas sufrieron pequeña corrección en el transcurso de los siglos, en la historia, en las condiciones telúricas y, claro está, el cura vasco entraba también en esta evolución. Este se ataba la sotana a la cintura sin afectación para jugar a la pelota con los fieles de la parroquia. Corría las montañas siguiendo los pasos ágiles de los antepasados que se anunciaban con los "irrintzis" por barrancos y cimas. Seguía apasionadamente... En resumen, era humano y amaba a su pueblo. Predicaba la paz social y colaboraba. Discute con sus enemigos en el púlpito. Don Rosendo Recondo sostenía debates sociales dentro de la Iglesia con nuestros compañeros. Nadie olvidara tampoco las ardientes controversias con la CNT y la UGT del enérgico sacerdote Aristimuño. Capillas e iglesias servían de punto de reunión allí donde no había local con capacidad suficiente. Las discusiones, hasta las más encarnizadas, se desarrollaban con respeto. Muchos curas vascos experimentaban la tragedia del proletariado español, pero el del vasco en particular, lo que demuestra que si la Iglesia española hubiera tenido las virtudes cristianas que le faltaban, los terribles saqueos de iglesias y conventos, la profanación de las tumbas en las criptas de los lugares sagrados, el asesinato de sus ministros y otros desordenes, no se hubieran producido en el conjunto del país".
¿Por qué silencian todo esto Arbeloa y Ayerra? Creo que al tratar de enjuiciar el comportamiento de la Iglesia española en la guerra civil del 36, el no hacer mención al hecho histórico de la existencia de clero vasco, es falsear seriamente la historia, dando lugar a indebidas interpretaciones y tergiversaciones. Y más grave aun que hombres de ciencia, al tratar de aportar datos para la historia y buscando las excepciones, silencien y olviden al clero vasco.
Creo que les vendría muy bien a Arbeloa y Lezaun la lectura del libro "Archivos clero vasco", recientemente editado.
—Dieciséis curas vascos fusilados por Franco.
—249 en las cárceles.
—244 en el exilio.
—168 desterrados en 30 provincias del Estado español.
Por: Serafín Esnaola Bidaurreta
A diferencia del clero español pasado y presente, sentado siempre a la derecha del fascismo.
Como ejemplo de cura católico repugnante el confesor del terrorista Franco con quien compartía merienda mientras el enano firmaba sentencias de muerte.
El catolicismo español naufraga y se queda como amparo espiritual de la extrema derecha y confesor de ladrones multimillonarios.
Publicado por: CAUSTICO | 09/23/2018 en 07:37 a.m.
Dicen que el fascista yanki Steve Bannon, ex asesor de Trump y especialista en prensa racista, está reorganizando la red ultraderechista europea, disfrazada de partidos democráticos.
Me indigna que los progres españoles se enorgullezcan falsamente que la piel de toro se quede fuera de esta estrategia.
Eso es pura mentira. La derecha fascista española sólo se diferenciade la húngara o de la austriaca en que no centraliza su mensaje en negros, moros y sudamericanos. Su enemigo racial lo tienen dentro.
Son los catalanes y somos los vascos.
Por eso, aunque las formas son distintas, el fondo es el mismo.
VOX, PP y C´,s son los representantes del protagonismo de la peor de la política, de la que trajo 60 millones de muertos .
El PSOE es una oposición cuyos votantes mudan constantemente entre una seudo izquierda cobarde y el patriotismo ultra.
Podemos es simplemete algo ridículo, algo que antes les daba miedo y ahora les da risa.
España ya es un pais cómodo para Steve Bannon.
Publicado por: CAUSTICO | 09/23/2018 en 07:48 a.m.
No sé si la iglesia vasca fue tan virtuosa, lo que sí sé es que la iglesia catalana no lo fue en absoluto. La iglesia catalana se dedicó a defender a los terratenientes frente a las necesidades de los campesinos sin tierra y se alió estrechamente con la Lliga Regionalista del corrupto Cambó. Los obispos catalanes, con la excepción de Vidal i Barraquer, se dedicaban a insultar al masón Lluís Companys, el cuál pertenecía a un partido, ERC, que lucía el triángulo masónico como símbolo. Pues suerte tuvieron algunos de ellos como el mismo Vidal i Barraquer o el ultramontano Cartanyà que el masón Companys les ayudara a escapar de las garras de la FAI. Tan malos no serían aquellos masones de ERC...
En una época en la que la Iglesia Católica consideraba la libertad de religión como un ataque a sus privilegios ancestrales cualquier persona civilizada era su enemigo. Azaña era una persona honesta pero sus discursos en favor de la libertad de creencia lo convirtieron en la bestia negra de los obispos. Sólo Vidal i Barraquer defendió posiciones más moderadas. Pero el integrista Gomà tenía que aceptar en 1939 que la cruzada había dejado una España poco católica y vio como Franco le prohibía una pastoral. La evangelización por la bayoneta había triunfado solamente superficialmente.
No obstante en 2018 la Conferencia Episcopal sigue fiel al nacionalcatolicismo español. Ya saben: el independentismo vasco o el independentismo catalán atentan contra los evangelios. ¡Que la unidad de España ya fue defendida por el nazareno!
Publicado por: Señor Negro | 09/23/2018 en 08:56 a.m.