Kepa Ordoki, organizador de la Brigada Vasca que luchó contra los alemanes en el sur de Francia
—DEIA: En 1936 usted trabajaba como obrero de la construcción en Irún, ¿no es así comandante Ordoqui?
—KEPA ORDOQUI: Si. Trabajé en la construcción hasta que estalló la guerra. Yo era de Acción Vasca y luché con los gudaris. Luego me cogieron los franquistas y me condenaron a muerte. Me llevaron de cárcel en cárcel: Santoña, Larrínaga —allí fusilaron a unos cuantos de los nuestros—, Burgos, otra vez Santoña... Cuando estaba en esa última cárcel pensé que no tenía nada que perder, así que me escapé con un grupo de compañeros. Nos costó 31 días llegar a la frontera: uno no llegó nunca, lo mataron en Endarlaza. Una vez en Francia, nos metieron en un campo de concentración.
El estallido de la segunda guerra mundial me cogió en la enfermería. Me escapé y aparecí en un pueblo situado a unos 40 kilómetros de Bayona. Entonces me alisté para luchar contra los alemanes.
—DEIA: ¿Y por qué deseaba usted la derrota de los alemanes?
—K. O.: Porque yo era y soy nacionalista y antifascista cien por cien. Había visto aquí los barcos de guerra alemanes y sabía cómo se comportaban. Bien, el caso es que me lancé con unos compañeros a las montañas. Allí vivíamos camuflados y ayudábamos a cruzar la frontera a la gente que quería escapar de los nazis: a algunos los cogían luego los franquistas y los metían en el campo de concentración de Miranda. Había franceses, españoles y vascos conmigo. En el año 43 pedí al Gobierno vasco que me enviara a todos los vascos de la zona de Biarritz y con ellos organicé la Brigada Vasca.
De Gaulle promete ayudar a Euzkadi
—DEIA: Con el tiempo, la Brigada Vasca entró a formar parte del ejército regular francés, ¿no es así?
—K. O.: Si, después de mucho tiempo tirando tiros y pasando hambre, entramos en el ejército regular: fue un acuerdo del Gobierno vasco y el francés. Nos mandaron al frente. Nosotros íbamos con uniforme francés pero con la ikurriña: nunca llevamos la bandera francesa. Si, es verdad que me dieron la cruz de guerra, a otros compañeros también. El propio De Gaulle vino a felicitar a la Brigada Vasca por su comportamiento en la guerra. Nos mandaron desfilar.
Yo estaba allí, pero no quería ir. Tampoco quería que me pusieran la cruz de guerra.
—DEIA: ¿Por qué, comandante Ordoqui?
—K. O.: Pues porque mientras dura la guerra hay doscientos o trescientos que pierden la vida, tres o cuatro que se quedan ciegos, otros que pierden un brazo o una pierna... y al que le dan siempre la mayor medalla es al comandante. Esto no me parece justo: eran todos los de la Brigada los que manejan las bombas y se arriesgaban, así que yo pedí que se condecorara a la bandera, a nuestra ikurriña. Bien, el caso es que cuando vino De Gaulle y yo no quería salir porque me sentía sucio, cansado, me fueron a buscar y no pude negarme. Abrieron champaña. Entonces De Gaulle cogió un vaso y dijo: "Francia no olvidará el esfuerzo de los vascos por la liberación de su hermana".
—DEIA: ¿Usted diría que los franceses tienen buena memoria, comandante?
—K. O.: Bueno, los franceses aseguraban que una vez que solucionaran su problema nos ayudarían en Euzkadi. Al terminar la guerra recibimos autorización para entrenarnos para ser grupos de orden el día que entráramos en Euzkadi. Recibimos entrenamiento de los norteamericanos. Yo mandé uno de los grupos. El Gobierno francés permitió que hubiera grupos nuestros armados a lo largo de la frontera para ayudar a la gente que escapaba de los franquistas. Las cosas iban empeorando en Euzkadi, y no pudimos venir. Un día Aguirre me dio la orden de recuperar una partida de armas que había pertenecido a un grupo de comunistas. Me valí de mil argucias para hacerme con ellas y devolví una parte al ejército francés.
—DEIA: ¿Una parte, comandante?
—K. O.: Si... una parte. La otra, bueno, eso no se puede decir. Unas por aquí y otras por allá. Ya me comprende. El caso es que me mandaron actuar de enlace entre el Gobierno vasco y el interior. Nosotros les hacíamos el trabajo a todo el mundo: traíamos y llevábamos correo y pasábamos la frontera tanto a vascos como a catalanes como a socialistas, a todo el mundo. Los socialistas y los comunistas montaron luego su propia organización, pero sufrieron infiltraciones. Es indignante que no se reconozca la ayuda y los servicios que prestó el Gobierno vasco tanto a los partidos vascos como a los españoles. En 1954 entregué ya las armas. Empecé a trabajar en Hendaya, en una fábrica, pero fue mal. Me metí por mi cuenta en el negocio de la madera. Ahora estoy en Córcega trabajando en eso.
“Nunca maté a sangre fría"
—DEIA: ¿Por qué ha venido a Euzkadi, comandante? ¿Sólo porque sentía nostalgia?
—K. O.: No. He venido porque estoy indignado por las últimas cosas que ha hecho ETA. Apenas pude creerlo cuando me enteré que habían asesinado a Berazadi. Y luego lo de Ibarra y lo de los impuestos revolucionarios. Es incomprensible que los vascos hagan eso. La inmensa mayoría de los vascos han luchado siempre por causas nobles. Hasta ahora uno podía ir por cualquier país del mundo sintiéndose orgulloso de haber nacido en Euzkadi. Pero esos asesinatos... Y los impuestos revolucionarios... Esto tiene que acabar.
—DEIA: Me sorprende que le indigne la violencia de ETA, al menos que le indigne tanto, comandante. Al fin y al cabo, usted es un hombre violento, ¿no es verdad? y probablemente ha disparado su arma más de una vez.
—K. O.: Yo he luchado en muchos sitios. He disparado. Y he matado: es verdad. Pero tengo la conciencia tranquila porque nunca maté a nadie a sangre fría. He llegado a jugarme la vida para salvar la de los alemanes que tenía prisioneros: a veces los franceses querían acabar con ellos y yo tenía que dispararles para detenerlos. Les disparaba a los pies, no a matar. Jamás he disparado a sangre fría, eso no lo hacemos los vascos. Quiero pensar que, entre la gente de ETA, sólo un ínfimo porcentaje es capaz de cometer asesinatos como los de Berazadi o Ibarra.
—DEIA: ¿Siempre ha estado usted en contra de ETA, comandante?
—K. O: /No, señor, no!. Yo era un admirador de ETA. Eran los únicos que hacían algo. Ni Acción Nacionalista Vasca, ni el Partido Nacionalista Vasco, ni los socialistas: nadie hacía nada. Pero de ahí a que asesinen a vascos... de ahí a que los asesinen por dinero... Y otra cosa que me parece inconcebible es que el pueblo vasco no haya arropado más a las familias de Berazadi y de Ibarra. No lo comprendo. Mire, una vez fui a la delegación del Gobierno vasco en Bayona y oí que decían que los chicos de ETA eran unos indisciplinados. Yo les dije que nosotros éramos jóvenes y que debíamos sentirnos orgullosos de que hubiera jóvenes como los de ETA. Usted sabe, los viejos del Partido eran demasiado prudentes y los jóvenes pensaban que había qué hacer algo: Yo estaba de acuerdo con los jóvenes, pero de ahí a matar...
“Yo ayudaba a los chicos de ETA"
—DEIA: Usted no es un pacifista. Lo que le indigna es que ETA haya matado a vascos, ¿no es verdad, comandante?
—K. O.: Mire, entre el 39 y el 45 vi muchos gudaris en campos de concentración. Y, por encima de los colores políticos, había entre ellos una gran, una inmensa solidaridad. No puedo entender que los vascos maten a los vascos, es verdad. Mis enfrentamientos con el Partido vienen de que yo ayudaba a los chicos de ETA. Había gendarmes franceses que me habían ayudado cuando el tráfico de armas y que me ayudaron también con estos chicos. Un día pasaron la frontera un grupo de ellos. Monzón los recibió muy bien, pero no hizo nada. Fueron a la Delegación del Gobierno vasco y los pusieron de patitas en la calle. Vinieron donde yo estaba: les arreglé los papeles y les busqué trabajo. Siempre estuve a favor de ETA, cuando asaltaban bancos... Pero lo de ahora es intolerable, es indignante. Aguirre dijo que la victoria se gana, no se concede. Pero no es una victoria matar.
—DEIA: Probablemente, nadie piense que matar sea una victoria, comandante. Lo que quizá ocurre es que hay quien no ve otro medio, y que hay quien piensa que el fin justifica cualquier medio.
—K. O.: /Pero eso no puede ser! Yo no quiero la autonomía a ese precio.
Estoy convencido de que la mayoría de los de ETA no aprueban esos métodos: conozco a muchos y me consta que son incapaces de asesinar fríamente. Si la libertad de Euzkadi tiene que pasar por el asesinato de los hijos de nuestros enemigos, yo no quiero esa libertad.
Por: Beatriz Iraburu
Así tal cual. Claro, sencillo y directo. Y, en su contexto, coincido con lo que dice y me parece un ejemplo su trayectoria.
Publicado por: Silber | 09/30/2018 en 10:07 a.m.
Este artículo tiene también un tema interesante, del que se habla poco pero que ahí está (y no se va a ir nunca, se quiera o no, ahí estará siempre), el apoyo de los países aliados, a la ETA inicial, en material entrenamiento, etc., apoyo contra el fascismo de Franco, alguien debería de escribir una novela o ensayo de esto, por que es cierto..., se habla muchas veces de la raiz comunista de ETA, de su raiz nacionalista vasca, del contexto del momento (dictadura fascista ilegal en España, movimientos descolizadores en el mundo, el IRA irlandés, la guerra fría, guerrillas revolucionarias en el mundo, años 60 con movimientos contra culturales en USA como movimientos emancipadores de los negros, Mayo del 68 francés, tema Israel-Palestina, etc.), todo esto es cierto, pero....
De lo que no se habla nunca o casi nunca (y es algo muy cierto), es de la participación de los aliados (las democracias occidentales), en la creación de la ETA inicial, además del sentimiento de simpatía durante años, hacia la organización.
De esto habría que escribir uno o varios libros y siempre debería aparecer en cualquier libro histórico sobre la cronología de ETA (pienso que Aramburu no lo escribirá, ni Reverte, pese a ser algo que ocurrió), creo que habría que escribir varios libros de esto, tantoo novelas como ensayos (ya sabemos que Juaristy o Savater, ni tienen ni idea de todo esto o peor aún, preferirán no hablar de ello).
Por otro lado, respecto a la "ayuda fantasma" de Francia, menos ayuda grandiosa (que luego no existe) y más reconocer los derechos de Hiparralde, eso podían haberlo hecho fácil (y tampoco mucho hicieron).
Publicado por: Sony | 10/01/2018 en 08:44 p.m.
Y otra cosa, por lo de "completar" el relato..., también habría que hablar de en el momento en el que nace ETA, de aquellas personas españolas pero no vascas que apoyaron a la organización, por que les parecía que estaba bien para luchar contra el franquismo (y/o durante el principio de la democracia), gente de izquierdas o incluso demócratas, ya sabemos que de esto ahora nadie quiere saber nada, pero es así.
Pues eso, que esto también deberá ser incluido, si se quiere incluir la verdad, que es esa y no otra, guste o no.
Publicado por: Sony | 10/02/2018 en 02:21 a.m.