Escrito por su yerno
Conocí a Lázaro hace unos 24 años (en 1988) ya que me casé con una de sus hijas, y la imagen que me dio de abertzalismo, de amor a Euzkadi y a nuestro «Partido PNV», anteponiéndolo en ocasiones en un gesto heroico a su propia familia, ha permanecido como esas rocas contra las que golpean las olas del mar, y que permanecen incólumes al pasar los años.
Lázaro recibió una educación foralista de sus padres. Fue en 1913 (tenía 13 años) cuando conoció en el colegio Jesuitas de Orduña a Manu Eguilior, nacionalista de pro, y que sería uno de sus mejores amigos. De esta amistad y de las inquietudes que sentía Lázaro nació su nacionalismo a ultranza.
Fue alcalde de Aiala antes del 36 y desde la democracia hasta hace un mes (sept. 1988) en que a los 88 años tuvo que dejar de ser alcalde (permaneció de concejal) debido a que no oía bien.
Por ser nacionalista fue perseguido antes, durante y después de la guerra civil del 36.
Con siete hijos y con su esposa tuvo que ir de un sitio a otro, de Francia, pasando mil penalidades.
Su amor a su Patria, le impulsó a pasar el Bidasoa para volver a Euzkadi sin autorización del poder fascista con su familia en 1945.
Cuando le juzgaron los fascistas lo único que le pudieron imputar fue que era nacionalista.
Muy limpia debió ser su trayectoria cuando aquellos Tribunales que eran jueces y partes no fueron capaces de encontrar algo que infamase al líder del nacionalismo de Araba.
Su ejecutoria fue tan ejemplar que siempre fue respetado y querido incluso por sus adversarios políticos.
Tuvo una disputa con el concejal de AP de Aiala, Oscar Epelde.
En las declaraciones que hizo Oscar al periodista que le entrevistó expuso su punto de vista en el asunto en cuestión.
Entre otras cosas Oscar dijo «que Lázaro era el mejor alcalde que había tenido Aiala».
Lázaro ha sido con su ejemplo de vida durante todos estos años desde el 46 al 75 el bastón contra el que se rompieron todas las añagazas fascistas, y que sin duda hicieron posible que el nacionalismo no fuera barrido en Araba en aquellos años.
Del resurgir del nacionalismo en Araba tiene buena parte de responsibilidad este hombre sencillo y trabajador, que perfectamente podría quedar encuadrado en la máxima de nuestro llorado Ajuriaguerra.
Aquellos que trabajan toda una vida son los imprescindibles.
Sus 75 años de dedicación al Partido considero le hicieron merecedor a esta medalla simbólica que muy pocos son capaces de conseguir, y que tú tan enemigo de estos honores mundanos, llevarás con orgullo clavado en tu corazón.
Comentarios