Por: Koldo San Sebastián
En 1984, Francisco de Abrisketa donaba su célebre Biblioteca Vasca —más de 11.000 volúmenes— a la Universidad de Deusto, a la Biblioteca del Parlamento vasco, al Archivo de la Comunidad Benedictina de Lazkao y al Museo Vasco de Baiona. Como él mismo ha repetido, quiere ser una «donación total» al Pueblo Vasco, representado en estas cuatro instituciones. La Biblioteca Vasca de Francisco de Abrisketa es el producto de una labor de búsqueda de más de veintisiete años. Su precio hoy es incalculable, sobre todo referido al conjunto de dicha colección.
Ha donado su biblioteca al Pueblo Vasco
Francisco Abrisketa es un hombre de conversación amable. Apasionado, a veces, en aquello que realmente le gusta y siente. Aferrado a su tierra y a su gente, con ese sentimiento telúrico tan común al ser vasco. Abertzale de primera hora, padece un largo exilio en Colombia. Y allí, se enamora de sus gentes y de su poesía. «Cuando llegué a Colombia nunca había leído un poema». El mismo ha editado una antología bilingüe euskera-castellano de los mejores poetas colombianos contemporáneos. A lo largo del tiempo de la transición, Francisco de Abrisketa ha sido noticia repetidas veces, sobre todo por su actividad cultural en el seno de la Sociedad Bolivariana. Y en estos días, por la donación de su Biblioteca Vasca.
—DEIA: ¿Cómo se puede formar una Biblioteca Vasca en América?
— FRANCISCO DE ABRISKETA: Bueno, yo no sé si, literalmente, América se puede considerar, al principio de la formación de mi biblioteca, como una especie de Arca de Noé. Como había una afición a la literatura vasca —que la tuve desde niño— y a la conservación de papeles y libros que la tuve, también, desde niño, había, también, una preocupación, quizá exagerada, de que los «autos de fe» que ocurrían con las bibliotecas aquí en Euzkadi, pues obligaban a alguien a reconstruir esas bibliotecas en las medidas de sus recursos, en un lugar muy apartado, muy lejano y muy a salvo.
— DEIA: Desde luego, cuando sale para el exilio, no se lleva nada...
—F. de A.: No, no. Nada. Todos los libros que tenía antes de la guerra desaparecieron. Ya en previsión de la caída de Bilbao, los fui sacando de esta casa, y los fui ocultando. Parte quedaron ocultos en los archivos del Banco de Vizcaya donde yo trabajaba y parte un amigo, que vive en Argentina, los ocultó en los archivos de la Audiencia de Bilbao donde él trabajaba.
Veinte años de trabajo
—D.: En la última entrevista que concedía a la prensa, comentaba que su biblioteca la comienza a formar relativamente tarde, en el año 50...
—F. de A.: Sí. Así, con una intención de formar un fondo, entregarlo al país, pues eso ocurre hace veintisiete años. Anteriormente, los libros me persiguieron por donde quiera que fuera. Primero, en Colombia, después en Estados Unidos donde viví. Es al regreso, el segundo viaje a Colombia, cuando comienzo intensamente, con la intención de formar un fondo, y voy recogiendo, cuidando y mimando, buscando los libros por todo el mundo.
Las editoriales vascas de América
—D.: ¿Existe realmente una tradición editorial vasca en América durante el franquismo?
—F. de A.: Bueno. En realidad, la única editorial vasca que existe en América es la de Ekin, fundada en Buenos Aires por Ixaka López de Mendizábal y por Andrés María de Irujo. Lo que sí abunda es prensa, semanarios, mensuarios.
—D.: Sin embargo, se editaban libros vascos en Venezuela, en México...
—F. de A.: Sí. Pero era más por el esfuerzo del autor, o individual, pero no como una editorial.
Los libreros vascos
—D.: ¿Cómo comienza a seguir la pista a los libros?
—F. de A.: Cuando regresé a Colombia, hacia el año 57, que es cuando decido coleccionar libros vascos, establezco mi primer contacto con don Juan Iñarra, de la Librería Manterola, de Donostia. Me ayudó muchísimo. Empecé a aprender de él. Nos hicimos grandes amigos y esa amistad la continué con sus hijas. Luego con otras librerías de San Sebastián, de Bilbao muy pocas. Luego, estaba Gómez, de Pamplona, y Linacero, de Gasteiz. Esas tres están en la base de mi biblioteca. Después, eso se extendió desde San Francisco de California hasta Alemania. En todos los países del mundo. Mi correspondencia para formar esta biblioteca ocupa un archivador de mediano tamaño,
—D.: LLega un momento determinado, según la leyenda, que tiene que meter a un bibliotecario...
—F. de A.: Sí. Y ahora hay dos. Primero empecé yo. Las primeras fichas matrices las comencé yo. Están escritas a mano por mí. Pero, era muy difícil. Y he tenido a media docena de muchachos estudiantes, primero, uno a uno, y últimamente, dos porque quiero entregar la biblioteca completamente clasificada.
—D.: Más de once mil títulos...
—F. de A.: Sí. Mi biblioteca está totalmente mezclada y desordenada, desde el punto de vista físico. Porque no cabría en una casa privada si pretendes mantenerla en un orden elemental. Sin embargo, tiene un sistema de clasificación e identificación, un código, que funciona muy bien.
El total es del orden de quince mil libros. Pero el resto, la diferencia entre los vascos y los no-vascos, cuya cifra no puedo dar, los que van a venir aquí rebasan los once mil.
El valor de los libros
—D.: Comentaba en la entrevista a que nos referíamos que, en su biblioteca, no hay ningún incunable.
—F. de A.: Tú sabes que, en cuanto a los incunables, se rigen por criterios arbitrarios de la ciencia. Y, en torno a esto, existen varios criterios, de autores muy respetables. El más aceptable es que se llame incunable al libro aparecido entre el nacimiento de la imprenta y 1514. Yo no tengo de estos. Tengo alguno de fines del siglo XVI.
—D.: ¿Cuál es el libro que más le ha costado conseguir? Quizá haya sido uno en concreto.
—F. de A.: Bueno. Esto es muy difícil de responder. Yo cuando me meto a buscar un libro, me marco un plazo arbitrario, dependiendo del libro: un año, seis meses. Al cabo de ese tiempo, si no lo he conseguido lo copio. De manera que, en mi biblioteca habrá un centenar de libros copiados, con mucha nitidez, en «xerox», encuadernados... Porque toda mi biblioteca está encuadernada. Ese es otro de los valores que tiene.
La intensa búsqueda del libro en euskera
—D.: En su biblioteca, hay un importante apartado de libros en euskera...
—F. de A.: Por supuesto. Esa ha sido una de mis intensas búsquedas., Ahí tengo que agradecer muchísimo al mundo de los frailes. Me han ayudado muchísimo: el padre Riezu, de Lekaroz, el padre Yurre, de Alsasua, y ¡qué sé yo!, un montón de gente.
Les pedía que me buscaran, sobre todo, cosas de literatura menor, especialmente religiosa: devocionarios, novenarios y cosas de esas, que ellos encontraban en sus casas, en, los caseríos y en todas partes.
La razón no era de tipo religioso, sino, simplemente, comprendimos, él y yo, que, como todos esos devocionarios, novenarios, etcétera, estaban escritos por el párroco del pueblo en el dialecto y subdialecto del dialector, del euskera en su iglesia, conseguíamos un material de gran importancia para el euskerólgo que entre a estudiar las diferencias dialectales.
Deia, (7 Febrero, 1984)
Mi ama en 1936 era maestra de barriada, como se decía por entonces.
Un día fatídico llegó al caserío donde vivía con su familia una banda terrorista formada por requetés y falangistas rabiosos y ávidos de sangre.
Un chivatazo de unos vecinos de un caserío próximo les habían denunciado por "tener rojos escondidos", lo cual era mentira por cierto.
Después de un simulacro de ejecución de uno de mis tíos por aquellos arrogantes nacionalistas españoles, sólo la intervención de un influyente vecino franquista le salvó el pellejo.
Para saciar su odio cogieron la modesta biblioteca de mi ama y le rompieron todos y cada uno de sus preciados libros.
Esto es parte del relato, señora Raquel González, presidenta del partido franquista en las Vascongadas.
Por mucho que pida la intervención de Madrid para poner orden en el sistema educativo vasco, como acaba de hacer.
Vd. en el fondo simpatizaría más con requetés y falangistas.
Y para más información, mi aitite falleció a las pocas semanas por el terror de la situación que habían vivido.
Así es el relato, señora. Por mucho que se empeñe, conservaremos la memoria.
Publicado por: CAUSTICO | 10/27/2018 en 07:54 a.m.