SOBRE la obra de Herbert Rutledge Southworth, cuya edición francesa, mejor presentada aún que la española, podría escribirse durante un año entero, y faltaría tiempo para las referencias. Las 1.036 notas que la complementan y las 620 obras consultadas que integran su bibliografía, presentan, sin otros aditamentos, un trabajo de benedictino. Hay una parte en la obra de Southworth que debe ser comentada: la referente a la Pastoral colectiva de 1937 y sus derivaciones. A ello dedicamos los párrafos que siguen, limitándonos a transcribir sus textos.
«El 15 de Mayo el Cardenal primado escribió a los miembros de la Jerarquía española para informarles de que el general Franco había solicitado de ellos la preparación de un documento que probase la adhesión del episcopado español al movimiento rebelde. El documento fue redactado por el propio GomÁ y enviado a los restantes obispos en forma de pruebas de imprenta, para que lo firmasen, el 7 de junio. En la carta que acompañaba a las pruebas, el primado decía que el documento había sido escrito especialmente para 'reprimir y contrarrestar las opiniones y la propaganda adversa que, hasta en un gran sector de la prensa católica, han contribuido a formar en el extranjero una atmósfera totalmente adversa al Movimiento': La dicha carta del 27 de Junio afirmaba también: 'Gracias a una afirmación copiosa que tengo del extranjero, le puedo asegurar que, especialmente en Inglaterra, en Francia y en Bélgica, predomina, hasta entre los católicos, un criterio contrario al Movimiento Nacional, y que hasta en los medios que no son más favorables se cree necesaria una terminación de la guerra por acuerdo entre las partes beligerantes». El texto de la carta del cardenal demuestra claramente que las fuerzas que habían inspirado la reducción del documento colectivo temían sobre todo que los esfuerzos de los católicos intelectuales de los países de la Europa no fascista pudieran producir una acción tan anticristiana como la terminación de la guerra civil sin la rendición incondicional de la República».
Recordamos de cómo los intelectuales católicos se colocaron frente a las «cruzada» en amor y consideración, principalmente, al «caso vasco».
En la Carta Colectiva, sigue Southworth, «faltaban las firmas del cardenal arzobispo de Tarragona y las de los obispos de Orihuela y Vitoria». La carta, como toda la propaganda de Franco, condenaba «la labor tendenciosa de fuerza internacionales ocultas» y añadía esta revelación sobre la existencia de una oposición católica a la cruzada: «Y lo que nos duele es que una buena parte de la prensa católica extranjera haya contribuido a esta desviación mental, que podría ser funesta para los sacratísimos intereses que se ventilan en nuestra Patria», continuando: “Lamentaos que algunos periódicos y revistas que debieran ser ejemplos de respeto y acatamiento a la voz de los prelados de la Iglesia, las (nuestras declaraciones) hayan combatido o tergiversado».
«La Carta Colectiva afirma: 'El 27 de Febrero de 1936, a raíz del triunfo del Frente popular, el Komintern ruso decretaba la revolución española y la financiaba con exorbitantes cantidades' y concluía diciendo que durante las semanas que precedieron a la rebelión «desde Madrid a las aldeas más remotas aprendían las milicias revolucionarias la instrucción militar y se les armaba copiosamente, hasta el punto de que, al estallar la guerra, contaban con 150.000 soldados de asalto y 100.000 de resistencia', señalando con gran precisión: 'La Comisión Nacional de Unificación Marxista, por los mismos días, ordenaba la constitución de las milicias de todos los pueblos'. Hoy es evidente que si la República hubiera dispuesto de la décima parte de los hombres entrenados y armados a que aludía la propaganda del cardenal, el pronunciamiento hubiera sido estrangulado en su mismo nacimiento. La Comisión Nacional de Unificación Marxista apenas existió fuera de la mente calenturienta del Primado y si tal organización ordenó la creación de las milicias populares, éstas nunca fueron formadas, y fue sin armas como el pueblo (la plebe, como la Carta Colectiva dice) hizo frente a los rebeldes, que sí la poseían el 18 de Julio. El Cardenal insiste en que el supuesto complot comunista es “cosa documentalmente probada…” el minucioso proyecto de la revolución marxista que se gestaba y 'que habría estallado en todo el país…” Pero el Primado no exhibe los documentos a los que se refiere, y hasta ahora, ningún portavoz de Franco ha sacado a la luz pruebas similares que pudieran ser aceptables para un historiador serio».
El autor hace diversas observaciones, entre las que encontramos: «La Carta Colectiva muestra, entre otras cosas, que dos cardenales, seis arzobispos, treinta y cinco obispos y cinco canónigos de la Iglesia española pueden cometer errores cuando intentan escribir historia».
«La mayor parte de los que quemaban iglesias en España no eran los pocos comunistas que existían, sino grupos más populares y más arraigados en las tradiciones españolas. En los países europeos, donde los comunistas son mucho más numerosos que en España, las iglesias no son quemadas. Los comunistas son demasiado prácticos para quemar una iglesia que puede servir algún día como garaje o almacén...».
«El Cardenal Gomá pertenecía a la escuela de pensamiento que cree que cuando algo va mal en España se debe a Influencia extranjera'. Por lo tanto, 'este odio a la religión y a las tradiciones patrias' fue algo que llegó de Rusia, exportado por orientales de espíritu perverso'» (son las entrecomilladas sus propias palabras).
“… esta bárbara afirmación de la Carta Colectiva: La guerra es, pues, un plebiscito armado”.
«Maritain decía que si los republicanos habían cometido sacrilegios, también lo habían hecho los rebeldes...» y es un sacrilegio fusilar, como en Badajoz, cientos de hombres para «festejar el día de la Asunción, o aplastar bajo las bombas de los aviones, como en-Durango —porque la guerra santa odia más ardientemente que al infiel a los creyentes que no la sirven— las Iglesias y el pueblo que las llena y los sacerdotes que celebran los misterios, o, como en Gernika, una ciudad entera, con sus iglesias y sus tabernáculos, ametrallando a las pobres gentes que huyen... Comienzan a llegar testimonios sobre el terror blanco, y lo que se sabe hasta ahora permite pensar que alcanza un raro nivel de crueldad y de desprecio por la existencia humana. Pero ¡que! En nombre de la guerra santa, aquél (el terror) se lleva a cabo bajo las insignias y los estandartes de la religión, y la Cruz de Jesucristo brilla como un símbolo de guerra sobre la agonía de los fusilados, y ni el corazón del hombre, ni su historia pueden soportarlo... Un hombre que cree en Dios sabe que no es el desorden lo peor; es como si los huesos de Cristo, que los verdugos del Calvario no tocaron, hubieran sido rotos sobre la cruz por los cristianos... Que se mate, si se cree un deber matar, en nombre del orden social o de la nación, lo cual es ya bastante horrible, pero que no se mate en nombre de Cristo, que no es jefe guerrero, sino un rey de perdón y de la caridad, muerto por todos los hombres y cuyo reino no es de este mundo'».
«Sept», revista de los dominicos, escribió: «La guerra de España no es una cruzada. Fue, en primer lugar, el resultado de un pronunciamiento, e incluyó demasiados elementos políticos para que pueda ser confundida con la reconquista del sepulcro de Cristo. Que en el plano político, por consideraciones políticas, por fines políticos, los católicos se declaren a favor de Franco... Que se una la causa del catolicismo a la de los nacionalistas españoles, que se asocie la Cruz de Cristo a la bandera de Franco, es otro problema, que no puede ser resuelto de la misma forma».
«Aunque la cuestión vasca desapareció de los titulares de los periódicos después de la ocupación de la región por las fuerzas de Franco», escribe Southworth «... los católicos liberales franceses continuaron interviniendo en el asunto... Montserrat... en su reportaje del 8 de Enero de 1937 (publicado en La Croix)... había expresado su sorpresa por no haber encontrado ni un solo prisionero entre las Fuerzas de Franco en las Vascongadas. Le fue dada la siguiente explicación: 'Las medicinas son escasas y caras. ¿Se figura usted que las vamos a gastar inútilmente con ellos? Las necesitan los nuestros. Debiéndolos matar al fin y al cabo, no vale la pena curarlos. Se termina con ellos cuanto antes'».
Es interesante conocer lo que fue. Pero es mucho más interesante aún otear el futuro pisando firme y con la resolución de impedir a todo trance y por todos los medios lícitos que estén a nuestro alcance, el que pueda ensangrentar nuestra tierra otra “guerra santa”.
POR: M. de Lizarraga
Tengo curiosidad en las próximas elecciones del Estado. Más que nada para saber la fuerza que tienen los partidos de la derechona franquista, VOX, Ciudadanos y P.P., y poder así determinar, más o menos, el sustrato de facherío sociólogico que aún pervive y cómo está distribuido.
Sería bueno también conocer qué gente le vota, cual es su profesión y su nivel académico. Creo que sería un interesante estudio sociológico.
Publicado por: Silber | 11/28/2018 en 09:24 a.m.
El Vaticano apostó por Franco, Mussolini y Hitler como baluartes contra el comunismo y de paso para cepillarse a los judíos que mataron a Cristo.
No hubo ningún cura en el banquillo de Nuremberg.
Publicado por: CAUSTICO | 11/28/2018 en 12:50 p.m.
Año 2018, casi 2019.Siglo XXI.
El cabeza de lista de VOX,antes en el PP,dice que el franquismo no fue una dictadura.
Eso se llama NEGACIONISMO y en un estado democrático sería delito.
En esta monarquía franquista esa frase trae consigo muchos votos, incluso en Málaga en donde el franquismo hizo estragos.
Arias Navarro,alias Carnicerito de Málaga, habrá tenido un orgasmo paranormal en el infierno.
Publicado por: CAUSTICO | 11/28/2018 en 05:53 p.m.
Es que para ellos no fue una dictadura: fue una época plácida en la que hicieron muchos negocios con total tranquilidad.
Este hecho no tiene nada que ver con que España vaya tan mal. Pero nada de nada ¿eh? Que quede claro.
Porque todos sabemos que si España sigue yendo tan mal es porque vascos y catalanes están abducidos, no quieren ser españoles y dividen a los españoles.
Publicado por: -- | 11/28/2018 en 06:26 p.m.
Osea que Franco protegió a la democracia de caer en manos de los bolcheviques, Franco trajo la democracia, Franco no era fascista, no hubo dictadura, no..., pues vaya agujero negro histórico, además es curioso, los fascistas de otros países, pocas veces hablan del país y del pasado, estos españoles si, por eso España carece de futuro.
Publicado por: Sony | 11/29/2018 en 10:35 a.m.