Es de recordar lo que le ocurrió a nuestro primer Lehendakari Aguirre, cuando al llegar a Londres en 1944, después de su odisea por Europa y América, y queriendo reorganizar el Gobierno cara a la derrota en ciernes de los nazis y de Franco, quiso nombrar Consejero a un solidario de ELA, como garantía sobre las preocupaciones sociales que le animaban para un mañana en Euzkadi, y, al encontrarse en Londres, el Vicepresidente de la organización de la S.T.V. y presidente de la regional bizkaina, Perico Ormaetxea, pensó en él. Pero éste condicionó el nombramiento a que consiguiera la aprobación por parte del Presidente Manu Robles-Arangiz, en lugar escondido en Francia. Al cabo de meses se consiguió ponerse en contacto con este último, mas la respuesta fue categórica: S.T.V.-E.L.A. tenía que mantenerse al margen del poder político vasco, a pesar de que en su acción reivindicativa englobara la aspiración nacional vasca como reivindicación fundamental. Tal independencia de criterio se había expresado en los años 30, ante aquel patronato católico A.V.A.S.C., auspiciado por dirigentes del PNV, que se ofrecían a formar a los responsables de S.T.V.-E.L.A. …
Tal independencia sindical hizo valorar aun más el que STV-ELA asumiera ante el mundo sindical representación específica cual país, y ya para 1936-37, con aquel Juanón Careaga colaborador de Manu Robles Arangiz, y no digamos a partir de 1945, ante la Federación Sindical Mundial, luego CIOSL, internacionales de las que nuestro sindicato fue miembro fundador, sin olvidar a la CISC hoy CMT. Y siempre nuestra representación se hallaba repertorriada STV-ELA Euzkadi-Pays Basque, y tales relaciones de estos cuarenta años hicieron el que el Presidente Leunda alternara internacionalmente como en familia. Es decir, E.L.A. ha sido el portaestandarte ante el mundo sindical de nuestra afirmación nacional, bastante antes que el movimiento demócrata-cristiano, o el europeísta, lo facilitase a los partidos vascos.
Es de reconocer, asimismo, el que la implementación de las comarcales en la organización ha tenido en cuenta las zonas de relación o mentalidad similar, y no las líneas de divisoria regional establecidas por la administración española, y así la comarcal del Bidasoa reúne tanto la tierra gipuzkoana que la riega, o de la que recibe sus aguas, como la parte navarra donde el río nace, haciendo que la geografía y el pueblo salga con la suya.
La otra aportación capital de E.L.A., y que pasa bastante desapercibida, es que una cuarta parte cerca de sus afiliados son de ascendencia no-autóctona. Escogieron a E.L.A. para no sólo defender sus derechos profesionales sino integrarse, además, sentimentalmente a su patria de adopción.
Todas estas facetas de E.L.A. me venían a la memoria al visitar los nuevos y espléndidos locales establecidos por la Regional Guipuzcoana en Amara-Consulado, realización jamás imaginada por los infatigables, pero tan desprovistos, dirigentes de los años 30: Ascensión Lasa, Rafael Gómez-Jauregui, el mártir, Ubillos, etc. en aquellos desvencijados locales de la calle Narrica, o sus sucesores en aquel cuartucho del exilio, en Biaritz. Al presente, en fin, E.L.A., primera sindical de la Comunidad Autónoma Vasca, ve fructificados los esfuerzos de aquellos de los primeros tiempos, por el de siempre Manu, acompañado por Zabal, Herran, Ruiz de Ercilla (“Gogorra”), y tantos otros, para que el sindicato vasco llegara a ser el mayoritario incluso en nuestra actual población vasca multiforme.
Ramón Agesta
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